Almoina Las necrópolis romanas

Almoina Las necrópolis romanas

L’Almoina. Las ciudades romanas. Las necrópolis romanas

Las necrópolis romanas se ubicaban siempre fuera del recinto urbano, próximas a la ciudad y a lo largo de las principales vías de comunicación.

En el mundo romano coexistieron dos ritos funerarios, la inhumación y la incineración.

Entre el siglo IV a.C. y el I d.C. predominaba la cremación.

A partir del siglo II d.C. se produjo el cambio de la incineración por la inhumación que se consolidó como exclusiva en el siglo III d. C.

Por el contrario, los pueblos itálicos, no romanos, optaron por la inhumación hasta el siglo I a.C., momento cuando se generalizó la incineración en Italia.

Las necrópolis de Valentia presentaban una amplia tipología de enterramientos, la mayoría eran de fosa simple con cubierta de tierra o tegulae, planas o a 2 aguas, con o sin ataúd.

También había tumbas de caementicium (El opus caementicium u hormigón romano, (del latín caementum: escombros, piedra en bruto) es un tipo de obra hecha de mortero y de piedras de todo tipo (de residuos, por ejemplo) y tiene la apariencia del hormigón. La mezcla se hacía a pie de obra, alternando paladas de mortero con guijarros), de cista (cofre o caja. Es un monumento megalítico funerario individual, de pequeñas dimensiones), de ladrillos bipedalis (ladrillos de 2 pies romanos, aproximadamente 60 centímetros), en ánfora y sarcófagos de piedra y de plomo.

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L’Almoina. Las ciudades romanas. Las necrópolis romanas

En Valencia se han hallado varios cementerios.

Del período Republicano solo se conoce uno, la necrópolis occidental (oeste) situada en la prolongación del decumanus maximus, al oeste de la ciudad romana, en la actual calle de Quart.

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En la fase más antigua, del último tercio del siglo II a.C., predominaba o era casi exclusiva la inhumación; la mayoría eran simples fosas con escasos ajuares, aunque también se hallaron unas pocas tumbas de cámara lateral o hipogeos (es el nombre dado a galerías subterráneas o a pasajes excavados con funciones funerarias, sepulcros) que tenían en común las mismas ofrendas: el cráneo de un suido (cerdo o jabalí), un strigilis (raspador de metal de forma alargada y curva con mango, cuya parte anterior está hueca y sirve para recoger el sudor junto con los aceites y ungüentos previamente aplicados al cuerpo) y una ánfora greco-itálica, además de alguna cerámica.

Las inhumaciones y la ofrenda de cabezas de cerdos relacionada con el rito de la Porca Praesentanea (rito ligado al culto a Ceres, diosa de la agricultura, consistente en el sacrificio de suidos: cerdos o jabalíes), junto con la cronología de los ajuares de las tumbas más antiguas, encaja con el origen itálico de los primeros habitantes de la ciudad.

En el siglo I d.C. prevalecieron las incineraciones sobre las inhumaciones.

Los huesos quemados se depositaban, tanto en urnas como, directamente en las fosas circulares junto con los ajuares.

A partir del siglo II d.C., predominaron las inhumaciones.

Otra zona funeraria, más cercana a la ciudad, estaba en la plaza del Marqués de Busianos, junto a un santuario periurbano.

El cementerio comenzaría en el siglo II d.C.

A partir de mediados del siglo IV d.C. las tumbas entraron en el recinto sacro pagano, lo que habría que relacionar con la cristianización del templo romano.

La necrópolis meridional (sur) estaba alrededor de la calle de San Vicente Mártir, que era la Vía Augusta (esta vía rinde homenaje a su impulsor, el primer emperador, Octavio Augusto, plenamente consciente de la importancia de esta red viaria que se extendía de Cádiz a los Pirineos para la consolidación del Imperio. Es una de las vías más estudiadas, más transitadas y mejor conocidas desde la Antigüedad, aparece en testimonios antiguos como los Vasos Apolinares y el Itinerario de Antonino. Comenzaba en Cádiz, pasaba por la actual localidad de La Junquera, donde se prolongaba con la Vía Domitia, que bordeaba la costa del sur de la Galia hasta Roma. Constituyó el eje principal de la red viaria en la Hispania romana. A lo largo de las épocas ha ido recibiendo diferentes nombres como Vía Hercúlea o Vía Heráclea, Camino de Aníbal, Vía Exterior, Camino de San Vicente Mártir y Ruta del Esparto, es la calzada romana más larga de Hispania con una longitud aproximada de 1.500 kilómetros que discurría desde los Pirineos hasta Cádiz, bordeando el Mediterráneo), donde se conocen escasas sepulturas y algunas inscripciones funerarias.

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El cementerio más conocido es el del sudoeste, el de la Boatella, de finales del siglo II d.C. o inicios del III d.C.

Probablemente supliría la saturación espacial de los cementerios occidental (oeste) y meridional (sur).

Estuvo en uso hasta el siglo V o VI.

Al sudeste de la ciudad habría un área funeraria alrededor de la calle Barcelonina.

De una hipotética necrópolis oriental (este) solo existen datos epigráficos (La epigrafía (escrito sobre) es una ciencia autónoma y a la vez auxiliar de la Historia, cuyo objetivo es el estudio completo de inscripciones, tanto en su estructura, soporte, materia, su forma, su contenido escrito, pero también la función que desempeña tal evidencia) de tumbas monumentales.

De confirmarse su existencia, este cementerio sería el de las élites locales por la categoría y el contenido de las inscripciones halladas.

Muy recientemente se ha descubierto una necrópolis septentrional (norte) cerca del río, en la calle de Sagunto.

Estuvo en uso desde finales del siglo I d.C., hasta al menos el siglo III d.C.; en ella había recintos funerarios monumentales que serían utilizados como panteones familiares o, tal vez, por gremios o collegia (Colegio o asociación y por extensión, edificio de reunión de los asociados, magistrados, sacerdotes, grupos profesionales, etc.).

En su interior se hallaron los restos de la pira crematoria o bustum (Pira crematoria donde el difunto era depositado. Tras la cremación se recogían los huesos y se depositaban en una urna, que se enterraba y se señalizaba para permitir su culto posterior), las urnas cinerarias (Una urna funeraria es un vaso cerrado elaborado en cerámica, piedra, bronce, mármol, alabastro o vidrio, en el que los parientes de un difunto recogen sus cenizas después la cremación), así como depósitos rituales.

Bastante más al norte, en el barrio de Orriols, junto a la Vía Augusta, se encontraron 3 monumentos funerarios, 2 con inhumaciones y 1 con incineración, que daban a la vía, mientras que por detrás se situaban enterramientos más simples en fosa.

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Este espacio funerario perduró durante los siglos del II al IV d.C.

Había otras áreas de enterramiento menos conocidas como la del Portal de Russafa, la de la calle de Caballeros, la de la avenida de Blasco Ibáñez y la de Patraix.

Ya en la fase final, en l’Almoina se desarrolló el primer cementerio intramuros entre la segunda mitad del siglo V y finales del VI, su tipología funeraria era de tradición romana, pero su situación respondía a la práctica cristiana de enterrarse alrededor del lugar donde sufrió martirio San Vicente.

Próximo capítulo: Almoina. Horreum Republicano

 

Fuentes consultadas:

Bibliografía

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  • La necrópolis de l’àrea episcopal de València. Llorenç Alapont Martín

  • El cementerio del área episcopal de Valencia en época visigoda. Matías Calvo. 2.000

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  • La primera topografía cristiana de Valencia. Albert Ribera. 2.008

  • L’Almoina: el nacimiento de la Valentia cristiana. Albert Ribera y Miquel Rosselló

  • La arqueología cristiana en la ciudad de Valencia: de la leyenda a la realidad. Rafaela Soriano Sánchez

  • Valencia y las primeras ciudades romanas de Hispania. Llorenç Alapont. 2.002

  • La decoración arquitectónica romana en Valencia (Tesis doctoral). María Isabel Escrivà Chover. 2.006

  • El foro romano de Valentia y su entorno (siglos II a. C. – III d. C.). Nota en prensa. José Luis Jiménez Salvador

  • Los foros de Valentia y Ercavica. Jorge Morín de Pablos y Albert Ribera Lacomba

  • El foro romano de Valentia. Carmen Marín Jordá, Miquel Rosselló Mesquida y Josefina Piá Brisa.

  • Los orígenes del cristianismo en Valencia y su entorno.

  • Del Šarq al-Andalus a la Valencia cristiana – Madîna Balansiya. Josep Torró. 2.009

  • El mundo mediterráneo en la Antigüedad Tardía 395-600. Manuel Vázquez.