Espacios para el ocio

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Tiempos modernos. Espacios para el ocio y la cultura en el Marítimo

“Principióse a notar con escandalo como las mantillas y las botitas charoladas y los vestidos de seda sustituían a los blancos mantones de muselina, a las modestas zapatillas y las limpias faldas de percal y otros trajes de agradable confianza. Vióse con horror, como un desacato al lujo, entablar la competencia de los costosos pianos con las populares y módicas bandurrias y guitarras; […] y los pollas y las pollas se enseñorearon de la sociedad cabañalesca”.

Hilarión Eslava “El Cabañal”

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Espacios para el ocio

Los saludables baños de mar, la curiosidad por la vida de las cabañas o la calidez de las largas noches de verano, lo cierto es que en nuestros pueblos marineros dos mundos se dieron la mano.

Poco después de la instalación junto al mar de la población dedicada a la pesca, los poblados marineros ya causaban una atracción de viajeros y vecinos de la capital valenciana que crecería con el paso del tiempo.

Durante el siglo XIX, las visitas ocasionales de foráneos a la Vilanova del Grau y Poble Nou de la Mar derivaron en estancias estivales, y el alquiler temporal de barracas de pescadores, en la construcción de segundas viviendas junto al mar.

Sería inevitable que las nuevas formas de diversión y entretenimiento, que vendrán de la mano de la burguesía urbana, se instalasen con los veraneantes en los actuales barrios marineros de Valencia.

Por otra parte, el nuevo siglo traería cambios significativos en la percepción del tiempo libre, debido básicamente al paso del régimen señorial al capitalista, que transformará el ocio hacia su mercantilización.

La nueva necesidad de actividades con la que llenar los tiempos de descanso que vienen marcados, ya no solo por el calendario religioso, sino también por la organización del trabajo fabril, llevará consigo la creación de espacios en los que desarrollarlas.

El tiempo libre adquirirá una nueva función económica, pero también de sociabilidad para la burguesía que pronto se extendería a la clase trabajadora y pueblo en general.

La mercantilización del ocio conllevaría una socialización diferenciada según la capacidad económica y marcaría una escisión entre las formas de ocio populares y las burguesas ya que, a partir de este momento, el tiempo libre tendrá un precio.

La población marinera no podía permitirse grandes dispendios y a las administraciones públicas preocupaba que las familias pudieran resultar perjudicadas económicamente  por el gasto que suponía las nuevas formas de entretenimiento, en las que además del pago para el acceso a los espacios en los que tenían lugar, también eran frecuentes las apuestas. En este sentido el Ayuntamiento de Poble Nou de la Mar prohibía juegos en los que participara el dinero, así como rifas y loterías, siempre y cuando los beneficios de las mismas no se destinasen a la beneficencia pública, según las Ordenanzas Municipales.

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Algunos de los espectáculos de masas como las corridas de toros, aunque duramente criticadas por los intelectuales de la época, se justificaban por su vinculación administrativa con el Hospital General, puesto que al ser un espectáculo asequible económicamente y por tanto muy concurrido, repercutía con importantes beneficios públicos.

Otros espectáculos como las peleas de gallos, de procedencia rural, pero consolidadas en entornos urbanos durante el siglo XIX, y que compartieron el tipo público aficionado a los toros, estaban permitidos a pesar que las apuestas eran importantes y que su autorización resultara difícil de explicar.

Al mismo tiempo, la posibilidad de diferenciar públicos que implicaba el sistema capitalista resultaba conveniente para la burguesía, así como para comerciantes y propietarios que habían ascendido económicamente y que ahora podían codearse con sus referentes compartiendo espacios como el teatro, convertido en escenario de sociabilidad para clases altas.

El actual barrio del Cabanyal-Canyamelar tuvo un teatro desde la mitad del siglo XIX, un espacio que transformaría conforme avanzaba el siglo propiciado por el considerable aumento de veraneantes procedentes de la ciudad que trajeron consigo costumbres modernas que convivirían con las tradicionales de la población marinera.

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Entre toros, gallos y pelotas

Julio. El sol abrasa hasta las diez; a esta hora se levanta la brisa del mar. El Cabañal se anima; las chozas de la playa se llenan de nadadores; y hay giras, y bailes a las puertas de las barracas, y paseos nocturnos, y celos y citas y movimiento, y unas noches deliciosas, y un mar tranquilo, y una vida llena de sensaciones. Sobre todo, ¡es el mes de las corridas de toros!

Manuel Boix. Manual del viajero guía de forasteros en Valencia. 1.849

De como se vivía en el tiempo de asueto en los Poblados Marítimos, dan cuenta los nombres de algunas calles, como el carrer de la Gallera, en el Grau; Teatre de la Marina, en el Cabanyal-Canyamelar o el del Joc de la Pilota en Nazaret, testimonios del uso que se daba a algunas calles o a los edificios que allí se ubicaban.

La documentación de archivo ayuda a reconstruir en cierta medida algunos de estos escenarios, muchos de ellos actualmente desaparecidos y, sobre todo recrear el ambiente, especialmente de los últimos años del siglo XIX.

Es bien conocida la tradición del juego de la pelota en tierras valencianas desde la conquista cristiana, así como la cantidad de calles y trinquetes en los que se jugaba en la ciudad de Valencia, para disfrute de todos los grupos sociales. La práctica de este juego tuvo especial arraigo en los pueblos del mar y ocupó una parte importante del tiempo libre de pescadores y marineros, debido a que además de jugarse en los trinquetes, podía practicarse igualmente en las calles, sin necesidad de una infraestructura especial y al alcance de todos.

Aunque el juego estuvo sometido a frecuentes prohibiciones desde el siglo XIV, se ha seguido jugando hasta  nuestros días.

En 1.785 hay constancia de la construcción de un trinquete en el Grau con una doble función: por una parte, se aprovechaba la propia construcción a modo de dique de contención en alguna de las avenidas del Turia y, por otra, se dotaba de un lugar para el esparcimiento de marineros, alejándolos así de diversiones “mucho más perjudiciales para sus familias”.

Hubo otros trinquetes en el Grau como el construido por Pedro Comes en 1.842 en las inmediaciones de lo que más tarde sería la estación de ferrocarril, razón por la que se acabaría expropiando y finalmente derribado en 1.906.

En 1.928 se inaugura el Trinquete de Levante en la actual calle de Francisco Cubells, en el límite del Grau con el Canyamelar; el acceso al trinquete requería el pago de la localidad y durante el desarrollo del juego eran frecuentes las apuestas.

La modalidad de llargues era la versión más popular, ya que el juego tenía lugar en la calle, lo que suponía la posibilidad de jugar sin la necesidad de gastar.

En el barrio de Nazaret, la calle el Joc de la Pilota ocupaba un tramo de la actual calle Bernabé García.

También sirvieron para este propósito calles como la de Sant Pere en el Cabanyal que, además de ser famosa por sus festes de carrer, sirvió de escenario para este juego.

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Entre toros, gallos y pelotas

En 1.858, los propietarios de algunas casas para uso eventual situadas en esta calle, denuncian al Ayuntamiento las molestias que les causa dicho juego, por considerarlo peligroso ante la posibilidad de recibir el impacto de la pelota, lo cual les imposibilitaba transitar libremente o asomarse a los balcones y ventanas, igualmente manifiestan que los jugadores se encaraman a los tejados para recuperar la pelota perdida, con el consecuente desperfecto de las tejas.

Uno de los motivos que de forma más habitual suscitan denuncias por el juego es el tipo de vocabulario que utilizan los jugadores, razón que también provoca quejas, por tener que oír constantemente “expresiones obscenas que ofender al pudor”.

En su respuesta, el Ayuntamiento recuerda que el juego de la pelota ya estaba prohibido en las calles en toda la población para estas fechas, sin embargo se siguió jugando, sino en esa calle en otras, a juzgar por otra denuncia de 1.879 sobre el mismo asunto, en esta ocasión en la “calle que da a la playa”.

En 1.865 los espectáculos taurinos fueron habituales como parte de las celebraciones festivas durante los meses de verano.

Unos años después en 1.890, el Ayuntamiento de Poble Nou de la Mar prohibirá “correr toros o novillos con cuerda o sin ella en ninguna de las calles o plazas de esta población, ni en la playa”.

Pero el Grau tuvo su plaza de toros, una estructura construida en madera que probablemente se instalaría en la conocida plaza de la Fuente Grande, anteriormente plaza del Mercado.

Se conoce la actividad taurina al menos desde el año 1.790, cuando aparece en el Diario de Valencia el anuncio de las novilladas en el Grau.

Como señala Joaquín Díaz Pérez en sus Crónicas del Marítim, estas celebraciones debían ofrecerse con anterioridad a la fecha (1.790), puesto que este es el primer año de la edición del diario.

Las localidades tenían el punto de venta en la Casa de Comedias del Grau, como apunta el Diario de Valencia, y también en la ciudad, de donde procedía parte del público.

La plaza de la Fuente Grande, hoy desaparecida, estaba situada al final de la actual avenida del Puerto, con la entrada por la calle J. J. Sister, y quedaba cerca del baluarte defensivo del puerto.

El nombre de esta plaza se deba a la fuente hexagonal con 6 caños, construida por el maestro albañil Miguel Colecha en 1.740, según las actas del Ayuntamiento de la Vilanova del Grao, que abastecía de agua a la población y a los marineros.

Esta plaza sería la única existente en el Grau en 1.803, ya que la de la plaza del Corralás (la plaza del Corralás era un espacio junto al muro de las Atarazanas que debió ser en origen un huerto medieval y que con el paso del tiempo se fue cubriendo de construcciones, aunque parece ser que durante el siglo XVIII al terreno vacío se le dio uso de plaza) había desaparecido ya, cubierta por las edificaciones; debió ser en esta plaza donde se construyó una plaza de toros de madera en la que se organizaban espectáculos cómicos asociados, especialmente durante tres o cuatro días en los meses de julio y agosto.

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Entre toros, gallos y pelotas

Además de multitud de notas breves de prensa anunciando corridas, existe un expediente sobre la revisión de la construcción de esta; el expediente, de 1.844, nos ofrece una aproximación al tipo de estructura, que debía ser revisada periódicamente por los arquitectos municipales para garantizar la seguridad del público.

Era una plaza sobre cuya construcción se dice que “los montantes, contrafuertes, tornapuntas y el todo de la admirable ensambladura yace sobre horizontales extensos y bien cimentados durmientes”.

Parece ser que la plaza se había construido con anterioridad y requería una puesta a punto, puesto que los materiales eran la madera y el esparto; la estructura, que dos años antes había pasado la inspección sin mayor problema, ahora requería el cambio de las ataduras.

Aunque no quede rastro de la presencia en el Grau de espacios destinados a las corridas de toros, fue en realidad uno de los mayores espectáculos con mayor afluencia de público y siguió siendo un asunto importante en los últimos años del siglo XIX; gozaba, además, de cierta reputación a juzgar por las Ordenanzas de 1.883, en ellas se regulan aspectos referentes a la seguridad del público, por tratarse de un espectáculo de masas y con presencia de animales, y se indica que “las funciones de toros o novillos que en esta población puedan tener lugar serán presididas por el alcalde o el teniente delegado para ello” , dejando constancia que no se trataba de un espectáculos más y que las corridas de toros tenían cierto prestigio, aunque muchos intelectuales vertían duras críticas sobre esta forma de espectáculo que consideraban la antítesis de los ideales de la ilustración, era económicamente rentable y asequible al público y, por tanto, una buena ocasión donde la municipalidad podía mostrarse ante la concurrencia.

Los espectáculos con animales estaban autorizados, siempre previa solicitud de un permiso y las luchas o peleas entre ellos, totalmente prohibidas, a excepción de las peleas de gallos.

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Entre toros, gallos y pelotas

A poca distancia de la plaza hubo una gallera; estaba situada en los números 74 al 78 de la calle de Chapa, próxima a las Atarazanas.

Únicamente se sabe de este edificio que era muy conocido popularmente y que en el año 1.889 estaba en estado ruinoso por lo que se procedió a su demolición.

El edificio de la Gallera acabaría dando nombre a la calle sobre la recaería una de sus fachadas, cerca de este antiguo edificio se inauguró en 1.911 el Salón Eldorado, también en la calle de Chapa.

Era frecuente que un mismo espacio sirviera a varios usos y el Salón Eldorado albergaría igualmente representaciones teatrales y zarzuelas, proyecciones cinematográficas y peleas de gallos.

Fueron también muy populares las celebradas en la Sociedad Artística Escalante.

Otros tipos de entretenimiento ocupaban las calles del Marítimo atraídos por el tiempo de fiesta como los circos ambulantes, con los que llegaban titiriteros, volantineros, gimnastas y prestidigitadores.

El Ayuntamiento regulaba este tipo de espectáculos exigiendo los permisos pertinentes y sobre todo prohibía aquellos que pudieran llevar al engaño como “echar las cartas”, “decir la buenaventura”, “interpretar o explicar los sueños”, con la intención de proteger a la población de posibles timos.

Del mismo modo no se permitía “los vendedores de específicos, drogas o medicinas, así como los dentistas ambulantes […] los que enseñan cosmoramas o polioramas”, espectáculos que solían ubicarse en las calles y plazas y que estaba mal considerados por su componente supersticioso, fascinante y poco fiable, en unas poblaciones decididas a sustituir estas formas de entretenimiento por otras más instructivas y acordes con los nuevos tiempos.

 

Fuentes consultadas:

  • Archivos autores

  • Archivo del Reino de Valencia

  • Archivo Histórico Municipal

  • Archivo Administrativo Municipal

  • Ayuntamiento de Valencia

  • Biblioteca valenciana

  • Biblioteca valenciana digital

  • Biblioteca Histórica de la Universidad de Valencia

  • Biblioteca Serrano Morales (Ayuntamiento de Valencia)

  • Archivo de la Diputación provincial de Valencia

  • Hemeroteca valenciana

  • Amadeo Serra Desfilis

  • Inmaculada Aguilar Civera

  • Victor M. Algarra Pardo

  • Pablo Cisneros Álvarez

  • Carles Sanchis Ibor

  • Victor M. Algarra Pardo

  • Susana Climent Viguer

  • Iván Portugués Mollá

  • Lourdes Boix

  • Pablo Sánchez Izquierdo

  • Virginia García Ortells

  • Ester Medán Sifre

  • Mireia Muñoz Vidal

  • Victoria E. Bonet-Solves

  • Desirée Juliana Colomer

  • Sergi Doménech García

  • Carmen Pinedo Herrero

  • Mª Jesús Piqueras Gómez

  • Pep Martorell

  • Pedro García Pilán

  • Tribunal de las Aguas

  • Real Academia de la Historia

  • Wikipedia

  • Ferrocarriles de España

  • Valencia Actúa

  • Jdiezarnal

  • Arquitectos de Valencia

  • Arquitectos italianos en España

Bibliografía:

Existe mucha y muy variada bibliografía referente a los Poblados Marítimos, por las limitaciones de espacio, tan solo mencionaremos algunos de ellos:

  • Guía urbana de Valencia. Marqués de Cruilles.

  • Autoritarismo monárquico y reacción municipal. Amparo Felipo Orts.

  • Insaculación y élites de poder en la ciudad de Valencia, Amparo Felipo Orts.

  • Manual del viajero y guía de los forasteros  en Valencia. Vicente Boix

  • La Valencia musulmana. Vicente Coscollá

  • Orígenes del Reino de Valencia. Antonio Ubieto.

  • Antonio Sanchis Pallares. Historia del Cabanyal. Poble Nou de la Mar 1.238-1.897

  • Antonio Sanchis Pallares. Historia del Grau

  • Antonio Sanchis Pallarés. Historia de la Malvarrosa.

  • Ricardo Aparisi. Ruzafa. Evolución histórica de su huerta.

  • Albert Ribera Lacomba. Valencia romana, puerto fluvial y marítimo. Instituciones portuarias y vocación comercial.

  • Isidro Planes. Sucessos fatales desta ciudad, y Reyno de Valencia o Puntual Diario de lo sucedido en los Años de 1.705, 1.706 y 1.707

  • Avecindados en la ciudad de Valencia en la época medieval. María de los Desamparados Cabanes Pecourt

  • Los Poblados Marítimos. Inmaculada Aguilar y Amadeo Serra

  • El Grau de València. La construcción d’un espai urbà. Josep Vicent Boira y Amadeo Serra

  • El Cabanyal: permanencia y transformación. Luis Francisco Herrero García. Tesis doctoral. Universidad Politécnica de Valencia. 2.015

  • La formació de la plana al.luvial de Valencia. Geo-morfología, hidrología i geo-arqueología de l’espai litoral del Turia. Pilar Carmona

  • La dinámica fluvial del Turia en la construcción de la ciudad de Valencia. Pilar Carmona

  • Los tranvías de Valencia, Transporte y estructura urbana, 1.876-1.970 Antonio Doménech Carbó

  • Hasta aquí llegó la Riada: Valencia y el Turia. Francisco Pérez Puche

  • La Casa de las Atarazanas de Valencia. Federico Iborra Bernad y Matilde Miquel Juan

  • Las Atarazanas del Grao de la Mar. Gemma M. Contreras Zamorano

  • El ornato urbano. La escultura pública en Valencia. Rafael Gil y Carmen Palacios

  • Arquitectura del eclecticismo de Valencia. 1.983. Benito Goerlich

  • Cerámica barroca en Valencia. María Eugenia Vizcaíno

  • Composiciones cerámicas valencianas del siglo XVIII. María Eugenia Vizcaíno Martí

  • Nomenclátor de las puertas, calles y plazas de Valencia: con los nombres que hoy tienen y los que han tenido. 1.873. Manuel Carboneres Quiles

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