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Los tres departamentos  de dementes (casa de locos, casa de locas y goleta) tenían un funcionamiento prácticamente autónomo dentro de la vida del Hospital, en lo que se refería a la distribución del personal. En las otras enfermerías había serviciales encargados de distintas tareas como el reparto del pan, el vino, las medicinas, lavar la ropa, etc., tareas que en las secciones de locos eran realizadas por los propios Padres y sus familiares, así como, algunos enfermos cuyo estado lo permitía. Por esta razón en las listas de salarios solo se hace referencia a:

  • Padre de locos

  • Madre de locas

  • Padre de la goleta

Pero había también otro personal asistencial del Hospital que desarrollaba su trabajo, a tiempo parcial, en la casa de locos:

  • Médico primario

  • Médico bachiller

  • Tablajero (dependientes de los obligados del abasto de cada uno de los géneros en que éste se dividía, como carne, pescado, tocino, aceite y jabón, etc.)

  • Mozo de la botica

Padre de locos

El padre de locos o pare de orats era el principal responsable de las tres secciones de locos (locos, locas y goleta) estando la madre de locas y el padre de la goleta sometidos, de una u otra forma, a su control.

Las obligaciones de éste a lo largo del siglo XVIII eran prácticamente las mismas que en el siglo anterior consignadas en las normativas de 1.695 y fueron añadiéndose otras, de diversa índole, sobre todo al final de la centuria. Estas obligaciones pueden ser consideradas en dos bloques: tareas relacionadas con la asistencia a los locos y otras obligaciones sin relación aparente con ellos.

Las tareas administrativas relacionadas con los locos consistían sobre todo en el registro de personas, bienes y enseres existentes en las tres casas. El padre de locos, cuando recibía a un enfermo tenía que inscribirlo en un libro que estaba a su cargo, el Llibre de orats en el que se hacía constar: nombre, apellidos, lugar de procedencia, día, mes y año de llegada. Al principio del siglo el paciente era recibido en la propia casa de locos y el padre llamaba al médico principal para que lo visitara e indicara o aplicara los remedios oportunos, si el médico no acudía, el padre estaba obligado a informar al clavario de la negligencia.

A partir de 1.711, se invirtió el sistema y el padre de locos no podía admitir a ningún enfermo que no hubiera sido diagnosticado previamente por el médico principal, para lo cual, se ingresaba al enfermo en las salas de observación de la enfermería de calenturas en los cuartos habilitados para ello de la cuadra de fatigados y una vez confirmado el diagnóstico pasaba a la casa de locos o a la goleta donde era registrado en el libro.

En el Llibre de orats, el padre, registraba también las altas, fugas y defunciones que se producían, anotando al margen las incidencias y la fecha. Hasta los últimos años del siglo en este libro se hacía constar todos los pacientes de ambos sexos y de las tres secciones.

En 1.795 cambió la normativa referente a la recepción y registro de los enfermos mentales, tras una visita de los comisionados responsables de la casa de locos, se vio que los libros no estaban bien cumplimentados por el padre de éstos, ampliándose las obligaciones administrativas, que hasta el momento eran exclusivas del padre de locos, al padre de la goleta, madre de locas y al recibidor de enfermos.

El recibidor de enfermos era el encargado del registro de los locos en el libro general  del Hospital o Llibre Rebedor, los datos recogidos eran pasados al padre de los locos junto con los documentos que llevara el enfermo, quedando éste obligado a averiguar los datos que faltaran e inscribir al loco en un libro de su cargo en el que haría constar todos los datos de filiación. Este libro tenía una validez de cuatro años. Las altas y fallecimientos tenían que transmitirlos al recibidor de enfermos para que éste los reflejara en el libro general.

Mayor complicación se producía cuando el enfermo era destinado desde las salas de observación a la casa de las locas o la goleta. En estos casos, al recibir al paciente, el padre de la goleta o madre de locas tenía que recoger también “las cuartillas” con la información que les pasaba el recibidor, estos datos los pasaba a un cuaderno o libro menor anual, los llevaba el padre de locos que se quedaba con las cuartillas, firmaba el libro menor y asentaba el ingreso en el Libros de Locos.

Los tres padres tenían que presentar cada mes una lista de enfermos que habían pasado por sus respectivas secciones haciendo constar: existentes, entradas, salidas y muertos.

A pesar de esta complejidad administrativa, más aparente que real, los libros de locos a lo largo del siglo están bastante bien cumplimentados lo que nos ha permitido obtener datos de carácter asistencial de gran interés.

Desde el punto de vista asistencial, el padre de locos debía ocuparse de todos los enfermos que se encontraban a su cargo, tanto los agitados o furiosos que se encontraban en las jaulas, como los pacíficos.

Entre las obligaciones del padre de locos se indicaba que éste debía asistir a las horas de las comidas de los enfermos, persuadiendo a aquellos que no querían comer o tomar las medicinas indicadas para que lo hicieran, bien convenciéndolos o aplicándoles amenazas o castigos.

El padre de locos era el encargado de probar la comida y la cena que se distribuía en las tres secciones de locos (casa de locos, casa de locas y goleta) controlando “la sazón y cantidad” y dando cuenta al clavario de cualquier falta.

Además de administrar la medicación, el padre de locos debía seguir la instrucciones que el médico le diera en sus dos visitas semanales (diarias a final de siglo) y avisarle siempre que algún paciente lo necesitara de urgencia.

El padre de locos tenía que controlar la conducta de los pacientes que trabajaban en distintas ocupaciones dentro y fuera del Hospital, especialmente de los que pedían limosna a las puertas de las iglesias y conventos vigilando si se encontraban en el lugar  que tenían asignado y se comportaban de forma adecuada. Además, estaba encargado de abrir las cajitas de los que pedían limosna, contar y justificar su contenido, dando a los enfermos la propina acostumbrada y pasando el resto y la cuenta a la contaduría.

Otras obligaciones del padre de locos eran, junto con otros empleados o serviciales del Hospital, era el cobrador de la casa de comedias; por este trabajo cobraba dos reales cada día que había representación. Era responsable, junto con el padre de la goleta, del carbón del hospital, con la obligación de controlar sus entradas y salidas. Era interventor del trigo y la harina, se encargaba de recibir el trigo (comprado o de limosna), pesarlo a su llegada y guardarlo en el granero (del que tenía la llave), pesaba cada porción de trigo que salía hacía el molino y pesaba la harina resultante  antes y después del cernido (cribar,  filtrar, colar, tamizar) y la daba al amasador para hacer los panes contando y pesando los panes resultantes. Era, también, interventor de leña.

Madre de locas o mare de orades

Las obligaciones administrativas de la madre de locas eran menores que las del padre de locos, quedando limitadas exclusivamente a subir todos los días a la hora de la cuenta y dar parte al archivero de las altas y bajas en la ropa y bienes de las enfermas o de la casa para pasarlos al Llibre inventari.

En los últimos años del siglo también había de llevar el “libro menor” de locas.

Su tarea asistencial consistía en el cuidado general de las mujeres de su sección, cuando llegaba una loca debía llamar al médico para que éste le diera tratamiento, ella debía hacer que se aplicaran los remedios convenientes para su curación, debía cuidar que las enfermas fueran limpias, comieran, tomaran la medicación y que se comportaran de modo adecuado a la moral.

“… no dexantles exir sino a cossa molt precissa, pera evitar alguns escandals que es poden seguir, tenint tancada la porta… posant gran cuidado en no deixar entrar homens en dit apartament de les orades…”

Era asimismo encargada de recibir “filasa” (parece ser que son hilos o fibras de cáñamo, lino, etc,. destinados a ser tejidos)  y de repartir equivalentemente entre las locas y los locos las frutas y verduras recogidas de limosna, así como de hacer hilar y trabajar a todas las locas que pudieran hacerlo. También tenía que ocuparse de la limpieza de la ropa de su sección, de la iglesia, la que desechaba para trapos y “deshilas” y la de los enfermos que morían en el hospital.

Ayudaba, también, al padre de locos en la ropa de su sección y la de la goleta.

Padre de la goleta o segundo padre de locos

La goleta, convalecencia de dementes o segundo departamento de locos (que todos estos nombres recibió) funcionaba ya como sección aparte de la casa de locos desde el siglo XVII, ocupándose del cuidado de los enfermos un servicial dependiente de la enfermería de calenturas (sin nombramiento específico) que se llamaba Jacinto Ruiz y que siguió al frente de ésta hasta bien entrado el ochocientos, en concreto hasta la década de los cuarenta en que ocupó su puesto su yerno, Pedro Benedito, también sin título de ninguna clase. Cobraba la ración de un servicial (no de un padre) y su trabajo consistía en la vigilancia y arreglo de 18 ó 20 muchachos que existían en la dicha convalecencia, los dejaba arreglados y encerrados por la mañana y se iba a ganar un jornal.

Alrededor de 1.767, el clavario Solsona y el arzobispo Mayoral decidieron (a imitación del Hospital de Zaragoza) poner un segundo padre de locos, nombrando al citado Pedro Benedito que ejercía ya esta función desde años antes.

Además de esto, el padre se comprometía a estar permanentemente en la goleta al cuidado de los dementes. A cambio se esto se le concedía aumento de ración (se le dobló). Esta ambivalencia en la normativa, según la cual el padre había de estar en la goleta y salir a trabajar fuera con los enfermos, dio lugar a varias órdenes contradictorias por parte de la Junta en los últimos años del siglo, de tal modo que, mientras en 1.787 se consideraba que el padre no debía salir a las obras, en 1.796 se le ordenaba que lo hiciera.

En resumen, las obligaciones del padre de la goleta, a lo largo del siglo XVIII, eran asistir continuamente a los desvalidos (maniacos, soldados locos, etc.) poniendo especial cuidado en que no se maltrataran unos a otros, y hacer trabajar a los menos impedidos en las obras del Hospital.

Otras obligaciones menores eran el cuidado del romero, la distribución de la molinada y la distribución del carbón.

Médicos

El número de médicos en el Hospital General de Valencia a lo largo del siglo XVIII era de tres, y correspondían a: médicos ordinarios y el médico bachiller (estudiante de medicina), también había cirujanos en el Hospital pero éstos, en el siglo XVIII no eran médicos.

Los doctores, es decir, los que tenían el grado de doctor, eran los llamados médicos ordinarios y eran dos, uno recibía el nombre de médico principal o primario y el otro médico secundario.

El médico bachiller no tenía grado de doctor y, aunque en siglos anteriores (y en algunos años del siglo XVIII) no era médico sino estudiante de medicina que había pasado el cuarto curso, prácticamente en toda la centuria  los bachilleres del Hospital fueron médicos.

La diferencia entre los dos médicos  ordinarios era sólo de antigüedad (el primario era más antiguo) y de distribución de trabajo.

El médico primario atendía:

  • Calentura de hombres.

  • Casa de locos.

  • Casa de locas.

  • Goleta.

  • Casa de expósitos.

  • Personal (oficiales y comensales).

  • Cónyuges e hijos menores de siete años de éstos últimos.

  • Capellanes y sus amas.

El médico secundario atendía:

  • Enfermería de calentura de mujeres.

  • Enfermería nueva o de cirugía (hombres y mujeres).

  • Soldados.

Así pues, el médico primario del Hospital era personal de las casas de locos a tiempo parcial. Estaba obligado a asistir a los enfermos de las tres casas, tanto a su llegada como después.

En los primeros años del siglo XVIII el médico visitaba a los enfermos cuando éstos ingresaban en la sección de locos, más adelante y atendiendo a la nueva costumbre, los reconocía en los cuartos de observación de las enfermerías de calenturas, los diagnosticaba  y seguía su atención y tratamiento cuando pasaban a sus respectivas casas, visitando éstas dos veces a la semana o siempre que fuera requerido.

“… te obligacio… de visitar cascuna semana dos vegades: Dilluns y Dijous als orats, orades y borts, cuydant ab tota diligencia de que se apliquen los remeys, que pareieran proporcionats; y en cas de estar alguns de ells malalts de qualsevol altra enfermetat, tinga aisimateix obligacio de anar, sempre que será cridat; a les hores de la vista…”

El marcado carácter médico de la asistencia queda reflejado en numerosos documentos.

“… Per quan los orats y orades no sols se porten a dit Hospital per custodiarlos y que no moguen roído y escándalo en la República, sino tambe per conseguir la curacio de aquells si es podrá y aixi es convenient que lo dit Doctor Viñan metje primari y tots altres que li succehiran en la dita seua plasa hacha y tinga obligacio de visitar cascuna semana dos vegados, que seran los Dilluns y Dijous als dity orats, orades y bordets fenli relacio lo pare y mare respective del estat de la enfermetat de cascu, encarreganli al dit de la enfermetat de cascu, encarreganlo al dir Doctor Viñan cuyde ab tota vigilancia que se li apliquen los remeys que pareixeran proporcionats als desus dits Dements y orats, y que en cas de estar alguns de ells malalts de qualsevol altra enfermetat hacha de anar lo dit Doctor Viñan sempre que sera cridat a les hores de visita…”

Los dos médicos juntos, el cirujano y los acompañantes habituales tenían que hacer una “visita general en la Primavera del Otoño” para ver si había pacientes curados cuya estancia no estaba justificada.

En 1.790 se suprimió al médico principal, la obligación de visitar las casas de locos y se encargó de ellas el médico bachiller. A partir de ese año, las visitas a la casa de locos, casa de locas y goleta fueron diarias y acudían, junto al médico bachiller, el tablejero (practicante de cirugia) y el mozo de botica.

Uno de los tablejeros acompañaba al médico principal en su visita a las casas de locos y expósitos, luego acompañaba al médico bachiller cuando se encargó a éste de las visitas. Su función era realizar las curas o indicaciones del ramo de cirugía.

El mozo de botica acompañaba en la visita para tomar nota de los remedios indicados que tuvieran que ser suministrados por el boticario.

Próximo artículo:

Manicomio de Valencia. El tratamiento de los locos. Farmacológico. Remedios físicos. Terapia ocupacional.

 

Fuentes consultadas:

  • Archivos autores

  • Archivo del Reino de Valencia

  • Archivo Histórico Municipal

  • Biblioteca valenciana

  • Biblioteca Histórica de la Universidad de Valencia

  • Archivo de la Diputación provincial de Valencia

  • Hemeroteca valenciana

  • Wikipedia

Bibliografía

  • El manicomio de Valencia del siglo XV al XX

  • HEIMANN, C (1.994) El Manicomio de Valencia (1.900-1.936). Tesis Doctoral. Facultad de Medicina de Valencia.

  • Conxa Ciscar Vilata. El manicomio de Valencia del siglo XV al XX. La sección de locos del Hospital General de Valencia en el siglo XVIII.