Gremios del Carmen III

Gremios del Carmen III

Los Gremios fueron corporaciones con reglamentación propia constituidas por individuos agrupados en categorías conforme a su condición artística o económica.

Surgieron para atender todos los aspectos y problemas inherentes al oficio que representaban.

Se caracterizaron por su espíritu cerrado y una minuciosa reglamentación, claramente proteccionista, como defensa frente a la competencia exterior.

Los Gremios siguieron su marcha normal hasta que, en 1.707 Felipe V, abolió el sistema foral y con él la organización del Consell, con lo que las agrupaciones gremiales fueron excluidas del gobierno comunal y de todos los organismos políticos y económicos del que habían formado parte durante más de cuatro siglos.

Por otra parte, en 1.763, con motivo del pleito entablado con el gremio de tejedores de lino, la corporación municipal se dirigió al rey con una serie de argumentos que manifestaban una defensa incipiente de la libertad industrial.

El golpe decisivo que influyó en la decadencia y desaparición de los Gremios se produjo en 1.813 cuando las Cortes de Cádiz decretaron la libertad de industria, lo que puso en evidencia la presencia de estas asociaciones en la vida profesional del país.

Tan solo prosiguieron algunos Gremios aparados por la Ley de Asociaciones de 1.887, conservando su espíritu tradicional y religioso, pero su poder y su peso específico en el ámbito político-social ya nunca más fue el mismo y pasaron a ser simples asociaciones.

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Gremios del Carmen III

Els Corredors d’Orella: Este Gremio también tuvo relación con el barrio.

Su cofradía estaba dedicada a la Anunciación de la Virgen María.

En sus primitivos capítulos del siglo XVI vemos como los clavarios del Gremio se reunían en una casa de la calle de Bayones (actual calle del Ángel Custodio).

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Els Boters o Cuberos: Sus primeras ordenanzas fueron formalizadas ante el notario Manuel Salafranca el 25 de julio de 1.747, obteniendo la aprobación superior por la Real Cédula de 1.754.

El Gremio comenzó desde entonces a tener vida próspera y, como carecía de casa social, adquirió unas casas situadas en la calle del Portal Nou número 24, frente a la sede de los Esparteros y allí estableció su sede y cofradía.

Sus asociados se acogían al patronato de la Santísima Creu y los cultos especiales los celebraban en la iglesia del convento del Carmen.

Para ello tenían designadas en sus constituciones unas cantidades fijas para atender a las fiestas, repartiéndose el déficit que pudiera producirse entre los agremiados.

Al terminar la fiesta anual se reunían en la sala capitular del convento y allí procedían a la renovación de sus cargos.

Su bandera era de damasco carmesí con franjas de oro, llevando en su cima la Santa Creu con Santa Elena y el emperador Constantino.

Al igual que la mayoría de los gremios concurrieron a los festejos públicos, y según contaron las crónicas, fabricaron carros y organizaron danzas de gran lucimiento, como la denominada dels pastorets.

El Gremio debió desaparecer como tal, sobre 1.815, ya que a partir de esta fecha no se menciona su presencia en los actos sociales y festivos de la ciudad.

Uno de los últimos de este oficio, presente en la barriada, fue Serafín Mora, de la calle de Quart número 30, que en 1.867 se anunciaba como fabricante de toneles y cubas para embarques y bodegas.

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Els Esparters o Espardenyers: Este Gremio también gozó de gran importancia.

El esparto se había convertido en una de las primeras materias primas para la confección de sacos, esteras, escobas, cestas, sombreros, bolsos, aventadors, palmitos y espardenyes.

Una de las primeras noticias que se tiene del Gremio corresponde a 1.373 cuando comunican a los jurados que eligen el color verde como distintivo propio y se acogen a las constituciones particulares que por entonces se erigieron.

En 1.445 se aprueban nuevas ordenanzas, comenzando una vida próspera y de importancia social que daría como resultado ocupar el cuarto puesto en la elección de prohombres en el Consell General de 1.531.

El Gremio alcanzó su mayor importancia a finales del siglo XVIII, señalándose en 1.791 una recolección de 292.000 arrobas de esparto, según datos que publicó La Sociedad Económica de Amigos del País.

Su patrón era San Onofre, al cual le dedicaban la fiesta anula celebrada con fondos de la cofradía.

Aunque en las constituciones no se señalaba iglesia alguna para celebrar las fiestas, ya que se dejaba a elección del clavario, por el tiempo se consiguió el patronato del altar de Sant Francesc en el convento del Carmen y allí se colocó la imagen propiedad del Gremio.

La casa social se hallaba en la actual calle de Salvador Giner, frente al gremio de los Cuberos; en 1.584 y 1.592, el Consell, en atención a sus servicios, concedió para su reforma, diez florines de oro.

Posteriormente fue derribada y los agremiados siguieron celebrando sus reuniones y fiestas anuales en la iglesia del convento próximo de Sant Josep y de Santa Teresa, al menos hasta 1.879, última solemnidad relatada por el marqués de Cruilles.

Este Gremio tenía la costumbre de facilitar gratis las piezas necesarias para la capilla de la Virgen de los Desamparados, ceremonia que se realizaba con gran boato.

El día de la fiesta eran conducidos los fardos de las esteras en la galera de uno de los molinos cercanos, adornada con cañas, hojarasca y arreos vistosos, formado comitiva los mozos y oficiales del Gremio, y yendo delante el guión de la Virgen con los acólitos y la dolçaina y el tabalet.

También llevaron en ocasiones dos leones figurados, encima de los cuales iban dos enanos tocando el tambor.

Salían de las casa cofradía a las doce  y siguiendo la carrera de la procesión del Corpus arrojaban aventadores de esparto (especie de abanico de este material), dirigiéndose a la capilla de la patrona en cuya puerta les esperaba el capellán mayor.

Tras descargar los fardos se descubría la imagen y tocando el órgano y la dolçaina se verificaba la estera de la capilla.

A partir del siglo XIX, los productos confeccionados con el esparto fueron sustituidos por otras fibras novedosas que se incorporaron al mercado.

La introducción de los telares mecánicos de principios del siglo XX hizo que este oficio, al menos en la ciudad, fuera relegado de forma definitiva por estos adelantos.

En 1.863 se constituyó como Sociedad Industrial y Filantrópica.

Como único vestigio del Gremio se puede contemplar actualmente un retablo de azulejos de 1.804 con la imagen de San Onofre en la que se aprecia también un manojo de esparto, aguja, punzón y alpargata, todo un conjunto simbólico que queda como recuerdo de la que debió ser su casa social o vivienda del clavario mayor en la calle de Salvador Giner número 1.

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Els Ferrers: La primera vez que se mencionó a este Gremio fue en 1.298 formando parte como auxiliares de los plateros.

Posteriormente, se separan de ellos y aprueban sus nuevas constituciones en septiembre de 1.329, ordenanzas que fueron ampliadas en mayo de 1.483, teniendo como patrón a Sant Eloi.

Dentro de este oficio existieron dos categorías: el de ferrer, considerado de inferior condición y el de manyà (cerrajero) de más consideración artesanal.

Por el tiempo se separaron constituyendo gremios independientes.

Con la desaparición del régimen foral los ferrers pasaron a llamarse herreros o herradores.

El 12 de agosto de 1.742 se aprobaron nuevas ordenanzas para el buen gobierno del Gremio y la cofradía.

La bandera que usaban era de damasco carmesí, con adornos de oro, teniendo como divisa dos águilas unidas por la espalda formando escudo a modo de media luna.

En un principio celebraban sus fiestas en la iglesia de Santa Caterina, en la capilla de su santo patrón, pero posteriormente se trasladaron al altar de Sant Josep en la iglesia del convento del Carmen, donde continuaron celebrando sus cultos y fiestas.

De antigua estuvo establecida la Cofradía de Herreros de Corte o de Tall.

Solían participar en los festejos de la ciudad con un carro que portaba un fragua de la que saltaban escorias encendidas, lo que incomodaba bastante al público asistente.

Para su casa social adquirieron unas casas situadas en la calle del Portal de la Valldigna número 21, donde se construyó un edificio que a mediados del siglo XIX, tras la agónica situación del Gremio, fue enajenado.

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Els Garbelladors: Este oficio había formado agrupación gremial.

A pesar que incluía los oficios de medidores, tirasacos y paleros era uno de los brazos del Gremio de molineros.

Sus ordenanzas propias fueron elevadas a la aprobación de los Jurats, los cuales aceptaron, siendo publicadas por medio de pregón, según era uso y costumbre.

Fernando II aprobó disposiciones del Consell sobre el buen régimen de esta corporación.

El Gremio sostuvo diversos pleitos acerca de los derechos de los molineros del virrey e inquisidor.

Tenían como patronas a la Virgen de la Pluja y a la Moreneta.

Carecían de casa gremial y las juntas las celebraban en la iglesia del convento del Carmen el día 8 de septiembre, fecha en que se celebraba la citada Virgen de la Pluja.

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Els Guanters: Las primeras ordenanzas de este Gremio databan de 1.360.

En 1.373 eligen el color verde para su propio distintivo.

Su actividad provenía del oficio de pellicers.

Formaban el Gremio de los oficios de guanteros, bolseros, pergamineros, agujeteros con sus cabos de hoja de lata, latón y plata, fabricante de capirotes y manguitos, y en general de casi todo aquello relacionado con la manufactura de la piel.

Parece ser que en 1.440 formaban un gremio separado de los otros oficios de su ramo.

En los años 1.444, 1.459, 1.518 y 1.758 les fueron confirmados sus privilegios.

A la fabricación de guantes se unía la de bolsas de piel, algunas de ellas llamadas almoyners, las que en su interior guardaban las almoinas o limosnas para repartir entre los pobres.

Su patrón era Sant Bertomeu y poseían altar en la iglesia del convento del Carmen.

El 24 de agosto celebraban sus fiestas y al día siguiente se reunían para el nombramiento del clavario y su nueva junta directiva.

La sede de este Gremio estaba en la calle d’En Cendra y, desde el último tercio del siglo XIX, en la calle de la Puebla Larga número 102, actual calle de Dalt, junto al atzucat de les Amoroses y plaza de Na Jordana.

Allí tenían el altar y capilla donde celebraban sus cultos religiosos y donde debía arder una lámpara todos los días, que cuidaba el segundo clavario del oficio.

También poseían 5 adoberías, tres de ellas junto al Portal Nou.

Con posterioridad a la constitución de 1.600 variaron el color verde de su bandera por el carmesí, con fajas de oro, que fue el que últimamente usaron hasta la desaparición del Gremio en el último tercio del siglo XIX.

Sus asociados siempre se distinguieron por el deseo de asociarse a los festejos públicos de la ciudad.

Para la ocasión portaban un carro con dos leones tirados por un niño y distribuían entre el público poseías, guantes y pelotas.

Su casa social fue vendida en 1.879, según nota manuscrita que figura en las Ordenanzas.

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Els Moliners: Este Gremio se constituyó en un oficio de gran importancia merced a la multitud de molinos existentes en Valencia.

Cuando se agruparon como gremio adoptaron el color blanco como divisa.

En un principio fue un oficio vinculado al barrio.

Fundaron su cofradía por un privilegio otorgado por Jaime II el 9 de abril de 1.306 y en 1.373 redactaron nuevos estatutos.

Tenían como patrona a la Virgen de la Consolación o Moreneta del Carmen (poseían de ella una talla antigua que era copia de la genuina) celebrando su fiesta en el convento carmelitano, aunque posteriormente, dedicaron sus cultos a la Virgen de la Pluja cuyo retablo existía sobre la puerta de su edificio social en la calle del Pes de la Farina, junto al Almudín.

La bandera del Gremio era de damasco carmesí, galoneada de oro, llevando bordada una piedra de molino y sobre ella la Virgen.

Entre sus enseres más preciados poseían una imagen de la Virgen de la Almoyna, un retablo que representaba la Crucifixión, ambas obras del siglo XV, y un estandarte ricamente decorado con bordados en relieve, confeccionado con oro y querubines que rodeaban a la patrona.

En las procesiones festivas solían lanzar al público gran cantidad de harina que provocaba la risa de unos y el consiguiente malestar de otros.

El Gremio desapareció pero, hasta finales del siglo XX, todavía conservaban los molineros la costumbre de sacar las vistosas rocas de la procesión del Corpus, colaboración interrumpida tan solo en 1.873 cuando, sin saber el motivo, se negaron a prestar las mulas para arrastrar las carrozas; el capitán general de Valencia ordenó que se pusiesen a disposición del Ayuntamiento los caballos del cuartel de caballería.

Cuentan las crónicas que aunque todo salió bien se notó la falta de la presencia dels Moliners.

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El Col.legi dels Notarís: Este Gremio era uno de los más antiguos de Valencia.

El 20 de noviembre de 1.369 el rey Pedro II le concedió la facultad de constituir una cofradía y tener como patrón a San Lucas.

En 1.384, a petición de los mismos notarios, reformó y amplió las mismas constituciones incluyendo el derecho de nombrar representante suyo en el Consell.

Celebraban sus reuniones y las fiestas al santo patrón en el convento del Carmen, teniendo fundados en el altar mayor del mismo un beneficio de renta de 150 sueldos y la obligación de celebrar 8 misas anuales que, posteriormente, fue trasladado a la nueva iglesia de Santa Creu.

Por el tiempo, en memoria de Sant Vicent Ferrer y de San Lluís Bertrán, este Gremio los eligió como patronos de su cofradía, meramente religiosa, a los que dedicó grandes cultos, adquiriendo, además, el patronato de la capilla donde fueron bautizados estos santos.

Hasta mayo de 1.862 cuando se publicó la ley del Notariado, estos eran escribanos a la vez y se llamaban indistintamente de uno u otro modo.

En 1.867 los Escribanos solicitaron la constitución de su Colegio.

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Els Peraires o Pelaires: Este Gremio era el encargado de cardar y fabricar ropas de lana, se convertían también en uno de los oficios más importantes de la ciudad.

Así, se sucedieron las gracias y concesiones reales desde Jaime I hasta la época de las Cortes de Cádiz.

La primera manifestación pública de la existencia de este Gremio fue en 1.373 con ocasión de unas fiestas, eligiendo para su bandera el color verde que, posteriormente, cambiaron por el rojo.

Pronto estos cardadores de lana estuvieron agremiados, dado el elevado número de personas dedicadas al oficio.

Sus antecedentes habría que buscarlos en la época islámica, vinculados a la industria textil o a los curtidos.

A norte del barrio se extendía el huerto del Tirador un amplio descampado utilizado por los peraires para estirar y secar los paños tras ser lavados en la acequia de Rovella.

El Gremio se hallaba dividido en dos cofradías: una, acogida bajo el patronato de la Santísima Trinidad, y otra bajo el de Sant Miquel.

En agosto de 1.395 el rey Juan I les concedió el escudo de armas en un solo cuartel  que incluía las barras de Aragón, la emblemática tijera y otros útiles de su oficio.

Sus ordenanzas primitivas databan del siglo XIII.

Entre las varias actuaciones del Gremio es de destacar la gran importancia que este tuvo durante la Guerra de las Germanías, ya que fue de los que más fuertemente se opusieron a aceptar las órdenes dadas por el virrey.

Los Jurats recompensaron su actuación en varias ocasiones con la concesión y exenciones sobre sus fábricas y batanes.

En el siglo XVIII el propio gremio fabricaba y vendía paños finos de diferentes colores; su clavario mayor era por aquel entonces Francisco Miró, vecino de la calle del Malcuinat, junto a la iglesia de Sant Miquel.

En principio su sede estuvo cerca del convento de Sant Agustí pero, por el tiempo, la cofradía adquirió una casa que estaba edificada en el que luego se conoció como huerto del Tirador, entre la calle de la Corona y Quart.

Necesitaban de amplio local que sirviese de almacén, secadero de lanas y tendedero de paños, por lo que el Gremio adquirió nuevos terrenos a espaldas de la casa de su propiedad en la calle de Quart número 26, junto a la calle de Pinzón.

En el nuevo edificio se podían ver distintos escudos tallados ewn piedra y varias rejas, con las armas de la casa de Austria y las barras de Aragón.

Asimismo construyeron la capilla de la calle de la Corona que albergaba al monumental Sant Cristòfol.

A principios del siglo XIX el gremio era propietario y administrador del molino de la calle de la Trinitat situado en Campanar.

Cuando desapareció el Gremio, ya en el siglo XX, alguna de sus pertenencias, como la bandera y las enormes tijeras que fueron emblema de esta corporación, pasaron al Archivo Municipal.

La casa social fue derribada a principios de los años 50.

Como vestigio de este Gremio se encontraba en la calle de la Corona un retablo de azulejos con la imagen de Sant Cristòfol.

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Els Ramaders: Este Gremio lo configuraban aquellos que poseían una cabaña o rebaño de ganado en tierras valencianas.

Fue una institución gremial de bastante antigüedad, tenían en 1.582 aprobadas sus ordenanzas, si bien en años posteriores sostuvieron varios litigios con diferentes gremios acerca de su entrada en la ciudad.

Su patrón era San Joaquín.

Celebraban sus fiestas en la iglesia del convento del Carmen, en el altar dedicado al santo, que en 1.632 fue restaurado a costa de la corporación.

Poseían tres lámparas de plata que encendían el día de su fiesta.

En 1.760 aprobaron sus ordenanzas bajo el nombre de Hermandad de Cabañeros.

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Els Sabaters: A este Gremio Jaime I le concedió tres casas en las adoberías de Roteros que pertenecieron a Mohamat Alorquí. junto al huerto de Domènec Mateu.

Es muy probable que en ellas se reunieran sus asociados para celebrar las juntas y tratar los asuntos concernientes al oficio.

No obstante, pronto cambiarían de lugar, puesto que se sabe por una escritura del 17 de agosto de 1.369, que compraron una casa que sirviera como sede social situada en la parroquia de Sant Llorenç.

En 1.375 los zapateros habían puesto de moda pintar en los tapices o zapatos floreados figuras y nombres de Jesucristo, la Virgen u otros santos; no pareciendo respetuoso, el Consell ordenó su prohibición, bajo la pena de perder dichos zapatos y diez sueldos de multa.

Fue uno de los gremios más ricos de la ciudad.

Entre los maestros y los oficiales nació una división tomando los primeros el nombre dels prohomens maestres y los segundos el de jovens costurers.

Al principio gozaron todos de los mismos beneficios y aceptaron el mismo santo patrón, pero pronto comenzó su rivalidad con un choque que produjo la completa separación.

Por otro lado, surgieron los tapiners, encargados de fabricar los tacones de los zapatos que, tras muchas contiendas, lograron formar un grupo independiente en julio de 1.443.

Otra nueva división se produjo en el siglo XVI, con la aparición de los zapateros de viejo o remendones, formando una nueva asociación que aprobó sus capítulos en septiembre de 1.679.

El antiguo gremio, es decir los maestros, tenía como emblema las armas de Valencia y sobre ellas un zapato, como se podía ver en los escudos de su casa social y en los azulejos que mandaron fabricar en Manises.

Desde antiguo adoptaron por patrón del gremio a Sant Crispí.

En las celebraciones de la ciudad salían con un carro que imitaba las olas del mar en movimiento sobre el que iban sirenas repartiendo poesías y zapatos.

Como otros gremios, después de las Cortes de Cádiz de principios del siglo XIX, sus posesiones y bienes fueron enajenados a particulares; sus banderas y su archivo fueron entregados en depósito al Archivo General del Reino.

La asociación se transformó en Sociedad Instructiva de Calzado y sus Similares, con domicilio social en la calle de Juristas número 19.

Sin duda, fue uno de los gremios más influyentes de los que existieron en Valencia, que a pesar de tener el patronato en el altar mayor del convento de San Francisco y, posteriormente, en la parroquia de Sant Llorenç, la primera asociación gremial de este oficio nació en la barriada de Roteros.

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Els Soguers o Corders: Este Gremio estaba formado por aquellos que tenían por oficio hacer o vender cordeles y otras manufacturas del cáñamo.

Es uno de los oficios del barrio por excelencia.

Esta industria fue de las primeras en establecerse en Valencia, en documentos del siglo XIII ya son citados algunos artesanos del oficio.

Se constituyeron como Gremio a principios del siglo XVI.

En 1.526 pasaría a estar representado en el Consell General.

Eligieron como patrona a la Santísima Cruz y celebraron sus cultos en la iglesia del convento del Carmen, en el que tenían un beneficio en su altar mayor y, en atención a ello, suministraban gratis las cuerdas que se necesitaban para las campanas.

En un principio adquirieron unas casas situadas en la calle de Dalt, junto a Mossén Sorell pero, necesitando más amplitud, tuvieron que ampliar la superficie comprando el espacioso huerto d’En Cendra, que desde el año 1.623 adquirió el nombre de Hort dels Soguers, dando origen a una calle con su mismo nombre.

Allí construyeron una casa gremial y en ella celebraban sus juntas y reuniones.

El taller común ocupaba un espacio de dos hectáreas y estaba dividido en 51 parcelas destinadas a distintos maestros que debían pagar una cantidad por el arrendamiento.

En el interior del huerto se hallaba un almacén y la sede gremial.

También se construyó en el mismo año una capilla dedicada a la Mare de Deu dels Desamparats.

En su salón de reuniones se hallaban cuadros y retablos de cierto valor.

La bandera que utilizaban era de color verde y en el centro llevaba la imagen de su patrón.

Como el extenso territorio que ocupaban formaba parte del Partit, hacia el año 1.691 el convento del Carmen compró una porción de sus huertos y otra fue a parar a manos privadas.

Fue por esa época cuando el gremio se transformó en una sociedad industrial trasladándose a una travesía del camino de Burjassot, correspondiente a una barriada de Marxalenes, lugar donde tuvieron una capilla dedicada a la Virgen de los Desamparados en la que celebraban todos los años grandes fiestas.

La actividad pasó a encuadrarse en el Sindicato del Ramo Textil.

Este oficio gozó de una gran popularidad hasta principios del siglo XX, debido a la utilidad de su producto elaborado.

En ocasiones, su actividad industrial pasaba a elaborarse en los patios interiores de algunas casonas, bajo los cobertizos o en medio de la vía pública, frente a la casa del filater, donde funcionaban les rodes de filar portátiles, movidas a brazos, generalmente por los niños.

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Els Teixidors de llana: Este Gremio también era bastante antiguo.

Ya en el Llibre del Repartiment se encuentra citados varios tejedores a los que se les concede el título de obrador.

En 1.392 Juan I elevó el oficio a la categoría de cofradía bajo el patronato de Santa Anna.

Su casa gremial se situó cerca de la calle de la Calderería, así quedó indicado en un bando de 1.424.

En un principio tuvo gran unión con los tejedores de lino y en 1.373, eligió para su propia divisa, el color verde.

Sin embargo debido a ciertas divergencias, en 1.542, se separaron ambos gremios y en la concordia que realizaron se acordó que los de lana no pudieran utilizar las águilas por ser propias del oficio de tejedores de lino.

En 1.520 en la época de la Revuelta de las Germanías, existían 58 tejedores de lana, entre los que se encontraba Guillem Sorolla que capitaneaba los grupos de los gremios en su lucha contra la nobleza.

Según Gaspar Juan Escolano (Valencia, 1.560 – Valencia, 1.619, eclesiástico, escritor e historiador valenciano) poseyeron una antigua casa para realizar sus reuniones cerca del convento de la Encarnación.

En las procesiones de la ciudad que este Gremio participaba portaban antorchas encendidas y un carro con un telar en el que realizaban manufacturas que eran repartidas entre el público.

El Gremio fue poco a poco extinguiéndose y ya no participó en la procesión del Corpus de 1.815.

Dio nombre a una calle, ya desaparecida, situada en la parroquia de Santa Creu, entre la plaza d’Arbre y la de la Calderería.

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Els Traginers: Este Gremio era conocido con el nombre de Gremi i Confraria de Sant Cristòfol, una organización dedicada al transporte de enseres y mercancías, como también el de cadáveres.

Ejercían su actividad con carros.

Los que se dedicaban a conducir a los fallecidos al lugar del entierro ejercían una labor importantísima en época de peste y sus calamidades.

Su patrón era Sant Josep y su sede estaba situada en la plaza de Na Jordana número 1, en cuyo salón principal había una capilla donde se daba culto al santo patrón, representado en un retablo de madera junto a San Vicente Ferrer y la Inmaculada Concepción.

Era obligación del clavario mayor proveer de aceite para el alumbrado de la lámpara que existía en la capilla.

En algunos casos conmemoraron sus fiestas en la capilla de Sant Josep del convento de las Magdalenas, pagando cuatro libras por la celebración.

La bandera que utilizaba el Gremio era de damasco carmesí con galones de oro, llevando como remate el pasaje de la Huida a Egipto, con ella participaban en diferentes festejos aportando una danza llamados Los Gitanillos y al son de unas características trompetas.

En 1.832 los Traginers dedicados al transporte formaban una compañía de 36 hombres.

Se les podía ver en la fuente del Mercado a cualquier hora.

Los asociados gozaban del privilegio de ser los que acudían a los incendios y sacaban los objetos de los apestados.

En relación con los incendios se constituyeron en un cuerpo antecedente de los bomberos, puesto que sobre el año 1.755, se les proporcionó una máquina de tipo hidráulico que arrojaba agua a varios metros de distancia por medio de bombeo manual.

A la máquina los ciudadanos comenzaron a llamarla xeringa (jeringa), este artefacto, transportado en un carro, fue determinante para sofocar los incendios de las casas puesto que su surtidor alcanzaba los 50 brazos de elevación y llegaba con facilidad a los últimos pisos y terrados.

Esta función de apagar los incendios cesó cuando en 1.844 se creó la Sociedad de Seguros Mutuos que pronto dispuso de una cuadrilla de zapadores para este cometido.

En 1.857 la brigada, según el convenio, pasó a depender del Ayuntamiento creándose así el Cuerpo de Bomberos Municipal que ha celebrado en el 2.007 su 150 aniversario.

El Gremio fue decayendo poco a poco hasta desaparecer, y sus bienes fueron enajenado en el último tercio del siglo XIX.

 

Fuentes consultadas:

Bibliografía:

Existe mucha y muy variada bibliografía referente al Carmen, por tanto, tan solo mencionaremos algunos de ellos:

  • Guía urbana de Valencia. Marqués de Cruïlles.

  • Barrio del Carme de Valencia. Marí Ángeles Arazo

  • Autoritarismo monárquico y reacción municipal. Amparo Felipo Orts.

  • Insaculación y élites de poder en la ciudad de Valencia, Amparo Felipo Orts.

  • La población del barrio del Carmen. Manuela Balanzá

  • Manual del viajero y guía de los forasteros  en Valencia. Vicente Boix

  • Historias y anécdotas del Barrio del Carmen. Juan Luis Corbín

  • La Valencia musulmana. Vicente Coscollá

  • Avecindados en la ciudad de Valencia en la época medieval. María de los Desamparados Cabanes Pecourt

  • El Carme. Crónica social y urbana de un barrio histórico. Rafael Solaz Albert

  • El Carme de l’obrador al pub. Manuel Hernández i Martí Gil

  • Morfología del barrio de El Carme. Manuela Balanzá

  • El ornato urbano. La escultura pública en Valencia. Rafael Gil y Carmen Palacios

  • Valencia Centro Histórico. Trinidad Simó Terol

  • Capillas y Casas Gremiales de Valencia. Vicente Ferrán Salvador

Fotografías

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  • Archivo fotográfico de Rafael Solaz Albert

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