Para conocer la estructura de la población española y valenciana los autores disponen de los censos de la segunda mitad del siglo XVIII (de1.750 el “Catastro del Marqués de la Ensenada”; de 1.787 el “Censo de Floridablanca” y en 1.797 el “Censo de Godoy”). Las pirámides de edad de esos tres censos muestran una distribución constante, no modificándose en exceso las tasas de mortalidad y natalidad, la esperanza de vida al nacer era de 27 años, las tasas brutas de natalidad eran del 42 por 1.000 y las tasas de mortalidad eran del 38 por 1.000. Ya durante el siglo XVIII España había conocido un crecimiento notable, estimado en cinco millones de habitantes, con una periferia que se superpobló y un interior que se vació. Este proceso culminó en la primera mitad del siglo XIX y denotó una mayor prosperidad económica en la periferia y un estacionamiento en el interior pues, año tras año, se situó mayor población en el litoral, siendo la tasa de crecimiento, siempre superior en la periferia, de este modo, durante los primeros cincuenta años del siglo XIX se configuró una estructura demográfica cada vez más desequilibrada.
Valencia, en la primera parte de la centuria, estuvo entre las provincias con una media de crecimiento entre un 40% y un 50%. De 1.831 a 1.849 la ciudad no creció a causa de la guerra y del amurallamiento. En el censo de 1.857 la población de la ciudad, tras experimentar un gran crecimiento, era de 103.557 habitantes; a partir de este año el índice de crecimiento fue del 131% (en el resto de España era del 121%) pasando a tener 224.839 habitantes en 1.900. Este aumento de población se debió en gran medida a la anexión de diversos municipios de los alrededores y a la inmigración del campo y de provincias del interior, sobre todo de Teruel. El 40% era población activa, de los que el 34% fueron hombres y el 6% mujeres, distribuida:
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Agricultores 44%
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Artesanos y jornaleros 22%
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Servicios 21%
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Comerciantes 8%
Se trataba de una población joven pues el 51% tenía menos de 50 años y sólo el 6% superaba los 60 años.
En 1.801 la mortalidad en Valencia era del 33 por 1.000 (en los menores de 5 años estaba entre el 40 y el 50 por 1.000).
En la segunda mitad del siglo XIX la población española también experimento un gran incremento. En cuarenta años el aumento fue de casi tres millones. En la segunda mitad del siglo el índice de natalidad fue alto pero los índices de mortalidad apenas se redujeron, estimándose una media de 32,85 por 1.000.
El exceso de mortalidad debía cargarse en la cuenta del retraso acumulado en el combate contra la infección.
A causa de las condiciones de vida, las enfermedades infecciosas se presentaron como enfermedades sociales típicas. La tardanza con que se presentaron estas mejoras medioambientales parece constituir, en definitiva, el motivo de retraso del descenso de la mortalidad en España.
La Sanidad pública decimonónica se caracterizó también por el inmovilismo. La legislación relativa al medio ambiente se había iniciado en Suecia en 1.874 con el Estatuto de Salud Pública, en Inglaterra en 1.875, en Hungría en 1.876, en Irlanda en 1.878 y en Francia en 1.884 e inmediatamente las tasas por infecciones intestinales comenzaron a descender. Sin embargo en España, aquella legislación, no adquirió virtualidad hasta El Estatuto Municipal de 1.924, puesto que la Ley Orgánica de Sanidad de 1.855 había quedado en letra muerta por no haberse promulgado el reglamento complementario.
Recordemos los años epidémicos de grandes mortalidades por fiebres y diversas epidemias desde 1.790 a 1.830 y de 1.831 a 1.833.
A partir de 1.830 el cólera tomó el relevo a la fiebre amarilla y a la viruela primero con cuatro oleadas sucesivas con las que la endemia se convirtió en pandemia (1.830, 1.833, 1.834 y 1.835). La segunda pandemia de cólera aconteció en 1.854, de nuevo en 1.859, 1.860, 1.865 y 1.885, y la fiebre tifoidea en 1.856.
En la ciudad de Valencia hubo una gran mortandad a causa del cólera desde 1.834 a 1.890 y fue una constante, a lo largo del siglo, la elevada mortalidad causada por enfermedades de transmisión hídrica (fiebre tifoidea, paludismo, diarreas) y otras enfermedades debidas, entre otros factores, al hacinamiento (tuberculosis, enfermedades venéreas y tracoma).
Los contemporáneos se dieron cuenta del vínculo entre la virulencia de la enfermedad y el bajo nivel de vida. La declaración de la Real Junta de Estadística en 1.863 es clara:
“Las causas que aumentan la mortalidad son el alto precio de los alimentos, las epidemias, los pantanos y otros focos de infección, las industrias insalubres, la acumulación excesiva de personas en pueblos y habitaciones reducidas, la guerra, las temperaturas extraordinarias, las inundaciones… Las causas de disminución de nacimientos son los altos precios de las subsistencia, la guerra que aleja de sus hogares la parte de la población más apta y vigorosa para reproducirse, los matrimonios entre consanguíneos, las revoluciones, el excesivo número de mujeres solteras, el aumento de las necesidades sociales, etc.” “… Si bien los precios del trigo no han variado en una escala que pueda indicar una calamidad, sus oscilaciones se han hecho sentir lo suficiente para demostrar la existencia de relación entre alimentos y la mortalidad”.
Así pues en la segunda mitad del siglo la Real Junta de Estadística reconoció el peso decisivo de las crisis alimenticias tan características del Antiguo Régimen de población, incluso en los principios de la era del ferrocarril; una mala cosecha seguía representando un plus de defunciones y un déficit de matrimonios, esto es, de nacimientos. Las grandes carestías anunciaron períodos de hambre y adversidad demográfica.
La aceleración demográfica en España se produjo en el siglo XX. En 1.900 España registraba una natalidad bruta del 33, 8%, una mortalidad del 28,8% y una esperanza de vida al nacer inferior a los 35 años, esto es, unos niveles rebasados por las poblaciones escandinavas 150 años antes.
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Manicomio de Valencia. La asistencia sanitaria y psiquiátrica.
Fuentes consultadas:
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Archivos autores
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Archivo del Reino de Valencia
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Archivo Histórico Municipal
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Biblioteca valenciana
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Biblioteca Histórica de la Universidad de Valencia
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Archivo de la Diputación provincial de Valencia
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Hemeroteca valenciana
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Wikipedia
Bibliografía
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El manicomio de Valencia del siglo XV al XX. Lorenzo Livianos, Conxa Císcar, Ángeles García, Carlos Heimann, Miguel Angel Luengo, Hélène Tropé
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HEIMANN, C (1.994) El Manicomio de Valencia (1.900-1.936). Tesis Doctoral. Facultad de Medicina de Valencia.
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Hélène Tropé. Del Hospital de los Inocentes (1.409 – 1.512) a la Casa de Locos del Hospital General 1.512 – 1.699)
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Conxa Ciscar Vilata. El manicomio de Valencia del siglo XV al XX. La sección de locos del Hospital General de Valencia en el siglo XVIII.
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Ángeles García Rodríguez. Del Asilo de Dementes al Manicomio de Valencia en el siglo XIX.