El Carmen monumental I

El Carmen monumental I

El interés turístico de El Carmen destaca por ser un conjunto urbano que forma parte del centro histórico de la ciudad.

El paseo por sus calles y recoletas plazas debe ser una de las visitas obligadas.

De ahí que en la información turística de la ciudad se incluya como atractivo en estos términos:

El Barrio del Carmen, antiguo centro histórico de la ciudad, ubicado detrás de la Catedral en plena calle de Cavallers, es una zona de gente muy variopinta, progre y vanguardista, donde muchas casas se han rehabilitado como pub, bares de fiesta y restaurantes. Aquí también podrá encontrar un ambiente bohemio y diferente, repleto de tranquilos cafés y acogedoras terrazas. Muchos de estos locales tienen el aliciente de incluir actuaciones de música en vivo. No se puede decir que se conoce la esencia de Valencia si no se conoce este barrio; el más castizo y bullanguero, quizá es el superlativo de lo que en general es toda Valencia. Su plaza central, a la que afluyen las calles de mayor movimiento mercantil, y las de ocio, donde están los espectáculos, bares y restaurante más acreditados, presenta el más vivo espectáculo. Las terrazas de los cafés, los puestos de flores, los escaparates, y el continuo ir y venir hasta la noche, hacen de este barrio un atractivo especial.

Para los visitantes extranjeros se recomienda por ser una zona de vida nocturna, un lugar de marcha asegurada.

Pero eso no priva que se visiten también sus monumentos más notables, palacios y casas nobles, edificios civiles, esculturas, jardines y otros puntos de interés turístico artístico.

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Alberedes de Serrans: Las Alameditas de Serranos es el nombre con el que se conoce el alargado jardín, de tipo romántico, que recorre pegado al antiguo cauce, el área desde el Puente de Sant Josep al Puente de la Trinidad, separada por el acceso al Puente de Serranos.

En abril de 1.830 el arquitecto Cristóbal Sales (Valencia, 1.763-1.833) diseñó un jardín que transcurría desde la puerta de la Trinidad hasta la de Serranos, una zona que presentaba una gran explanada junto a la muralla.

En febrero de 1.832 Francisco Ferrer trazó el tramo que iba hasta la puerta de Sant Josep.

En 1.837 Salvador Escrig Garriga (Valencia, 1.765-1.833) diseñó y construyó las escalinatas a uno y otro lado frente a las Torres de Serranos.

De este modo, el jardín bordeaba y recorría la margen derecha del río, desde el Puente de Sant Josep al de la Trinitat.

Con estas construcciones se formaron lo que conoció como Paseo de Isabel II, Paseo de Serranos, Boulevard de Serranos, Alberedes de Serrans o Alamedetes, una de las pocas zonas verdes con que contaba el barrio, a excepción de los huertos y patios de las zonas particulares.

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El lugar había servido de almacén de troncos de madera que transportaba el río desde la zona de Ademúz.

Se apilaban formando unas fronteras que favorecían el camuflaje y la estancia de ladrones y rufianes, la considerada gente de mal vivir, población a la que se unía un buen número de hambrientos y desprotegidos ciudadanos.

Con la nueva construcción ajardinada se solucionó la presencia delictiva en la zona y por ello todos los problemas que causaban los robos y asaltos nocturnos, especialmente sobre aquellos que esperaban su acceso a la ciudad por las cerradas puertas de Serrans.

José Garulo en su libro Manual de viajeros en Valencia publicado el 30 de septiembre de 1.841, nos ofreció una visión de estos jardines a mitad del siglo XIX, de este modo los comentó:

“[…] Pintorescos son también los paseítos que hay a la derecha e izquierda de la Puerta de Serranos, siguiendo la dirección del muro que rodea la capital: tiene uno de ellos cuatro fuentes de piedra, que aunque carecen de agua viva, adornan mucho […]”.

Posteriormente, el Poeta Teodoro Llorente lo describía así:

”[…] Terminada la Glorieta se construyeron los paseos que, por sus breves dimensiones, se llamaron, y todavía así se llaman, las Alameditas de Serranos. Desde la puerta de la Trinidad hasta la Nueva o de San José, ocupaban los madereros, que por antigua concesión, el terreno entre la muralla y la baranda del río, dejando estrecho paso para la gente. Entre las grandes pilas de madera, construyeron casitas dos encargados de guardarlas, aglomeración peligrosa, que era albergue de pordioseros, escondite de malhechores y nido de indecencias y suciedades.

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En 1.830 el corregidor Rafael Ram, Barón de Hervés y conde de Samitier, limpió aquellos sitios, mandando trasladar la madera a otro punto del río y construyendo los actuales paseos a uno y otro lado del Portal de Serranos.

En la guía de Valencia de Constantí Llombart titulada Valencia antigua y moderna de 1.887 se describen así las tituladas como alameditas:

“[…] A los lados del terraplen que sube al puente de Serranos, bajando por las elegantes escalinatas, hay dos preciosos jardines que se ven bastante frecuentados, y se extienden respectivamente hasta el puente de San José y de la Trinidad, concurriendo a ellos las personas que guardan luto.

A través de los años, como ornamentación del jardín, se colocaron varias estatuas: dos efigies colocadas a la entrada del Pont de Fusta; un busto de Peppino Benlliure, realizado en bronce, obra de José Capuz, instalado en 1.919 frente a la casa de los Benlliure, donde permaneció hasta 1.957 cuando fue derribado por la riada de octubre de 1.957 y, nuevamente repuesto en su lugar en 1.962; el busto del pintor Pedro Ferrer Calatayud (1.860-1.944); una niña leyendo en bronce obra del escultor y vecino Esteve Edo; un busto de Azorín realizado por Victoriano Gómez en 1.968; la escultura del pintor Salvador Tuset, realizada por su hija Amparo Tuset Rafecas y dirigida por Octavio Vicent colocada en 1.973; el busto del poeta Federico Mistral, obra de Luis Bolinches, esculpida en 1.933 y que había estado colocada en la plaza del Conde de Carlet y, por último, la escultura dedicada como recuerdo a la riada de 1.957 inaugurada el 8 de octubre de 2.007.

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Angelot del Carme: Se trata de una gran escultura en bronce del siglo XVI, presente en el remate del campanario de la iglesia de Santa Creu.

Actuaba de veleta girando a favor de la dirección del viento y se convertía en toda un referencia para el barrio, ya que su contemplación representaba un detalle distinto que contrastaba con las demás torres y casas de la ciudad.

Apareció representado por primera vez en 1.546, formando parte de un grabado de la ciudad en la Crónica General del historiador Pere Antoni Beuter (Valencia, 1.490-1.554).

Actualmente se halla en mal estado de conservación, una de sus alas ha desaparecido y, en general, a simple vista, se pueden apreciar desperfectos por el paso del tiempo.

Unos versos de la obra de José martí Gadea titulada Tipos, modismes y coses rares de la terra del gè de 1.906 lo recuerdan:

El graciòs àngel del Carme/en ses dos ales obèrtes, protegis a eixa parroquia/ i al cèl puja ses ofertes.

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Casa Vella de la calle de Roteros: Se trata de una vivienda señorial del siglo XVIII situada en el número 25 de esta calle, que forma esquina, con acusada volumetría cúbica, con la calle del Pintor Fillol.

El edificio tiene una espacial presencia por su volumen amplio y achatado, como afincándose gravemente sobre el suelo.

Fue construido a base de muros de carga y viguería de madera, consta de planta baja, entresuelo y dos pisos altos.

El mirador de madera añadido en el siglo XIX se encuentra en el lateral, y la puerta de piedra, con columnas dóricas y arco de medio punto que destaca del resto.

Todo el muro de fachada está pintado, mientras que la piedra de la puerta conserva su natural y suave color tierra, tan presente en todo el barrio.

La composición de este inmueble llama la atención ya que, si bien la puerta con sus columnas dóricas y arco de medio punto indican un orden, no ocurre así con su fachada, cuyos vanos se abren obedeciendo a una funcionalidad interna.

En su interior se puede apreciar lo que fue el zaguán de una casa señorial con la presencia de varios arcos pétreos.

Según Orellana, esta casa pertenecía a finales del siglo XVIII a Agustín Pinedo, se hallaba marcada con el número 5, manzana 183 y se podía ver en su fachada, por debajo de la reja del entresuelo, una lápida romana dedicada a Faustilius.

Durante los años 50 del siglo XX se instaló en este edifico un colegio de niñas.

Entre finales de los años 70 y principios de los 80se adecuó como restaurante y sala de audiciones musicales, época en la que adquirió el nombre de Casa Vella.

Actualmente no continúa como local de ocio.

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Celler de la plaza de l’Arbre: En el año 2.006, y durante la construcción de un inmueble con 21 viviendas, se encontró una bodega del siglo XIII, hallazgo que obligó a modificar el proyecto constructivo.

Los técnicos de la Consellería de Territori i Vivenda trabajaron en la recuperación de su estructura original y manifestaron que se trataba de un vestigio poco frecuente de esta época bajomedieval.

El celler, que así se denomina a una bodega en el sótano, tiene una planta rectangular de 7 x 5 metros y sus muros llegan a una altura de 4 metros.

El espacio central dispone de un doble banco corrido perimetral y un arco rebajado realizado en sillería.

En la actualidad estos restos arqueológicos se pueden ver a través de un cristal.

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Convento de Sant Josep y de Santa Teresa: Las Carmelitas Descalzas de Sant Josep y de Santa Teresa llegaron a Valencia en 1.588 fundando hacia las inmediaciones de Sant Andreu un pequeño convento.

Sus primeras religiosas procedían del convento de Sant Cristòfol.

Este primitivo inmueble fue insuficiente para las monjas y por este motivo, impulsado por Joan de Ribera, en 1.609 se trasladaron a la plaza del Portal Nou, a la casa que posteriormente ocupó en número 17 de la manzana 182.

Su iglesia, de condición modesta, según recomendación de la santa para todos los centros religiosos de la orden, es una nave con crucero y bóveda con cúpula sin cimborrio ni cuerpo de luces.

Tiene dos capillas y varios altares; el mayor, de madera dorada y estilo plateresco.

En los muros de la nave existían dos altares con puertas a cada lado, el de la derecha de orden compuesto y el de la izquierda de estilo jónico con jaspe de colores.

La nave mide 26 metros de longitud y 7 de ancho y alto.

En la parte posterior está el convento y el jardín que recaen a la antigua muralla de Blanquerias o ronda de circunvalación.

El conjunto arquitectónico se puede considerar del tipo de arquitectura castellana y en él sobresale todo un juego de tejados, tejadillos, aleros y contraposición de volúmenes que ofrece un aire pintoresco dentro de su sencillez.

La sala del locutorio se veía adornada con un curioso zócalo de azulejos del siglo XVIII.

Formando esquina a Blanquerias, adosado a la iglesia, siempre existió un modesto edificio, que todavía permanece, en el que habitaba la mandadera del convento.

Hasta hace dos décadas sirvió de vivienda familiar.

Fue curioso un ladrillo que se encontraba en una de las paredes del convento, recayente a la actual calle de Salvador Giner; correspondía a la estación número XII de un viacrucis; lo sorprendente era que en el azulejo se encontraban doce rayas verticales junto al guarismo arábigo que contenía la indicación ordinal.

En el cenobio se encontraba un verdadero museo artístico, con valiosos objetos de arte y ornamentos sagrados que desaparecieron en la guerra del francés y en la civil de 1.936 tras ser incendiado el convento.

En su jardín se podía ver un retablo con azulejos barrocos que representaban a un ermitaño.

El edificio fue bastante afectado por la riada de octubre de1.957 y las monjas de clausura permanecieron, resistiendo el paso de los años.

Hacia el 1.970 se realizaron obras de restauración y ampliación del convento y, hasta hace bien poco, se podía ver en una de sus paredes exteriores, un panel de 15 azulejos del siglo XIX con la imagen de su patrón Sant Josep.

Así permaneció el convento inalterado y silencioso hasta el siglo XXI.

En abril de 2.007 el convento fue noticia principal en los medios de comunicación.

Se anunció su venta a un conocido empresario valenciano que tenía prevista la rehabilitación del inmueble y su posterior acondicionamiento para uso como un exclusivo hotel.

Ya hacía meses que las monjas estaban desmantelando el convento sacando de él sus bienes muebles y objetos artísticos.

El empresario promotor tenía previsto construir un aparcamiento subterráneo  en la zona donde se hallaba el jardín protegido, lo que produjo una reacción de alarma entre los arqueólogos, puesto que el lugar estaba considerado de alto valor; diversas entidades culturales protestaron por lo que entendían como un auténtico atentado contra el inmueble y sus obras artísticas perfectamente catalogadas por Patrimonio.

Un triste final para el convento que formó parte de la vida del barrio.

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Convento de Santa Úrsula: Se halla situado en la plaza de su mismo nombre, manzana 204, antigua calle de la Calç (Cal).

Los orígenes de este convento se remontan al año 1.605.

Joana Cucala, que según la tradición, vivía en una especie de Beaterío donde está ahora el Monasterio de Santa Ana, fundó de su dinero una casa de Arrepentidas en la plaza de la Calç, esto es, de la Cal, con cuatro divisiones para mujeres públicas reconocidas, para educar niñas, para recoger mujeres viciadas, corregía a las descarriadas llenas de vicio casadas desengañadas, y para religiosas que hubiesen sido pecadoras públicas y les dio el hábito de Carmelitas Descalzas, de cuya Tercera Orden de Penitencia de Nuestra Señora del Carmen de la que era hermana.

Toda una casa de arrepentidas bajo el nombre de la Santísima Virgen Madre de Dios y de Pecadores, que posteriormente se denominó Nostra Senyora de la Misericòdia y que daría nombre a la actual calle próxima al lugar.

Formó constituciones y organizó el régimen interno del establecimiento, con la aprobación eclesiástica de 2 de diciembre de 1.552 por Julio III.

En agosto de 1.555 se acreditó la existencia de este centro con comunidad por una concordia celebrada entre esta casa y el clero de San Nicolás.

En una escritura pública de 1.574 se cita a la reverenda abadesa y monjas del convento de Nuestra Señora de la Misericordia, antes de las pecadoras, construido cerca de la Puerta de Quart.

El patriarca Juan de Ribera intervino en la institución reformadora y como, en principio, esta no estaba ligada a ninguna orden religiosa el 28 de octubre de 1.605 aprobó la construcción de un convento situado en el mismo terreno que ya poseían, con el nombre de Santa Úrsula y las Once Mil Vírgenes y colocó en él a las Agustinas Recoletas.

Se tuvieron que derribar cuatro casas para ampliar la plaza y acoger a la nueva construcción.

Las obras de la iglesia finalizaron en 1.645.

El Marqués de Cruilles en su Guía Urbana nos ofrece una descripción de esta iglesia:

“[…] Es rectangular formando una nave con bóveda de medio punto adornada con florones; el cascarón del presbiterio figura una gran concha de azul y oro.

El altar mayor consta de dos cuerpos de estilo churrigueresco, el primero de orden corintio y el segundo del compuesto, ambos con columnas salomónicas y semejantes en orden y estilo vienen a ser las capillas.

Además de la puerta principal que tiene arco de medio punto y es de orden dórico, a los pies de la iglesia tiene otra puerta lateral que sale a un patio descubierto donde está la portería del convento.

Es notable en este edificio la empinada vertiente del tejado de la iglesia, y que siendo esta fundación de la época del Beato Patriarca, se diferencia tanto su arquitectura de la del colegio del Corpus Christi […]”!.

Trinidad Simó Terol, filósofa e historiadora española, especialista en patrimonio y en arquitectura modernista de Valencia, dice que lo más sorprendente de su construcción es el presbiterio puesto que tiene una mayor profundidad de lo habitual; está cubierto por un cuarto de esfera en forma de pechina que sobrepasa el espacio, para ocupar también parte del primer tramo de la nave.

En las capillas laterales existe un alto zócalo formado por azulejos del siglo XVII, con motivos florales sobre colores azul y verde.

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La puerta principal recae a la plaza, realizada de piedra, de carácter gótico, con frontón partido sobre ella y con una hornacina donde se encuentra la santa.

La iglesia había sido reformada en 1.935 e incluso sirvió como cheka (instalación que durante la guerra civil española fue utilizada en la zona republicana al margen de las leyes para detener, interrogar, torturar, juzgar de forma sumarísima y ejecutar a sospechosos de simpatizar con el bando rebelde).

Durante los años 1.965 y 1.967 el convento de Santa Úrsula sufrió una nueva remodelación más severa.

La comunidad religiosa cedió su huerto a cambio de la reestructuración del edifico y la propiedad de una finca en la que vivían el capellán, el sacristán y la mandadera.

Actualmente podemos contemplar la fachada de su iglesia, único inmueble que queda del edificio primitivo.

La puerta es de estilo dórico, y en la parte superior puede verse a la santa en una hornacina.

Esta iglesia es uno de los centros religiosos que pasan más desapercibidos al visitante.

Ocupando su antiguo claustro se ha construido un edifico que alberga la Universidad Católica de Valencia, llamada también Campus de Santa Úrsula.

 

Fuentes consultadas:

Bibliografía:

Existe mucha y muy variada bibliografía referente al Carmen, por tanto, tan solo mencionaremos algunos de ellos:

  • Guía urbana de Valencia. Marqués de Cruïlles.

  • Barrio del Carme de Valencia. Marí Ángeles Arazo

  • Autoritarismo monárquico y reacción municipal. Amparo Felipo Orts.

  • Insaculación y élites de poder en la ciudad de Valencia, Amparo Felipo Orts.

  • La población del barrio del Carmen. Manuela Balanzá

  • Manual del viajero y guía de los forasteros  en Valencia. Vicente Boix

  • Historias y anécdotas del Barrio del Carmen. Juan Luis Corbín

  • La Valencia musulmana. Vicente Coscollá

  • Avecindados en la ciudad de Valencia en la época medieval. María de los Desamparados Cabanes Pecourt

  • El Carme. Crónica social y urbana de un barrio histórico. Rafael Solaz Albert

  • El Carme de l’obrador al pub. Manuel Hernández i Martí Gil

  • Morfología del barrio de El Carme. Manuela Balanzá

  • El ornato urbano. La escultura pública en Valencia. Rafael Gil y Carmen Palacios

  • Valencia Centro Histórico. Trinidad Simó Terol

Fotografías

  • Archivo fotográfico de Abelardo Ortolá

  • Archivo fotográfico de Rafael Solaz Albert

  • Archivo fotográfico de Lázaro Bayarri

  • Archivo fotográfico de Periódico Levante

  • Archivo fotográfico de José Aleixandre

  • Archivo fotográfico de Marina Solaz

  • Archivo fotográfico de Morales San Martín

  • Archivo fotográfico de Toni Serrano

  • Archivo fotográfico de V. Andrés

  • Archivo fotográfico de Ludovisi y señora

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