Almoina Ciudades Romanas Fundación

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L’Almoina. Las ciudades romanas. Fundación de la ciudad y sus ritos

Valentia fue fundada en el año 138 a.C., siendo cónsul Décimo Junio Bruto, según relata el historiador Tito Livio.

La ciudad surgió sobre una pequeña terraza aluvial rodeada por varios canales fluviales, cercana al mar y atravesada por la Vía Heraklea (importante camino histórico que discurría por la península ibérica, que data de al menos el siglo VI a. C. Gran parte de su trazado es el antecesor directo de la Vía Augusta romana. Se utilizaba principalmente para realizar el comercio entre las colonias griegas del Levante español con los territorios de Turdetania (Bética), posteriormente denominada Vía Augusta (La Vía Augusta es la calzada romana más larga de Hispania con una longitud aproximada de 1.500 kilómetros que discurrían desde los Pirineos hasta Cádiz, bordeando el Mediterráneo. En Valencia la vía Augusta está documentada y referenciada en dos lugares céntricos de la ciudad, el primero se encuentra junto a la catedral, en el museo de la Almoina integrado por restos de las distintas épocas de la ciudad, y el segundo, junto al antiguo Palacio de los Borja (Borgia), hoy Cortes Valencianas. En l’Almoina, además de unas decenas de metros del pavimento de la vía, podemos ver restos de las antiguas columnas del Templo de las Ninfas de la misma época, un pozo, o restos de casas visigodas y árabes. También existe un miliario en la calle de San Vicente (la salida de la ciudad hacia el sur) y en la Alameda).

Este emplazamiento estaba en un lugar equidistante de Carthago Nova (Cartagena) y Tarraco (Tarragona), en un punto estratégico como el paso de un río, con la posibilidad de establecer contactos marítimos directos.

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La abundante disponibilidad de agua en un entorno formado por el río, la Albufera y sus humedales, fue decisivo para asentar en este lugar la ciudad de Valentia.

Durante este período, Roma pretendía, mediante la fundación de nuevas colonias, controlar los últimos territorios obtenidos, así como explotar sus recursos.

En la sociedad romana, la fundación o deductio de un centro urbano precisaba de ritos religiosos que confirmasen la idoneidad del lugar escogido para albergar la nueva ciudad.

Con toda seguridad, uno de los primeros actos oficiales llevados a cabo en el solar donde se ubicaría la nueva ciudad, serían los sacrificios propiciatorios, con esta ceremonia se pretendía, mediante las ofrendas de animales, comida, bebida y vajilla, ofrecer una primicia a los dioses para conseguir su beneplácito, puesto que el lugar iba a ser quebrantado por la presencia humana.

Los actos propiciatorios eran ofrendas y banquetes dedicados a las divinidades.

Restos de estos ágapes se han hallado en depósitos rituales votivos (Que es ofrecido por voto o promesa), en estos lugares, la cerámica, mayoritariamente itálica, no presentaba signos de desgaste de uso y los huesos de animales eran de extremidades inferiores de neonatos.

Estos materiales se depositaron en el fondo de la fosa, seguidamente se quemaron y, posteriormente, se cubrió la misma.

Esta costumbre de arrojar los utensilios usados tras la celebración de un banquete religioso de ámbito público se debe a que tenían que ser retirados de la circulación rápidamente, ya que se consideraban como algo contaminado e impuro para los humanos al haber estado en contacto con la divinidad.

Otro ejemplo de estos ritos fundacionales es el depósito de 6 monedas de bronce, acuñadas en Roma, junto a la puerta septentrional (norte).

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Estaban dentro de un cofre y presentaban la figura de Jano bifronte (en la mitología romana dios guardián de las puertas, los comienzos y los finales y por lo tanto, muy ligado a los ritos propiciatorios. Por eso le fue consagrado el primer mes del año y se le invocaba públicamente el primer día de enero, mes que derivó de su nombre (que en español pasó del latín Ianuarius a Janeiro y Janero y de ahí derivó a enero). Jano es representado con dos caras, mirando hacia ambos lados de su perfil y no tiene equivalente en la mitología griega).

En l’Almoina, cerca del cruce entre el Cardo Maximus (Vía principal de la ciudad romana que hacía el recorrido de norte a sur. A sus lados y en sentido paralelo corrían los cardines secundarios) y el Decumanus Maximus (Vía principal que atravesaba la ciudad de este a oeste. A sus lados se alineaban otras calles paralelas secundarias, los decumani menores), se encontró una profunda fosa con restos de una ofrenda de carácter público relacionada con la creación del viario de la ciudad.

En las termas de l’Almoina también se localizaron 2 depósitos fundacionales del momento de su construcción; el primero contenía cerámicas casi completas, carbones y fauna; el segundo, 4 ánforas alineadas.

A una fase posterior, durante el principado de Augusto, se atribuye la ofrenda ritual del pozo del Santuario de Asklepios (Templo (Asklepieon) dedicado a Asklepios, dios de la medicina, asociado a fuentes y emanaciones de agua) de época Republicana.

Este relleno formado por cerámicas, restos de fauna, entre los que predominaban las cabezas de cerdos, carbones y cenizas, proporcionó un excepcional conjunto de 677 piezas, entre sigillatas de Arretium (expresión latina que significa “tierra o cerámica sellada” o que ha recibido estampilla o sello, referida a un característico tipo de cerámica romana de color rojo brillante. Importante centro alfarero de Arretium, Arezzo, Italia), vasos de paredes finas, lucernas, ánforas, jarras, cerámicas de cocina importada y local y cerámica ibérica.

En definitiva, ofrecía un variado servicio de mesa, tanto para comer como para beber.

El origen de esta ofrenda-banquete estaría vinculado con la segunda deductio o refundación de la urbe, la construida sobre las ruinas de la primera, arrasada por Pompeyo en el año 75 a. C.

Una vez seleccionado el lugar y realizadas todas las ceremonias para obtener la probación de los dioses, la siguiente tarea fue la parcelación topográfica del espacio urbano y rural realizada por los agrimensores que usaban la groma (Instrumento topográfico que se usaba para establecer líneas y ángulos rectos) para el trazado de las alineaciones.

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Un contrapeso de plomo de uno de estos instrumentos se ha encontrado y se expone.

Tras organizar las calles principales y secundarias se construyó el sistema defensivo que inicialmente podría haber sido una empalizada.

Los primeros pobladores se asentaron en cabañas o tiendas de planta circular como atestiguan los hallazgos de agujeros de postes, elementos propios de un hábitat de campamento.

Con esta ocupación inicial se asocian también hogares, empedrados, pozos y vertederos o basureros de carácter funcional.

Posteriormente, los colonos sustituyeron estas viviendas provisionales por casas de mayor entidad con zócalos de mampostería y muros de adobes, son pequeñas habitaciones rectangulares interpretadas como barracones.

En l’Almoina se expone un ejemplo de estas primeras estructuras, incluso el derrumbe de adobes de una de estas paredes.

La precariedad de estas construcciones iniciales respondía a que en los primeros años era prioritario construir un recinto amurallado y, además, había que transformar el entorno lacustre para el sustento de los habitantes.

Estos eran antiguos soldados que habían participado en la guerra contra Viriato en la Lusitania y que recibieron tierras alrededor de la ciudad; su origen del centro y sur de Italia, se reconoce a través de su arquitectura y la numismática, así como, en el esquema urbano, en sus costumbres cotidianas, en la cultura material que presentaba un absoluto predominio de las importaciones itálicas, sobre todo, de la región de Campania, y en los ritos funerarios.

Próximo capítulo: Almoina Ciudades Romanas Termas

 

Fuentes consultadas:

Bibliografía

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  • La primera topografía cristiana de Valencia. Albert Ribera. 2.008

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  • La arqueología cristiana en la ciudad de Valencia: de la leyenda a la realidad. Rafaela Soriano Sánchez

  • Valencia y las primeras ciudades romanas de Hispania. Llorenç Alapont. 2.002

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  • Los foros de Valentia y Ercavica. Jorge Morín de Pablos y Albert Ribera Lacomba

  • El foro romano de Valentia. Carmen Marín Jordá, Miquel Rosselló Mesquida y Josefina Piá Brisa.

  • Los orígenes del cristianismo en Valencia y su entorno.

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