Doña Mencía de Mendoza

Doña Mencía de Mendoza

El Monasterio de San Miguel de los Reyes

Doña Mencía de Mendoza y Fonseca

El nuevo matrimonio del duque de Calabria iba a ser una cuestión de estado, toda vez que concurrían en este matrimonio los deseos del emperador y los intereses personales del contrayente.

Doña Mencía, nacida probablemente en Jadraque (Guadalajara) el 1 de diciembre de 1.508, pasa su juventud en Aiora, mientras su padre luchaba en la guerra de los agermanados.

Su padre Pedro González de Mendoza alcanzó el sobrenombre del tercer rey de España por cuanto que llegó a igualar en poder a los propios Reyes Católicos a lo largo del último tercio del siglo XV, por los favores que les prestara, consiguieron del Pontífice su nombramiento para el arzobispado de Toledo y el capelo cardenalicio.

Siendo joven, administrador de la diócesis de Calahorra (La Rioja), conoció a doña Mencía de Lemos, llegada a Castilla con el séquito de doña Juana de Portugal que venía a contraer matrimonio con Enrique IV, de cuyos amores nacieron, en el castillo de Jadraque, dos niños Rodrigo y Diego, a ambos hermanos los llamaba la reina Isabel los bellos pecados del Cardenal.

Autorizado por el rey funda dos mayorazgos: uno a su hijo Rodrigo de Mendoza le entrega la villa y tierras de Jadraque, fortalezas del Cid y el Corto, las baronías valencianas y las tierras granadinas llamadas del Zenete, cuyo título de marqués  recibiría en 1.492, en honra por la participación de su padre en la guerra de Granada; por otra parte, Diego heredaría tierras en Cuenca y Guadalajara y honrado con el título de marqués de Melito, tras las guerras de Italia.

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Doña Mencía de Mendoza

El Monasterio de San Miguel de los Reyes

Doña Mencía de Mendoza y Fonseca

Rodrigo de Mendoza y de Vivar, contrajo matrimonio en 1.492 con doña Leonor de la Cerda y Aragón, hija única del I duque de Medinaceli y de doña Ana de Aragón; doña Leonor fallecía cuatro años después.

Viudo don Rodrigo de Mendoza contrajo matrimonio con una joven de 15 años, doña María Fonseca, a cuyo matrimonio se opusieron ambas familias, incluso la propia reina doña Isabel se oponía a aquel matrimonio (interesada en casar a Rodrigo de Mendoza con Lucrecia Borja), por esta razón el enlace se formalizó en secreto.

Con todo, a doña María de Fonseca la desposaron con su primo hermano, pero cuenta Rafael Martí de Viciana (Burriana, Castellón, 1.502 – Valencia, 1.574. Historiador, cronista y notario español) que, ya en el lecho nupcial, amenazó a su esposo que le retorcería la cabeza como a un pollo si se acercaba a ella.

Muerto su padre y fallecida la Reina Católica, Felipe el Hermoso les permitió verse en el castillo de Zamora, y bendecido el matrimonio entre Rodrigo de Mendoza y doña Ana de Fonseca en Jadraque la familia comenzó a residir en Valencia.

De este matrimonio nacieron un hijo y tres hijas:

Don Pedro González de Mendoza, que murió pronto

La primogénita, doña Mencía de Mendoza y Fonseca

Doña Catalina, que contrajo matrimonio con Juan Sánchez de Tóvar, marqués de Tóvar.

Doña María Mendoza, condesa del Cid y Señora de Jadraque, casada con Diego Hurtado de Mendoza, fallecida el 16 de agosto de 1.521.

Muerto su padre, y ya marquesa de Zenete, se traslada a Burgos el 11 de mayo de 1.524, llamada por el Emperador, y acompañada por su tío, el conde de Melito, siendo incorporada a la Corte, allí, por deseos del Emperador, contrajo matrimonio con 16 años con el Conde de Nassau, miembro de la Casa Real de Brenda, 30 años mayor que ella y fallecido el 1 de septiembre de 1.538.

Fue amiga personal de Juan Luis Vives, con quien estudió humanidades y cuya amistad cultivo al extremo de considerarle su maestro, no siendo extraño su protección por la viuda de este, que había quedado en precaria situación; asimismo intentó mantener correspondencia con Erasmo de Rotterdam.

Pasó sus últimos años en el Palacio del Real, sede de los virreyes de Valencia, fallece el 4 de enero de 1.554.

Por mediación y/o imposición del Emperador, doña Mencía iba a contraer matrimonio con don Fernando de Aragón, Duque de Calabria, 20 años mayor, en ese momento viudo de doña Germana de Foix.

Los desposorios se celebran en la villa de Aiora y la boda tiene lugar el 15 de enero de 1.541, en la capilla del Palacio del Real de Valencia.

El duque de Calabria no había sido un notable hombre de armas, aun cuando fuera diestro jinete y consumado cazador, sin embargo, era gran amante de los libros, en su Corte, a lo largo de su vida, había reunido una espléndida biblioteca, de suerte que una de sus habitaciones, donde acostumbraba estar, era popularmente conocida como librería, en donde se recrearía los últimos años de su vida.

Posteriormente, según disposición del Duque (al no tener descendencia), pasaron a la biblioteca de los religiosos del Monasterio de San Miguel de los Reyes; también se incrementaron aquellos fondos con los bienes de las hermanas del Duque, doña Isabel y doña Julia, quienes tras la muerte de su madre, la reina Isabel, partieron en 1.535 de Ferrara (Italia), para fijar su residencia en Valencia.

Estos son los fondos que obran actualmente en nuestra biblioteca universitaria, aunque desgraciadamente, mucho de ellos fueron a la Biblioteca Nacional de Paris, y otros lotes engrosaron las Bibliotecas de Londres, Viena, Estocolmo, El Escorial, etc.

Doña Mencía de Mendoza

El Monasterio de San Miguel de los Reyes

Doña Mencía de Mendoza y Fonseca

Los conservados en nuestra biblioteca son códices comprendidos entre los siglos XII y XVI, de todos los estilos, desde el románico hasta el humanista e incluso el renacentista decadente, con preponderancia de los códices del siglo XV.

Los manuscritos llegados a Valencia permanecieron en el Monasterio de San Miguel de los Reyes hasta la desamortización de Juan Álvarez de Mendizabal del 11 de octubre de 1.835, momento en el que, suprimidas las comunidades religiosas, procedió a la incautación y venta, en pública subasta, de todos sus bienes raíces, en tanto que los artísticos, fondos archivísticos y bibliográficos, pasaron a formar parte de los museos públicos, bibliotecas y archivos públicos, razón por la cual, pasa a la Biblioteca Universitaria de Valencia, como “bien desamortizado” la espectacular Biblioteca del Monasterio de San Miguel de los Reyes.

No obstante, con anterioridad, por orden del mariscal Luis Gabriel Suchet, el 6 de junio de 1.813, con el fin de compensar las pérdidas del incendio del 7 de enero de 1.812, a raíz de un bombardeo francés, mandó se requisaran de los conventos valencianos los libros suficientes para reorganizar aquella biblioteca universitaria, y así, a partir de marzo de 1.812, fueron llegando libros procedentes de los conventos y monasterios de San Miguel de los Reyes, San Sebastián, Trinitarios descalzos, Orden de Montesa y del Temple, Carmelitas descalzos, Mínimos y San Felipe Neri.

Los códices, temporalmente, permanecieron en la Universidad hasta 3 años después de salir los franceses de la ciudad, según consta en un documento firmado el 29 de marzo de 1.813 por el Prior del convento fra José Giner, por el cual recibía de manos del Vicerrector Mariano Hernández los libros allí depositados.

Como todas las bibliotecas de su época, la biblioteca napolitana se nutrió de una doble orientación religiosa y humanística y sus fondos llegaron a través de adquisiciones directas, copias encargadas por el monarca y también por préstamos, a los que este accedía por medio de embajadores en Roma, Venecia, Florencia, etc.

Por otra parte, se cuidó la adquisición de obras del naciente movimiento humanista, tanto recuperando los clásicos de Grecia y Roma (Tito Livio, Virgilio, Séneca, Tucidides, Quintiliano, etc.) como la nueva creación del siglo XV, sobre todo la Filología (Guarino, Lorenzo Valle, etc.) y notables escritores como Aretino o el Panormita.

La antigua Biblioteca Real de Nápoles, junto con sus propios libros, ordenó el Duque de Calabria, en 1.527, a su ayuda de cámara Jerónimo Furnari, fuera trasladada de Italia a Valencia, tras su destronamiento.

En el inventario que redacta Marcelino Gutiérrez del Caño (archivero e historiador español), se dice que los libros fueron trasladados en cajas y armarios diversos, entre los numerosos bienes del Duque y, toda vez que estuvieron en Valencia (tras la fundación del Monasterio de San Miguel de los Reyes), aquellos libros pasaron a ocupar sus anaqueles en la biblioteca de dicho monasterio, donde fueron ordenados convenientemente, acondicionados según su valor y se procedió a una minuciosa restauración.

En el siglo XIX, con la secularización de los bienes eclesiásticos, la desdichada biblioteca napolitana sufre un nuevo traslado y, por desgracia, nueva dispersión, pues numerosos volúmenes fueron vendidos, pensando que por ser de lengua toscana no valían apenas nada.

A pesar de todo el número de libros alcanzaba todavía el millar, pero se redujo al llegar a la biblioteca universitaria, y aún aquí pasaron de una sala a otra, donde algunos desaprensivos cortaron preciosas orlas, páginas ornamentadas y miniaturas.

El escudo del Duque de Calabria figura en todos los libros de su biblioteca, junto con el de los Reyes de Nápoles.

Esta maravillosa biblioteca, reunida con buen criterio, paciencia de bibliófilo y tenacidad en la adquisición de títulos tuvo un final lamentable por la dispersión de sus fondos, esta desmembración comenzó ya con la expoliación de Carlos VIII, seguida por las compras que hiciera Luis XII, de suerte que el gran volumen de aquella biblioteca fue a parar a Paris; si bien es verdad que el Duque de Calabria trajo a Valencia una buena parte de los manuscritos de su biblioteca, en todos los cuales hace constar: “Es de la biblioteca de San Miguel de los Reyes”, aun cuando muchos otros fueron a parar a Barcelona y El Escorial.

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Fuentes consultadas:

Bibliografía

Existe muchísima y muy variada bibliografía referente al Monasterio de San Miguel de los Reyes, por las limitaciones de espacio, tan solo mencionaremos algunos de ellos:

  • Guía urbana de Valencia antigua y moderna. Marqués de Cruïlles.

  • Diccionario de la Historia Eclesiástica de España. Quintín Aldea Vaquero.

  • Los monasterios aragoneses, Elena Barlés Báguena.

  • Catálogo Monumental de la Provincia de Valencia. Felipe Garin y Ortiz de Taranco.

  • Los monasterios valencianos: Su economía en el siglo XV. Amparo Cabanes Pecourt.

  • Los monjes españoles en la Edad Media. fray Justo Pérez de Urbiel y Santiago.

  • Monasterios valencianos: su historia y arte. Carlos Sarthou Carreres.

  • La Orden del Cister en tierras valencianas. Bernardo Bono y Barber.

  • El reino de Castilla en la época de Alfonso VIII. Julio González

  • El Monasterio de Valldigna y sus abades. José Toledo Guirau.

  • Historia del Real Monasterio de Poblet. Jaime Finestres y de Monsalvo

  • Historia de la Orden de San Jerónimo. José de Siguenza

  • Las cartujas valencianas y la desamortización de Mendizábal. Francisco Roca Traver.

  • El Monasterio de San Miguel de los Reyes. Francisco Roca Traver

  • Apuntes históricos sobre los Fueros del antiguo Reino de Valencia. Vicente Boix. 1.854.

  • Arquitectura religiosa del siglo XVII en la ciudad de Valencia. Fernando Pingarrón.

  • Décadas de la Historia de la insigne y coronada Ciudad y Reyno de Valencia. Gaspar Escolano.

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