Fuentes de la Glorieta
Situación: Jardines de la Glorieta
Construcción:
Estilo arquitectónico:
Realizado por: Manuel Serrano Insa
Intervenciones:
Fuentes de la Glorieta.
La ciudad de Valencia ha ido diseñando a lo largo de los últimos siglos distintos espacios para utilizarlo como soporte del ornato público.
En este sentido, uno de los primeros lugares donde se alojaron estatuas fue la Glorieta.
Ya en el plano del Padre Tosca (el Capellà de les Ratlletes) de 1.704 se puede observar como en la parte este de la muralla aparece recogido el Convento de Santo Domingo junto al castillo de la Ciudadela, frente a la cual se aprecia una extensión, detrás de la puerta de la muralla emplazada frente al camino del Mar; en este lugar, que se llamó plaza de Santo Domingo, se construiría la Glorieta a principios del siglo XIX.
Para llevar a cabo la construcción de la Glorieta, y también siguiendo las pautas habituales de aquella época que son un claro índice, tanto de la proyección pública de las obras municipales, como de la implicación del pueblo valenciano en aquello que se consideraba beneficiado, se abrió suscripción pública para financiar la citada obra, publicada en el Diario de Valencia del 19 de febrero de 1.817.
Este jardín fue trazado por el arquitecto Manuel Serrano Insa y en su origen se pensó en una superficie donde instalar un monumento a Fernando VII, que nunca llegó a realizarse, pero para el cual se plantaron naranjos, sauces y fresnos.
Fuentes de la Glorieta
Hacia 1.826 el jardín de la Glorieta quedó cerrado con una balaustrada de madera entre pilares de piedra.
Frente a la calle del Mar se construyó, por aquel entonces, una puerta monumental proyectada por el arquitecto Cristóbal Sales.
En 1.844 la Glorieta fue iluminada con gas y, en 1.859, la valla de madera con pilastras de piedra fue sustituida por una verja de hierro; este mismo año, con motivo de la guerra con Marruecos, el ejército español tomó Tetuán y para recordar esta hazaña, el gobierno municipal decidió que la plaza original llamada de Santo Domingo (Sant Domenec) pasase a ser conocida con el actual nombre de plaza de Tetuán.
Para ornamentar este espacio se adquirieron, con los fondos conseguidos por suscripción popular entre los años 1.817 y 1.820, una serie de 6 obras escultóricas procedentes del huerto del canónigo Antonio Pontóns García, del camino viejo de Torrent, cerca de Patraix, que había realizado el genovés Giacomo Antonio Ponzanelli; las erróneamente llamadas “Cuatro Estaciones” (Diana, Venus, Apolo y Plutón o Vulcano) que actualmente podemos admirarla en el paseo de la Alameda junto a los Jardines del Real (Viveros).
Este mecenas de las Bellas Artes (Antonio Pontóns García) canónigo de la catedral de Valencia y notable empresario mercantil, partidario de la política de Felipe V, cedió su casa y jardín a su muerte en 1.706 al monarca y a su esposa Luisa Gabriela de Saboya; posteriormente después de muchas ventas y donaciones, el huerto pasó a manos del arzobispo de Valencia, Francisco Jiménez del Río, cuyos herederos vendieron algunas de las estatuas del jardín para ornamentar la Glorieta.
Así pues, la estatua del mítico Neptuno, originalmente emplazada junto a la estatua de Venus, y que actualmente podemos admirar en los jardines del Parterre, dentro de una hornacina junto a un muro que cerraba el jardín del huerto.
La asociación de estas dos estatuas en el jardín de Pontóns es lógica al tratarse de 2 divinidades asociadas al agua, elemento origen de la vida.
Posteriormente esta pieza del dios Neptuno se desplazó a la Alameda, para cuya instalación se construyó una gruta artificial, para ser trasladada a principios del siglo XX de nuevo, esta vez, a las inmediaciones de la Glorieta, concretamente a los Jardines del Parterre, donde, como ya hemos comentado, se encuentra actualmente.
Y, finalmente formaba parte del conjunto de esculturas adquiridas en el huerto de Pontóns, la escultura del Tritón, que fue la escultura más destacada por su calidad de todas las que componían la original colección de Pontóns.
Esta escultura inicialmente se ubicó en la Glorieta en el centro del óvalo del paseo central.
En 1.826 Alexandro Laborde, en su descripción de la Glorieta, afirmaba que tenía “una pila de jaspe de Villamarchante (sobre el que) se eleva un bello pedestal de mármol blanco y jaspes, adornado con cuatro mascarones de bronce, sobre el cual descuella un hermoso Tritón de mármol, de tamaño natural, en ademán de tocar el bocina o trompa marina que empuña con la mano derecha: la propiedad y belleza de sus formas son la admiración de los inteligentes, y publican el genio y maestría del desconocida artista, que tanta expresión supo dar a una insensible piedra. Los cuadros están adornados con otras estatuas menores de bastante mérito, que representan a Neptuno, Diana, Venus, Orfeo y el Invierno”.
Desde 1.833, con motivo de la conmemoración del nacimiento de Fernando VII, se inauguró, instalada junto con un pozo con bomba, cañería y receptáculo, y el 30 de mayo comenzó a brotar agua de la caracola.
De todas las piezas procedentes del huerto del canónigo, es la única que, en la actualidad permanece en la Glorieta, lugar para el que fueron adquiridas.
En 1.844 el Tritón, ejecutado por Giacomo Antonio Ponzanelli e inspirado en la conocida obra romana del maestro Bernini, quedó desmontado de su emplazamiento original al ensancharse los andenes, depositándose entonces en unos almacenes, hasta 1.860 hubo de aguardar para que de nuevo viera la luz pública, y fue en este momento cuando se creó una fuente mayor, emplazándola en su ubicación actual, esta fuente realizada en mármol negro de acuerdo con las directrices marcadas por el arquitecto Antonio Sancho y su alumno Antonio Cortina, y adhiriendo la fuente a un pequeño bosque elevado.
El Tritón aparece sobre un pedestal con 3 mascarones que manan de forma incesante y cuenta, además, con 2 delfines a modo de surtidores.
Destaca por la naturalidad con que ha sido tratada la figura, este dios marino, considerado hijo de Neptuno y Anfitrite, forma parte del cortejo de su padre y su representación más tradicional fue la adoptada por Pinzanelli.
Su vinculación familiar con el dios Neptuno justifica también su relación con esa escultura de la serie el Huerto de Pontóns.
Pero las incidencias de este conjunto escultórico todavía continuaron, puesto que, en 1.964, se cortó el agua que surtía de la caracola que sujeta la mano derecha de la figura del Tritón, restableciéndose con posterioridad.
La Glorieta quedó, de nuevo, transformada en 1.927, bajo el gobierno municipal de Luis Oliag.
Desaparecieron edificios, árboles y las verjas.
Entonces fue cuando adquirió la forma con la que actualmente se conoce.
La Glorieta quedó decorada con las esculturas del doctor Gómez Ferrer, realizada por el escultor Francisco Paredes; el busto de Francisco Domingo Marqués de Mariano Benlliure, y de los pintores Antonio Muñoz Degrain y Joaquín Agrasot, obras de Francisco Marco Díaz-Pintado.
Fuentes consultadas:
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Archivos autores
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Archivo del Reino de Valencia
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Archivo Histórico Municipal
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Historia de las calles de Valencia
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Historia de Valencia y sus costumbres
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Archivo Administrativo Municipal
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Arquitectos de Valencia
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Arquitectos italianos en España
Bibliografía:
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Monumentos a valencianos ilustres en la ciudad de Valencia. Vicente Ferrer Olmos, 1.987
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Valencia antigua y moderna. Marcos Antonio de Orellana
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La escultura conmemorativa en España. La edad de oro del monumento público 1.820-1.914. Carlos Reyero
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La Ciutat de València. Manuel Sanchis Guarner
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Escultura contemporánea en el espacio urbano. Transformaciones, ubicaciones y recepción pública. María Luisa Sobrino Manzanares.1.999
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El paseo de la Alameda de Valencia. Historia urbana de un espacio para la recreación publica (1.644-1.994) Juan J. Gavara Prior
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Guía Artística de Valencia. Francisco Vilanova y Pizcueta. 1.922
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La escultura pública en Valencia. Estudio y catálogo. Elena de las Heras Esteban.
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Catálogo Monumental de la Ciudad de Valencia. Felipe Mª Garín Ortiz de Taranco
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