La moguda del Carme

La moguda del Carme

La movida del Carmen

Los últimos años de la década de los 60

Al final de los años 60, en Europa y sobre todo, en Francia, se estaban produciendo movimientos estudiantiles que reclamaban justicia social y un cambio en la sociedad, lo que propició manifestaciones y revueltas, el llamado mayo francés de 1.968.

Influenciada por estas expresiones la juventud española no fue ajena a las protestas y se inició un periodo de cierto inconformismo que se reflejó en un cambio sustancial de las costumbres, comportamientos, formas de vestir, e incluso, el escuchar la música comprometida con estas reprobaciones; en realidad, era una forma de emancipación mental hasta el momento atrapada por los cánones de una sociedad patriarcal, rancia y decimonónica.

Parte de esta juventud valenciana no fue ajena a estos movimientos y comenzó a concentrarse en lugares que consideraban más apropiados a su cambio de vida.

Fue elegido el antiguo centro histórico de Valencia, y muy especialmente, el barrio de El Carme, que se asemejaba mucho a los lugares soñados del París bohemio, con la diferencia que el nuestro era un barrio apuntalado y medio en ruinas.

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La presencia de la Escuela de Bellas Artes y la de Artes Aplicadas y de Oficios Artísticos en la calle del Museu, con sus jóvenes artistas, unidos a grupos de intelectuales y de actividades liberales, hizo que estos colectivos sintieran aprecio por el barrio y muchos de ellos instalaron sus viviendas y sus talleres, remozando parcialmente las desvencijadas casas y sus porches.

Libres de prejuicios, independientes y aislados, también recayeron pequeñas comunas de hippies dedicados a la fabricación manual de sortijas, gargantillas, pulseras de cobre o cinturones y bolsos de cuero repujado que vendían en los puestos callejeros más céntricos.

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Los que más prisa se dieron, consiguieron alquilar una buhardilla de unas 2.000 pesetas al mes, llenándola de posters de Che Guevara, Marylin o Charlot, además de algún otro cartel de reivindicación política que por aquel entonces era lo que imperaba como resistencia al régimen político existente.

En sus reducidos habitáculos se veían las revistas Triunfo y Libertad y Cambio.

Todo ello produjo una revitalización e hizo que, en aproximadamente 20 años, el aspecto del barrio cambiara sustancialmente.

De ser un barrio marginado, solo para vecinos, pasó a ser una zona de inmigración barata y joven, propiciando la parcial restauración interior de algunos edificios, hecho que ayudó a El Carme a no caer en un total abandono.

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Comenzaron a abrirse bares, discotecas y pubs que dieron al barrio un carácter hippie, un punto de reunión de la generación del “pasota”, los considerados inconformistas, contestatarios y los esnobs, aquellos que querían disfrutar de la Gauche Divine valenciana (La Gauche Divine, izquierda divina en castellano, fue un movimiento de intelectuales y artistas de izquierda que se extendió por Barcelona durante los años sesenta y comienzos de los setenta. El grupo estuvo ligado al movimiento cinematográfico denominado Escuela de Barcelona), o como algunos lo titularon, el refugio de pecadores progres, una mezcla de underground americano, el hipismo de la holandesa Dam Place y el paraíso ibicenco.

Las calles eran ríos de jóvenes que vestían como militantes existencialistas, con fular negro alrededor del cuello, ávidos de marcha, visitando y llenando los primeros locales.

En muy poco tiempo el barrio se convertiría en una babel de tribus urbanas y modas varias, pubs y cafetines, restaurantes y discotecas, una nueva trama de “marcha nocturna” tan solo salpicada por el archipiélago tradicional de casales falleros y otras asociaciones festivas, ocultas casi entre los pliegos de una arquitectura fractura por la desidia, el diseño y la “moguda”.

Por entonces ya se decía que algún sociólogo debería estudiar lo que podría llamarse el espíritu del barrio de El Carme, producido por aquellos pioneros garitos que aglutinaban personas y estados de ánimo construyendo una mentalidad diferente en la juventud que los frecuentaba.

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Estaba creándose un nuevo espíritu ciudadano: la moguda de El Carme.

Uno de aquellos primeros garitos (el más famoso) fue Capsa 13 (1.968) en la calle Ripalda número 7 que reclutaba jóvenes, no chicas, inconformistas políticos, con la sociedad y con todo; fue cerrado provisionalmente en 1.973.

En el número 17 de la misma calle estaba Barro, otro pionero y mítico local que ofrecía recitales de folck, jazz y proyecciones cinematográficas marginales.

La Planta Baja de la calle Sant Ramón, La Jungla, con su característico decorado formado por troncos en la calle Baix número 22, allí como en muchos de los locales de esta época, tenían lugar algunas reuniones con charlas políticas clandestinas; el Trombón Pub en la calle Moret número 10; Valentino’s (plaza del Carmen, 6) con fotografías de Rodolfo Valentino como personaje central; L’Antiquari Pub (Pintor Fillol, 7).

Otras salas de audición fueron Café Concert (Marqués de Caro, 11); Casa Vella (Roteros, 25); Tres Tristes Tigres (plaza de Santa Creu, 11) este era un club de jazz, sala de proyecciones de cine-club o cenar a las 3 de la madrugada; L’Aplec (Sant Tomás, 11), en este local se veían colectivos con inquietudes y reafirmaciones nacionalistas; en Elepé (Dalt, 42) se fraguó la segunda oleada de la cançó valenciana, también fue el primer local en servir regularmente discos importados, solo abría por las tardes.

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Bilitis (Dalt) se convertía en uno de los pioneros del barrio con ambiente gay; Asfalto (Ripalda, 18) fue otro mítico local junto con Berlín (Dalt, 34) o Stones (Dalt) con su permisividad; Ripalda en su misma calle, era cita de los roqueros escuchando a grupos valencianos.

Otros locales eran Blanc i Blau (Doctor Chiarri, 8); Crac (Dalt, 68); El Forn (Sant Ramón, 2); Chistopher (Pinzón) con su música y cine; Equus (Ripalda, 14) convertido en café tertulias y que tenía también revistas para su lectura; Karaoke (Roteros, 14); L’Estaca (Ripalda, 15); Soho (Moret, 4) donde se escuchaba música de los años 60; Stone’s (Dalt, 49); Soga’s (Soguers, 9) donde se podía escuchar música engullendo una hamburguesa; Turat (Soguers, 5) o Yes (Moret, 1).

Un local que pronto se convertiría en uno de los más populares y visitado del barrio fue El Racó (Sant Tomás), escogió a un público heterogéneo en el que destacaba la vanguardia política valenciana y ello le hizo ser objetivo predilecto de las escuadras azules, el 27 de abril fue incendiado.

El atentado no fue fruto de la casualidad, se producía el mismo día que se había acordado poner la bandera del Consell, el cambio de muchos nombres de calles y plazas con significado franquista, y la cooficialidad municipal de las dos lenguas (castellano y valenciano).

Con el nombre de El Racó se abrió otro local en los años 80 en la calle del Museu número 17.

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Surgieron nuevos restaurantes y casas de comidas económicas: La Casa de Petra (Roteros, 21) se convertía en un centro al que acudían dirigentes de la clase política, algunos de incógnito, como es el caso de Santiago Carrillo en abril de 1.978; Casa Miquel (calle Llíria) que tenía como especialidad el arroz con acelgas o el pollo al limón; L’Hort (Dalt, 66) junto a Cecilio y frente a Turats; Lázaro (plaza de Tavernes de la Valldigna, 5); La Conquense (plaza de Na Jordana, 10) o La Catedral (Viriato, 8) como más tradicionales.

Las nuevas casas de comidas: Bar Miquel (plaza de Sant Miquel, 20); La Lluna (Sant Ramón) el primer restaurante vegetariano del barrio; El Portón (Beneficència) en el local que anteriormente había ocupado una carbonería; la hamburguesería Evans (Soguers, 5); Hamburguesas Pepitos (Dalt, 3).

También se pusieron de moda y revitalizaron los bares: Mario (Roteros); Los Viñales (Pintor Fillol) o El Vermell (Sant Tomás).

Aprovechando el tirón se abrieron otros locales que vendían objetos más variados: el Mercadillo del Carmen (Pintor Zariñena, 9); Titelles (Cavallers, 32) o La Paraeta (plaza de Sant Miquel, 13).

Por otro lado también eran asequibles los menús confeccionados desde los bares que ofrecían comidas caseras.

A principios de los años 80 se podía solicitar uno de estos platos por 75 pesetas (un poco más de 50 céntimos).

Otros, considerados como restaurantes, ofrecían cubiertos de dos platos, pan, bebida y fruta por alrededor de 500 pesetas (unos 3 euros).

Eran tiempos en que los habitantes de la barriada supieron los que eran los porros, unos canutos en forma de cigarrillo elaborados con tabaco rubio mezclado con ciertas dosis de marihuana o hachís.

Supieron también que las bebidas de cola combinadas con optalidones colocaban.

Conocieron los sinónimos de chocolate, costo, goma, yerba, maría.

Que les llamaban camellos a los que traficaban y que estaba drogado el que iba ciego, colocado o emporrado.

Las primeras voces en contra de aquel movimiento y ocupación de aquellos desconocidos visitantes y nuevos vecinos del barrio no se hicieron esperar.

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Un personaje marginal que lideraba a los okupas del barrio era Crazy, siempre con un pañuelo en la cabeza al estilo pirata.

El viejo pintor Lloveras, bohemio donde los haya, era un asiduo del barrio.

Por entonces ya visitaba El Carme una de las mujeres más variopintas: Blanquita, con su vestido blanco inmaculado, su rollo de papel higiénico y sus inseparables cartas que servían para jugar, apostar y ganar siempre con o sin trampa incluida; se convirtió en todo un icono para el barrio hasta el año 2.000 cuando fue atropellada por una moto y falleció a consecuencia de las heridas a los pocos días.

La delincuencia y la droga fueron atacadas con no poca represión por parejas de la división de la policía municipal llamada Brigada 26, creada a últimos de 1.971 para vigilancia nocturna de la ciudad con atención especial a los barrios de Velluters (El Pilar) y El Carme.

Con sus coches blancos y negros y sus uniformes oscuros, provistos de gorra con larga visera, muy al estilo americano, patrullaron por las calles del barrio durante algunos años.

Desde la clandestinidad se lanzaron acusaciones contra la brigada y la definían de este modo:

“Especie de fuerza de choque de la policía municipal de Valencia que frustró las sucesivas iniciativas vitales de varias generaciones crapulosas perpetuamente instaladas en la penumbra clandestina de los tugurios del barrio de El Carme, hasta conseguir hacer de Valencia la ciudad menos parecida a Paris y más semejante a sí misma”.

Formaron parte del decorado nocturno de El Carme y les llamaron los Harrelsons como recuerdo a una serie americana famosa por entonces.

En el barrio se vivían momentos de gran efervescencia político-social, con presencia de grupos jóvenes inquietos que no podían callar su grito de necesaria libertad.

Eran tiempos de luchas y esperanzas.

Por entonces también tenían lugar refriegas entre facciones opuestas, de tinte político o de simple gamberrismo.

Continuaban produciéndose reuniones clandestinas en casas particulares o locales del barrio.

Desde aquí se luchó por la legalización total de los sindicatos, partidos y movimientos libertarios ante un agónico régimen que se resistía al abandono del poder.

Fue donde la pintada en tapias y paredes se desarrolló con mayor fuerza conceptual y expresiva como un documento visible frente a las hojas propagandísticas inútiles.

Fuentes consultadas:

Bibliografía:

Existe mucha y muy variada bibliografía referente al Carmen, por tanto, tan solo mencionaremos algunos de ellos:

  • Guía urbana de Valencia. Marqués de Cruïlles.

  • Barrio del Carme de Valencia. Marí Ángeles Arazo

  • Autoritarismo monárquico y reacción municipal. Amparo Felipo Orts.

  • Insaculación y élites de poder en la ciudad de Valencia, Amparo Felipo Orts.

  • La población del barrio del Carmen. Manuela Balanzá

  • Manual del viajero y guía de los forasteros  en Valencia. Vicente Boix

  • Historias y anécdotas del Barrio del Carmen. Juan Luis Corbín

  • La Valencia musulmana. Vicente Coscollá

  • Avecindados en la ciudad de Valencia en la época medieval. María de los Desamparados Cabanes Pecourt

  • El Carme. Crónica social y urbana de un barrio histórico. Rafael Solaz Albert

  • El Carme de l’obrador al pub. Manuel Hernández i Martí Gil

  • Morfología del barrio de El Carme. Manuela Balanzá

  • El ornato urbano. La escultura pública en Valencia. Rafael Gil y Carmen Palacios

  • Valencia Centro Histórico. Trinidad Simó Terol

Fotografías

  • Archivo fotográfico de Abelardo Ortolá

  • Archivo fotográfico de Rafael Solaz Albert

  • Archivo fotográfico de Lázaro Bayarri

  • Archivo fotográfico de Periódico Levante

  • Archivo fotográfico de José Aleixandre

  • Archivo fotográfico de Marina Solaz

  • Archivo fotográfico de Morales San Martín

  • Archivo fotográfico de Toni Serrano

  • Archivo fotográfico de V. Andrés

  • Archivo fotográfico de Ludovisi y señora

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