Manicomio de Valencia. El cierre del Manicomio…

El 16 de junio de 1.989 el presidente de la Diputación de Valencia, en presencia de varios diputados y el médico-director del Gero-psiquiátrico de Jesús, daba el último y simbólico giro a una llave dorada, que ponía fin a ciento veintidós años de asistencia. La prensa hacía referencia a un reloj, testigo inmóvil y mudo de la ceremonia, cuyas agujas dejaron de girar cansadas de marcar un tiempo inútil, hacía más de 20 años.

Nadie podía pensar en 1.867, cuando fueron trasladados de forma provisional los primeros moradores desde el Hospital dels folls de Santa María dels Inocents, que el viejo convento de Jesús fuera a permanecer durante tantos años abierto, más de cien años de provisionalidad puede parecer excesivo.

¿Por qué se cierra el manicomio? y ¿Cómo se cierra? Son interrogantes a los que los autores intentaran contestar en este epílogo.

Se cierra, porque su estructura no resiste más. En fechas cercanas se han producido derrumbes parciales y el peligro de hundimiento es evidente. No hay responsable político que pueda seguir asumiendo la posibilidad de una catástrofe.

Se cierra, porque las grietas, abiertas en un muro de silencio y cemento, se han filtrado y suenan voces de denuncia, voces sobresaltadas, no acaban de dar crédito al horror contemplado. Las figuras inmortalizadas por Goya en su corral de locos, recuperan vida paseando errantes por patios ajados.

Se cierra, porque una sociedad que emerge triunfante de los horrores de una guerra y las tinieblas de una dictadura, ansía recuperar su dignidad y soporta mal las condiciones de vida degradante que se ofrece a los locos en su encierro.

Se cierra, por su anacronismo y lo costoso de su mantenimiento, y porque permite a los políticos de turno, vender y satisfacer antiguas reivindicaciones vecinales de zonas verdes y equipamientos sociales.

Mantener a mediados de los años 80 el funcionamiento de Jesús, por razones apuntadas, no tiene sentido alguno. Asistencialmente insostenible, caro de mantenimiento, con serio peligro de derrumbe, denunciado repetidamente en medios de comunicación, y en manos de una Diputación carente de competencias en materia de asistencia psiquiátrica, la necesidad de su cierre y posterior derribo parece evidente.

Deberíamos invertir la pregunta inicial y responder a: ¿Cómo es posible que se haya mantenido en funcionamiento durante tanto tiempo?

En la introducción de la memoria que elabora la Comisión de deshospitalización del Sanatorio Gero-psiquiátrico Padre Jofré, podemos leer:

“El mantenimiento de las condiciones de vida del viejo manicomio, no admite justificación alguna, las deficiencias de infraestructuras, el mal estado de conservación y lo lamentable de los servicios que se les ofrece a los internados, ofenden la más mínima sensibilidad ética y social. Esta situación que se ha venido manteniendo, solo por entenderse, por la insensibilidad y el desinterés de las distintas administraciones, más motivadas por una política de exclusión y aislamiento, con bajos costos económicos, y también, porque no decirlo, al silencio, resignación, cuando no, colaboración de una gran parte de las personas que trabajamos en salud mental”

En este trabajo, los autores, comienzan dando una visión de la legislación y las tendencias asistenciales en materia de Salud Mental de la época, para posteriormente centrarse en el hospital, el deterioro de su imagen reflejada en la prensa y el proceso de cierre del Centro y deshospitalización de las personas internadas.

Legislación vigente.

En los años 80, los cambios que acontecen en la sociedad española y las reformas asistenciales y legislativas vigentes en países de nuestro entorno, propician la aparición de importantes modificaciones legislativas en materia de salud mental.

La reforma del Código Civil de 1.983, y sobre todo, la promulgación de la Ley General de Sanidad, facilita un marco de referencia legal más en consonancia con la nueva sociedad.

El internamiento psiquiátrico era legislado por el Real Decreto de 3 de julio de 1.931 que priorizaba la protección social, y facultaba en su artículo 8 a la autoridad gubernativa ordenar internamientos psiquiátricos al margen del poder judicial o de la indicación médica de dicho acto. La Ley 13/83 devuelve a los jueces la garantía y control del proceso de internamiento y su seguimiento.

La citada reforma considera voluntarios los ingresos de todos los pacientes crónicos con largo período de internamiento. Al año siguiente la circular 2/84 de la Fiscalía General del Estado, insta a poner al día la situación de los pacientes ingresados de larga estancia, con la obligación de revisar a los mismos.

El mismo año 1.983 se constituye la Comisión Ministerial para la Reforma Psiquiátrica. Su objetivo, será la búsqueda de alternativas asistenciales, más en la línea de los modelos comunitarios imperantes en los países avanzados. El resultado del trabajo se hace público en abril de 1.985, y servirá de base a la Ley General de Sanidad en materia de Salud Mental.

Tanto la Diputación, pese a no tener competencias en salud mental, ya se había aprobado la ley de Bases del Régimen local del 85, como la Consellería no tardaron en adaptarse a la nueva Ley.

Ideología asistencial.

Los siglos XVII y XVIII, se caracterizan por una política de internamiento masivo. En toda Europa, desocupados, vagabundos, locos, prostitutas y mendigos son encerrados en antiguos lazaretos (un lazareto es un hospital o edificio similar, más o menos aislado, donde se tratan enfermedades infecciosas. Históricamente se han utilizado para enfermedades contagiosas, como la lepra o la tuberculosis y algunas de estas instalaciones eran más bien de reclusión, sin ningún tipo de cuidados médicos ni salubridad), hospicios, casas de misericordia, cárceles y hospitales. Castigar la inactividad, restablecer el orden, impartir normas morales, son sus objetivos. Toda conducta socialmente inaceptable es apartada, comienza lo que Foucault denominó “El Gran Encierro”.

El manicomio como recurso curativo tiene su auge durante el siglo XIX. A finales del XVIII con el triunfo de la Revolución, personajes como Johann Reil en Alemania, Williams Ellis en Inglaterra, Vincenzio Chiarugi en Italia, Pinel y Esquirol en Francia, alaban las virtudes del manicomio como espacio terapéutico. Aislamiento, disciplina, orden, actividad productiva y tratamiento moral serán las armas principales de corrección de la conducta anormal.

La historia de los manicomios como plantea Shorter: “es la historia de las buenas intenciones que acaban mal”. La intolerancia social, el desarrollo del capitalismo, los grandes desplazamientos de la población, el incremento de la neurosífilis y psicosis alcohólicas, el fuerte trasvase desde hogares y casas de mendigos a los manicomios, hace que estos se multipliquen y se encuentren masificados. Los presupuestos se reducen, y a mediados del siglo XIX, su función será almacenar crónicos y dementes. La ilusión de su eficacia ha desaparecido.

Acabada la Segunda Guerra Mundial y el horror del holocausto, se inician en Europa movimientos que exigen cambios en la asistencia. Una sociedad más democrática y solidaria y un fuerte crecimiento económico, requieren nuevas soluciones.

Aparecen nuevas tendencias que intentan humanizar y democratizar el funcionamiento de los hospitales. Las Comunidades terapéuticas representan una experiencia de vida y aprendizaje social, donde el personal no médico y el propio internado asumen una mayor responsabilidad en la toma de decisiones. Comienzan a crearse en Inglaterra hospitales de día. Lindeman y Caplan sientan las bases teóricas de la intervención en crisis.

En el inicio de los años 50, la O.M.S. publica informes técnicos elaborados por un comité de expertos en Salud Mental con modelos de prevención y actuación comunitaria. En su quinto informe, reconoce la nefasta influencia del Hospital Psiquiátrico como instrumento tradicional de la Psiquiatría.

Rusell Barton en 1.959, siguiendo los pasos de Bettelheim y Sylvester que ya hablaron en 1.948 del institucionalismo psicológico, y posteriormente Erving Goffman en 1.961, critican la institución manicomial y denuncian lo pernicioso de su funcionamiento.

La psiquiatría clínica y el movimiento antiinstitucional acaba de comenzar. Laing, Cooper, Gentis, Basaglia, proponen acabar con los manicomios. Intentar humanizarlos, mejorar su aspecto o el tipo de vida que se ofrece a los internados es labor inútil, solo vale su desaparición.

Durante los años 70 se produce una importante desinstitucionalización. En países como Italia aparece en 1.979 la famosa ley 180 a instancias del movimiento “Psiquiatría Democrática”, que prohíbe el internamiento en estos centros.

Mientras esto ocurre en Europa, en España la situación es distinta: el “Gran Encierro” que se genera en Europa después de la Edad Media, no se produce como tal, aquí el loco desde el principio es catalogado como enfermo y atendido por médicos. Al objetivo de custodia se une el de su curación.

En siglos posteriores, la situación se modifica. El empobrecimiento de la población, las secuelas de la guerra napoleónica y la pérdida de patrimonio que provoca la desamortización, ocasionan el deterioro importante de los manicomios y la transformación de los mismos en almacenes donde se custodia la locura.

En la primera mitad del siglo XX las denuncias sobre la situación de los manicomios españoles se repiten: Lafora, Rodríguez Morini, Fernandez Sanz, Mesonero Romanos, Sacristan o Fuster, por mencionar a algunos, critican la brutalidad en el trato, los medios coercitivos que se utilizan, la escasez y mala formación del personal, el estado de abandono y suciedad, cuando no de ruina, de muchos de esos edificios.

La política asistencial de la psiquiatría española acabada la guerra civil gira alrededor del manicomio como recurso principal y casi exclusivo de la asistencia. Un lugar dirigido por el médico y gobernado y controlado por las  Hijas de la Caridad.

Los manicomios dependen administrativamente de las Diputaciones y tienen carácter benéfico. Desaparecen progresivamente los grilletes y las camisas de fuerza y son sustituidos por comas insulínicos, electrochoques, curas de sueño o inyecciones de trementina, técnicas estas, que cumplen la doble función de curar y castigar comportamientos no adecuados.

El número de internados crece de forma alarmante y los manicomios, carentes de infraestructura adecuada y mal dotados de personal, van perdiendo su carácter curativo quedando como centros custodiales donde se almacena la llamada cronicidad.

En 1.955 se crea el Patronato Nacional de Asistencia Psiquiátrica (PANAP), dependiente del Ministerio de Gobernación, con la finalidad de organizar, modernizar y evaluar la asistencia en psiquiatría, promoviendo la higiene mental, formando al personal y proponiendo los cambios legislativos necesarios para tales fines.

Poco o nada se consiguió con este organismo y poco cambió el panorama asistencial.

Los sucesivos planes de desarrollo presupuestaron cantidades importantes de dinero, que en gran parte nunca se hizo efectivo y otra se utilizó para la construcción de hospitales mastodónticos alejados de cualquier filosofía asistencial y en contra de lo preconizado por la O.M.S..

Las Diputaciones, que mantienen la titularidad de la red manicomial, claman al estado para que este se haga cargo de los costos de esta asistencia sin resultado alguno.

A finales de los años 70, se reclama el trabajo comunitario como eje de la asistencia. Las Diputaciones y los trabajadores reivindican la incorporación a la Seguridad Social de la asistencia psiquiátrica y la enfermedad mental, en igualdad de condiciones, al resto de las patologías. Se inician en manicomios españoles un rosario de conflictos que comienzan en Oviedo y posteriormente se expanden por todo el territorio nacional. La Santa Cruz de Barcelona, Conxo, Huelva, Salt, Bermeo, Málaga o Bétera, son exponentes de una situación insostenible.

En Valencia a mitad de los años 80, nos encontramos un modelo desfasado, que tiene como eje central, la coexistencia de tres centros asistenciales: Hospital Psiquiátrico Padre Jofré de Bétera, Sanatorio Gero-psiquiátrico Padre Jofré de Valencia y Casa de la Misericordia.

Los tres centros dependen económica y administrativamente de la Diputación de Valencia, la cual legalmente carece de competencias.

Deterioro de la imagen pública

El manicomio de Jesús desde su fundación, nunca reunió las mínimas condiciones de habitabilidad, es en origen, un convento y una fábrica de filatura de seda, y por su carácter de ubicación provisional, pendiente de la construcción en Torrente del manicomio modelo que se desestimó en 1.920, nunca se adecuó a las necesidades para las que iba a servir durante los 123 años que estuvo en funcionamiento.

Inicia su singladura en 1.867 con el traslado de 80 hombres desde el departamento de dementes del Hospital General de Valencia.

Las críticas al manicomio comienzan al poco tiempo de su inicio y ya durante el siglo XIX aparecen denuncias de su funcionamiento.

“El peor de España, la auténtica imagen del Anticonollysmo, donde se pueden ver escenas imposibles de encontrar ya en toda Europa”

“Constituye ahora una mancha sobre el hermoso nombre de España, y una muestra sobreviviente de la crueldad de la Edad Media en el seno del humanismo moderno”

“El manicomio actual es irracional, inhumano y acientífico”

Muchos años han pasado desde estas denuncias y durante este tiempo el viejo manicomio, rodeado de un doble muro de cemento y silencio, consiguió ocultar lo que allí sucedía. El cometido de aislar y dar cobijo fue cumplido de forma eficaz.

En el período anterior a la inauguración del psiquiátrico de Bétera  en 1.973, aparecen dos reportajes que dinamitan este muro y vierten a la sociedad el hedor de lo ocultado. El primero de estos reportajes aparece entre los días 11 y 16 de abril de 1.966. El diario Jornada y su redactor, Eduardo Bort Carbó, publican un “serial” de seis capítulos sobre “Realidad actual del manicomio de Valencia”.

En estos reportajes, el autor narra la visita realizada al manicomio en compañía del diputado-director Sr. Garrido y de las monjas de la Caridad que trabajaban en el centro.

Describe gente amontonada y ociosa, en espacios oscuros, mal ventilados e insuficientes para las 1.332 personas que alberga. Internados que duermen en el suelo, jóvenes atados, mujeres acicaladas y “niños condenados a una existencia sin alegría ni ilusión”.

Celdas de aislamiento, servicios insuficientes, sensación de abandono, “dejados de la mano de dios” y grandes ratas que se adueñan del recinto al anochecer.

El último día de tirada de la serie, aparece en primera página un editorial sobre “Conclusiones y Esperanzas”. En el mismo, admitiendo que se han silenciado por prudencia situaciones vistas, se piden soluciones inmediatas y termina diciendo:

“Los enfermos lo necesitan y lo merecen, y el pueblo valenciano lo pide por propio decoro y por respeto a quienes se ven obligados, a causa de su enfermedad, a vivir internados en el Manicomio, que es un baldón que la ciudad no puede soportar por más tiempo”.

El 18 de noviembre de 1.972 la revista Sábado Gráfico realiza un amplio reportaje de cinco páginas con abundante material gráfico. Su titular “El terrible caso del psiquiátrico de Valencia”. El autor, el periodista Tomás Marín Arnoriaga.

El nuevo psiquiátrico de Bétera se inaugura en 1.973 acaparará todas las noticias de prensa, su vocerío acallará cualquier lamentación en el viejo manicomio que persistirá 15 años más en condiciones inadmisibles.

Al poco tiempo, ciento cuarenta y un pacientes, ante el peligro evidente de derrumbe, tienen que ser trasladados a la Casa de la Misericordia. En los dos años siguientes, sendos incendios siembran de nuevo la alarma.

Un informe emitido en julio de 1.986 de la subdirección general de patrimonio de la Consellería de cultura lo certifica. La decisión de cierre de Jesús está tomada y a ella se refiere el Doctor Espinosa, director médico del psiquiátrico de Bétera, en declaraciones a El Temps: “A mi me parece que la consecución más importante que habrá hecho la Diputación este siglo será acabar con Jesús”.

Motivos económicos

En el año 1.967 la Diputación realiza un proyecto del nuevo Hospital Psiquiátrico de Bétera. El proyecto se aprueba en el año 1.969, comenzando las obras al año siguiente sobre una superficie de 398.800 metros cuadrados, de los cuales 49.000 serían destinados a superficies cubiertas.

El número total de camas destinadas a enfermos son 1.290, con un presupuesto inicial que alcanzaba la cifra de 260.168.642, 45 pesetas. Todo ello basado en un concepto arquitectónico grandioso de una ciudad sanitaria psiquiátrica abierta, con iglesia, teatro, banco, instalaciones deportivas, piscina, talleres y un hotel de lujo de seis plantas de 2.400 metros cuadrados construidos, que nunca llegó a utilizarse. Aunque Dragados y Construcciones se habían comprometido a entregar las obras en la primavera del 1.972, no se inauguró hasta 1.973, cuando el presupuesto se acercaba a los 500 millones de pesetas.

Este nuevo hospital pondría fin al vetusto y ruinoso manicomio de Valencia, que a partir de 1.949, pasó a llamarse Sanatorio Psiquiátrico Padre Jofré y hasta su cierre, fue conocido como Hospital Gero-psiquiátrico Padre Jofré, coloquialmente manicomio de Jesús.

El Presidente, Don José Antonio Perelló Morales, anuncia en una entrevista concedida a la periodista Rita Barberá en el periódico Jornada de 19 de junio de 1.974, que los enfermos que se trasladan son aquellos “que tienen que tener un proceso de curación, es decir, los enfermos mentales que van al sanatorio a “curarse”(…) “Van a quedar en Padre Jofré los enfermos sociales, los que quizás no debieron estar en un sanatorio psiquiátrico si existieran unas residencias de gero-psiquiatría, o residencias de ancianos asistidos”.

Se produce la gran selección, habrá que distinguir entre curables y merecedores del “mejor hospital de Europa”, e incurables, ancianos mayores de 60 años, y un grupo no despreciable de personas institucionalizadas que no desean perder los “privilegios” que la vida miserable de Jesús les ofrece y deberán permanecer allí.

Un total de 782 personas internadas en el Hospital de Jesús son trasladadas al Hospital de Bétera entre julio de 1.973 y abril de 1.975. En el año 1.976 permanecen en Jesús 543 personas y ese mismo año ingresan 54 nuevos inquilinos.

Como era de esperar, la prensa arremete y pide explicaciones por la contradicción que encierra, una pretendida política de austeridad y rígido control de gasto con la existencia de dos centros psiquiátricos.

La polémica está servida y se verá incrementada con el desalojo y traslado urgente de 141 enfermos a las dependencias de la Casa de la Misericordia, tras el derrumbe de la techumbre de dos pabellones el 8 de noviembre de 1.983.

Deshospitalización

Deshospitalización de Jesús

El 14 de octubre de 1.986 aparece el decreto de Presidencia 5461 que dispone:

“Se construye una unidad de deshospitalización formada por personal de Salud Mental y Servicios Sociales, con la misión específica de estudiar detenidamente las características personales, clínicas y sociales de los internados en el Sanatorio de Jesús, proponiendo las alternativas más idóneas para cada uno de ellos”.

La comisión de deshospitalización está formada por: un psiquiatra, un psicólogo, tres trabajadores sociales, un administrativo y tres auxiliares psiquiátricos, a los que se unirán, procedentes del propio centro, un psiquiatra, un ATS y tres auxiliares psiquiátricos. Su trabajo finalizará el 22 de octubre de 1.987.

Lo descrito a continuación constituye una parte del trabajo de la comisión, que se muestra reflejado en la memoria de la misma al finalizar su cometido.

El trabajo se desarrolla en dos fases: en una primera se realiza el estudio individual de las personas ingresadas en las áreas de clínica orgánica, autonomía personal, situación socio-familiar y administrativa, valorándose los resultados.

En una segunda fase se analizan las carencias de cada persona ingresada, se tramita la documentación socio-sanitaria, así como pensiones o ayudas económicas necesarias antes de proceder a su salida, a la vez que se inicia la búsqueda de recursos residenciales  adecuados.

Finalizado el estudio y valoración individual de las personas internadas y previo a la salida de las mismas, se inician las tareas necesarias para normalizar las carencias existentes y poder llevar a cabo la salida del hospital.

A los perceptores de pensiones del I.N.S.S. o I.S.F.A.S., se les consigue cartilla sanitaria de Seguridad Social, y en aquellos casos en que no es posible dicha prestación, se le facilita una cartilla de beneficencia, con cargo al Área de Integración Social que les permite la asistencia médica en el Hospital General.

Se realizan contrataciones de personal sanitario a tiempo parcial para la asistencia domiciliaria.

Se normaliza la situación jurídica mediante escritos al Excmo. Presidente de la Audiencia Provincial y al Ilmo. Sr. Juez Decano de la Audiencia Provincial.

Se inicia apertura de expediente de incapacitación y tutela para aquellas personas que no tienen asignado tutor legal.

Se asigna a cada persona un mínimo para gastos personales entre 5.000 y 7.000 pesetas mensuales, a las que se suma el montante de pagas extraordinarias, de no existir estas se añaden 24.000 pesetas anuales. En todos los casos se abre una libreta de ahorros personal.

Se realizan compras de ropa y útiles de aseo, así como bolsa de viaje para la salida del Centro.

Durante el tiempo que duró el estudio se buscó, por Valencia capital y provincia, recursos comunitarios como: residencias, casas de recreo, colegios, hostales, chalets, o cualquier edificación que pudiera servir para su posterior utilización. Así mismo se valoran los ofrecimientos que personas, generalmente del barrio de Jesús, se ofrecen para hacerse cargo de algún paciente.

Los gastos realizados en el proceso de deshospitalización durante el año 1.987 se elevan a un montante cercano a 74.618.481 millones de pesetas.

La salida se inició con grupos reducidos y en los propios vehículos del personal de la comisión. En el período comprendido entre octubre de 1.986 y octubre de 1.987, abandonan el Hospital y pasan a residir en la comunidad 141 personas. Otras 22 se trasladan al Hospital Psiquiátrico de Bétera.

Cuando finaliza su trabajo la comisión, en octubre de 1.987, aún permanecen en el hospital un total de 120 personas.

De estas, un primer grupo formado por 59 personas con diagnóstico de retraso mental severo y que requieren cuidados permanentes de enfermería, están a la espera de la finalización de las obras de la Residencia Juan de Garay. El 20 de julio de 1.988 se produce el traslado, pasando a depender del área de Servicios Sociales de la Diputación.

El otro grupo que seguía internado era el de personas con mayor grado de deterioro y dependencia. La comisión de deshospitalización planteó como alternativa para este grupo, la construcción de una o dos residencias que reunieran las características de idoneidad arquitectónica y de personal. En un primer momento la propuesta fue aceptada por la Diputación y se decidió habilitar una de las naves del hospital de Jesús.

El 21 de febrero de 1.989, casi un año después de aprobada la construcción de la nueva residencia, la prensa informa del acondicionamiento de dos pabellones en Bétera para lo que se destinan 47 millones de pesetas y que acogerá en breve plazo a estos pacientes. De la anunciada y proyectada residencia “Superasistida de Jesús” nunca más se volverá a hablar.

El 12 de junio de 1.989, pocos días antes del cierre de Jesús, 25 personas, 18 hombres y 7 mujeres, son trasladados al Psiquiátrico de Bétera y 11 al asilo de San Vicente de Paul. Tres días antes del cierre otras 8 personas habían sido deshospitalizadas a diversas residencias.

Las máquinas demolieron el viejo hospital, el viejo solar de Jesús fue ocupado por un Centro de salud y otras dependencias de la administración. Desaparecido el viejo manicomio, solo queda el recuerdo y un retazo de historia escrita, que intenta sacar del olvido la historia de un Centro que se inició como un avance humanitario y finalizó en el más avergonzante abandono.

 

Esperamos que haya sido de vuestro interés, aunque los autores ofrecen muchos más datos, hemos seleccionado aquellos, que suponemos más interesantes para el público generalista. Incluimos al final de este artículo el índice completo de los artículos sobre Manicomio de Valencia.

 

Fuentes consultadas:

  • Archivos autores

  • Archivo del Reino de Valencia

  • Archivo Histórico Municipal

  • Biblioteca valenciana

  • Biblioteca Histórica de la Universidad de Valencia

  • Archivo de la Diputación provincial de Valencia

  • Hemeroteca valenciana

  • Wikipedia

Bibliografía

  • El manicomio de Valencia del siglo XV al XX. Lorenzo Livianos, Conxa Císcar, Ángeles García, Carlos Heimann, Miguel Angel Luengo, Hélène Tropé

  • HEIMANN, C (1.994) El Manicomio de Valencia (1.900-1.936). Tesis Doctoral. Facultad de Medicina de Valencia.

  • Hélène Tropé. Del Hospital de los Inocentes (1.409 – 1.512) a la Casa de Locos del Hospital General 1.512 – 1.699)

  • Conxa Ciscar Vilata. El manicomio de Valencia del siglo XV al XX. La sección de locos del Hospital General de Valencia en el siglo XVIII.

  • Ángeles García Rodríguez. Del Asilo de Dementes al Manicomio de Valencia en el siglo XIX.

  • Miguel Ángel Luengo López. El cierre del Manicomio.

 

Articulos

  1. El sermón del Padre Jofré

  2. Los fundadores: Diez mercaderes valencianos.

  3. Manicomio de Valencia. Integración del Hospital de los Inocentes en el Hospital General de Valencia.

  4. Manicomio de Valencia. Época del Hospital de los Inocentes. Localización del Hospital en la ciudad.

  5. Manicomio de Valencia. Descripción de los edificios hospitalarios a principio del siglo XVIII.

  6. Manicomio de Valencia. Vivienda de los locos en el Hospital de los Inocentes

  7. Manicomio de Valencia. Nomenclatura de los lugares y mobiliario existente en el Hospital de los Inocentes. 

  8. Manicomio de Valencia. Las obras finales del siglo XVII. Hacía una reclusión mayor de los locos. 

  9. Manicomio de Valencia. Órganos de gobierno. 

  10. Manicomio de Valencia. Disposiciones relativas a la hospitalización y a las condiciones de estancia. 

  11. Manicomio de Valencia. Signos de locura. Del andar errante a los discursos y comportamientos desviados.

  12. Manicomio de Valencia. Identificación por edad. Ancianos y niños.

  13. Manicomio de Valencia. El final de la estancia, salidas con permiso de los administradores, evasiones y fallecimientos.

  14. Manicomio de Valencia. El origen inquisitorial de la hospitalización de algunas personas.

  15. Manicomio de Valencia. Las Casas de locos y el Hospital General en el siglo XVIII.

  16. Manicomio de Valencia. Las Casas de los locos. Accesos. Distribución.

  17. Manicomio de Valencia. Las nuevas casas de los locos.

  18. Manicomio de Valencia. Las casas de las locas.

  19. Manicomio de Valencia. Las jaulas o gabies de los locos.

  20. Manicomio de Valencia. La goleta de dementes o convalecencia de dementes y los baños.

  21. Manicomio de Valencia. Personal de las casas de los locos y las locas.

  22. Manicomio de Valencia. El tratamiento de los locos. Farmacológico. Remedios físicos. Terapia ocupacional.

  23. Manicomio de Valencia. Del Asilo de Dementes al Manicomio de Valencia en el siglo XIX.

  24. Manicomio de Valencia. Contexto histórico. La sociedad española y valenciana en el siglo XIX.

  25. Manicomio de Valencia. ¿Cómo era la población de España y de Valencia?

  26. Manicomio de Valencia. La asistencia sanitaria y psiquiátrica.

  27. Manicomio de Valencia. Del Asilo de dementes al Manicomio: La Institución.

  28. Manicomio de Valencia. El Manicomio de Santa María de Jesús.

  29. Manicomio de Valencia. Discusión y conclusiones.

  30. Manicomio de Valencia. El Manicomio de Valencia 1.900-1.936.

  31. Manicomio de Valencia. El contexto social.

  32. Manicomio de Valencia. El Edificio.

  33. Manicomio de Valencia. El cierre del Manicomio.