Poblados Marítimos Arquitectura urbana
Poblados Marítimos Arquitectura urbana
Arquitectura urbana entre los siglos XIII y XVIII
El paisaje de la desembocadura del Turia y las playas del golfo de Valencia resultaron menos propicias para la fundación de la ciudad romana de Valentia que el emplazamiento en una difluencia (división de un curso de agua o de un glaciar en varios brazos que no vuelven a confluir) del Turia, aguas arriba, un poco apartado de la zonas húmedas de marjal que se extendían de norte a sur por la restinga y formaban una Albufera mucho más extensa que la actual, pero seguramente también conectada con el mar a través de canales naturales.
No se daban las condiciones favorables para un puerto marítimo, pero la playa estaba, por aquel entonces, más cercana y era atractiva para la pesca y la navegación, como lo acreditaban los fondeaderos próximos a la costa que funcionaron como en otros puntos de la costa mediterránea y frente a la propia playa del Cabanyal.
Desde el mar, embarcaciones de poco calado, podían remontar aguas arriba el río o las golas de los humedales y abastecer a través de canales a las poblaciones del interior, defendidas también por este entorno pantanoso.
En época andalusí dos rábidas (fortaleza o puesto de vigilancia) se alzaron para vigilar la playa y los accesos fluviales a Valencia desde la costa.
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Comercio y actividad naval en la Vila Nova del Mar o Vila Nova del Grau en la Edad Media
La conquista cristiana de Jaime I trajo consigo, desde las operaciones militares previas a la toma de la ciudad hasta la subsiguiente reorganización territorial, un cambio fundamental en esta situación.
La costa pasaría a ser una línea de defensa frente a cualquier ataque islámico y un puente tendido hacia el Mediterráneo que conectaba Valencia con los demás estados dela corona de Aragón en expansión.
La conquista posterior de Sicilia en tiempos de Pedro III el Grande, no hizo sino confirmar el interés estratégico del control de la playa, cuando ya se habían asentado los primeros colonos cristianos.
El privilegio de Jaime I relativo a la fundación de la Villa Nova Maris Valentie o Vila Nova del Mar en 1.249, atraía a otros pobladores, además de los que ya habitaban las barracas y patios de aquel lugar, para que construyeran casas al abrigo de un recinto amurallado con una trama de plausible planificación ortogonal (que forma ángulo recto).
En 1.271 otro privilegio real permitía construir casas de materiales duraderos en el terreno, sin limitaciones de tamaño o condición y el año siguiente se autorizó el primer horno de la villa.
Por entonces, existía también la iglesia de Santa María del Mar y tanto la corona como la ciudad pondrían interés en mejorar los accesos hasta la playa y hacia la ciudad de Valencia con un puente que cruzaba una acequia.
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El comercio y la actividad náutica se activaron pronto en este primer núcleo urbano, requiriendo instalaciones para el arrastre de las embarcaciones y la carga y descarga de mercancías, que vincularon desde el principio con la vida marinera.
Los cargos e instituciones de esta comunidad urbana surgieron entre los siglos XIII y XIV con la figura del Justicia del Grau, bajo la tutela de las autoridades de la ciudad y la guardia del azud.
El impuesto de lezda (impuesto sobre las mercancías vendidas a personas foráneas y generalmente consistía en la undécima parte de lo vendido y se pagaba por la autorización dada por el rey o el señor del lugar donde se realizaban las transacciones mercantiles) que gravaba el tráfico marítimo se recaudaba en un sector de la playa delimitado con estacas, ya hacia finales del siglo XIII.
El primer núcleo de población y su movimiento comercial justificaron la construcción de una torre de vigilancia en 1.277 y de una barraca para guardar los aparejos y asegurar el mantenimiento de las embarcaciones, que podría identificarse como el “darassanal de la mar de Valencia” al que se refiere Ramón Muntaner.
Con estos datos, lo más verosímil es que la morfología urbana del poblamiento fuera regular, con ejes ortogonales (que forman ángulo recto) orientados en sentido este-oeste y norte-sur y un recinto defensivo de forma regular, como en otras ciudades o villas nuevas fundadas en tierras valencianas en el siglo XIII, tras la conquista cristiana.
En los años siguientes, la Vilanova del Grau o Vila Nova de la Mar, se consolidó como núcleo urbano volcado a la actividad marítima y, sometida al mismo tiempo al control del municipio valenciano.
Si por una parte se dispuso en 1.329 que el cargo de Justicia del Grao recayera en un vecino del poblado marítimo, por otro lado, la corona y la ciudad de Valencia, tenían sus propios agentes para regular la vida en aquel escenario, como el lugarteniente del Mustaçaf o Almotacén, que supervisaba el comercio y la policía urbana, el guardía de les coses vedades, con competencia para el control de la exportación de mercancías prohibidas y el alguacil de las Armadas Reales; incluso en 1.306, un privilegio de Jaime II impedía que en el Grau hubieran notarias, carnicerías u hornos, en un intento de imponer los servicios de la ciudad de Valencia.
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No obstante, el comercio marítimo y la construcción y aprovisionamiento de embarcaciones actuaron como los dos vectores principales del crecimiento urbano del Grau.
Las alhóndigas (Locales destinados a la venta, compra y depósito de cereales y otros alimentos) servían de almacén para las mercancías descargadas por las barcas que llegaban hasta la playa desde las naves de mayor calado o en espera de su traslado a la ciudad de Valencia.
En 1.314 existía uno de estos almacenes para el carbón y la ciudad disponía de otro de mayor tamaño, además de los que estaban en manos de particulares para depositar toda clase de mercancías como los de En Cabanes y En Limotges, y en 1.409 las autoridades municipales ordenaron que se construyera un porche de piedra con la misma función y mayor resistencia que la edificaciones anteriores.
Los establecimientos comerciales en manos privadas como almacenes, tiendas y hostales servían también al tráfico con otras localidades del reino y seguramente se beneficiaban de algunas ventajas fiscales si no pasaban por el mercado de la ciudad.
Estos almacenes, los hostales que atendían a viajeros, comerciantes y pescadores y las casas de los vecinos debían dominar el paisaje urbano, delimitado horizontalmente por el recinto defensivo y en vertical por el campanario de la iglesia de Santa María del Mar, en el emplazamiento del actual templo.
El necesario suministro de agua potable para los habitantes del Grau y los marineros y pescadores de la playa exigió en 1.412-1.414 obras de canalización, primero desde la fuente d’En Corts al otro lado del Turia, hasta la iglesia de Santa María del Mar y las Atarazanas, allí se construyó también un lavadero, pero cuando las conducciones fueron dañadas por la riada de 1.424, se optó por tomar el agua de un manantial prop lo ampriu apellat d’En Burguera, quizá situado cerca del molino de Pilades (situado en la Alameda, a la altura de la antigua Piscina Valencia, en el extremo de la Alameda.
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Al año siguiente, la fuente ya abastecía de agua al Grau y estaba cobijada por un pórtico que podía cerrarse con llave y proporcionaba y proporcionaba ingresos por el cobro de las aguadas para las embarcaciones, aunque requirió trabajos de mantenimiento frecuentes.
El otro enclave principal del Grau eran las Atarazanas, que seguramente primero estuvieron sujetas a la iniciativa de la corona, pero fueron pasando al control municipal, interesado tanto en el comercio marítimo, vital para el abastecimiento de la capital, sobre todo de cereales, como en la defensa de la costa ante los ataques de corsarios o piratas, que requirió el armamento de las galeras.
La construcción de unas naves longitudinales sobre arcos de diafragma, comunicadas entre sí por arcos longitudinales de arriostramiento (Colocar piezas de forma oblicua para dar estabilidad y que no se deforme un armazón), con techumbre de madera a doble vertiente, tomó forma en el siglo XIV, con especial empuje a partir de 1.388-1.394, cuando se ampliaron significativamente con más naves y pórticos para almacenar los pertrechos, armar y reparar embarcaciones mayores dentro de un recinto seguro.
Los arcos de diafragma apuntados en fábrica de ladrillo con los arcos longitudinales con menor luz configuraban un ambiente de gran amplitud, apto para la construcción naval y las maniobras de las embarcaciones, susceptible de ser ampliado al compás de las necesidades, a partir de técnicas y modelos bien conocidos en la tradición medieval valenciana.
Las naves cubiertas comunicaban con un recinto donde se almacenarían los materiales y pertrechos, un patio descubierto y talleres para trabajos auxiliares.
Los trabajos de mantenimiento fueron frecuentes, por arreglos en las cubiertas, por la reconstrucción del muro de cierre, derribado cada vez que había de sacarse una embarcación de gran tamaño, y a causa de la reparación de los daños causados por los temporales.
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El arsenal así constituido debía custodiar el armamento de las naves, almacenar las jarcias (Conjunto de los aparejos redes para pescar y cabos de una embarcación) y remos y proteger las galeras mientras estuvieran varadas, a la manera de otros astilleros bajomedievales como los de Sevilla, Barcelona o Málaga.
En aquel tiempo, el municipio valenciano, como otros poderes públicos, favorecía la construcción de buques con mayor desplazamiento que sirvieran para el abastecimiento de la ciudad y la defensa de la costa frente al corso y las flotas enemigas.
Aparte del templo de Santa María del Mar, el arsenal era el espacio público más notable del Grau y representaba el poder municipal en la fachada marítima, punto de llegada de viajeros y comerciantes que hacían escala en Valencia.
Tras un primer acuerdo del Consell municipal en 1.414, entre 1.416 y 1.418 se construyó un edificio con planta baja porticada con arcos de piedra, dos estancias y una sala en el piso superior, al que se accedía por una escalera de piedra, las cuales servían de lugar de reunión y recepción de los regidores valencianos cuando agasajaban a sus huéspedes ilustres con convites junto a la playa.
La llamada Casa de las Atarazanas se remataba con un muro almenado que recordaba su posición defensiva en el frente marítimo, junto al arsenal de la ciudad, y desempeñó en un porche inferior funciones auxiliares para el aparejo y reparación de naves.
Aunque sus habitaciones y sala superior se concebían como espacios nobles, y una de ellas estaba cubierta con una techumbre dorada para recibir para recibir a personajes como el rey Alfonso V el Magnánimo, la falta de mantenimiento del edificio entre estos eventos y el cambio de uso de las Atarazanas como arsenal para la artillería mermaron su prestancia a lo largo del siglo XV y acabaron convertidas en archivo y armería.
Aun así, al comienzo del siglo siguiente se amplió el edificio a costa de un huerto vecino, con el fin de acomodar un comedor, unas estancias (estudis) y establos para el uso de los jurados en su visita al Grau y de invitados tan ocasionales y distinguidos como Fernando el Católico y Germana de Foix o el rey francés Francisco I, cuando llegó prisionero tras la batalla de Pavía y a Felipe II en 1.586.
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Al final de la Edad Media, el caserío del Grau debía aparecer compacto y ordenado, con la planificación trazada en el siglo XIII como puebla o villa de nueva planta, a partir de ejes ortogonales (que forman ángulo recto) en dirección este-oeste, como el que iba desde la playa al camino de Valencia, el carrer gran, y otros en sentido norte-sur, con salida hacía la desembocadura del río y la torre de vigía próxima, y en el frete septentrional hacia el Cabanyal, topónimo documentado en 1.422 al indicar el camino que atravesaba un puente sobre la acequia del Riuet (que podíamos ubicar en la actual calle de Francisco Bellvis y que marcaba el límite entre el Grau y el Canyamelar).
Esta trama urbana encuadraba los hostales, almacenes, tiendas y viviendas del Grau, con las construcciones mayores de las atarazanas y la iglesia de Santa María del Mar.
Los alrededores formaban parte del paisaje común de la huerta, surcados por caminos y acequias, y delimitados por la desembocadura del río Turia al sur y la línea de costa al este.
No lejos del Grau debían de existir las primeras barracas del Cabanyal, un poco más al norte, entre las acequias de la Cadena (límite del Cabanyal y Cap de França) y d’En Gas (frontera entre Canyamelar y Cabanyal, que la podríamos situar en la actual avenida Mediterráneo), en medio de un terreno de marjal.
Fuentes consultadas:
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Valencia Actúa
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Jdiezarnal
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Arquitectos de Valencia
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Arquitectos italianos en España
Bibliografía:
Existe mucha y muy variada bibliografía referente a los Poblados Marítimos, tan solo mencionaremos algunos de ellos:
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Guía urbana de Valencia. Marqués de Cruilles.
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Autoritarismo monárquico y reacción municipal. Amparo Felipo Orts.
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Insaculación y élites de poder en la ciudad de Valencia, Amparo Felipo Orts.
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Manual del viajero y guía de los forasteros en Valencia. Vicente Boix
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La Valencia musulmana. Vicente Coscollá
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Orígenes del Reino de Valencia. Antonio Ubieto.
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Antonio Sanchis Pallares. Historia del Cabanyal. Poble Nou de la Mar 1.238-1.897
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Antonio Sanchis Pallares. Historia del Grau
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Antonio Sanchis Pallarés. Historia de la Malvarrosa.
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Albert Ribera Lacomba. Valencia romana, puerto fluvial y marítimo. Instituciones portuarias y vocación comercial.
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Isidro Planes. Sucessos fatales desta ciudad, y Reyno de Valencia o Puntual Diario de lo sucedido en los Años de 1.705, 1.706 y 1.707
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Avecindados en la ciudad de Valencia en la época medieval. María de los Desamparados Cabanes Pecourt
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Los Poblados Marítimos. Inmaculada Aguilar y Amadeo Serra
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El Grau de València. La construcción d’un espai urbà. Josep Vicent Boira y Amadeo Serra
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La Casa de las Atarazanas de Valencia. Federico Iborra Bernad y Matilde Miquel Juan
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El ornato urbano. La escultura pública en Valencia. Rafael Gil y Carmen Palacios
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Arquitectura del eclecticismo de Valencia. 1.983. Benito Goerlich
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Cerámica barroca en Valencia. María Eugenia Vizcaíno
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Composiciones cerámicas valencianas del siglo XVIII. María Eugenia Vizcaíno Martí
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Nomenclátor de las puertas, calles y plazas de Valencia: con los nombres que hoy tienen y los que han tenido. 1.873. Manuel Carboneres Quiles
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