Lonja de la Seda El Mercado y la Lonja
Lonja de la Seda El Mercado y la Lonja
El Mercado y la Lonja
Esa ciudad opulenta y populosa precisaba de todo tipo de mercancías para alimentar a sus habitantes, que no se contentaban con sobrevivir, sino que por su riqueza y carácter gustaban del buen comer, del lujo y de la ostentación, y cuanto se necesitaba se encontraba en el mercado.
La parte antigua de Valencia, la que estaba encerrada en las murallas árabes, se encontraba formando como una isla entre el río Turia y un ramal del mismo que en las riadas se desbordaba y bajaba aproximadamente por la calle Bolsería, formaba un valle en la plaza del Mercado y continuaba por la actual plaza del Ayuntamiento, calle de las Barcas, y por la Glorieta volví a su cauce, contorneando en gran parte las murallas conquistadas por Jaime I.
Poco después de la ocupación cristiana, los mercadillos que se celebraban en el centro de la ciudad se revelaron insuficientes y en 1.261 Jaime I otorgo privilegio para que se celebrara mercado semanal (todos los jueves) aproximadamente en la zona donde hoy está la plaza del Mercado.
Con la construcción de una nueva muralla en tiempos de Pedro IV, este lugar ya quedó englobado en la ciudad.
Pero antes, para acceder rápidamente al mercado, se abrió un boquete en la muralla “el trench” que dio el nombre a esta calle, y por donde se llegaba también a la iglesia de San Juan de la Boatella (actual iglesia de los Santos Juanes) que se edificó en 1.240 fuera de las murallas.
El mercado estaba perfectamente delimitado en distintas zonas para cada clase de productos. En la parte cercana a la calle del Trench se encontraba la pescadería, a continuación los puestos de venta de atún, bacalao y salazones y seguían las vendedoras de ramos de flores, los “ramellets” que dan su nombre a la actual calle.
En el centro del mercado, el lugar más hundido era el “Clot”, dónde las vendedoras de volatería circulaban de un lado al otro ofreciendo su mercancía.
Luego, por doquier se repartían los puestos de frutas, verduras y demás productos de la huerta, que ofrecían las labradoras que llegaban de las afueras de la ciudad, los moriscos ataviados con sus trajes típicos o los cultivadores de productos de secano que bajaban de la Serranía.
Por la zona del actual Lonja, se situaban los aragoneses, que comerciaban en droguería y especias.
Junto a la iglesia de los Santos Juanes estaba el mercado del carbón y de la paja (hoy Calle Vieja de la Paja) y la calle “Conills”, desaparecida pues ocupaba el centro del actual mercado, ya indicaba claramente a que se destinaba.
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En esta zona se hallaban las carnicerías, cerca de las covachuelas de San Juan, que era el lugar destinado a mercado de caballerías o a mantenerlas sujetas con estacas, por lo que era conocido el lugar como “les estaques”.
Todo el ordenamiento y la marcha del mercado estaba rigurosamente controlado por el “Mustasaf” o almotacén, funcionario municipal que disponía los lugares a ocupar por los vendedores, vigilaba la calidad y bondad de los productos para evitar los fraudes, y podía imponer multas y confiscar las mercancías defectuosas.
El cargo de almotacén tuvo tal prestigio y se consideró tan valioso, que su funcionamiento y organización fue recopilado en 1.372, y utilizado por Pedro el Ceremonioso para crear la misma institución en Mallorca y Barcelona.
En las calles aldeas aledañas al Mercado estaban instalados todo tipo de comercios: cuchillería, loza, esparto, cesterías, mantas, tejidos, etc., y abundaban los mercaderes extranjeros que ofrecían especialidades de sus países; los franceses vendían blondas (tejido de encaje de bolillos, realizado en hilo de seda con el que se hacen cuellos, puños y, sobre todo, mantillas con dibujos apropiados a la forma de la prenda. Las primeras blondas se fabricaban con seda en su color natural, o blonde, que en francés significa rubio, refiriéndose al color blanco amarillento de la seda sin teñir), encajes y paños de valor; los suizos y alemanes sus ya renombrados productos en metal: navajas, tijeras, dedales, etc.; los genoveses, telas económicas, etc.
Y todo ello se traducía en el típico ajetreo y algarabía de los mercados medievales donde se entremezclaban señoras y doncellas, caballeros y estudiantes en busca de alguna conquista amorosa, bufones, malabaristas, falsos y verdaderos mendigos, charlatanes, ciegos cantando y recitando atroces sucesos, rapaces de ágiles piernas en cuanto atrapaban lo ajeno, etc.
En esta plaza fue donde los prohombres de la ciudad y los mercaderes enriquecidos, decidieron en 1.480 construir una Lonja “molt vella, magnífica y sumptuosa” que “fuera honor é ornament d’aquesta insigne ciutat”.
No era esta la primera Lonja de Valencia, pues en 1.314 ya se decidió ensanchar la existente para poder instalar en ella el peso público y aún se volvió a ampliarla en 1.444.
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A pesar de ello resultaba pobre e insuficiente para una ciudad en plena expansión, por lo que en 1.469 se había aprobado la construcción de una nueva, aunque su realización tuvo que esperar a 1.482 en que se compraron las casas necesarias para el solar de la misma, comenzando lo trabajos el 7 de noviembre, aunque la iniciación oficial de la obra se fijó en el 5 de febrero de 1.483, tal como figura en la banda que orla el escudo de Valencia adosado a la esquina que da a la plaza del Doctor Collado.
Durante 15 años la obra fue elevando majestuosamente sus muros.
Salvador Aldana ha seguido paso a paso su construcción y en su obra “La Lonja de Valencia” nos detalla los entresijos de la construcción: maestros, obreros, carpinteros, herreros, materiales usados, salarios, fases de la construcción, y hasta los detalles más mínimos.
Así podemos conocer que en 1.492 están acabadas las cuatro paredes del Salón Columnario, con sus puertas, ventanas y columnas adosadas, y que en noviembre de dicho año se inicia la construcción de los 8 pilares centrales.
En 1.497, según cuenta Aldana, se han terminado las columnas y se pasa a construir las cimbras (La cimbra es una estructura auxiliar que sirve para sostener provisionalmente el peso de un arco o bóveda, así como de otras obras de cantería, durante la fase de construcción. Suele ser una armadura o celosía de madera. Esta estructura, una vez montadas las dovelas y la clave, se desmonta) para los arcos.
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El 19 de marzo de 1.498 se dio oficialmente como acabada la obra.
La habían comenzado como “mestres pedrapiquers” Pere Compte y Juan Ybarra, pero por fallecimiento del segundo en 1.486, fue Pere Compte quien la dirigió, siendo nombrado alcalde de la Lonja a su terminación.
Pero si bien la parte fundamental para los mercaderes, o sea el Salón de Contratación, y la Torre se hallaban concluidas, aún faltaba la parte izquierda destinada a uso por el “Consolat del Mar”.
Pere Compte continuó dirigiendo los trabajos, consiguiendo construir las dos primeras plantas del pabellón, pero no pudo concluir la obra al fallecer en 1.506.
Fue Joan Corbera quien le sucedió y concluyó en 1.533 el tercer piso del Consulado, aunque el remate de los “merlones” (Almela. Se trata de cada uno de los salientes verticales y rectangulares dispuestos a intervalos regulares que coronan los muros perimetrales de castillos, torres defensivas, etc.) almenados y los medallones renacentistas aún se demoró hasta 1.548 y contó con la colaboración de Domingo de Urtiaga.
Desde el siglo XIV, el terreno del Mercado era lugar de múltiples usos, entre los que destacaban las justas y torneos.
En la plaza del Mercado se instalaba, hasta 1.409, la horca era de madera y se montaba y desmontaba cuando se precisaba para la ejecución, pero en esta fecha se instaló de forma fija, estando situada enfrente de la Lonja, en la esquina de la desaparecida calle Conills, junto a la carnicería y los Santos Juanes.
En tiempo de los árabes, las ejecuciones se documentaban en el terreno de la actual plaza de Tetuán, antes llamada de Santo Domingo, y el barrio se llamó Xerea, de “Saria”, justicia en árabe, pero al ser donados estos terrenos a los dominicos para su convento, se instaló la horca en el mercado donde la gran concurrencia haría más ejemplar el castigo, recordemos que por aquel entonces las ejecuciones en la horca eran públicas.
Allí llegaban los reos, en lúgubre cortejo de monjes y frailes, acompañados de los cofrades de la Virgen de los Desamparados que les asistían, subían de rodillas los escalones y después de recibir la absolución de sus pecados, el “Morro de Vaques” o verdugo cumplía su oficio.
Hasta el siglo XIX el verdugo continuó con su siniestro oficio.
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Una placa en la fachada de la Lonja, recayente a la calle de la Lonja recuerda que el 12 de junio de 1.812, los franceses ejecutaron allí mismo al saguntino José Romeu, héroe de la Independencia.
En los grabados y planos antiguos podemos observar una fuente itinerante.
Hasta 1.672 no existía ninguna fuente pública en Valencia; generalmente las casas disponían de un pozo para abastecer de agua sus necesidades o la buscaban en las acequias; una de estas acequias dio nombre a la calle de la Cenia, detrás de la Lonja, y se utilizaba para regar el riego de su jardín.
Pero las necesidades de salubridad y limpieza del mercado, así como, el de su ornato, impulsaron a la Ciudad a construir una fuente “no mal ejecutada” según nos cuenta en sus crónicas Antonio Ponz, que estaba situada entre la Lonja y los Santos Juanes, y que fue inaugurada el 7 de mayo de 1.672.
La plaza del Mercado estaba enmarcada en aquella época, no solo por la Lonja y los Santos Juanes, sino en su parte opuesta por el convento de las Magdalenas y el de la Merced.
Con la desamortización de Mendizabal, numerosos conventos fueron expropiados y derribados o reconvertidos para otros usos.
El convento de la Merced ocupaba parte de la plaza del mismo nombre y zonas aledañas.
El de la Magdalena fue cedido al Ayuntamiento de Valencia que lo derribó en 1.838, construyendo sobre su solar lo que se llamó entonces el Mercado Nuevo, el cual estaba dividido en 112 casetas para verduras y carnes y una mayor que ocupaba el Tribunal de Repeso, que controlaba el tráfico mercantil.
En 1.852, junto a este, se instaló una nueva fuente de hierro fundido, retirándose la antigua ubicada frente a la Lonja.
Pero en 1.878 se acometieron importantes reformas, se retiró la fuente trasladándola a la Alameda completándola con nuevos adornos, y se construyó en medio de la plaza un pabellón de estilo neoclásico, con techumbre de placas onduladas que se dedicó a Mercado de las Flores, lo que parece indicar y justificar el dicho de Valencia, ciudad de las flores.
Tanto el Mercado de las Flores como el Mercado Nuevo fueron derribados para en 1.916 para la construcción del actual Mercado Central.
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A principios de 1.894 ya se había sustituido el escudo de la puerta principal de la Lonja, por el de la Virgen del Rosario flanqueada por dos ángeles, y ese mismo año se retira el reloj de la torre y se traslada a Benimaclet, instalado en el siglo XVIII.
Pero la obra más difícil y complicada era la terminación de la torre, que se aprueba en 1.896, procediéndose a retirar primero su parte superior que se había construido con ladrillos y que se levantó nuevamente de piedra; finalmente se remató con los merlones almenados similares a los existentes del siglo XV, y tras el informe favorable de la Real Academia de San Carlos en 1.899, se dieron por acabadas las obras más importantes.
La Lonja no solo era conocida en Valencia, sino que traspasó el Atlántico en 1.893.
El 7 de diciembre de 1.996, la Organización de las Naciones Unidas declaró e inscribió a la Lonja como monumento Patrimonio Mundial de la Humanidad.
Pero ya en los años 20, un lujoso libro editado por Larrousse, decía: “La Lonja bien vale el viaje a Valencia”.
Fuentes consultadas:
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Archivos autores
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Archivo del Reino de Valencia
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Archivo Histórico Municipal
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Biblioteca valenciana
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Biblioteca valenciana digital
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Biblioteca Histórica de la Universidad de Valencia
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Real Academia de la Historia
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Archivo de la Diputación provincial de Valencia
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Hemeroteca valenciana
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Wikipedia
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Valencia Actúa
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Jdiezarnal
-
Arquitectos de Valencia
-
Arquitectos italianos en España
Bibliografía
Sobre la bibliografía, por la imposibilidad de incluir tantos trabajos, compendios, tratados, tesis, estudios, etc., incluiremos tan solo, a modo de ejemplo, unos pocos, siendo conscientes que existen otros muchos trabajos de indudable calidad y reconocimiento.
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La Valencia desaparecida. Ángel Martínez y Andrés Giménez.
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La Lonja. Salvador Aldana Fernández.
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La Ciutat de València. Manuel Sanchis Guarner
-
Valencia antigua y moderna. Historia y descripción de las calles, plazas y edificios de Valencia. Marcos Antonio de Orellana Mocholí
-
La Lonja. Monumento vivo. José Huguet Chanzá
-
Arquitectos italianos en España
Fotografía
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Jdiezarnal
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Archivo Histórico Municipal
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Laurent. Colección Díaz Prosper
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Marcos Buigues Metola
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Ricardo Moreno
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Valencia Actúa
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Arquitectos italianos en España
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Nikonistas
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Biblioteca valenciana
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Archivo J. Huguet
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Colección J. V. Soriano
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Colección Juan José Díaz Prósper