L’Almoina Vida cotidiana

L’Almoina La Época islámica

Balansiya. La Vida cotidiana

Durante el período taifa en el siglo XI, la bonanza económica produjo el apogeo de la medina de Balansiya.

La centralización califal quedó obsoleta, de este modo, los impuestos ya no iban a parar a su aparato burocrático, sino que revertían en la propia ciudad; los monarcas amiríes y la nobleza destinaron esos recursos al lujo y a dotarla de edificaciones como mezquitas, las almunias (Originalmente, designaba a un huerto o a una granja y por extensión a una finca campestre o casa de campo, rodeada de jardines y de tierras de labor buenas para el cultivo), el Alcázar y la muralla.

El auge urbanístico también se plasmó en el ámbito doméstico e influyó en la vida cotidiana de los balansíes.

Se construyeron viviendas en la medina y en los arrabales que seguían el modelo andalusí, con su patio central a cielo abierto, la zona más importante, rodeado de un andén y de un canalillo que recogía el agua de los tejados de la planta superior.

A su alrededor se articulaban las habitaciones que obtenían así la ventilación y la luz necesarias, ya que apenas existían ventanas a la calle.

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Este aislamiento respecto al exterior tenía la finalidad de proteger la intimidad de la familia.

Normalmente, también contaban con un pórtico, así como cocina, letrinas y almacén.

La existencia de pozos, desagües, canalizaciones y, en algunos casos, de albercas, indican el desarrollo de la explotación de los abundantes recursos hídricos disponibles.

En Balansiya la mayoría de la gente se dedicaba a la agricultura y en menor medida a un oficio artesanal o a comerciar, actividad muy arraigada en el mundo musulmán, por ejemplo, el propio Mahoma fue mercader.

En una sociedad eminentemente agrícola, los avances tecnológicos introducidos por los musulmanes, como la noria, produjeron mejoras en los cultivos.

En la agricultura predominaba la pequeña y mediana propiedad, aunque también había grandes propietarios que pertenecían a las élites urbanas que obtenían importantes rentas a través de los arrendamientos y de las imposiciones tributarias a los campesinos.

Los productos agrícolas (frutas, verduras, cereales, lino, algodón, etc.) se vendían en los mercados extramuros y en la ciudad, en esta se confeccionaban manufacturas destinadas, tanto a sus habitantes como al comercio, que se vendían en los zocos y alcaicerías (Se denominaba alcaicería al lugar de las ciudades de al-Ándalus, donde se autorizaba a comerciar, al por mayor, con seda bruta. Después la actividad se extendió a la venta de objetos de seda elaborados, para llegar a ser conocido como el mercado de todos los productos textiles, aunque la seda siguió siendo el objeto fundamental de venta).

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La transformación de las materias primas dio lugar a una importante industria artesanal formada, entre otros, por tejedores, tintoreros, cardadores de lana, zurradores de lino y pellejeros.

Estos productos confeccionados eran adquiridos por los agricultores a través del dinero obtenido de sus excedentes productivos.

Los reyes taifas de Balansiya acuñaron su propia moneda desde el fin del Califato; esto les permitía legitimar su poder, recaudar impuestos, contratar mercenarios, adquirir productos de lujo y favorecer el comercio.

Valencia también acuñó durante el dominio de los almorávides (especie de ermitaño y soldado musulmán surgidos de grupos nómadas provenientes del Sáhara) y almohades (dinastía bereber que dominó el norte de África y el sur de la península ibérica desde 1.147 a 1.269. El califato almohade y su dinastía gobernante fue fundado por Abd al-Mu’min, un argelino nacido en Tremecen. Los almohades surgieron en el actual Marruecos en el siglo XII, como reacción a la apertura religiosa de los almorávides, que se habían hecho dueños del Magreb, pero habían fracasado en su intento de revigorizar los estados musulmanes y tampoco habían ayudado a detener el avance de los estados cristianos en la península ibérica) y con Ibn Mardanis.

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Los intercambios comerciales, no solo de manera interna, sino también con el exterior, generaron una importante actividad económica.

Un ejemplo fue el establecimiento de mercaderes italianos a partir de 1.149, primero de Pisa y posteriormente de Génova, durante el gobierno de Muhammad Ibn Mardanis.

Existen 2 oficios que han dejado abundantes referencias arqueológicas, uno era el de los curtidores que trabajaban en las tenerías (balsas donde se tintaba la piel y/o taller o lugar donde se curten y trabajan las pieles), actividad que todavía se realiza en los países musulmanes; el otro oficio, el de los alfareros, muy importante para el suministro a los hogares de cántaros, jarras, ollas, cazuelas, vajilla de mesa; alguno de estos recipientes estaban vidriados con uno (verde, marrón, blanco o turquesa) o más colores (bícromos y los de estilo Madinat al-Zabra).

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También se emplearon técnicas decorativas de gran calidad, como la cuerda seca (La técnica de la cuerda seca es un procedimiento que se utiliza para decorar la cerámica, esencialmente en el vidriado de la azulejería. Primero se traza un dibujo a pincel con una mezcla de materia grasa y óxido de manganeso, posteriormente en los espacios delimitados por ese trazo, se aplican los colores que producen la decoración final. El primer trazo a pincel evita que los colores aplicados en el segundo paso se mezclen. Dentro de la técnica existen al menos tres variantes: cuerda seca plana que es la más habitual, cuerda seca hendida y cuerda seca de refuerzo), tanto parcial como total, así como el esgrafiado (técnica ornamental arquitectónica utilizada para la decoración en el enlucido y revestimiento de muros, tanto en el exterior como en el interior de edificios. El esgrafiado, además de su aplicación arquitectónica, se ha documentado en restos arqueológicos de distinta antigüedad en su aplicación sobre objetos de cerámica y, en la Edad Media, sobre manuscritos en las ilustraciones en oro) y el reflejo dorado.

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Fuentes consultadas:

Bibliografía

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  • Los orígenes del cristianismo en València y su entorno. Albert Ribera Lacomba. 2.000

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  • La necrópolis de l’àrea episcopal de València. Llorenç Alapont Martín

  • El cementerio del área episcopal de Valencia en época visigoda. Matías Calvo. 2.000

  • Cementerios tardo-antiguos de Valencia: arqueología y antropología. Albert Ribera y Llorenç Alapont

  • La primera topografía cristiana de Valencia. Albert Ribera. 2.008

  • L’Almoina: el nacimiento de la Valentia cristiana. Albert Ribera y Miquel Rosselló

  • La arqueología cristiana en la ciudad de Valencia: de la leyenda a la realidad. Rafaela Soriano Sánchez

  • Valencia y las primeras ciudades romanas de Hispania. Llorenç Alapont. 2.002

  • La decoración arquitectónica romana en Valencia (Tesis doctoral). María Isabel Escrivà Chover. 2.006

  • El foro romano de Valentia y su entorno (siglos II a. C. – III d. C.). Nota en prensa. José Luis Jiménez Salvador

  • Los foros de Valentia y Ercavica. Jorge Morín de Pablos y Albert Ribera Lacomba

  • El foro romano de Valentia. Carmen Marín Jordá, Miquel Rosselló Mesquida y Josefina Piá Brisa.

  • Los orígenes del cristianismo en Valencia y su entorno.

  • Del Šarq al-Andalus a la Valencia cristiana – Madîna Balansiya. Josep Torró. 2.009

  • Etc.