Ensanche de la plaza

Ensanche de la plaza

Calles que delimitaban la plaza de San Francisco

Plaza del Ayuntamiento

Primeras transformaciones urbanísticas de la antigua plaza de San Francisco tras la demolición de su histórico convento

Entre los numerosos proyectos municipales que proliferaron durante la década de 1.870-1.880, con el fin de descongestionar algunas zonas céntricas, destacó reiteradamente el deseo de la Corporación Municipal, secundando el sentir de los valencianos, de transformar en parque arbolado y en una ancha plaza, lo que fueron solares del antiguo Convento de San Francisco y de los espacios más inmediatos que lo circundaban.

El resultado de todo el proceso urbanístico consistirá finalmente, en configurar una plaza cuya planta ofrecerá la forma de un gran triángulo.

En medio de todo el abigarrado dédalo de callejuelas que circundaban al gran convento de San Francisco podemos determinar como y límites que van a delimitar el ensanche de la plaza, lo siguientes:

  1. En el centro, aproximadamente, los solares del demolido convento de San Francisco.

  2. Todo el flanco de la plaza del Barrio de Pescadores, en su orientación al oeste.

  3. La vertiente sur que recae a la Ronda (calle Xàtiva), por cuya parte hubo que romper el muro de San Pablo, para que los trenes de la primera estación del ferrocarril (no hace referencia a la Estación del Norte, sino a la anterior antigua estación) que se edificó en esta zona, pudiesen entrar y salir por la brecha que, pasado el tiempo, sería la futura avenida de Amalio Gimeno, actual Marqués de Sotelo.

  4. La parte oeste, que mira hacia la calle de San Vicente, y que alcanzaría máxima categoría, puesto que en ella habría de levantarse el nuevo Ayuntamiento de Valencia. Siguiendo en la misma línea, nos encontraremos también con algunos edificios con historia, como el desaparecido palacio del marqués de Jura Real, actualmente edificio “La Adriática de seguros, y otros de similar relieve.

  5. Por la parte norte, o por la parte que se accede desde la antigua plaza de Zaragoza (actual plaza de la Reina), teniendo en cuenta la reforma llevada a cabo, a la de la plaza de Cajeros y en especial, de la Bajada de San Francisco, en medio de todo este entorno tendría que surgir la nueva y deseada plaza, en un tiempo de San Francisco y luego con otros rótulos, para terminar, ostentado el rótulo de plaza del Ayuntamiento.

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Ensanche de la plaza

La dificultad para la realización del proyecto de esta gran plaza radicaba en que la Hacienda Pública reclamaba un alto precio por la adjudicación al Ayuntamiento de los antiguos solares de San Francisco.

Según el ponente de la Comisión de Policía Urbana, informó de la auténtica historia del conflicto diciendo así:

“[…] La historia es muy sencilla. Existía un convento denominado de San Francisco, que pasó a ser propiedad del Estado por la Ley de desamortización. Este convento debió venderse como se vendieron todos los bienes procedentes de igual origen; no se vendió, pero se destinó a cuartel, usufructuándolo el Ministerio de la Guerra; más no solo lo usufrutuó Guerra, sino que Guerra debía al Estado, al haber de la Nación, al Ministerio de Hacienda, cantidades determinadas por servicios fuera del presupuesto respectivo que iba realizándose y llegó un momento en que la Hacienda dijo al Ministerio de la Guerra: necesito ese convento para hacerme pago con el importe de sus solares de la cantidad que me debes […]” Eran dos millones de pesetas que Hacienda exigía al Ministerio de la Guerra, y por lo cual desahució a este Ministerio de los solares del convento de San Francisco, expulsó de allí al servicio militar que en ellos se cumplía, se incautó de los solares y determinó su parcelación y venta […]”.

El proyecto de Ensanche que de la antigua plaza de San Francisco tenía delineado el Ayuntamiento de Valencia, consistía en prolongar la calle de Lauria sin afectar a la fachada principal del primitivo edificio de la estación de ferrocarril (no confundir con la Estación del Norte) en su acera izquierda y siempre en dirección a buscar la salida hacia la calle de San Vicente.

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El otro importante objetivo en orden a la urbanización de los solares del convento de San Francisco, consistía en trazar otra calle que, partiendo de la prolongación del lado derecho de la plaza de San Francisco, es decir, del que linda con la calle de la Sangre, y de este modo, continuar en línea recta hacia la zona de la calle de Xàtiva, donde años más tarde, se edificaría la nueva Estación del Norte.

Esta prolongación, que, en efecto, abre el camino hacia la actual estación ferroviaria, vislumbraba un futuro urbanístico que es, ni más ni menos, la amplia perspectiva que ya se domina desde el ingreso de la actual plaza del Ayuntamiento y que nos ofrece el nuevo edificio de la Estación del Norte al fondo.

Una avenida ancha sería el resultado de los proyectos del Ensanche, que recibiría el nombre de Amalio Gimeno.

Su vial urbano exigiría la demolición por la parte izquierda, de los edificios que asomaban a la calle Nueva de Pescadores, mientras que, por la parte derecha, el Instituto Provincial de Enseñanza (Instituto de Bachillerato “Luís Vives”) tendría que ceder parte de sus instalaciones.

Las grandes ventajas del ambicioso proyecto del Ayuntamiento, estribarían en tiempos posteriores, en disponer desde el centro urbano de una de sus mejores avenidas con acceso directo a una nueva estación en la que se pensaba para un futuro próximo.

La avenida Amalio Gimeno, llega hasta nuestros días con su mismo trazado, pero con el nuevo rótulo, avenida del Marqués de Sotelo.

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Siguiendo con las discusiones de los problemas que tenía planteados el Ayuntamiento en los comienzos de 1.893, por cuanto han tenido consecuencias en la posteridad, insistía el concejal ponente de la Comisión pedir a Hacienda la concesión del terreno destinado a vía pública en la parcelación de los solares de San Francisco, conforme a la prolongación de las calles a las que hacía referencia el proyecto, que lo argumentaba de esta manera:

“[…] Creo que el día de mañana, Dios sabe cuando, pero alguna vez será, cuando salga la estación del ferrocarril del norte fuera de Valencia, donde tiene proyectado construir la misma empresa, una de dichas vías ha de venir a parar desde el centro de la ciudad enfrente de la fachada de la nueva estación, entre la plaza de toros y la calle de Bailén, estas dos grandes calles son las que imponen en esta parcelación, y si no se hace con arreglo a ellas la parcelación de los solares de San Francisco, señores, da pena decirlo, pero no cabe expresarlo de otra manera, será reproducir el Barrio de Pescadores al lado del Barrio de Pescadores mismo que estamos destruyendo […]”.

La “Memoria explicativa” acompañada de planos sobre el proyecto de plaza que se trataba de construir en los solares del exconvento de San ¨Francisco, con la que, según la costumbre, daba comienzo el informe, decía así:

“[…] En la parte sudeste de la ciudad y en las inmediaciones de la Estación de Ferrocarriles del Norte, lindando con la Casa Consistorial (primitiva Casas de la Enseñanza del arzobispo Mayoral), el Barrio de Pescadores y la calle de los Mártires en medio, existe un solar perteneciente al que fue convento de San Francisco […]”.

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En el siglo XIX finalizó, al tiempo que se realizaba definitivamente el parque de Emilio Castelar sobre los antiguos solares del convento de San Francisco en 1.899.

Con la prolongación del lado derecho de la plaza de San Francisco, se facilitaba también, además de un acceso amplio y libre hacía lo que sería años después la nueva estación del Norte en la calle Xàtiva, la comunicación a la tan habitualmente concurrida plaza de toros.

Esta avenida conectaría aquella zona con el núcleo central de la ciudad en línea casi recta por la plaza y Bajada de San Francisco y desde el inicio de la calle de San Vicente.

Las obras relativas a la apertura de la larga calle que iría por el flanco derecho de la plaza de San Francisco rumbo a la calle de Xàtiva, implicaban la transformación de la típica Bajada de San Francisco, tan transitada y tan pletórica de actividad.

Comenzaba esta desde la plaza de Cajeros y también junto a la tradicional calle de San Vicente.

Con la desaparición de esta plaza y de la Bajada de San Francisco, se suprimía también lo que en realidad constituía un cómodo atajo a los viandantes que desde el antiguo casco urbano se dirigían hacia el camino de Ruzafa.

Todo este nuevo ensanche desagradó además a muchos comerciantes que ya desde años eran famosos; a este respecto obedece la reclamación formulada por el presidente del Ateneo Mercantil, esta reclamación tuvo el efecto deseado, ya que no se autorizó a retranquear los edificios de esta acera izquierda de la nueva plaza, y ello obedece el que la plaza del Ayuntamiento no tenga la forma de rectángulo.

La proyectada transformación se llevó a cabo y el Ayuntamiento aprobó en fecha 20 de octubre de 1.928 un presupuesto de 25 millones de pesetas para su realización.

Ensanche de la plaza

Un edificio, que aunque desaparecido, ha pasado, sin embargo, a formar parte de la historia de la arquitectura valenciana fue el suntuoso palacio de los marqueses de Jura Real, cuya fachada principal asomaba a la antigua plaza de San Francisco, mientras que su lateral recaía a una también, no menos famosa calle, que si bien en documentos de tiempos remotos se denominó del Lobo o del Llop, su verdadero rótulo responde al apellido de En Llop, como luego veremos.

El estilo del palacio de Jura Real era de un neoclasicismo puro y sus dos grandes portaladas de piedra que le servían de entrada acogían el balcón barroco de los Castillo, rematado por la corona, símbolo del marquesado, que proclamaba el título de Jura Real.

El edificio había sido construido con ladrillo de Moncada y piedra procedente de las canteras de Godella y Paterna, según proyecto del arquitecto Mauro Minguet; el hierro forjado de los balcones, rejas y balaustrada de la escalera, fue obra del maestro herrero Vicente Gumbau.

Unida íntimamente a la construcción de esta casona, se divulgó una historia de rivalidades entre dos ilustres familias: los Castillo y los Merita.

Contigua al palacio de Jura Real y delimitada tan solo por la estrecha calle de En Llop, abría sus puertas de servicio la casona solariega señalada con el número 10 de don Lorenzo Merita Llácer, doctor en ambos derechos, cuya fachada principal lucía también el escudo heráldico de los Llácer, recayente a la calle de la Sangre.

La habitación dormitorio del señor Merita, daba a la parte posterior de su casona en la calle de En Llop y no queriendo ser observado por su noble vecino decidió comprar una casa lindante, al objeto de elevarla y evitar miradas ajenas.

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Ambos vecinos pertenecían a la clase de regidores perpetuos.

Por el estado noble y por elección entre los miembros del Concejo fueron designados para representar a la ciudad en la corte en el solemne acto de la Jura del Príncipe de Asturias, hijo de Carlos III, que más tarde sería rey con el nombre de Carlos IV.

Con tal motivo emprendieron viaje a la capital de España y durante el viaje Lorenzo Merita le hizo saber que alguna parte del edificio palaciego de Francisco Castillo le mermaba luces y dado que existían las naturales discrepancias por ambas partes se originó una larga polémica.

En la ceremonia palatina Francisco Castillo, caballero de la Real Maestranza de Valencia, recibió el título de marqués con la denominación de aquel acto, es decir, marqués de Jura Real.

Pronto, entre las dos portadas, a las que ya hemos hecho alusión, comenzó a lucir pomposamente el escudo heráldico con la corona de marqués.

A partir de entonces se alteró el temperamento de Lorenzo Merita quien, indignado por la deferencia que el rey había tenido para su vecino y bajo el pretexto sobre la servidumbre de luces a las que presuntamente tenía derecho, el marqués promovió un pleito judicial contra su viejo amigo y ahora rival, Lorenzo Merita; la querella concluyó con la paralización de las obras en la casa de este último, conforme deseaba Francisco Castillo.

Pero lo gracioso del caso es que también terminó el asunto apareciendo un buen día la enorme figura de un tipo hercúleo en piedra tallado en actitud de abrazar la pared que sostenía la fachada posterior del edificio.

El pueblo no dudó en bautizarle con el popular nombre del “Nano del carrer d’En Llop”, que durante muchos años fue blanco de los juegos de la chiquillería del barrio.

Ensanche de la plaza

Cuando los Castillo, marqueses de Jura Real, fueron a residir en Madrid, el suntuoso palacio fue ocupado hasta su derribo, como consecuencia del ensanche de la plaza, fue ocupado por una entidad comercial denominada Fomento Industrial y Mercantil, cuyo presidente fue el marqués de Mascarell, en julio de 1.918.

En la actualidad sobre lo que fue su solar se alza el majestuoso edificio generalmente conocido por La Adriática, S.A. de Seguros, mientras que la mansión de los Merita fue transformada en un importante bazar.

Entre tanto el “Nano de la calle d’En Llop” continuó en su actitud indolente, dando las espaldas al numeroso público que por allí transitaba, hasta que nueva configuración de los edificios de esta calle de En Llop, que es la que media entre la calle San Vicente y la actual plaza del Ayuntamiento, obligó a que esta escultura desapareciese de la misma.

La nota sobresaliente del mes de agosto de 1.929, fue el traslado del famoso “Nano del carrer d’En Llop” desde su antiguo emplazamiento a una finca de Vicente Miguel Carceller, situada en La Cañada, próximo a Valencia.

El “Nano” se podía observar, hasta no hace muchos años en la fachada del chalet de este señor.

Fachada originalísima en la que estaban representados, en ambos extremos, un fragmento de La Lonja y el Micalet de 8 metros de altura, quedando el espacio central reservado para dos típicas barracas entre las que figuraba el popular “Nano”.

Después de tantas peripecias, el famoso “Nano”, seguía perdurando a través de los tiempos, ahora en su nuevo domicilio de Monte Cañada hasta que, de nuevo, se vendió en 1.973 a José Luis García Hernández.

Teniendo actualmente un futuro incierto sobre su pervivencia.

Volviendo a la calle de En Llop, indicar que su rótulo, por deformación de su nombre, aparece ya en documentos antiguos como calle del Lobo y también del Lop, pero no se trata de ningún lobo sino del ilustre apellido de una familia valenciana, como escribía el cronista Vicente Boix en la segunda mitad del Ochocientos: “[…] hace poco más de un siglo y medio que tiene este nombre, recibido de Teodoro Lop padre de don José, el apreciable autor de la obra titulada Fábrica de Murs e Valls […]”.

Desde esta calle a su paralela calle de Cotanda, desde tiempos lejanos existe una estrecha callejuela que ahora lleva por rótulo calle de Zapata en memoria de un célebre médico de este apellido.

Anteriormente se le había denominado a esta calle calle de “Escuarterats”, que viene a decir lo mismo que “Escorcharosins”, porque en ella habitaban gentes dedicadas a esquilar caballerías, así como despellejar las que morían, práctica que realizar junto al cauce del Turia, o en un muladar (Lugar muy sucio donde se acumula basura o cosas inservibles) o también en la rambla.

Les facilitaba el ejercicio de este oficio, la circunstancia que en la plaza de San Francisco y alrededores se habían situado muchos mesones, posadas y paradores en los que se guarecían en sus caballerizas los animales de carga y arrastre para los carruajes y diligencias.

Próximo capítulo: Casa de la Enseñanza

 

Fuentes consultadas:

Bibliografía

  • Origen e Historia de las calles del centro histórico de Valencia. Juan Luís Corbín Ferrer

  • España. Levante. Guías Calpe. Elías Tormo y Monzón. 1.923

  • Geografía del Reino de Valencia. José Martínez Aloy.

  • Valencia antigua y moderna. Marcos Antoni Orellana. 1.924

  • La urbe valenciana en el siglo XIV. José Rodrigo Pertegás. 1.924

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  • Enseñanza de latinidad y humanidades en la renovación pedagógica del Seminario Andresiano de Nobles (1.763-1.785). Telesforo M. Hernández

  • Los restos del rey moro Zeyt, en el Monasterio de la Puridad de Valencia. José Benjamín Agulló Pascual. 1.978

  • Notas históricas de las Seráficas Provincias de Valencia (obra manuscrita). Padre Conrado Ángel

  • Valencia Antigua y Moderna. Constantí Llombart. 1.887

  • Origen y carácter de los acontecimientos de Valencia en la noche del 5 y del 6 de agosto de 1.835.

  • Las fiestas de la nobleza valenciana en el siglo XVII. Pilar Pedraza

  • La enseñanza en el seminario de nobles educandos tras la expulsión de los jesuitas. Enrique Giménez López