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Una cuestión crucial es el destino que aguardaba a los internados al final de su estancia en ese Hospital de locos. De la respuesta a esta depende en gran parte la idea que uno se pueda formar de la naturaleza y de la función de dicha institución y de su eficiencia en el plano de lo que comenzó a aparecer hacia finales de la Edad Media como la vocación esencial de los hospitales: la curación.

El Hospital de los Inocentes aparece como una institución de transición. Por una parte, podría compararse con los hospitales de la Edad Media cuya vocación principal todavía no era la de curar enfermos, sino la de acoger a toda serie de desvalidos y de enfermos que no podían recurrir a médicos privados y a domicilio. Por un lado, este Hospital participa, pues, de la concepción medieval de la asistencia en la medida que alberga, a veces durante varios años a los locos y desvalidos que no podían proveer a sus propias necesidades. La mayoría de las veces los asiste hasta el final de sus vidas, a la vez que alivia al cuerpo social del peso de aquellos desvalidos, errantes y locos. Pero también se verifica un intento de curar a los ingresados por parte de los administradores de esa institución que no escatimaron los gastos y tratamientos médicos con vistas a curar a algunos ingresados. Por lo tanto, también participa el Hospital de los Inocentes de una concepción moderna de la asistencia hospitalaria fundada sobre la vocación terapéutica de los hospitales.

Nacidos o ingresados en el Hospital de los Inocentes, ahí estuvieron los llamados ignocents, folls, orats, dements, a veces largo tiempo, a veces, muy poco, hasta que uno de los tres acontecimientos siguientes finalizara su estancia: muerte, curación, salida o evasión. Si bien no se menciona de manera sistemática en todas las listas de locos y locas lo que fue de cada uno.

Observando las tablas constituidas para el período 1.417 a 1.617 a partir de dichos datos, se puede resumir la evolución diciendo que, salvo para algunos años, el número de fallecidos en el Hospital supera con creces al de los que salieron o se evadieron. Dicho de otro modo, en el Hospital de los Inocentes, mueren más de los que salen curados, y salen curados más de los que consiguen evadirse.

Solo se señalan dos expulsiones en los libros de cuentas.

Algunos hospitalizados salieron con permiso de los administradores cuando se consideró que habían curado. En las listas se suele encontrar a continuación de su nombre, lo mismo que para los fallecidos, la fecha en que salieron del Hospital y la mención escueta de su curación: “está curado (es guarit)”, o “ha recobrado el juicio (ha cobrat lo señy)”, o “está cuerdo” y, a veces, la mención de la salida (senana sa i bo), o simplemente, senana, sin que se señale la curación. También indica a veces el mayordomo quién ha venido a buscar al ingresado (no se sabe si era porque el Hospital les había informado de la curación, o bien porque ellos se habían cansado de pagar la pensión debida en razón de estancia. Este punto da a pensar que la mayor parte de los que salían eran los que habían conservado un vínculo con las estructuras sociales del exterior, en unos casos, la familia, en otros, el trabajo, etc.), o el lugar al que ha regresado y si salió curado o no. En estos casos, la estancia en el Hospital es un paréntesis en la vida de estas personas que al salir del Hospital recobran su identidad social, reanudan su trabajo y reemprenden sus ocupaciones anteriores. La vuelta al trabajo se menciona con bastante frecuencia, prueba de que constituía un modo de reinserción social buscado por los administradores.

Desgraciadamente en cuanto a los fallecimientos, las lista de los locos y las locas, salvo excepciones, proporcionan pocos datos sobre circunstancias de fallecimientos. Como mucho, los mayordomos apuntaban a continuación del nombre de los que habían fallecido durante su año, la fecha del fallecimientos, o bien, hacían una lista aparte de dichos fallecidos. En efecto, la finalidad de esas listas era conocer el número de comensales del Hospital. Estos y otros muchos datos pueden ser complementados por la documentación de la Cofradía de los Santos Inocentes, en particular en cuanto a las prácticas mortuorias y religiosas que acompañaban la muerte y el posterior entierro de los locos del Hospital. Desde su fundación en 1.414, esa Cofradía tomó parcialmente a su cargo algunas ceremonias mortuorias en el Hospital. Corporación religiosa asociada desde su fundación al Hospital de los Inocentes, sus fundadores obtuvieron del monarca el 27 de agosto de 1.414 un Privilegio constituyente que aprobó sus primeras Constituciones. Según ese documento, lo deberes que se asignaban los cofrades respecto a los locos del Hospital eran dos: la celebración religiosa de las fiestas propias del Hospital de Inocentes y la asistencia obligatoria a los entierros de los cofrades y de los inocentes del Hospital, a los que esa corporación los consideraba cofrades. También enterraba esta Cofradía los restos humanos de los condenados a muerte que eran sepultados, como los de los locos, en el cementerio del Hospital de los Inocentes. Por fin, en 1.422, nuevas disposiciones incluyeron a una nueva categoría de marginados, las prostitutas, entre los restos que enterraba la Cofradía.

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Manicomio de Valencia. El origen inquisitorial de la hospitalización de algunas personas.

 

Fuentes consultadas:

  • Archivos autores

  • Archivo del Reino de Valencia

  • Archivo Histórico Municipal

  • Biblioteca valenciana

  • Biblioteca Histórica de la Universidad de Valencia

  • Hemeroteca valenciana

  • Wikipedia

 

Bibliografía

  • El manicomio de Valencia del siglo XV al XX

  • HEIMANN, C (1.994) El Manicomio de Valencia (1.900-1.936). Tesis Doctoral. Facultad de Medicina de Valencia.

  • Hélène Tropé. Del Hospital de los locos (1.409-1.512) a la Casa de los locos del Hospital General (1.512-1.699).