De Lago Real a Parque Natural

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Hemos visto en otro artículo que los escritores más famosos de la antigüedad, como Estrabón, Tito, Livio, Plinio, etc., se sintieron fascinados  por la exuberante belleza de este paraje (Plinio le llamó “estanque ameno”) o nos recordaron la inusitada extensión de sus aguas y se cuenta, aunque no existen pruebas de ello, que en tiempos de la dominación árabe, Mostaín, señor de la taifa de Zaragoza, recibió la Albufera en premio con su alianza con el Cid para la toma de Valencia.

Solo a partir de la Reconquista de esta ciudad por Jaime I en 1.238 se conservan documentos que reflejan el interés de los reyes por este paraje natural, que se reservaron para su uso y disfrute personal, como fuente de ingresos para las arcas reales y como lugar de recreo, destinado sobre todo a la caza. Desde entonces la Albufera y la Dehesa pasaron a formar parte del patrimonio de la Corona y del Estado hasta 1.911, en que el Ayuntamiento de Valencia pasó a ser propietario del Lago.

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Los valencianos siempre fueron conscientes que la Albufera no era de su propiedad, sino del patrimonio real o del Estado, y resulta cuando menos llamativo el conocimiento que Blasco Ibáñez tenía de la historia del Lago, de los privilegios dados por los monarcas medievales a sus moradores, así como la defensa que hace de los reyes, no duda en hacer santo a Jaime I en su novela “Cañas y Barro”, a los que califica de “excelentes personas, con la mano siempre abierta para los pobres”, que se contentaban con el quinto del pescado, en contraste con la voracidad fiscal de la Hacienda.

Un pasado idealizado que contrastaba con la dureza de los tiempos presentes.

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Los monarcas de la Corona de Aragón y luego los de la Monarquía Hispánica legislaron ampliamente, igual que el municipio de Valencia, sobre  todos los aspectos que concernían a la vida y a la economía de la Albufera, destacando los privilegios de Jaime I y sus sucesores en los siglos medievales, regulando, sobre todo, la pesca y la caza, mientras que el Consell de la ciudad hacía lo propio con el pastoreo en la Dehesa.

A pesar que las brumas y las lagunas que la documentación nos ha dejado y de la que todavía permanece inédita, la historia de la Albufera, comienza a ser bien conocida a partir del Sharq al-Andalus (entre los años 713 y 714, poco después de la llegada del ejército de Táriq ibn Ziyad a la península ibérica, el emir Abd al-Aziz ibn Musa ocupó las tierras valencianas. Los musulmanes las denominaron Xarq al-Ándalus, es decir, la tierra situada en el Levante de al-Ándalus) por Jaime I (1.232-1.245), con su momento culminante en la toma de Valencia en 1.238, tras la capitulación firmada con Zayyán el 28 de septiembre. El monarca procedió al reparto de las tierras, casas y alquerías a diversos particulares e instituciones, algunas de ellas situadas en el entorno de la Albufera, como fue el caso de las alquerías y los rahales (Rahal, rafal, ​raal o real «del árabe andalusí رحال raḥāl, y éste del árabe clásico رحل raḥl, «punto de acampada»» designa, en el contexto histórico y geográfico de al-Ándalus, a las explotaciones agrícolas de carácter familiar de menor extensión que las alquerías.

Estaban cultivadas por arrendatarios o aparceros y consistían normalmente en una sola casa o edificación.​ Tras la reconquista, la acepción como tal perdió sentido y ya sólo se usó como nombre histórico, en ocasiones como sinónimo de heredad. No obstante, algunos rahales dieron origen a poblaciones actuales, que conservan el término en su topónimo, como Rafal (Rahāl al-Wazīr o Rafal del Visir), Real, Arahal o Rafelbuñol, entre otros) de Benetuser, Rabinsanxo (Alfafar), Almusafes, El Romaní, Sollana, etc.

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La noticia más antigua sobre el Lago es la permuta que Jaime I realizó con Rodrigo Ximénez de Luesia el 1 de agosto de 1.237 de la alquería de Foios y de un barco en la Albufera con derecho perpetuo a pesca, a cambio del castillo de Xivert. Este mismo año donó dos barcas en la Albufera a unos frailes y a un soldado. El 28 de marzo de 1.238 Jaime I repartió el término de Castelló de l’Albufera entre setenta y dos nuevos pobladores, dividiéndolo en tres secciones a partir del sitio de amarre de varios barcos, comenzando por el de na (don) Palafruguell y señalando las otras dos desde los de Petrixol y de en Cap de Ferro, correspondiendo a gentes de Tortosa. El 20 de mayo dio Castelló de l’Albufera a Ramón Gaucelmez, señor de Lunel, con el derecho de señorío.

Las casas y las tierras repartidas a los cristianos repobladores, venidos del norte, se dieron en general en “establecimiento enfiteútico” (es un derecho real que supone la cesión temporal del dominio útil de un inmueble, a cambio del pago anual de un canon o rédito. En algunos ordenamientos jurídicos esta cesión puede tener carácter perpetuo), aunque también las hubo en régimen a medias o bajo la forma de arrendamientos temporales.

Jaime I trató que los moros permanecieran en sus lugares de origen a fin de mantener las actividades económicas en activo, y así lo hace constar en un privilegio concedido el 5 de febrero de 1.248 a favor de la orden de San Juan del Hospital, señora de Silla, a fin de que permanecieran en el lugar cien familias de moros, de las cuales sesenta serían hombres barqueros y pescadores en la Albufera, y los otros cuarenta se encargarían de las redes gruesas de pesca llamadas brugines. Es un claro testimonio de la dedicación pesquera de la población musulmana de la Albufera, que se encargaría de mantener el nivel de producción del Lago y de enseñar las técnicas de la pesca a los nuevos pobladores cristianos, desconocedores de las mismas.

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Las tradiciones pesqueras en la Albufera se remontan a la etapa andalusí, pero en la segunda mitad del siglo XIII desapareció la población mudéjar en las localidades de la Albufera.

No obstante, como consecuencia de la revolución mudéjar de al-Azraq y el posterior decreto de expulsión ordenado por Jaime I el 6 de enero de 1.248. Posteriormente los señores de los lugares de la comarca albuferenca permitieron a muchos moros retornar a sus lugares, dándoles tierras y casas y estableciéndolos como subarrendatarios. Años después, entre 1.270 y 1.276, los moros de Sollana, Almusafes, Benifaió, Silla, etc., decidieron convertirse.

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La adscripción del Lago al real patrimonio  marcó la evolución histórica de la Albufera, puesto que sus rentas quedaban separadas de las del reino y las de la ciudad de Valencia, generando unas relaciones, no siempre fáciles, que durante siglos se movieron en estos tres niveles: el rey, el reino, y la ciudad de Valencia. De la importancia de la pertenencia de la Albufera al real patrimonio se hacía eco el tratadista V. Branch al decir:

[…] “se estimaron estas regalías de la Albufera (entre otras, se denominan «regalías» ciertos beneficios de orden material que recibe el trabajador de parte de su empleador o patrón, y que son apreciables en dinero para efectos provisionales y tributarios) como las más preciosas  del Real Patrimonio, en las que no solo gozaba el rey de los derechos de caza y pesca, sino de la facultad absoluta y privativa de establecer barcos para pescar y cazar aves junto al Real Lago, y para dar tránsito a los pasajeros en el tiempo que estaba abierta la Gola; de que usaron los Reyes a su arbitrio desde la Conquista” […]

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La Albufera fue siempre una fuente de ingresos para la Corona, que no siempre estaba dispuesta a compartirlos, por lo que Jaime I tuvo que pleitear con la iglesia valentina por la percepción de diezmos y primicias, llegándose a un acuerdo el 2 de noviembre de 1.241. En él se dispuso que, deducida, primero la parte del rey, se concedieran a la iglesia dos partes de los diezmos de las pesqueras del mar y de la Albufera. Pero el Conquistador, rey cristiano y devoto fiel, no lo olvidemos, siempre fue generoso con la iglesia, según un documento de la época, se le concedía al obispo y cabildo de la Seo valentina una cantidad anual de mil sueldos procedentes de las rentas de la Albufera, hay que hacer notar que siete Años después de conquistar Valencia ya estaba perfectamente organizado el arrendamiento de la pesca y su inclusión en el patrimonio real, que administraba el baile general del reino.

Jaime I prosiguió dictando variadas disposiciones para la debida explotación de la Albufera, en particular las referentes a la pesca, pero también en torno a la concesión de tierras o las salinas.

El reinado de Pedro III fue calificado por Francisco de Paula Momblanch y Gonzálbez (Alcoy, 18 de octubre de 1.892 – Valencia, 17 de abril de 1980, escritor, historiador, abogado, periodista y publicista español) como el de “los grandes privilegios”, en base a la cantidad e importancia de los mismos en lo referente a la Albufera y la Dehesa: caza, pesca, apacentar ganados, recolección de leña, etc., sentando la base legislativa hasta los tiempos modernos. El más notable de los privilegios de Pedro III, recogido en el apartado dela pesca, es dado en Valencia el 30 de noviembre de 1.283, por el que ordenó al baile general del reino y al arrendatario de los derechos reales del Lago que, a principios de cada año, eligieran a cuatro hombres honrados entre los pescadores que, prestando juramento previo ante el baile, ordenaran las pesqueras y dispusieran que pescadores podían o debían pescar, prohibiendo la pesca con anzuelo, redes tumbadas, bruquina con su red, etc.

En los reinados siguientes los monarcas continuaron confirmando las concesiones de sus predecesores y haciendo otras nuevas, como Jaime II de Aragón “el Justo” (Valencia, 10 de abril de 1.267​–Barcelona, 2 de noviembre de 1.327), que en 1.318 autorizó la explotación de barcas para pasaje, mediante alquiler.

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El largo reinado de Pedro IV (1.336 – 1.387) coincidió en lo que se conoce como “las crisis” bajomediales, donde el hambre, la guerra y las epidemias fueron compañeras de viaje habituales en el devenir cotidiano de los valencianos. La crisis económica hizo mella en la hacienda regia, que no tuvo más remedio que enajenar parte de su patrimonio para poder disponer de numerario y hacer frente a los compromisos cotidianos, sobre todo los generados por las guerras de la Unión y la de los “dos Pedros”, esta última con la Corona de Castilla, que a punto estuvo de acabar con el reino de Valencia, ocupado en gran parte por las tropas castellanas. Nada tiene de extraño que Pedro el Ceremonioso, acuciado por esta necesidad de dinero, vendiera el 18 de junio de 1.353 con pacto de retroventa a Ramón de Vilanova, caballero y a Arnau de Vilanova y los suyos , por 126.000 sueldos, la Albufera y los derechos que tenía en la misma, incluido el quinto de pesca, a excepción de algunos violarios hechos a ciertas personas.

Tras recabarlo de sus antiguos poseedores, el 3 de octubre de 1.356, de nuevo, vendió el Lago a Gilabert de Centelles por 120.000 sueldos, también con el pacto de retroventa. El 7 de enero de 1.358 Pedro IV confirmó la venta que sus procuradores Gilabert de Centelles, García de Loriz y micer Arnau Joan habían hecho de las salinas de la Albufera y sus instalaciones por 50.000 sueldos al maestre racional Berenguer de Codinats, incluida la Isla de El Palmar. Aragón estaba en guerra con Castilla y el monarca necesitaba desesperadamente fondos para pagar al ejército. En la práctica estas enajenaciones equivalían a préstamos, que el rey redimiría cuando la situación del erario se lo permitiera.

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Otra venta de las salinas por 60.000 sueldos se hizo al consejero real Ramón de Vilanova.

El 29 de diciembre de 1.362 el monarca dio las salinas a Enrique de Trastámara, con sus rentas y jurisdicción, como las había tenido hasta entonces Ramón de Vilanova, de quien las retrajo el rey.

Era el pago por la ayuda militar prestada por el conde de Trastámara al rey de Aragón en su lucha contra Pedro I de Castilla.

Al subir al trono castellano Enrique de Trastámara (Enrique II), las salinas regresaron al patrimonio real. Entonces entre el 29 de diciembre de 1.363 y el 28 de septiembre de 1.372 las rentas de la Albufera pasaron, a título personal y particular, a poder de la reina Leonor de Sicilia, esposa de Pedro IV.

Fallecida la reina en 1.374, el infante don Juan, heredero de la Corona, recibió la Albufera en herencia privada.

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Más adelante, el 9 de febrero de 1.381 entregó el Lago con todas sus rentas y derechos a su mujer doña Violante, hija del duque Roberto de Var y sobrina de Carlos “el Sabio”, rey de Francia.

Prosiguieron en las décadas siguientes las confirmaciones de privilegios, las disposiciones referentes a la pesca, a la jurisdicción del guardián, las atribuciones de los jurados de los pescadores, etc., y también asistimos a la creación de nuevas instituciones, como la Comisaría de Francos y Marjales en agosto de 1.386, mientras que la reina Violante siguió disfrutando de las rentas del Lago hasta su muerte. De hecho en diciembre de 1.399 el rey Martin “el Humano”  le autorizó a arreglar el Lago, las salinas y la Dehesa por un tiempo no superior a quince años.

Vidas en acutividad: “ab sglay e temor cativaren tots los que allí eren”

Vivir a orillas del Mediterráneo durante estos siglos resultaba muy peligroso para los que moraban en sus orillas a causa del flagelo que suponía la piratería y el corso, practicado por cristianos o musulmanes sin distinción de nacionalidad, con el consiguiente riesgo de caer cautivo.

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A finales de la Edad Media se apreció un notable incremento de los ataques de la piratería norteafricana contra las costas valencianas, cuyo episodio más sonado fue el asalto a la población ribereña de Torreblanca en 1.397, llevándose cautivos a sus moradores y las Sagradas Formas del templo parroquial.

A comienzos del siglo XV el poblamiento en la Albufera era escaso, compuesto básicamente por los pescadores del Lago y los trabajadores de las salinas, que vivían recluidos en un grupo de barracas en la zona de la gola.

En algún momento de este siglo, ya que se desconoce la fecha, la amenaza de los piratas se hizo realidad y, una noche se presentó, en esta gola, una galeota (La galeota era una galera pequeña de relativa gran velocidad y buenas condiciones evolutivas, de remo y vela como la galera ordinaria, muy usada por los corsarios. Para su defensa solía llevar fuego griego, arma basada en una sustancia incendiaria utilizada por el Imperio bizantino, que utilizaban gracias a sus buenas condiciones de buena marcha y gobierno. Constaban a lo sumo de dieciséis o veinte remos por banda y tan solo un hombre en cada uno. Su aparejo se reducía a una sola vela latina, aunque había algunas, las menos, con dos) de moros que asaltó las barracas y se llevó a sus moradores, hombres y mujeres, a Berbería, donde pasaron fam, fret, nuditat, e batiments. Nada se sabe de su suerte y si consiguieron rescatarse. Lo que si se produjo fue una reacción de un grupo de gentes piadosas que con sus bienes y los de las limosnas pensaron construir en la partida de la Punta una torre de defensa, donde pudieran recogerse los habitantes en las barracas o los viandantes que circulaban por el camino, en caso de peligro. El obispo de Valencia concedió cien días de indulgencia a los que dieran limosna para dicha obra, todo lo cual notificaban el 22 de abril de 1.410 los jurados de Valencia a sus compañeros de Xàtiva, Gandía, Alzira y Sagunto, con el fin que nombraran una o dos personas para recaudar dichas limosnas, tarea que en la ciudad de Valencia llevaba a cabo Joan Torregrosa.

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Se desconoce si la gente fue lo suficientemente generosa para que la torre se construyera.

De la reintegración de Alfonso V al patrimonio real al marquesado de Cullera

Alfonso V, también dedicó una cierta atención a la Albufera y el 29 de enero de 1.418 expidió en Valencia un importante privilegio por el que la Albufera, con sus salinas y Dehesa, se incorporarían al real patrimonio al morir la reina Violante, usufructuaria de dichos bienes, comprometiéndose a no enajenarla.

La reina falleció en Barcelona el 13 de julio de 1.431 y el Lago, la Dehesa y las salinas regresaron al patrimonio de la Corona, de acuerdo con el privilegio antes mencionado, a peticioón de los síndicos de las villas reales.

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En las Corte de 1.416 el brazo real obtuvo de la Corona el compromiso de no enajenar la Albufera, que no saliera del patrimonio real, como así sucedió hasta 1.708. Era una medida mediante la cual los representantes de las villas y ciudades reales trataban de evitar que los monarcas siguieran enajenando y dilapidando el patrimonio real, en el cual se incluían ellos mismo, tal como se venía haciendo de forma acelerada desde tiempos de Pedro “el Ceremonioso”.

Continuaron los sucesivos soberanos reservando para sí estas propiedades como regalía (beneficio o cuantía que se paga al propietario de un derecho a cambio del uso que se hace de él) de la Corona e imponiendo normas reguladoras para el ejercicio de la caza y la pesca, los principales aprovechamientos del Lago, junto con la sal, hasta que con motivo de la Guerra de Sucesión, el archiduque Carlos de Austria nombró a doña Elvira Ramos, madre del general valenciano Juan Bautista Basset, marquesa de Cullera y señora de la Albufera.

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Con el nuevo monarca la dinastía Borbón, Felipe V, el señorío de la Albufera, junto con la villa y marquesado de Cullera fue cedido por la Real Cédula de 26 de marzo de 1.708, a don Cristóbal de Moscoso, conde las Torres, en recompensa por los servicios prestados por este en la contienda anteriormente citada. En la concesión se incluye la jurisdicción correspondiente a la Albufera y sus regalías. Más adelante, el 23 de julio de 1.709 le añadió los derechos del quinto de la pesca y los derechos de las yerbas.

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Reyes de Valencia

 

Casa valenciana

 

Casa aragonesa

 

Casa castellana

 

Casa catalana

 

Años de reinado

Jaime I “el Conquistador” Jaime I “el Conquistador” Jaime I “el Conquistador”

1.238-1276

Pedro I “el Grande” Pedro III “el Grande” Pedro II “el Grande”

1.276-1.285

Alfonso I “el Liberal” Alfonso III “el Liberal” Alfonso II “el Liberal”

1.285-1.291

Jaime II “el Justo” Jaime II “el Justo” Jaime II “el Justo”

1.291-1.327

Alfonso II “el Benigno” Alfonso IV “el Benigno” Alfonso III “el Benigno”

1.327-1.336

Pedro II “el Ceremonioso” Pedro IV “el Ceremonioso” Pedro III “el Ceremonioso”

1.336-1.387

Juan I “el Cazador” Juan I “el Cazador” Juan I “el Cazador”

1.387-1.395

Martín I “el Humano” Martín I “el Humano” Martín I “el Humano”

1.395-1.410

Interregno hasta el Compromiso de Caspe

1.410-1.412

 

CASA TRASTÁMARA

Casa valenciana

Casa aragonesa

Casa castellana

Casa catalana

Años de reinado

Fernando I de Antequera Fernando I de Antequera Fernando I de Antequera

1.412-1.416

Alfonso III “el Magnánimo” Alfonso V “el Magnánimo” Alfonso IV “el Magnánimo”

1.416-1.418

Juan II “el Grande” Juan II “el Grande” Juan II “el Grande”

1.458-1.479

Fernando II “el Católico” Fernando II “el Católico” Fernando V “el Católico” Fernando II “el Católico”

1.479-1.516

 

CASA DE AUSTRIA

Casa valenciana Casa aragonesa Casa castellana Casa catalana Años de reinado
Carlos I “el Emperador” Carlos I “el Emperador” Carlos I “el Emperador” Carlos I “el Emperador”

1.516-1.555

Felipe I “el Prudente” Felipe I “el Prudente” Felipe II “el Prudente” Felipe I “el Prudente”

1.555-1.598

Felipe II “el Grande” Felipe II “el Grande” Felipe III “el Grande” Felipe II “el Grande”

1.598-1.621

Felipe III “el Piadoso” Felipe III “el Piadoso” Felipe IV “el Piadoso” Felipe III “el Piadoso”

1.621-1.665

Carlos II “el Hechizado” Carlos II “el Hechizado” Carlos II “el Hechizado” Carlos II “el Hechizado”

1.665-1.700

Guerra de sucesión
Felipe IV de Anjou Felipe IV de Anjou Felipe V de Anjou Felipe IV de Anjou

1.700-1.705

Carlos III “el Archiduque” Carlos III “el Archiduque” Carlos III “el Archiduque” Carlos III “el Archiduque”

1.705-1.707

Felipe IV (2ª vez) Felipe IV (2ª vez) Felipe IV (2ª vez) Felipe IV (2ª vez)

1.707

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SEÑORES DE LA ALBUFERA

AÑOS

SEÑORES DE LA ALBUFERA

AÑOS

Jaime I “el Conquistador” 1.238-1.236 Carlos II “el Hechizado” 1.665-1.700
Pedro I “el Grande” 1.276-1.285 Felipe V de Castilla 1.700-1.705
Alfonso I “el Liberal” 1.285-1.291 Doña Esperanza Ramos (madre del general Basset) 1.705-1.707
Jaime II “el Justo” 1.291-1.327 Felipe V de Castilla (2ª vez) 1.707-1.708
Alfonso II “el Benigno” 1.327-1.336 Conde de las Torres 1.708-1.761
Pedro II “el Ceremonioso” 1.336-? Carlos III 1.761-1.788
Reina Doña Leonor (esposa Pedro II) ?-1.374 Carlos Iv 1.788-1.803
Don Juan “el Cazador (siendo príncipe heredero) 1.374-1.381 Don Manuel Godoy 1.803-1.808
Reina Doña Violante (esposa de Juan I “el Cazador”) 1.381-1.431 Fernando VII 1.808-1.812
Alfonso III “el Magnánimo” 1.431-1.438 Luis Suchet, Mariscal de Francia 1.812-1.813
Juan II “el Grande” 1.458-1.479 Fernando VII (2ª vez) 1.813-1.818
Fernando II “el Católico” 1.479-1.516 Infantes don Carlos, María, Isidro y Francisco de Paula de Borbón 1.818-1.833
Carlos I “el Emperador” 1.516-1.555
Felipe I “el Prudente” 1.555-1.598 Isabel II 1.833-1.865
Felipe II “el Grande” 1.598-1.621 Estado Español 1.865-1.927
Felipe III “el Piadoso” 1.621-1.665 La ciudad de Valencia 1.927

 

Fuentes consultadas:

  • Archivos autores

  • Archivo del Reino de Valencia

  • Archivo Histórico Municipal

  • Biblioteca valenciana

  • Biblioteca Histórica de la Universidad de Valencia

  • Archivo de la Diputación provincial de Valencia

  • Hemeroteca valenciana

  • Wikipedia

Bibliografía

La bibliografía sobre la Albufera es muy extensa, por lo que, solo recogeremos una pequeña muestra

  • El cas de L’Albufera, zones humides valencianes, Emili Piera

  • L’Albufera de Valencia, Daniel Sala, Francisco Calero, Pepe Sapena

  • La Albufera. De Lago Real a Parque Natural, José Hinojosa Montalvo

  • Historia de la Albufera de Valencia (1.960) Francesc de Paula Momblanch

  • Fauna valenciana. Geografía General del Reino de Valencia. Boscá. A., 1.916

  • Tratado de los derechos y regalías que corresponden al real patrimonio en el reino de Valencia y de la jurisdicción del intendente, como subrogado en lugar del antiguo bayle general. Branchat, V., 1.784-1.786

  • Estudio histórico y jurídico de la Albufera de Valencia. Su régimen y aprovechamientos desde la Reconquista hasta nuestros días. Caruana Tomás, C., 1.954

  • Observaciones sobre la Historia Natural, geografía, agricultura, población y frutos del Reyno de Valencia. Cavanilles, A. J.

  • Décadas de la historia de la insigne y coronada ciudad y reino de Valencia. Escolano, G. – Perales, J.B. 1.879-1.880

  • Etc.