Playas para el pueblo

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Las playas para el pueblo valenciano

Malvarrosa en primer plano

Julio de 1.977 fue el lanzamiento de Malvarrosa a un primer plano de la escena local.

Superó el estrecho marco de su contorno y trasladó su problemática al ámbito de la ciudad, puesto que las playas eran de todo el pueblo valenciano.

La Asoci9ación y su problemática contaron con una buena caja de resonancia, que había adquirido carta de ciudadanía a principios de este año.

Era la Coordinadora de Asociaciones de Vecinos que, muy apoyada desde el principio por Malvarrosa, había asumido toda su problemática.

La Coordinadora proyectó una campaña de lanzamiento a la que asistió Eduardo Merigó, segundo de a bordo de Joaquín Garrigues Walker, que en esos días estaba reconsiderando que hacer con el Saler y con el cauce del Turia.

Precisamente unos días antes había llegado a sus oídos todo el tema de la peligrosa autopista de la Malvarrosa, y aunque las pretensiones del movimiento ciudadano chocaban con las ideas del Ministerio, tanto le bombardearon las Asociaciones que se lo replanteó todo y paralizó los planes a los que se oponían los vecinos de Malvarrosa con más fuerza.

Pero tendrán que pasar varios años hasta que efectivamente el fantasma de la autopista quedara legalmente conjurado.

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La playa es nuestra

En este contexto la actividad de la Asociación de Vecinos de Malvarrosa se centró en la recuperación de las playas.

Se creó una amplia plataforma de apoyo y se redactó un texto sobre lo que se pensaba hacer con las playas, que se pasó a la firma en toda la ciudad, buscando una adhesión totalitaria, de todas las capas sociales.

En el texto se pedían playas de arena y de agua limpia, con los servicios que posibilitaran su uso y disfrute, y sin autopistas ni vías rápidas.

Todavía en junio de 1.977 Pascual Lainosa negaba infructuosamente la existencia de la autopista, a pesar que en el plano del Plan Parcial 13, aprobado en 1.975 y modificado en 1.979, se veía claramente el dibujo de una gran autopista por la playa, que terminaba bruscamente en el Puerto, a escasos centímetros del agua, la Asociación reacciona y escribe una carta al Director de Las Provincias, denunciando lo descabellado del proyecto.

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¡Vaya acequia!

El otro problema paralelo, más acuciante y cotidiano, era el de la constante y amenazadora presencia de la acequia de Vera, por cuyo cauce únicamente corrían vertidos químicos y desechos orgánicos.

A raíz de la muerte del pequeño Juan Francisco, la urgencia de la solución se hizo más insoslayable, porque, en teoría, el baño en la Malvarrosa debía estar prohibido, sino se hizo así, fue porque eso hubiera significado el reconocimiento expreso que se estaba manteniendo una situación sanitaria de alto riesgo.

La insistencia de la Asociación de Vecinos en ese tema indujo al Instituto de Hidrología y Medio Natural, de la cercana Universidad Politécnica, a elaborar una “Estimación de la carga contaminante aportada por la acequia de Vera al mar Mediterráneo”.

El estudio afirmaba que la contaminación por vertidos industriales era debida a las actividades localizadas en el Polígono V de Alboraia, y que podía producir innumerables enfermedades como, fiebre tifoidea y paratífica, disentería bacilar, cólera, gastroenteritis, disentería amebiana, conjuntivitis, hepatitis epidémica, polio, septicemias, otitis, infecciones urinarias.

Por eso “la playa de la Malvarrosa, en la zona de nuestro estudio debería ser considerada peligrosa para el baño”.

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La batalla de la basura

El Ayuntamiento puso en marcha lo que parecía una operación rutinaria: el cobro de la tasa por la recogida de basuras de 1.978.

No se imaginaba Miguel Ramón Izquierdo, alcalde de Valencia por aquel entonces, que esa iba a ser la pretensión que le saliera más cara y que contribuyera a su desgaste.

Las circunstancias permitieron que se pusiera en pie de guerra toda la batería de las Asociaciones de Vecinos.

Los motivos de la movilización fueron la irracional distribución del callejero, el aumento desmesurado de las tarifas y los presuntos fraudes de la empresa concesionaria.

Malvarrosa, pionera en la lucha, convoca una Asamblea de Barrio ya el 28 de enero de 1.978, lanzando una consigna inicial: “Vecino, la subida de la tasa de las basuras es un abuso. No la pagues”.

La Asamblea se celebra en unos locales repletos, y en ella se acordó asistir a la reunión convocada por la Coordinadora el siguiente miércoles 1 de febrero, y plantear a todas las Asociaciones de Valencia la convocatoria de una manifestación, en la que se planteara la negativa de los vecinos a pagar ese aumento.

Igualmente se decidió convocar a todos los vecinos de la Malvarrosa para que el jueves 2 de febrero a las 8 de la tarde acudieran a la avenida Malvarrosa (cruce con la calle Fuente de Encarroz) con sus bolsa de basura y depositarlas allí todas juntas.

En conjunto, la campaña fue un triunfo de los barrios populares, que ayudó a consolidar las AA. VV. recientemente legalizadas, y que socavó de modo incuestionable a unos Ayuntamientos ya en precario.

Pronto llegaríamos a abril de 1.979, fecha que marcó en fin de los ayuntamientos franquistas y que, con el triunfo socialista obligaría a las AA. VV. a plantearse bajo otras coordenadas la lucha por sus intereses.

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La reconquista de los Ayuntamientos

El día 3 de abril de 1.979 llegaron las elecciones municipales.

La Asociación había esperado este día con auténtica ilusión, el alcalde y los concejales serían elegidos por el pueblo.

El triunfo socialista, con una importante cuña comunista, se vivió con auténtica euforia, porque representaba un punto de ruptura con el pasado y una puerta abierta a la esperanza para conseguir los objetivos tanto tiempo perseguidos y acariciados.

Ahora parecía posible que se fueran poniendo las bases para una intervención decisiva de los barrios.

Era hora que dejáramos de ser un problema marginal para convertirnos un problema central de la vida ciudadana, para ello Malvarrosa, al igual que el resto de los barrios obreros, habían ofrecido sus votos al PSOE en una proporción cercana al 40%.

Aunque menos, también ofreció un elevado porcentaje de votos al Partido Comunista, que desde luego había luchado por los barrios mucho más que el PSOE.

A partir de ese momento los Partidos preferirían tener en cuenta a las AA. VV., unos intentaran alentarlas, otros domesticarlas, pero todos habrán de tenerlas en cuenta.

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El primer tropezón con una vieja piedra

El 18 de diciembre de 1.978 un niño de 3 años cayó a la acequia por un roto en el vallado, su compañero de juegos acudió rápidamente a pedir auxilio a la parroquia, pero cuando llegaron numerosos vecinos ya lo encontraron muerto a 30 metros de la desembocadura, arrastrado por las aguas de la acequia de Vera.

El nuevo alcalde Ricard Pérez Casado, contesta el mismo día, anunciando la máxima urgencia para el cubrimiento, aunque no podían comenzar las obras antes de las fallas de 1.980, como solución de emergencia provisional se empiezan rápidamente unas obras de vallado e la acequia.

Lo cierto es que el Ayuntamiento se dio prisa, saltándose muchos recodos burocráticos.

El 27 de diciembre ya estaba aprobado el proyecto, y la comisión y el pleno pusieron todos los medios para que inmediatamente comenzaran las obras.

Las presiones de la Asamblea dieron sus frutos.

Efectivamente la prensa anunció que el día 12 de marzo comenzaron las obras de deslinde y cubrimiento de la acequia de Vera, con ello se ponía punto final a uno de los temas más negros de la Valencia de los últimos años.

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Al fantasma de la autopista le reemplaza el del empedrado marítimo

Metidos de lleno en la construcción del emisario y por el cubrimiento de la acequia de Vera, llega de sopetón una noticia sorprendente: en el MOPU están preparando un proyecto e Paseo Marítimo.

La iniciativa había partido de los dueños de los chiringuitos de la playa, que venían ocupando la superficie arenosa desde tiempos inmemoriales en unas condiciones muy precarias.

Pero poco a poco fue asentándose otra opinión contraria al proyecto, partiendo del criterio básico que la arena de la playa no se viera afectada en absoluto.

El proyecto, en cambio, arrojaba sobre la arena de la playa una extensa capa de asfalto de unos 50 metros de ancha por unos dos kilómetros y medio de larga, los que van desde las Arenas hasta Alboraia, convirtiendo así un paraje natural en artificial.

En resumen, las alegaciones presentadas por la Asociación decían que el MOPU no tenía en cuenta que toda esta zona de playa se encontraba incluida en la propuesta de declaración de conjunto histórico-artístico de Valencia y que el estilo que se le daba al conjunto del Paseo era idéntico desde el principio hasta el final, sin tener en cuenta que en los dos kilómetros y medio de la playa había muchas variantes.

A las alegaciones de la Asociación, del Colegio de Arquitectos y de la Federación de AA. VV., se une la propia del Ayuntamiento.

De modo que la Dirección General de Puertos y Costas tiene que congelar el proceso, a la espera de los expedientes y de la consiguiente resolución.

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La frontera de la marginación

Bordeando el peligro

Malvarrosa reflejaba con más intensidad las contradicciones de una sociedad desequilibrada.

Tenemos algunos ejemplos de esta época.

En octubre de 1.980, la prensa aventuraba la opinión que entre la población gitana de la Malvarrosa se daba una “manipulación para el delito” por gentes ajenas a su raza, “que los empujan a él mediante servidumbres de todo tipo, de las que luego no pueden sustraerse, tales como el consumo de droga, que es una de las que comienzan a generalizarse”.

Primero les creaban la adicción y luego los utilizaban como camellos, de lo contrario, no recibían su dosis diaria.

Entre gitanos y payos, en Malvarrosa había casi quince “camellos” de hachís, unos tres mayoristas y unas 300 personas que lo fumaban cada día.

Lo de la heroína era más grave, se podían calcular en 50 los adictos cotidianos, que tardaban poco en quedar “pillados” en una abrumadora dependencia psíquica.

Todo el mundo sabía que el bar Levante, de la calle Cavite, era un centro de menudeo, que para cerrarlo tuvieron que inventar una excusa ajena al mundo de las drogas, como el excesivo ruido, incumplimiento de los horarios de cierre o conducta irregular del dueño.

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Los gitanos, víctimas y agresores

El problema de los gitanos no se trataba tan solo de respetar los derechos humanos, sino de conciliar dos estilos de vida completamente opuestos.

Los gitanos no vivían aislados, sino inmersos en otra sociedad con distintos modelos de comportamiento.

De modo que, aunque por un lado pudieran considerarse como víctimas de una sociedad injusta, detrás de esta verdad había otra, muchos vecinos se consideraban agredidos.

La Asociación de Vecinos de Malvarrosa no podía tolerar los intentos de agresión indiscriminada a los gitanos, pero tampoco podía ser insensible a las fricciones que provocaban con las familias con un sistema de vida integrado y estable.

Los desajustes entre estos dos sistemas de vida diferentes afloran periódicamente.

Un momento álgido, en el que la contradicción se recrudece y sale a la luz, tuvo lugar en el verano de 1.981.

“Los Barata” eran un clan gitano compuesto por nueve matrimonios, que habían establecido su cuartel general en el solar de la antigua alcoholera, junto al chalet de Blasco Ibáñez, este solar le había costado al Ayuntamiento de limpiar 250.000 pesetas, ahí tenían su almacén de chatarra y desperdicios y por allí campaban los mulos y los burros que tiraban de sus carros y encendían unas grandes hogueras en las que quemaban porquería.

Además se decía que se dedicaban al robo de frutas y verduras de los campos próximos, que luego vendían a la fuerza en los restaurantes próximos.

Los directivos de la Asociación decidieron propugnar la expulsión de los gitanos haciendo constar que “aun cuando, efectivamente, sea decidida partidaria de los derechos humanos, especialmente de los más débiles, en este caso no se trata de defender en abstracto unos derechos humanos de la etnia gitana, sino precisamente del grave atropello y el provocativo desprecio que unos individuos concretos hacen de los derechos del resto de sus vecinos”.

El 19 de septiembre de 1.981 se presentaron unos piquetes de la Policía Nacional y les obligaron a desalojar el solar por la fuerza.

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San Juan de Dios, hospital de zona

Muchos males y pocos remedios.

Además, una incongruencia, el Hospital San Juan de Dios, que podía ofrecer una buena cobertura sanitaria, estaba infrautilizado, siendo así que el conjunto de la estructura sanitaria de Valencia era insuficiente, mientras en Europa disponían de 10,34 camas por 1.000 habitantes, en Valencia disponíamos de 4,37 camas mucho menos de la mitad.

Esto hacía evidente la necesidad que el Hospital de San Juan de Dios se integrara por completo en la red sanitaria.

Sin embargo, el Hospital de San Juan de Dios estaba fuera del circuito hospitalario oficial.

Los médicos y los directivos del Hospital no dejaban de pensar que era una incongruencia y que el INSALUD, que efectivamente les necesitaba, no les retribuía adecuadamente, de hecho, el Hospital se acercaba progresivamente a la bancarrota.

No era de extrañar, pues mientras en el Hospital Doctor Peset pagaban 12.000 pesetas por cama y día, a San Juan de Dios solo le pagaban 3.800.

Parece ser que los motivos de las renuncias del INSALUD a equiparar a San Juan de Dios con otros hospitales era la escasez de servicios que este podía ofrecer a cambio de esa subvención.

Y si el INSALUD se hacía cargo del Hospital debería arrastrar su gran déficit, mientras la Orden Hospitalaria no podía resignarse a perder el todo control que hasta entonces había ejercido sobre la marcha del Hospital.

La inadecuación entre las pretensiones de I.N.P. y la dirección del Hospital prolongaría agónicamente el conflicto durante más de 8 años.

Mientras tanto, los perjudicados usuarios e la sanidad no cesaban de reclamar, por medio de la Asociación de Vecinos de Malvarrosa, la comarcalización del Hospital.

El resultado final fue la privatización.

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La mar de árboles

Ya que los vecinos no tenían otras cosas, al menos tendrían árboles.

Toda la playa se convertiría en una inmensa masa arbolada.

El proyecto era ambicioso y, como en un sueño, algunos ya veían el desierto convertido en un vergel.

El proyecto estaba impulsado por la concejal de jardines: Carmen Arjona.

Los titulares de la prensa no dejaban resquicio para la incertidumbre ni el pesimismo.

A pesar de las dudas que se cernían sobre el proyecto, el programa de la fiesta se llevó a cabo en un espléndido día, el 28 de febrero fue una gran jornada para 50.000 valencianos que, en familia, plantaron sus 5.000 árboles.

Pero bastó un mes para que el sueño se fuera deshilachando.

Las condiciones climáticas no fueron las más propicias, desde luego.

Pero lo más triste fue que ni gente ni caballos respetaban al racimo de naturaleza que con algún cuidado hubiera podido ir creciendo.

El optimismo municipal no podía suplir la instalación de una simple toma de agua.

Abandonados a su triste suerte, los árboles fueron muriendo lentamente.

 

Fuentes consultadas:

Bibliografía:

Existe mucha y muy variada bibliografía referente a la Malvarrosa, por tanto, tan solo mencionaremos algunos de ellos:

  • Guía urbana de Valencia. Marqués de Cruïlles.

  • Orígenes del Reino de Valencia. Antonio Ubieto.

  • Autoritarismo monárquico y reacción municipal. Amparo Felipo Orts.

  • Insaculación y élites de poder en la ciudad de Valencia, Amparo Felipo Orts.

  • Antonio Sanchis Pallares. Historia del Cabanyal. Poble Nou de la Mar 1.238-1.897

  • Antonio Sanchis Pallares. Historia del Grau

  • Antonio Sanchis Pallarés. Historia de la Malvarrosa.

  • Isidro Planes. Sucessos fatales desta ciudad, y Reyno de Valencia o Puntual Diario de lo sucedido en los Años de 1.705, 1.706 y 1.707

Fotografías

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