Malvarrosa. Nacida del agua. Mirando atrás
Malvarrosa. Nacida del agua. Mirando atrás
Rastreando la prehistoria
Junto al mar.
En la Vega de Valencia.
Entre el Cabanyal, Benimaclet y Alboraia.
Sobre tierras de aluvión, surcadas de ramales de las acequias de Mestalla y Racanya, Malvarrosa ocupa una posición peculiar.
Está en el centro de la gran franja litoral, lisa, que parece trazada artificialmente.
Toda esta llanura, no fue más que una gran fosa, que se fue rellenando con materiales de aluvión muy erosionados, que el río fue arrastrando a lo largo de miles de años.
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La tierra se estremece
En el periodo de Mioceno, la tierra da lugar a la separación, de África y Europa, a esto le sucedió una etapa de relajamiento, momento en el cual se produce el fenómeno de fracturación del Mediterráneo, todas nuestra franja litoral se hunde en el mar.
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El relleno
Una vez hundida toda la franja litoral, se inicia la fase de relleno, en un interesante proceso durante el que el protagonismo lo adquieren los ríos, que en esos momentos, bajan con mayor rapidez hacia el mar, acarreando incontables toneladas de tierra y depositándola a lo largo de nuestra costa, dando así origen a la huerta valenciana.
Toda esa rica masa de tierra está surcada por grandes ramblas, o pequeños cauces que ordinariamente están secos, pero que son los depositarios de las grandes avenidas de agua proveniente de las frecuentes inundaciones.
Agua que también se acumula en grandes bolsas subterráneas.
La Malvarrosa quedará muy marcada por este proceso.
Por su proximidad al mar, no perderá su carácter lacustre hasta pasados varios siglos, y esta característica será decisiva a la hora de adjudicarle su nombre.
Difícilmente puede hablarse de vida en la Malvarrosa estricta hasta no hace más de 200 años.
De modo que hasta el siglo XVIII solo podemos hablar de historia de la Malvarrosa por aproximación, es decir, que hasta esa fecha tenemos que conformarnos con hablar de lo que ocurría alrededor de la actual Malvarrosa, que era un terreno pantanoso o una gran marjal (marjal es una zona húmeda, generalmente cercana al mar, de gran riqueza tanto en fauna como en flora. Estas zonas húmedas a menudo son estaciones de paso en la migración de las aves entre el norte de Europa y África. Este terreno bajo y pantanoso se halla cubierto de vegetación prácticamente en su totalidad y su origen puede ser diverso, aporte fluvial, subterráneo, mareas, etc.) tal como se le conoce desde los tiempos de Jaime I hasta hace muy pocos años.
A su alrededor se extendían las huertas de Algirós, Alboraia y Benimaclet y unas pocas cabañas de pescadores.
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Las acequias
Al descender las después de las caudalosas avenidas, aparecían otra vez grandes zonas de terreno, y los canales naturales o brazos del río, se iban cada vez determinando más en sus direcciones por los desniveles del suelo, por donde corrían las aguas en períodos normales.
Estos canales naturales debieron ser los primeros trazados de nuestras actuales acequias.
Concretamente la acequia de Vera, muy identificada con el barrio, no es más que el último tramo de la rambla denominada El Palmar, que se forma cerca de Moncada.
De hecho, a la actual Partida de Vera, también se le llama en algunos escritos Partida de la Rambla.
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Los romanos
Cada vez cobra más fuerza que los fundadores de la huerta valenciana y su sistema de regadío, no fueron los árabes, sino los romanos o, con más propiedad, los habitantes del país en época romana.
Estas hipótesis se refuerzan con el estudio de las centuriaciones, esto es, una vez que los romanos habían fundado una colonia, se procedía a adcribirle el territorio (“ager”) que la rodeaba. Este territorio se divide en tres partes:
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Una parte se distribuye entre los fundadores de la colonia (“assignatio”), normalmente soldados veteranos, como propiedad privada.
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Otra parte se reserva como “ager publicus”, propiedad de la colonia y de uso comunal.
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La tercera parte era considerada como tierra no catastrada.
Para dividir el territorio (una vez delimitado el “ager publicus”, se utilizaba un procedimiento relativamente sencillo: se tomaba como referencia las vías principales de la ciudad, el cardo (eje Norte-sur) y el decumanus (eje este-oeste), y se procedía a prolongarlas de forma imaginaria y a crear líneas paralelas, de manera que pudieran servir para crear una especie de damero de parcelas rectangulares. A este proceso se le denomina centuriatio.
Todavía pueden advertirse, desde Meliana a Puzol y hasta el mar, rastros del procedimiento que usaban los romanos para poner límites a los nuevos territorios, orientándose por los puntos cardinales, de modo, que la mayor parte de las parcelas presentan un trazado cuadrangular, matemáticamente paralelo y perpendicular a los ejes principales, de acuerdo con los criterios romanos.
Estos trazados, muchas veces, coinciden milimétricamente con varios trazados de propiedades, de caminos y de términos municipales.
Cerca de la costa, la densidad de los límites es menor, tal vez, porque la acción del mar haya borrado las parcelaciones o porque haya impedido trazarlas.
En la Malvarrosa estas delimitaciones no pueden detectarse.
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Hallazgos romanos en nuestra costa
El trabajo del Servicio de Investigación Arqueológica Municipal, parece indicar que, antes de la fundación de la ciudad, esta zona entre el Grao y Meliana era utilizada como desembarcadero, sobre todo en las desembocaduras de las acequias, como la del Gas, Vera o de pequeños barrancos, como el de Carraixet.
Esto se hacía así, porque a lo largo de las acequias podían circular y amarrarse las barcas que daban servicio a los barcos.
Y también porque a las acequias vertían algunas fuentes de agua potable.
Pero no parece que existiera ningún puerto estable.
Las ánforas encontradas, anteriores a los romanos, permiten afirmar que el tráfico comercial se establecía con algún cercano poblamiento ibérico, al que iban destinados los productos desembarcados y que transportaban en ánforas.
Los hallazgos de nuestra costa son restos de transacciones comerciales, aunque todavía los investigadores, no han dicho la última palabra.
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Los árabes
En esta huerta vivían los nuevos señores árabes, a quienes se les concedió tierra para compensarles de las propiedades análogas que habían dejado en Oriente.
Por proceder de países donde la agricultura se había desarrollado mucho, pudieron perfeccionar la técnica agrícola de los nativos, especialmente en lo que respectaba a los procedimientos de riego, con la introducción de norias, tahonas (Molino de harina cuya rueda se mueve con caballería), azarbes (acequia que transporta las aguas sobrantes del regadío), etc.
Los geógrafos árabes dan noticia de algunos cultivos concretos, entre los que abundaban las moreras para criar gusanos de seda que, al parecer, fueron traídos a Valencia por los árabes; durante todo el siglo XIX, el árbol que más abundaba en la Malvarrosa era la morera.
La cercana “partida” de Massamardá, entre la Malvarrosa, Alboraia y Benimaclet, es de nombre árabe y significa “Hostal del Arenal”.
La unidad rural más frecuente en las tierras de regadío era la “qarya” (alquería), que no era únicamente una vivienda, sino un núcleo rural con servicios básicos, como el molino, y una vivienda de más relieve destinada al señor.
Sus límites eran bastante indefinidos, pero parecía incluir los campos que sus habitantes podían cultivar en un día.
En caso de algún ataque, podían regresar a la zona construida, que disponía de una rudimentaria fortificación.
No es descabellado pensar que el conjunto de Vera formaba parte de una “alquería” de este tipo.
El proletario rural, compuesto, en buena parte, por mozárabes que seguían siendo cristianos, se hallaba ligado al dueño del predio (Finca, tierra o posesión inmueble) mediante contrato tácito y permanente de aparcería (Contrato en virtud del cual el propietario de un terreno agrícola o de una instalación ganadera cede su explotación a otra persona a cambio del pago de una cantidad de dinero, de una parte de los beneficios o frutos o de otra forma de compensación), tradición que en lo esencial se ha conservado hasta nuestros días y que ha pasado a nuestra legislación con el nombre de “arrendamientos históricos”.
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Jaime I y su… ¿Paso por la Malvarrosa?
Jaime I, emprendió la Reconquista amparado en una bula de Cruzada que le otorgó Gregorio IX en febrero de 1.237.
La conquista de Valencia vino precedida por la de Burriana (1.233) y la ocupación estratégica de El Puig (1.236) donde se libra la batalla decisiva contra el rey moro de Valencia Zayyan, en 1.237.
El 22 de abril de 1.238, Jaime I se dirigió hacia el Grau de Valencia, con la idea de poner sitio a la ciudad, estableciendo su campamento definitivo en Russafa.
Lo más probable es que el itinerario seguido desde El Puig al Grau pasara por la playa de la Malvarrosa, a la que parece aludir la expresión de “almarge” (marjal, erial, tierra insalubre o marisma; expresiones que se han venido utilizando hasta finales del siglo XIX para designar esta zona antes que consolidara el nombre de Malvarrosa) empleada por el mismo Jaime I en su crónica.
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El Llibre del Repartiment
Después de la capitulación, Jaime I tiene que cumplir sus promesas y los procedimientos más usuales en la Edad Media era el reparto de las tierras conquistadas, que ya estaba pactado desde las Cortes de Monzón de 1.236.
Para los conquistadores, el Llibre del Repartiment es el acta de nacimiento de un pueblo.
Para los valencianos musulmanes vencidos, en cambio, es el trágico testimonio de su derrota política como pueblo soberano.
Jaime I debe repartir el botín, pero no le conviene enemistarse con los moros.
Por ello no les excluye del reparto, sino que permite su asentamiento en zonas rurales, donde la población musulmana autóctona se dedica al trabajo agrícola en régimen de servidumbre bajo los señores feudales.
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El reparto de la tierra en los alrededores de la Malvarrosa
Los datos siguientes están entresacados del Llibre del Repartiment.
En este no aparece ningún dato de la zona que ahora conocemos como Malvarrosa, pero se encuentran referencias a parajes colindantes.
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Massamardá: Significa “Hostal de l’Arenal”. En la actualidad, es el nombre de una “partida” que se extiende entre Alboraia y Almassera. Antiguamente, era un alquería, en el sentido de aldea o heredad señorial, con edificios para servicios y viviendas de los campesinos. Se le concedió a dos frailes: Fra Bernat y Fra Andreu d’Escarp; Escarpe era un monasterio de la provincia de Lérida, que colaboró con sus monjes a la reconquista, siendo por ello especialmente atendido por Jaime I.
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Rascanya: Es el nombre de la acequia que da origen a la acequia de Vera. Aunque esta era una alquería, conocida también como “honor” o concesión honorífica. Hacia 1.240 se le concede a Guillem d’Aguiló, “amb forns i molins”.
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Rafelterrás: También era el nombre de una partida, aunque ahora se conoce con ese nombre una zona existente entre las partidas de Vera y de Calvet. En 1.240 se le conocen ahí dos jovadas (Terreno que un par de muías puede arar en un día) a Pere d’Espigol.
Fuentes consultadas:
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Archivos autores
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Archivo del Reino de Valencia
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Archivo Histórico Municipal
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Biblioteca valenciana
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Biblioteca valenciana digital
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Biblioteca Histórica de la Universidad de Valencia
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Archivo de la Diputación provincial de Valencia
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Hemeroteca valenciana
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Wikipedia
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Jdiezarnal
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Arquitectos de Valencia
-
Arquitectos italianos en España
Bibliografía:
Existe mucha y muy variada bibliografía referente a la Malvarrosa, por tanto, tan solo mencionaremos algunos de ellos:
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Guía urbana de Valencia. Marqués de Cruïlles.
-
Orígenes del Reino de Valencia. Antonio Ubieto.
-
Autoritarismo monárquico y reacción municipal. Amparo Felipo Orts.
-
Insaculación y élites de poder en la ciudad de Valencia, Amparo Felipo Orts.
-
Antonio Sanchis Pallares. Historia del Cabanyal. Poble Nou de la Mar 1.238-1.897
-
Antonio Sanchis Pallares. Historia del Grau
-
Antonio Sanchis Pallarés. Historia de la Malvarrosa.
-
Isidro Planes. Sucessos fatales desta ciudad, y Reyno de Valencia o Puntual Diario de lo sucedido en los Años de 1.705, 1.706 y 1.707
Fotografías
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José Huguet
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Diez Arnal
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Ricardo Moreno
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