Gremios del Carmen II
Gremios del Carmen II
Los Gremios fueron corporaciones con reglamentación propia constituidas por individuos agrupados en categorías conforme a su condición artística o económica.
Surgieron para atender todos los aspectos y problemas inherentes al oficio que representaban.
Se caracterizaron por su espíritu cerrado y una minuciosa reglamentación, claramente proteccionista, como defensa frente a la competencia exterior.
Los Gremios siguieron su marcha normal hasta que, en 1.707 cuando Felipe V, abolió el sistema foral y con él la organización del Consell, con lo que las agrupaciones gremiales fueron excluidas del gobierno comunal y de todos los organismos políticos y económicos del que habían formado parte durante más de cuatro siglos.
Por otra parte, en 1.763, con motivo del pleito entablado con el gremio de tejedores de lino, la corporación municipal se dirigió al rey con una serie de argumentos que manifestaban una defensa incipiente de la libertad industrial.
El golpe decisivo que influyó en la decadencia y desaparición de los Gremios se produjo en 1.813 cuando las Cortes de Cádiz decretaron la libertad de industria, lo que puso en evidencia la presencia de estas asociaciones en la vida profesional del país.
Tan solo prosiguieron algunos Gremios aparados por la Ley de Asociaciones de 1.887, conservando su espíritu tradicional y religioso, pero su poder y su peso específico en el ámbito político-social ya nunca más fue el mismo y pasaron a ser simples asociaciones.
Gremios del Carmen II
Els Armers: Este Gremio agrupaba a los espaderos, guarnecedores, doradores, plateadores, estañadores de hoja y pavoneadores de negro y al fuego, cuchilleros, forjadores de armas blancas, afiladores, bordadores y guarnecedores de estuches.
La existencia de este Gremio se remonta a 1.373 cuando se ve la presencia de espaders en la celebración de las fiestas.
Eligieron por divisa el color carmesí sembrado de amapolas de oro.
En 1.420 son aprobadas unas constituciones para el oficio de banyers.
En marzo de 1.472 nuevas ordenanzas agrupan diferentes oficios de los citados anteriormente y es en este siglo cuando alcanza este Gremio su mayor desarrollo.
Sus agremiados gozaban de ciertos beneficios cuyo producto se destinaba a las mejoras de su cofradía, pues tenían fundadas varias mandas pías (tributo existente en España y sus colonias, cobrado en forma de legado forzoso incluido en los testamentos y sucesiones intestadas) en el convento del Carmen y diferentes rentas producidas por inmuebles de su propiedad.
A pesar de su vinculación con el barrio, la casa social de este gremio se hallaba en la plaza de Sant Llorenç, al lado de la iglesia de su mismo nombre y frente al palacio de los Borja, donde actualmente está la sede de les Corts Valencianes, cerca del antiguo Tribunal de la Inquisición.
Solían participar en los festejos de la ciudad con un carro que portaba una fragua con gente trabajando una llave.
En la calle Alta del Alfondech número 23, poseían un edificio conocido como del Madrigal, nombre que había tomado por un boticario allí existente.
Enfrente se encontraba la calle de Cagalabraga, donde también poseían otra de las casas alquiladas.
En 1.859 se encarga al abogado Vicente Linares que redacte unas nuevas ordenanzas en consonancia con la época y la legislación vigente.
Se han examinado algunos documentos pertenecientes al Gremio entre los años 1.842 a 1.868, fecha que previsiblemente debió desaparecer, puesto que en uno de los últimos documentos constaba la palabra finiquito.
En 1.806 la situación económica de su casa cofradía no debía ser muy boyante, puesto que tuvieron que alquilar unos almacenes, propiedad del Gremio, situados junto a su sede.
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Els Blanquers: Este Gremio está unido inseparablemente a la historia de El Carme y dieron nombre a una de sus zonas: Blanqueries.
En 1.392 ya se vio este Gremio formando parte del Consell General; en este año el rey Juan II, a petición dels Jurats de la ciudad, amplía sus ordenanzas, ante el deseo de los clavarios del Gremio de mantener fuerte y pujante su cofradía, estableciéndose algunas medidas asistenciales como la de que sean socorridas las viudas de los maestros para que no se queden sin pan y que en el acto del entierro de alguno de ellos no se hable del negocio, bajo la pena de severas multas destinadas a engrosar los fondos de la cofradía.
Dado el gran número que de individuos que comprendía este oficio, formaban parte de él muchas ramas o brazos.
El que alcanzó mayor incremento fue el de blanquers o curtidores.
La bandera que generalmente usaba la cofradía era de grandes dimensiones, de damasco carmesí con galones y flecos de oro, teniendo en el centro una gran cruz bordada de oro y verde, en medio de dos leones rampantes y coronados que la mantenían.
Además, poseían un estandarte del mismo género y color que llevaba en el centro una custodia con dos ángeles que la sostenían y por orla este lema: Si la llevamos porque la ganamos, merced a una victoria conseguida a los piratas agarenos y la recuperación de una Sagrada Eucaristía, todo ello según contaba la tradición.
Se conserva el volumen de sus ordenanzas manuscritas, códice sobre vitela, que comienza con una disposición de Juan II en 1.466 y abarca otras relativas al siglo XVI.
Entre otras de sus pertenencias poseían un artístico farol que igualmente fue recuperado en este suceso.
Muchos de estos tesoros se encuentran depositados en el Muso Histórico del Ayuntamiento.
El rey Jaime I concedió al Gremio ciertos terrenos en el exterior de la ciudad, junto a la Puerta de Serranos, donde posteriormente edificaron su casa social de Blanquerias.
Como curiosidad y ejemplo de su carácter benéfico, en las ordenanzas del 11 de marzo de 1.670 se acordó dispensar de los derechos de examen a los oficiales que contrajeran enlace con las hijas de los maestros necesitados, ya que había muchas de ellas sin dote, por lo que tampoco podían casarse con facilidad.
Muchos de los gremios que se instalaron en El Carmen tenían organizado un verdadero montepío dedicado expresamente a proporcionar las dotes, que se aportaban para el matrimonio, a huérfanas y doncellas de los maestros cuya situación era de absoluta pobreza.
Las fiestas religiosas siempre se celebraron en la capilla que poseían y en numerosas ocasiones participaron en los festejos públicos, levantando altares en varios puntos de la ciudad, sacando vistosos e ingeniosos carros alusivos a los acontecimientos y formando conjuntos entusiastas que no pasaron desapercibidos.
Como ocurriera en otros tantos gremios, poco a poco, esta actividad artesanal se fue industrializando.
A principios del siglo XX figuraban unos 50 agremiados, quienes presionados por medidas higienistas, ya estaban desplazando sus instalaciones a otros lugares limítrofes, sobre todo a Paterna.
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Els Calderers: A este Gremio, Jaime I, les mandó que habitasen en el arrabal del Tossal (Tros Alt), precisamente por la zona que por el tiempo se llamó de la Calderería.
Constituían un gremio bastante pobre y en atención a su delicada situación fueron dispensados de varias cargas por els Jurats.
No obstante, llegó la época en la que consiguieron un relativo grado de pujanza.
Tenían por patrón a San Juan Bautista y celebraban sus fiestas en el altar dedicado al santo, que era de su propiedad, en la iglesia del convento del Carmen.
La capilla poseía dos lámparas de cobre, metal que reflejaba los escasos medios económicos de sus asociados (ya que otros gremios las poseían de plata), que sostenían con las cuotas obtenidas entre los cofrades del Gremio.
En el día de la fiesta costeaban y obsequiaban a la comunidad con una comida, un cordero y tres cántaros de vino.
En las procesiones festivas solían repartir entre los espectadores poseías y juguetes de latón.
Su bandera era de color damasco carmesí y llevaba en la cima del asta la imagen de San Juan Evangelista, labrada en plata.
Las juntas se celebraban en la citada capilla y la renovación de sus cargos estaba señalada por sus contituciones a celebrar el día de Santa Magadalena.
El gremio de los Calderers carecían de casa social, era uno de los gremios más pobres de la ciudad y tras su desaparición a mitad del siglo XIX, fueron vendidos todos los efectos en pública subasta, incluido el damasco de su bandera y su asta, que fue utilizada tristemente para fabricar mangos de martillos.
Las ordenanzas manuscritas de 1.753 se presentaron adornadas con detalles dieciochescos y encuadernados en terciopelo, representando uno de los últimos vestigios de este antiguo Gremio de tanta importancia para el barrio, sobre todo, para la zona del Tossal.
Llegados a principios del siglo XX, tan solo veíamos a uno de ellos establecido en el barrio: Salvador Serra, que todavía fabricaba calderas de cobre en la calle de Dalt número 35.
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Els Caputxers: Estos era los que se encargaban de confeccionar las capuchas utilizadas en los lutos.
Era costumbre general usarlas en los duelos celebrados en Valencia.
No se tienen noticias que formaran una organización gremial, tal vez estaban integrados dentro del Gremio de sastres.
Con el desuso de estas prendas desaparecen de la vida artesanal.
En 1.719 se ve una de sus últimas noticias que los relacionan con El Carmen: se dispone, por parte dels Jurats, que se manden por el alcalde de la Casa de la Misericordia seis o más pobres con sus capuchas a las casas para que acudan al sepelio de algún difunto.
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Canteros o Pedrapiquers: De este Gremio se tienen pocas noticias.
Pere Compte, vecino del barrio, fue uno de los más insignes maestros de este oficio.
En 1.531 formaban parte del Consell General de la ciudad.
Carecían de casa gremial y todos sus cultos los celebraban en la capilla de Santa Lucia que se hallaba en el primer claustro del convento del Carmen.
Las juntas para la elección de los cargos se celebraban ante una imagen de su patrona y allí tomaban posesión.
La vinculación con el templo del Carmen hizo que, en 1.630, costearan la reparación de su torre.
Como distintivo poseían una bandera carmesí bordada en oro y rematada por una pequeña y simbólica rueda de molino sobre la que descansaba la Virgen.
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Els Cegos Oracioners: Fueron aquellos invidentes llamados también paternosters que, junto a su cofradía, quedaron unidos inseparables al barrio.
La costumbre tan arraigada de recorrer los invidentes las calles con guitarras o vihuelas, cantando canciones, dio origen a la agrupación y organización de su hermandad, fundada en 1.314 y que alcanzó del rey Alfonso II la Real Cédula de aprobación el 5 de octubre de 1.329, señalándose como patrona del Gremio a la Santa Creu.
Quince años antes de la fundación ya poseían una lámpara encendida en la iglesia de la Santa Creu.
Los cofrades tenían obligación de enseñar a rezar oraciones a otros invidentes, de pagar al año doce dineros, dar a cada pobre dos dineros de pan, dos de vino y media libra de carne, todo ello el martes siguiente a la festividad de Sant Martí.
Además, debían acompañar durante quince días al cofrade que encontrasen enfermo, cuidarle y asistir a su entierro en caso de fallecimiento.
En 1.610 el historiador Gaspar Juan Escolano (Valencia, 1.560 – Valencia, 1.619, eclesiástico, escritor e historiador valenciano) apuntó que había más de 100 invidentes agremiados.
Los más pobres eran favorecidos a costa de la hermandad, y que acudían a la sede para guarecerse.
A finales del siglo XV llegó a la ciudad un buen número de ciegos procedentes de otros lugares.
La negativa de estos a contribuir a los fines de la cofradía (a pesar de su reducido presupuesto) causó cierta decadencia en la institución, por lo cual la llevó a modificar sus estatutos.
En marzo de 1.493 se aprobaron algunas prohibiciones al ejercicio de la actividad, solo podrían decir oraciones los privados de la vista y aquellos que, faltos de pies y manos (u otra condición física disminuida) no pudieran trabajar o hacer faena alguna.
Sus capítulos siempre tuvieron latente el espíritu de socorro mutuo.
Fueron sucesivamente confirmados por Pedro el Ceremonioso, Juan I y Martín el Humano.
Posteriormente, celebraban sus cultos y reuniones en la iglesia del Carmen.
Poseían, para sostenimiento de los cofrades enfermos, unas casas situadas detrás de la iglesia, donde tuvieron su sede y pertenecían al censo de los Aguilar, condes de Alaquàs, teniendo los cofrades la obligación de entonar canciones ante la misma todas las noches.
A principios del siglo XIX cambiaron su sede, instalándose en un local que se encontraba en la calle del Carme número 17 (actual calle del Museu).
Se sintieron entusiastas defensores de la nueva Constitución reuniéndose el 11 de abril de 1.820 en su casa social, leyendo en voz alta el nuevo código político.
En su última época malvivieron cantando y vendiendo romances, contenidos en los llamados pliegos de cordel, basados en sucesos escabrosos, milagrosos y novenas de santos, tres temas que por entonces encandilaban a la gente.
Solían colocarse en cualquier esquina próxima a los mercados o en un lugar de paso.
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Els Cotxers: Este colectivo eran los encargados de fabricar vehículos para el transporte de uso privado, una especie de berlina entre el carro y la carroza.
Su actividad estaba unida a diversos gremios como los guarnicioneros, los repujadores de piel y en alguna época fueron considerados como carpinteros, llegando a formar parte de este gremio.
En el barrio tuvieron presencia estos profesionales en las calles de la Creu, de Baix y alrededores.
Disponían de cofradía propia y su titular era San Elias.
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Els Corredors de coll: Este colectivo poseía una cofradía formada por uno de los oficios más importantes y que más consideración gozaba en la ciudad, persones leyals, verdaderes e de bona fama, no solo por sus antiguos privilegios, sino también por las consideraciones que los jurados les otorgaron en varias ocasiones.
Este Gremio se dedicaba a mediar entre las operaciones de las almonedas y del propio Encant o rastrillo que se hallaba próximo a la Lonja, una profesión equivalente a la de corredor de comercio.
Se llamaban de coll porque su intervención en las operaciones se realizaba a viva voz, ya que anunciaban gritando el precio que los compradores ofrecían en las subastas de bienes, sirviendo de intermediarios entre compradores y vendedores, y también se convertían en especializados tasadores, por lo que cobraban una comisión.
En un principio tuvieron su casa gremial junto al colegio de San Fulgencio, pero en 1.530, el Gremio adquirió un edificio cercano al del noble Mossén Sorell, junto al lugar llamado de las cuatro esquinas de la plaza de su mismo nombre, en el número 21 situado en el centro de la calle de Corredors.
Tenían en dicha casa una pequeña capilla donde se veneraba un retablo representando a Santa Caterina, su patrona.
Las juntas se celebraban con gran solemnidad, incluida una misa a la que tenían obligación de asistir todos los maestros y oficiales del Gremio.
También tuvo como patronas a Nuestra Señora de la Piedad y a la Virgen de los Desamparados.
Como actividad gremial subsistió hasta mediados del siglo XIX.
En 1867 todavía se vía a uno de ellos ejerciendo como tal; se trataba de Vicente Perigallo con domicilio en la calle de Salines número 2.
Fuentes consultadas:
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Archivos autores
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Archivo del Reino de Valencia
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Archivo Histórico Municipal
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Biblioteca valenciana
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Biblioteca valenciana digital
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Biblioteca Histórica de la Universidad de Valencia
-
Archivo de la Diputación provincial de Valencia
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Hemeroteca valenciana
-
Real Academia de la Historia
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Wikipedia
-
Valencia Actúa
-
Jdiezarnal
-
Arquitectos de Valencia
-
Arquitectos italianos en España
Bibliografía:
Existe mucha y muy variada bibliografía referente al Carmen, por tanto, tan solo mencionaremos algunos de ellos:
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Guía urbana de Valencia. Marqués de Cruïlles.
-
Barrio del Carme de Valencia. Marí Ángeles Arazo
-
Autoritarismo monárquico y reacción municipal. Amparo Felipo Orts.
-
Insaculación y élites de poder en la ciudad de Valencia, Amparo Felipo Orts.
-
La población del barrio del Carmen. Manuela Balanzá
-
Manual del viajero y guía de los forasteros en Valencia. Vicente Boix
-
Historias y anécdotas del Barrio del Carmen. Juan Luis Corbín
-
La Valencia musulmana. Vicente Coscollá
-
Avecindados en la ciudad de Valencia en la época medieval. María de los Desamparados Cabanes Pecourt
-
El Carme. Crónica social y urbana de un barrio histórico. Rafael Solaz Albert
-
El Carme de l’obrador al pub. Manuel Hernández i Martí Gil
-
Morfología del barrio de El Carme. Manuela Balanzá
-
El ornato urbano. La escultura pública en Valencia. Rafael Gil y Carmen Palacios
-
Valencia Centro Histórico. Trinidad Simó Terol
-
Capillas y Casas Gremiales de Valencia. Vicente Ferrán Salvador
Fotografías
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Archivo fotográfico de José Huguet
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Archivo fotográfico de Diez Arnal
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Archivo Histórico Municipal
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Archivo fotográfico de Abelardo Ortolá
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Archivo fotográfico de Rafael Solaz Albert
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Archivo fotográfico de José Aleixandre
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