Sant Bernat de Rascanya

Sant Bernat de Rascanya

El Monasterio de San Miguel de los Reyes

Sant Bernat de Rascanya fue un monasterio pequeño de la Orden del Cister, construido con materiales modestos y sin carácter monumental.

Durante el siglo y medio de su existencia pasó por graves dificultades debido a problemas financieros y a la falta de control monástico.

Su historia comienza cuando el abad del monasterio de la Valldigna, Arnau de Aranyó compra la alquería de origen islámico de Rescanya en 1.371, con la intención de construir un monasterio.

La nueva comunidad de monjes se traslada en 1.381 y continuará la vida monástica con altibajos hasta el año 1.546.

El final de Sant Bernat de Rascanya ocurre cuando el duque de Calabria consigue suprimir la orden cisterciense y sustituirla por la orden de los jerónimos, construyendo un nuevo monasterio y cambiando el nombre a Sant Miguel de los Reyes.

Los terrenos que ocuparon este cenobio formaron parte de la alquería de Rascanya (el mismo nombre que una de las siete acequias que toma sus aguas del río Turia), donada por Jaime I, tras la conquista, al caballero En Guillem de Aguiló para agradecer sus servicios, con todo su término, hornos y molinos, el 4 de agosto de 1.237, conservando la posesión hasta su muerte en 1.277, con unos límites extensos y precisos.

Los límites de la posesión permanecen invariables durante largo tiempo, si bien posteriormente, se añaden diversas compras de los abades.

Si te gustan nuestros artículos puedes suscribirte a los boletines semanales con las últimas noticias sobre la historia de Valencia

Sucedió a Aguiló en la posesión de la alquería Pedro Esplugues, quien tuvo dos hijos: Pedro (Arcediano de la Seo de Valencia y capellán del Papa, que repobló con cristianos la que iba a llamarse Puebla Larga) y Bernardo (nombrado Bayle General por Jaime II en 27 de marzo de 1.307), quien dedicaría a la alquería toda suerte de atenciones y preferencias, cuyos frutos entraban desde la productiva huerta de Valencia.

En poder de los Esplugues continuaría la posesión de la tierra hasta que se enajenó la hacienda al rey Pedro IV por 30.000 sueldos valencianos, con la condición que este haría lo propio al abad fray Arnau Saranyó (V abad del monasterio de Valldigna) con todos sus hornos, carnicería y demás pertenencias, previo consentimiento del obispo de Valencia, acariciando la vieja pretensión de fundar un convento de la Orden del Cister en los alrededores de Valencia.

Las tierras de esta alquería de Rascanya quedaban ubicadas en plena huerta de Valencia, en el que iba a conocerse como el Plá de Sant Bernat.

Sant Bernat de Rascanya

El Monasterio de San Miguel de los Reyes

Fray Arnau Saranyó escribe al papa Gregorio XI y al monarca Pedro IV exponiendo sus deseos de fundar un Priorato de su orden en el sitio donde ya había una ermita dedicada a San Bernardo; la concedió el papa por Bula en Avignon (Provenza, Francia) el 21 de mayo de 1.372.

Se reúnen los 27 monjes de la Valldigna con el abad Arnau, acordando que dos o más monjes, hasta que se necesiten más religiosos, residan en la modesta capilla, fundando un Priorato con las casas allí construidas y granja para sustentarles, sin que para ello hiciera falta licencia del prelado diocesano y aquel priorato será un miembro de su Monasterio de Valldigna y su Prior iba a depender perpetuamente del abad de Valldigna.

Se levantó acta de constitución el 11 de noviembre de 1.372.

Años después, el 26 de abril de 1.374, fray Arnau confirmada toda su posesión, que ya comprendía tierras y pastos, aguas y baños, molinos y carnicerías, etc., fue el momento de trasladar al papa Gregorio XI la oportunidad de aprovechar una ermita de San Bernardo, construida en ese lugar, para levantar sobre la misma el Priorato de su Orden, sometido a la disciplina monástica del abad de Valldigna, con casa, iglesia y todas las dependencias necesarias de la vida regular.

Todo ello fue posible porque a la muerte de fray Bernat Boix, ocupó la abadía de Valldigna fray Andreu Saranyó, religioso de una fuerte personalidad, nacido en Alzira.

En la Guerra de los dos Pedros (La guerra castellano-aragonesa de 1.356-1.369, llamada Guerra de los Dos Pedros, fue una serie de enfrentamientos que mantuvieron Pedro I de Castilla y Pedro IV de Aragón entre 1.356 y la muerte del primero en 1.369. El conflicto no fue continuo, sino que, como era habitual en la Edad Media, estuvieron separados por varias treguas y negociaciones de paz que fracasaron. El conflicto entre ambos monarcas se encuadra dentro de otros mayores contemporáneos como la Primera Guerra Civil Castellana (1.351-1.369) y la guerra de los Cien Años (1.337-1.453)) el abad Saranyó asistió al saqueo de los poblados del entorno, así como, a la tala de los bosques, tras la paz, el abad consigue de Pedro IV la salvaguarda de toda la zona (bienes y vasallos) alcanzando el perdón de los que hubieron delinquido, asentando nuevos poblados y labrando tierras sin cultivar.

Nuevos y cuantiosos ingresos iban a permitirle restaurar la abadía, decorar la iglesia y dignificar la puerta Real del monasterio, dándole rango y prestigio.

Sant Bernat de Rascanya

El Monasterio de San Miguel de los Reyes

A su muerte, fray Arnau había logrado sanear la hacienda monacal, mantener relaciones con gente de rango y conseguir del monarca, en junio de 1.382, tres privilegios que le daban mayor poder en su territorio.

Con todo esto, sin embargo, pudo cumplir sus deseos de levantar la tan deseada y estimada filial Institución de San Bernat de Rascanya, con saneadas rentas y censales suficientes para su construcción y mantenimiento.

Los deseos y aspiraciones del abad Saranyó no quedaron colmados con todo lo conseguido, sino que ansiaba disponer de los medios materiales suficientes para que el Priorato, establecido en la antigua alquería de Rascanya, se convirtiera en un monasterio, con 12 monjes y un abad, contando con iglesia, coro y demás dependencias y disponiendo de los medios necesarios para mantenerse, sin la dotación patrimonial de la Valldigna, que por aquel entonces, ya podía desprenderse de algunos religiosos para la nueva comunidad, por consiguiente Saranyó, contando con recursos y monjes suficientes, disponiendo de ahorros bastantes, siempre apoyado por el infante don Juan y el obispo Jaime de Valencia, traslada sus deseos al papa Clemente VII de erigir un monasterio, con su iglesia, casas y granja, en plena huerta de Valencia, suficiente para 12 monjes y un abad.

El pontífice encarga al cardenal Pedro de Luna la misión de examinar el proyecto y averiguar las posibilidades de sostenimiento de aquella comunidad, siempre y cuando esta quedara sujeta a Valldigna y siguiese la Orden del Cister.

En nombre del abad de Valldigna, fra Bartolomé Llompart expuso rentas y derechos, adquiridos por el abad Saranyó, que suponían las siguientes posesiones:

  1. La primitiva alquería de Rascanya con todas sus posesiones en casas, viñas, tierras y censos.

  2. La alquería de Fraga de los Abades en Cocentaina.

  3. La alquería de Énova en Xàtiva.

  4. Alquería de Espioca, en el término de Valencia, y aparte de todo ello, censos que ascendían a unos 700 sueldos anuales.

Por lo tanto contando con rentas suficientes para sus 40 monjes en Valldigna, el nuevo monasterio podría mantenerse, de manera que se informó al cardenal Pedro de Luna que el priorato de los bernardos se convirtiera en monasterio, regido por fra Bartolomé Llompart, sobrino de fra Andreu Saranyó.

Allí iban a residir durante 163 años.

Fueron abundantes las rentas concedidas, de forma continuada, a la nueva abadía, siempre con la intención que habían venido teniendo los bernardos de asentarse en tierras cercanas a Valencia y, ciertamente, a lo largo de casi un siglo la fundación conoció momentos de crecimiento y esplendor.

Sant Bernat de Rascanya

El Monasterio de San Miguel de los Reyes

El Monasterio en el siglo XV

Una vez se hubo levantado el monasterio, los monarcas de la Corona de Aragón, no solamente recibían en la sala monacal a las autoridades representantes de la ciudad de Valencia y su Reino, sino que los miembros de la familia real descansaban en los aposentos del cenobio, antes de hacer su entrada en la ciudad y desplazarse con frecuencia desde el cercano Palacio Real al monasterio.

Sin embargo algo iba a cambiar en el Monasterio, convertido ya en parador oficial de la Corte.

Tras la extinción del Cisma, precisamente por su rango en la curia real, sus abades no hacían vida de comunidad, antes bien, pretendieron gozar de privilegios en la corte pontificia, nombrando un monje de confianza que, con el título de prior, gozaba de las competencias necesarias para regir aquella precaria comunidad; esto trajo consigo la relajación en la relación con sus monjes: las tierras rentaban cada vez menos y los gastos de los abades, así como los ordinarios en atender vestido y manutención de aquellos, eran cada vez más agobiantes.

En 1.415 se solicita del rey el permiso de arriendo y/o venta del castillo o Torre de Espioca, con las tierras de la huerta de Valencia (rodeadas por los términos de Benifayó, Almusafes y Silla) a En Garcerán de Castella, razón por la que poco tiempo después, el monarca embargará sus bienes.

Son momentos difíciles para la comunidad, que habrá de hacer frente, incluso, a su mera subsistencia: falta de autoridad del abad (ocupado en la curia pontificia), monjes sujetos a la tutela de un prior, envidias entre ellos, relajación de la vida regular, quebranto de las reglas y disciplina de la Orden, al tiempo que en lo económico, había vencimientos que no se cobraban, rentas viejas y plazos caducados.

Con la llegada de Fernando el Católico, el entonces Prior fra Pau Falcó (que llevaba 10 años en el cargo) quiere solventar la situación, se enfrenta al abad y piensa dirigirse al Pontífice, pero decide ampararse en el nuevo monarca de la Corona de Aragón, exponiéndole que ha procurado mantener dignamente la comunidad, administrar rectamente los bienes y rentas, etc.

Pero todo quedó en el nombramiento de regio el 20  de abril de 1.479 de Luis Cavanilles, Gobernador del Reino para que juzgara la administración del monasterio y le diera una solución viable y oportuna.

Pero el monarca pretende solventar de una vez por todas el problema entre el abad y el prior del monasterio de forma definitiva y enderezar la vida comunitaria, su economía y actividad, pidiéndole encarecidamente al Pontífice Inocencio VIII que tuviera a bien reemplazar los abades regulares (hasta ese momento elegidos por el monasterio) por abades seculares o comendatarios, y en efecto, en 1.481 era nombrado el cardenal setabense Rodrigo de Borja (Xàtiva, Valencia, 1.430 – Roma, Italia, 1.503) como abad, sobrino de Calixto III, quien ratificaría como Prior al viejo fray Pau Falcó, que bien poco iba a poder enderezar la situación.

Difícilmente podía mejorar la situación: débitos impagados, ocultación de rentas, robos de libros, notas, testamentos y obligaciones, desaparición de joyas, ornamentos y reliquias.

De todo esto da cuenta el nuevo abad Rodrigo de Borja a Inocencio VIII quien ordena (según cartas apostólicas de 1 de junio de 1.489) restituir lo robado, bajo pena de excomunión, aunque no se alcanzó ningún resultado práctico en esa gestión.

Rodrigo de Borja en 1.491, viendo cercana la tiara pontificia (En la Iglesia católica, se trata de una mitra que servía como símbolo de la autoridad suprema usada en ocasiones solemnes), renuncia a las abadías de San Bernardo y Valldigna, aunque para esta última consiguió el nombramiento del abad en favor de su sobrino César Borja y para la primera será nombrado el obispo de Elna (región del Languedoc-Rosellón, Francia), arzobispo de Oristano y cardenal de San Clemente.

Próximo artículo: Palacio Real y Duques

 

Fuentes consultadas:

Bibliografía

Existe muchísima y muy variada bibliografía referente al Monasterio de San Miguel de los Reyes, por las limitaciones de espacio, tan solo mencionaremos algunos de ellos:

  • Guía urbana de Valencia antigua y moderna. Marqués de Cruïlles.

  • Diccionario de la Historia Eclesiástica de España. Quintín Aldea Vaquero.

  • Los monasterios aragoneses, Elena Barlés Báguena.

  • Catálogo Monumental de la Provincia de Valencia. Felipe Garin y Ortiz de Taranco.

  • Los monasterios valencianos: Su economía en el siglo XV. Amparo Cabanes Pecourt.

  • Los monjes españoles en la Edad Media. fray Justo Pérez de Urbiel y Santiago.

  • Monasterios valencianos: su historia y arte. Carlos Sarthou Carreres.

  • La Orden del Cister en tierras valencianas. Bernardo Bono y Barber.

  • El reino de Castilla en la época de Alfonso VIII. Julio González

  • El Monasterio de Valldigna y sus abades. José Toledo Guirau.

  • Historia del Real Monasterio de Poblet. Jaime Finestres y de Monsalvo

  • Historia de la Orden de San Jerónimo. José de Siguenza

  • Las cartujas valencianas y la desamortización de Mendizábal. Francisco Roca Traver.

  • El Monasterio de San Miguel de los Reyes. Francisco Roca Traver

  • Apuntes históricos sobre los Fueros del antiguo Reino de Valencia. Vicente Boix. 1.854.

  • Arquitectura religiosa del siglo XVII en la ciudad de Valencia. Fernando Pingarrón.

  • Décadas de la Historia de la insigne y coronada Ciudad y Reyno de Valencia. Gaspar Escolano.

Fotografías

  • Archivo fotográfico de José Huguet

  • Archivo fotográfico de Pepe Sapena

  • Archivo fotográfico de Simó Cantos

  • Archivo fotográfico de Diez Arnal

  • Archivo Histórico Municipal

  • Biblioteca de Etnología

  • Centro Cultural La Beneficencia

  • Archivo fotográfico de Ricardo Moreno

  • Archivo fotográfico de Valencia Actúa

  • Archivo fotográfico de Abelardo Ortolá

  • Archivo fotográfico de Manuel Cubells

  • Archivo fotográfico de Rafael Solaz Albert

  • Archivo fotográfico de Lázaro Bayarri

  • Archivo fotográfico de Periódico Levante

  • Archivo fotográfico de José Aleixandre

  • Archivo fotográfico de Marina Solaz

  • Archivo fotográfico de Morales San Martín

  • Archivo fotográfico de Toni Serrano

  • Archivo fotográfico de V. Andrés

  • Archivo fotográfico de Ludovisi y señora