Al norte del Turia

Al norte del Turia

A la luna de Valencia.

Espacio periurbano de la ciudad musulmana

Al norte del Turia discurría el camino que iba hacia Sagunt y Teruel, herencia de la antigua Vía Augusta.

En torno a él se configuró en época islámica un importante arrabal, conocido como la Alcudía, que el Cid destruyó en 1.091.

En diversas excavaciones  realizadas al principio de la calle Sagunt se han encontrado testimonios de este barrio conformado hacia finales del siglo X o principios del XI en el espacio configurado entre las acequias de Algirós (que cruzaba, y todavía lo hace, la plaza de Santa Mónica, delante mismo de lo que fuera, en época musulmana, el puente de Alcántara) y de Rambla (que discurre por la calle Lleida).

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El hallazgo de un adarve (Camino situado en la parte alta de las murallas) o callejón islámico de trazado rectilíneo y perpendicular a la calle Sagunt, al que se abren viviendas a lado y lado lleva a pensar a Javier Martí en un diseño planificado del barrio, de acuerdo a una trama regular.

Las viviendas excavadas son muy sencillas, con muros de tapial de tierra o mortero, y suelos de cal.

Seguramente el área urbanizada acababa antes de la calle Lleida, puesto que en este punto se han encontrado los restos de un acueducto que, parece lógico pensar, circularía por fuera del núcleo habitado.

El hallazgo consiste en diversas pilastras hechas con sillarejo de piedra toba, que sostendrían las arcadas de un acueducto elevado perpendicular a la calle Sagunt.

Hay que descartar un uso agrícola para esta construcción, toda vez que los terrenos comprendidos entre la acequia de Rambla y el Turia quedaban suficientemente abastecidos por este canal o por el de Algirós, brazales ambos de la acequia de Mestalla.

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Por la dirección que lleva, el acueducto debía tomar el agua de un partidor situado sobre la acequia de Rambla a la altura de la calle Visitación o al principio de la calle Lleida, con el objeto de transportarla con la menor pérdida posible de cota hasta alguna almunia cercana (tipología de edificio rural, usualmente una finca de recreo, en zonas musulmanas).

El gusto musulmán por la estética visual y sonora del agua es de sobra conocido, pues es motivo frecuente de inspiración en la poesía andalusí; además, hay testimonios arqueológicos que demuestran la existencia de albercas y canalillos en los que se hace uso de juegos de agua, para lo cual es necesario contar con un flujo a presión, lo que explicaría la necesidad de construir conducciones hidráulicas elevadas en ambientes de huerta.

Al norte de la acequia de Rambla se extendía una necrópolis que debía llegar, al menos, hasta la calle Orihuela.

Hasta el 2.002 se han excavado más de 500 enterramientos  que siguen las pautas funerarias habituales.

Lo sorprendente es que las tumbas atraviesan la calle Sagunt y se extiende bajo la manzana de casas existente a mano derecha de la calle (información facilitada por Javier Mañez, director de la intervención arqueológica llevada a cabo sobre la misma clazada de la calle Sagunt), lo que nos lleva a cuestionar el trazado de la Vía Augusta en este punto.

La evidencia requiere una reflexión cuidadosa a cargo de especialistas en el tema, pero a título de sugerencia por parte del autor de este estudio Javier Martí, quizá haya que poner la mirada en la calle de Sant Guillem, que prosigue un azagador que a principios del siglo XX comunicaba el inicio de la calle Sagunt con el camino de Alboraia, nítidamente dibujado en el plano de Mora.

Las viviendas excavadas en el arrabal de la Alcudia no parecen alcanzar el umbral del siglo XII.

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Por encima de las estructuras de hábitat aparecen fosas y rellenos que testimonian  un uso ajeno al residencial, posiblemente vinculado a la explotación agrícola.

Parece obvio poner en relación esta circunstancia con las referencias históricas que nos hablan de la destrucción del barrio por el Cid en el curso del asedio a la ciudad en 1.091.

El texto de la Primera Crónica General es muy explícito en este punto:

“[…] Et quando fue el Çid seguro que los almorávides non vinien, tornosse a su posada a la huerta, et mando robar los arrabales de la villa… Et derribaron todas las casas, et allanaronlas, et non finco de derribar sinon lo que se podrie defender con saetas; et aquello que no osavan derribar, yuan de noche et davanle fuego; et quando vieron los moros que asi los astragavan, salieron et tomaron toda la madera et metieronlo a la villa […]”.

Primera Crónica General, edición crítica a cargo de Ramón Menéndez Pidal. 1.905

Si el principio generador del arrabal de la Alcudia era la Vía Augusta (por más que esta pasará algunos metros al este o al oeste de la actual calle Sagunt), el verdadero motor del barrio, como toda la franja intensamente habitada que se extendía entre Campanar y Benimaclet, era la red de canalizaciones que la recorrían y las actividades agrícolas e industriales que se apoyaban en ella.

Según Ignasi Mangue Alférez el espacio al norte del Turia, en términos geográficos, el interfluvio Turia-Carraixet (Un interfluvio es una forma de relieve estrecha, alargada y de tipo meseta localizada entre dos valles. En términos más generales, Whittow define un interfluvio como un área de terreno más elevado entre dos ríos en el mismo sistema de drenaje), estaba atravesado por 3 acequias: la de Tormos, que regaba Campanar, Burjassot, Marxalenes, Borbotó, Tavernes Blanques y Carpesa; la de Mestalla, la mayor de los canales de la huerta, después de la Real Acequia de Moncada, responsable de casi todo el regadío de las tierras comprendidas en una amplia zona entre Campanar y la costa; y la de Rascanya, conocida en época islámica como de Isba, probablemente la de más tardía construcción, pues se encargaba de irrigar los intersticios entre los canales anteriores, en especial la zona de Orriols, Alboraia y Almàssera.

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En una excavación en la calle San Juan Bosco, a pocos metros del monasterio de San Miguel de los Reyes, ya se ha localizado el cajero de la acequia de Rascanya (en concreto el brazo del Martell), el cual abastecía a un molino cercano enclavado en la calle Santiago Rusiñol, para luego dirigirse a la alquería de Rascanya, que da nombre a la acequia desde la Baja Edad Media.

Restos de esta alquería, muy alterados por las construcciones posteriores, fueron localizados bajo el claustro del citado monasterio, incluyendo una estructura hidráulica no muy bien definida, tal vez una balsa o incluso parte del propio cajero de la acequia (información facilitada por Concha Camps, directora de la intervención).

La acequia de Rascanya, además, tenía un brazal (conocido como de Alaxar) que discurría contiguo al cauce del Turia (por tanto sin tierras que regar), destinado a mover las ruedas de diferentes molinos; aunque existen numerosas referencias históricas que hacen alusión a él, se desconoce su trazado exacto y no existe evidencia arqueológica del mismo.

Si las acequias eran el motor de un distrito agrícola esencial para la ciudad por abastecerla de alimentos y ser fuente de ingresos fiscales, los caminos eran las arterias que canalizaban esos flujos entre la ciudad y su hinterland (El hinterland es la zona de influencia terrestre de un puerto, o la existente alrededor de una ciudad o de una infraestructura logística).

Tres eran los caminos principales al norte de la ciudad: el de Alboraia, el de Sagunt (del que partía el de Moncada), y el de Llíria; no obstante, la elevada densidad de alquerías y lugares habitados del entorno daban lugar a una tupido red de caminos menores que recorrían la huerta en toda su extensión; acequias y caminos definían la trama de una densa malla que articulaba el territorio.

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Puestos sobre ella (haciendo uso, del Plano del Ensanche de Mora) cobran sentido los datos arqueológicos que, poco a poco, vamos conociendo sobre el entorno.

En el caso de la alfarería descubierta en la calle Sagunt, emplazada en el triángulo formado por esta vía, el camino de Moncada y el brazo de Guatla de la acequia de Rascanya; el lugar debió tener un significado especial desde antiguo, puesto que en los niveles inferiores se hallaron diversas monedas ibéricas del siglo II a. C. y en un solar contiguo se descubrieron varias fosas con material cerámico de esta misma época, interpretadas por sus excavadores como de carácter votivo (una ofrenda votiva es un objeto dejado en un lugar sagrado por motivos rituales. Estos objetos son una característica de sociedades modernas y antiguas, y suelen hacerse para ganar el favor de fuerzas sobrenaturales, como atestiguan las fuentes históricas griegas y romanas, si bien actos parecidos se siguen haciendo en la actualidad, como por ejemplo en los pozos de los deseos o las permanentes llamas votivas).

No cabe duda de la antigüedad de la Vía Augusta, pero es probable que el camino de Moncada sea todavía anterior, pues vistos sobre la trama catastral se aprecia claramente que aquella la que se adapta o incorpora al itinerario de este camino entre la calle Maximiliano Thous y la plaza Santa Mónica.

La alfarería estuvo en funcionamiento desde finales del siglo XI hasta, probablemente, la conquista cristiana, y producía cerámicas utilitarias, tanto alfarería de basto como piezas vidriadas.

Al otro lado del camino de Moncada se hallaron estructuras de hábitat que parecen vinculadas con la instalación artesanal.

Aunque muy arrasadas, nos dan una idea de lo que pudo ser la vivienda en un entorno periurbano: habitaciones dispuestas en torno a un gran patio interior o corral provisto de amplios andenes, que a juzgar por paralelos actuales en el Rif (El Rif es una región con zonas montañosas y zonas verdes del norte de África, con costa en el Mediterráneo), es tanto ámbito de trabajo como de almacenamiento.

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Al norte de la alfarería, separada de esta por la acequia de Guatla, se extendía una necrópolis, seguramente utilizada tan solo por el barrio alfarero.

Se configuran así dos aglomeraciones claramente diferenciadas: una la Alcudia, en el inicio de la calle Sagunt, que debió abandonarse hacia finales del siglo XI; y otra, el barrio alfarero, en torno al cruce de la calle Sagunt con Maximiliano Thous.

Al oeste de esta zona existían otros muchos asentamientos, que aparecen en el Llibre del Repartiment como alquerías o rafals, es el caso de Campanar, alquería de la que se documentaron algunas estructuras en las excavaciones realizadas en el camino del Pouet, o de otras muchas de las que por el momento tan solo conocen los técnicos su nombre, como: Çahadia, Beniahatan, Beniataf y Marchielena.

Hacia la parte de levante, en la franja contigua al río, estaba el arrabal de la Vilanova, del que no disponen evidencias arqueológicas, y más allá debían existir diversas almunias, fincas de recreo construidas por la oligarquía de la ciudad en las que se combinaban las zonas de jardín con las de huerto.

En la calle General Elio, por debajo de las ruinas del Palacio Real, apareció una de estas almunias, en la que destacaba un gran patio rectangular delimitado por andenes que enmarcaban un jardín interior, con una pequeña alberca en su extremo y una acequia que lo atravesaba.

Próximo artículo: Alrededores de la calle Quart

 

Fuentes consultadas:

Bibliografía

  • La Valencia desaparecida. Ángel Martínez y Andrés Giménez.

  • Arquitectos italianos en España

  • Junta de Murs i Valls. Historia de las obras públicas en la Valencia del Antiguo Régimen, siglos XIV-XVIII. Vicente Melió Uribe (Tesis doctoral)

  • Acequias, saneamiento y trazados urbanos en Valencia. Carles Sanchis Ibor

  • Los Gremios de Valencia: Memoria sobre su origen, vicisitudes y Organización. Vicente Salvador y Monserrat. Marqués de Cruilles (1.883)

  • Baños, hornos y pueblas. La Pobla de Vila-rasa y la reordenación urbana de Valencia en el siglo XIV. Concha Camps (arqueóloga) y Josep Torró

  • La construcción de baños públicos en la Valencia feudal: el Baño del Almirante. Concha Camps (arqueóloga) y Josep Torró

  • Valencia islámica. Paisaje y espacio urbano. Carmen Barceló

  • El hammân musulmán en Al-Andalus en Baños árabes en el País Valenciano. Rafael Azuar Ruiz

  • Salas con linterna central en la arquitectura granadina, Al-Andalus (1.954). Leopoldo Torres Balbás

  • Algunos aspectos del mudejarismo urbano medieval. Leopoldo Torres Balbás

  • El cementerio romano meridional: nuevos y viejos datos. Rosa Albiach Descals y Rafaela Soriano Sánchez

  • Historia de la Ciudad. Territorio, sociedad y patrimonio. Servicio de investigación arqueológica municipal.

  • Cartografía histórica de la ciudad de Valencia (1.608-1.944). Amando Llopis (VTM-Arquitectes) y Luis Perdigón

  • Agua y desarrollo urbano en Madinat Balansiya (Valencia). La excavación de un molino hidráulico de época califal. Javier Martí y B. Arnau

  • El arrabal de Roteros. Javier Martí

  • A la luna de Valencia. Una aproximación arqueológica al espacio periurbano de la ciudad musulmana. Javier Martí.

  • La arqueología extensiva y el estudio de la creación del espacio rural. Arqueología medieval. En la afueras del Medievalismo. Miquel Barceló

  • Necrópolis islámicas en la ciudad de Valencia. Josefa Pascual Pacheco y María Luisa Serrano Marcos

  • Marxalenes: De alquería islámica a barrio de la ciudad de Valencia. Ignasi Mangue Alférez

Fotografía

  • Palacios y Casas Nobles de la ciudad de Valencia. Francisco Pérez de los Cobos Gironés.

  • Archivo Histórico Municipal

  • Biblioteca de Etnología

  • Centro Cultural La Beneficencia

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