Malvarrosa Nacida del agua Aguas Sellarim

Malvarrosa Nacida del agua Aguas Sellarim

Sellarim y el Barriet

Manantial Malvarrosa: Aguas Sellarim

Al lavadero mecánico de Enrique Miralles Durá acudían clientes de fondas y hoteles.

Era un buen lavadero, situado en el límite entre la Malvarrosa y Cap de França, con puerta a las calles José Benlliure y Progreso.

Cuando funcionaba el lavadero, acudían allí algunos vecinos a charlar, entre ellos, un encargado de SAFE (Sociedad Anónima de Fuerzas Eléctricas), que vivía cerca, y su mujer que era diabética.

Se a esta se le ocurría beber agua de la lavandería, se encontraba mejor, y cuando no lo hacía, volvía a encontrarse mal.

En 1.933, se llevó este agua al laboratorio químico municipal y la analizó su director, el doctor Vicente Candela Ortells, más tarde se analizaría en los laboratorios del doctor Peset Aleixandre.

No había duda: el agua era medicinal.

Enrique Miralles no estaba muy animado a variar el rumbo de su negocio, él solo sabía de lavanderías, pero se hizo cargo de todo Emilio de Palma Rosetti, que adquirió los derechos de explotación a cambio de una pensión vitalicia de 1.500 pesetas al mes para Enrique y su esposa.

Emilio de Palma pondría en marcha el negocio y, en recuerdo del primer dueño, al agua le pondrían su nombre, solo que leyendo su apellido al revés: de Miralles pasaría a Sellarim.

La antigua lavandería se había convertido en un balneario.

El manantial era muy frecuentado y hubo que cambiar el aspecto externo.

Se edificó un precioso chalet, popularizado en varias publicaciones, revistas y anuncios, que llevaron muy lejos Sel nombre de Malvarrosa.

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Sellarim y el Barriet

El barriet

Si el primer bloque de viviendas fueron las casitas de SAFE (Sociedad Anónima de Fuerzas Eléctricas), el primer núcleo de población o manzana urbanizada fue el barriet, un conjunto de casitas que formó una pequeña barriada, en lo que ahora son las calles Guillem de Escrivá y Berenguer de Montoliu, en las que todavía se advierten restos de su trama original, a base de viviendas unifamiliares con su propio jardín.

Si tuviéramos que nombrar unos fundadores, sería la familia Beltrán: Vicente Beltrán Nicolau, que vive en la acequia de Gas, entre 1.920 y 1.922 le compró a Julia Robillard 6.400 metros junto al huerto de Caro (entre la avenida Malvarrosa y los Escolapios).

Vicente Beltrán le vende a su cuñado cuatro solares que miden un total de 1.216 metros.

Será este Chuliá que en 1.935 se dirija al arquitecto Víctor Gosálvez para que le proyecte cuatro viviendas de planta baja y piso alto (las mismas que todavía hoy se mantienen en pie, acogidas al acuerdo municipal del 22 de mayo de 1.936, según el cual… “Esta casa goza de los beneficios que concede la ley de previsión contra el paro obrero de 25 de mayo de 1.935”), tal como puede leerse en su fachada.

Ahí edifica Chuliá unas viviendas, hechas expresamente para alquilarlas, son viviendas mejores que las de SAFE, con tres dormitorios y una fosa séptica.

Se alquilarán por 300 pesetas al año, a razón de 25 pesetas al mes.

El primer inquilino será Juan Feltrer Puchol.

Entre el barriet, los chalets de la playa, la fábrica de carbón de Ballesteros, el jardín y la fábrica de Robillard, la incipiente Papelera, las casitas de SAFE y las de la calle Cavite, ya había un núcleo poblacional que podía recibir el nombre de barriada.

En la calle Vía Pedrera del Puig, por ejemplo, el tren del Puig (donde traían los bloques de piedras para el Puerto) era tomado al asalto por todos los críos, a pesar de los gritos, prohibiciones y lamentos de las madres.

La tranquilidad de las noches se aprovechaba para salir a cenar en la calle, en la que se hacían muchos corros.

Recostando sus sillas contra la pared, los mayores fumaban unos puros elaborados a base de “boga”, una hierba que se usaba también como la enea para hacer los asientos de las sillas.

En la misma calle y, sobre todo, por San Juan, se organizaban cabalgatas, con carros de la huerta y con tartanas que se engalanaban con ramas de baladre (adelfas) y con flores.

Desde estas carrozas se echaban caramelos a los niños.

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La guerra

El estallido

El hecho es que estalla la guerra, la intromisión militar en la vida civil, con una República boicoteada por todos los sectores de la derecha y desbordada por sus propias masas.

Cuando estalla la rebelión, el Gobierno, una vez superada la sorpresa inicial, intenta coger los hilos de la trama.

Los primeros días, ni siquiera sabía que generales iban a permanecer fieles.

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La guerra

Un emisario del Gobierno en la Malvarrosa

Diego Martínez Barrio, que estaba en la Malvarrosa el 18 de julio, al enterarse de la sublevación acude rápidamente a Madrid, justo a tiempo para que Azaña recurra e él para nombrarle Presidente del Gobierno porque Casares Quiroga, simplemente, había desaparecido.

Este acepta el nombramiento, pero batió un record de brevedad, solo estuvo en el cargo unas horas, abandonándolo ante la imposibilidad de pactar con Mola y dejando a Giral, que aceptó el cargo en el momento más difícil.

Entre Azaña y Giral, envían por toda España a los distintos miembros del Gobierno para que se hagan cargo de la situación.

A Valencia, concretamente a la Malvarrosa, viene de nuevo Martínez Barrio, el objetivo de este es sondear al comandante militar Martínez Monje.

Recelando de él los militares jóvenes, entre los que destacaba el joven teniente José Benedito Lleó, que acudió junto con Domingo Torres Maeso, ex alcalde y miembro de la CNT, a pedirle instrucciones a Martínez Barrio, pero este no estaba para dar muchas instrucciones, según testimonio del mismo Pepe Benedito:

“[…] se nos envió a Diego Martínez Barrio, Carlos Esplá y Manuel León, quienes se instalaron en la Malvarrosa e intentaron resolver los problemas por teléfono.

Frente a la playa un cañonero, por si tenían que salir pitando.

Los partidos leales acudimos a Gobierno Civil, donde el Gobernador se negaba a salir de sus habitaciones alegando que estaba enfermo.

Formamos una delegación para ir a la Malvarrosa a informarnos, la compusimos Domingo Torres por CNT, un miembro de Unión Republicana y yo.

Resultó que la ignorancia de los enviados era mayor que la nuestra, y en lugar de preguntarles nosotros a ellos, nos preguntaban ellos a nosotros.

Allí quedé nombrado delegado del Gobierno en Valencia para asuntos militares.

La Guardia de Asalto nos era fiel, pero tuve que entrevistarme con el Capitán General, los coroneles y los jefes de la Guardia Civil para asegurarnos que no se sublevarían.

Todo fue resuelto felizmente, salvo el incidente del Cuartel de Ingenieros, donde un sargento cometió unos asesinatos…

Organicé desde este cargo las Brigadas, así como las Columnas de Guerra, una de las cuales se denominó Torres-Benedito […]”.

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La guerra

El descontrol inicial

Pero el comité no pudo controlarlo todo.

La calle estaba llena de delincuentes, porque el 22 de febrero un indulto había puesto en libertad a miles de presos comunes mezclados con los políticos.

Tras el 19 de julio, los presos comunes se sumaron a la revuelta, que entendieron u modo.

Ahora podían añadir a su habitual criminalidad el lujo de servir a la revolución, como decía José Rodríguez Olazábal: “[…] el asesino creyó cumplir una misión y se sintió dignificado […]”.

En este ambiente, además de algunas necesarias acciones de guerra, se produjo un gran desbarajuste, sobre todo, durante los tres primeros meses de guerra.

Los sindicatos colocaban el letrero de incautado a todo tipo de edificios y vehículos.

También los pescadores armaron su particular guerra, incautando barcas y, además, si antes a los `patronos se destinaba el 60% de las ganancias y a los pescadores el 40%, a partir de julio de 1.936 la proporción fue la inversa.

Los auto-constituidos comités de purga se conducían llevados por el olfato, que a veces estaba muy atrofiado, eso sin hablar de los asesinatos por cuestiones personales o por ambición.

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La guerra

Asesinatos absurdos

Para bien de todos, había que poner coto a algunas atrocidades, y someter la vida social al imperio de la Ley.

Ardua tarea para la que fueron encargados fundamentalmente varias personalidades leales a la República, y con prestigio en el mundo de la magistratura, como José Rodríguez Olazábal o Rafael Supervía Zahonero.

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La guerra

En San Juan de Dios

En el Asilo-Hospital de San Juan de Dios, el director era un médico llamado José Álvarez Santolino, que por esa época ya tenía un prestigio bien ganado, practicando, con gran porcentaje de éxitos, la cirugía ortopédica.Otro personaje destacado fue Mariano Gómez Gónzalez, que vivía habitualmente en la Malvarrosa, jugó un papel decisivo en el desarrollo de la contienda, este nada más proclamarse la República en 1.931, fue llamado por Alcalá Zamora para ocupar la Presidencia de la Sala Sexta del Tribunal Supremo, precisamente el de Justica Militar, y como tal tuvo que dictar sentencia de muerte (que luego fue conmutada) contra el general Sanjurjo.

Más tarde, el 23 de diciembre de 1.936, fue nombrado Presidente del Tribunal Supremo.

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La guerra

Bombas en la playa y en la huerta

Durante la guerra, era frecuente en Malvarrosa el espectáculo de la “pava”, un hidroavión Junker alemán, lento, panzudo y de vuelo bajo, que sobrevolaba la zona en plan de observación.

Casi se le podía seguir corriendo y tocar con la mano.

Su misión era observar las casamatas o nidos de ametralladores que había en el barrio.

La “pava” pasaba el informe y otros aviones venían a bombardear, aunque no acertaban nunca a las baterías de ametralladoras, si que hicieron algunos destrozos.

El efecto de la guerra comenzó a sentirse de manera directa cuando se iniciaron los bombardeos, el 12 de enero de 1.937, día en que dos barcos rebeldes bombardeaban la costa, resultando algunas personas muertas.

Aunque estaba a 3 kilómetros del Puerto, Malvarrosa también sufrió los efectos de los bombardeos.

Es posible que las bombas tuvieran como objetivo algunas pequeñas baterías antiaéreas esparcidas por todo el barrio, emplazadas en unas rudimentarias casamatas.

La batería principal estaba por la zona de Alboraia, por los chalets de Peris y Vallbona, esta estaba servida por unos militares rusos.

Allí espaldas de los chalets, junto a las tapias y al refugio de la Papelera, estaba el nido de ametralladoras, con dos cañones.

Cerca del Sanatorio Marítimo había otra batería, y entre la Carmela y el chalet de Blasco Ibáñez había otra casamata.

El caso es que estos pequeños objetivos nunca fueron alcanzados.

Pero las bombas perdidas causaron destrozos y desgracias

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La guerra

El internado y los hermanos Bataller

Los hermanos Maristas. Joaquín y Miguel Bataller Sirerol, que dirigían una Residencia Universitaria en la calle Alboraia, tuvieron la idea de agrupar a los jóvenes de ideología cristiana para hacer frente a la ideología laica imperante en la República, oara ello escogen la Malvarrosa.

Con esa idea, abre el colegio el 7 de enero de 1.932.

Con los hermanos Bataller vino también Remigio Pons Montagut.

Con el trabajo de todos se pudo habilitar el edificio y en febrero de 1.932, ya se habían cubierto todas las plazas del colegio.

En un extremo del huerto, donde ahora es la esquina entre las calles Isla de Hierro y Gran Canaria montaron la “escoleta”, donde impartían clases a lo que entonces se llamaba “niños pobres”.

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La guerra

Los aviadores aristócratas: del tipismo a la cruda realidad

Prácticamente todos los pioneros de la aviación que aprendieron a pilotar en la playa de la Malvarrosa, militaron en el bando franquista.

Fuentes consultadas:

Bibliografía:

Existe mucha y muy variada bibliografía referente la Malvarrosa, por tanto, tan solo mencionaremos algunos de ellos:

  • Guía urbana de Valencia. Marqués de Cruïlles.

  • Orígenes del Reino de Valencia. Antonio Ubieto.

  • Autoritarismo monárquico y reacción municipal. Amparo Felipo Orts.

  • Insaculación y élites de poder en la ciudad de Valencia, Amparo Felipo Orts.

  • Antonio Sanchis Pallares. Historia del Cabanyal. Poble Nou de la Mar 1.238-1.897

  • Antonio Sanchis Pallares. Historia del Grau

  • Antonio Sanchis Pallarés. Historia de la Malvarrosa.

  • Isidro Planes. Sucessos fatales desta ciudad, y Reyno de Valencia o Puntual Diario de lo sucedido en los Años de 1.705, 1.706 y 1.707

Fotografías

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