Evolución del nombre

Evolución del nombre

Plaza del Ayuntamiento

Primeras transformaciones urbanísticas de la antigua plaza de San Francisco tras la demolición de su histórico convento

Una vez conseguido, después de tantos avatares, el pleno dominio del que fue el huerto monacal de los franciscanos, quedó este convertido por el municipio en ajardinado parque público, en donde todavía podían apreciarse algunas de las variadas especies vegetales que en épocas anteriores habían formado un auténtico bosquecillo.

La plaza iba ensanchándose a costa especialmente de la demolición de viejos edificios que la circundaban, así como de la supresión de los viales urbanos de las callejuelas del entorno.

El ámbito de la plaza, todavía con el rótulo de San Francisco, iba adquiriendo en su tan conocida topografía, la forma más o menos, de un triángulo cuyo vértice se orienta hacia la plaza de la Reina, mientras que la base está orientada hacia la calle Xàtiva.

A partir de ahora van a sucederse los cambios de rótulo de la que comenzó, hace ya muchos años, llamándose plaza de San Francisco, puesto que allí se encontraba el antiguo convento de la orden franciscana; es necesario tener en cuenta los cambios en el rótulo del callejero valenciano, se producirían a partir de los cambios políticos habido en España durante el siglo XX y en los tiempos actuales.

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Evolución del nombre

El partido progresista consiguió cambiar el tradicional nombre de plaza de San Francisco, por el de su general, plaza de Espartero (1.840-1.843), según el acuerdo de 12 de noviembre del año 1.840.

Precisamente, fue aquí, en Valencia, en el palacio de los condes de Cervelló, ubicado en la plaza de Tetuán, donde se obligó a abdicar a la regente María Cristina.

Baldomero Espartero fue el héroe del ejército constitucional en la primera Guerra Carlista, entre los carlistas y liberales, poniendo fin a la misma en 1.839, concertando con el general carlista, Rafael Maroto, el Convenio de Vergara, así llamado por haberse firmado en esta villa de Guipúzcoa el 31 de agosto de 1.839.

Pocos años después y por otro acuerdo firmado el 11 de agosto de 1.843, desaparece de la plaza el rótulo de plaza de Espartero y es colocado el de plaza de la Reina Isabel II (1.843-1.868), puesto que esta asciende al trono tras ser declarada entonces mayor de edad.

Sin embargo, los avatares políticos que tanto caracterizaron a la España del siglo XIX, traen en septiembre de 1.868 el estallido de una revolución que destronó a Isabel II.

El acontecimiento, naturalmente, no iba a influir menos que otros en las decisiones sobre los cambios de nombre de esta gran plaza, en consecuencia, aparece en la historia de esta plaza el pomposo nombre de plaza de la Libertad (1.868-1.874) y en consonancia con el rótulo se plantó en el centro de la plaza el simbólico árbol, el roble, que la representaba y que tuvo que renovarse en varias ocasiones como consecuencia de los malos tratos que los enemigos del rótulo le inferían.

Evolución del nombre

Tras la Restauración borbónica que siguió a la proclamación por el general Arsenio Martínez Campos (Segovia, 14 de diciembre de 1.831-Zarauz, Guipúzcoa, 23 de septiembre de 1.900) en Sagunto, de Alfonso XII, hijo de Isabel II, el 29 de diciembre de 1.874, la nuestra plaza vuelve a denominarse, siguiendo el sentir y la tradición popular, plaza de San Francisco, cuyo rótulo, en el lenguaje popular, continuaba llamándola.

Debido a las turbulencias políticas de finales del siglo XIX y sin olvidar que hubo una Primera República que se proclamó el 11 de febrero de 1.873, cuyo cuarto presidente fue el eminente orador Emilio Castelar, nos vamos a encontrar, durante aquellos últimos años, con la circunstancia que el rótulo de la plaza está fluctuando, sin acabar de definirse, entre los nombres de plaza de San Francisco y plaza de la Libertad, mientras se preparaban los preludios del nuevo y algo más duradero título, como sería en el siglo XX, plaza de Emilio Castelar (1.900-1.939).

En la Sesión Ordinaria de 20 de octubre de 1.892, la Comisión de Estadística acordó proponer a la Corporación Municipal que “desaparezcan los rótulos que dicen plaza de San Francisco, dejando subsistente el que dice plaza de la Libertad”.

Al final se consiguió el acuerdo por el que se mantenía el rótulo de plaza de la Libertad.

Pocos años después, el 25 de mayo de 1.899, cuando fallece el expresidente de la República Emilio Castelar, cuando se concebirá la idea de dedicar esta plaza mayor al ilustre político y presidente del Gobierno de la República: Emilio Castelar.

Para tomar el acuerdo de rotular esta plaza con su nombre el 15 de septiembre de 1.899, ratificado el 5 de febrero de 1.900.

Evolución del nombre

Es necesario atraer la atención sobre la circunstancia, un tanto singular, de la larga permanencia del rótulo de plaza de Emilio Castelar, habida cuenta que durante este período (1.900-1.936) se sucedieron notables y diferentes cambios políticos, como fueron: el reinado de Alfonso XIII; la dictadura del general Primo de Rivera; el advenimiento de la II República y la Guerra Civil española.

Pese a todo ello y la fácil movilidad del nomenclátor de nuestro callejero, es necesario insistir, lo verdaderamente digno de resaltar el hecho de no haberse producido cambio alguno en la dedicación de la plaza al famoso orador y político de la Primera República.

Los cambios políticos a partir del primero de abril de 1.939, iban a decidir, no muchos días después de esta fecha, el consiguiente cambio de rótulo en el nomenclátor callejero de Valencia; así el Ayuntamiento de Valencia, bajo la presidencia de Joaquín Manglano Cucaló de Montull, barón de Cárcer, acordó el día 19 de junio de ese mismo año, que “la plaza de Emilio Castelar, llevara el nombre del Jefe del Estado, general Franco, bajo el título de plaza del Caudillo”.

Con esta nueva denominación permanecerá esta plaza a lo largo del siglo XX, concretamente desde 1.939 hasta finales 1.979 y tras los últimos cambios políticos de la transición, el Ayuntamiento decidió denominarla plaza del País Valenciano.

Algo menos de una década prevaleció esta nueva rotulación presidiendo la plaza mayor de Valencia, hasta que en la sesión del día 9 de julio de 1.987, presidida por el alcalde Ricard Pérez Casado, se tomó el acuerdo de suprimir el nombre de País Valenciano, por el que en esos momentos se decidía, tras votación general de los miembros de la Corporación Municipal, que se denominase como Plaza del Ayuntamiento, basándose para ello en el hecho que el edificio de la Casa Consistorial, asoma su fachada a esta plaza central de la ciudad.

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En el año 2.008 hubo una propuesta del Consell València de Cultura para renombrarla como plaza del Rei Jaume I pero el ayuntamiento exigía la necesidad de consenso para aceptar dicho cambio, cambio que no se produjo.

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Un edificio para el Ayuntamiento de Valencia

Primeras transformaciones urbanísticas de la antigua plaza de San Francisco tras la demolición de su histórico convento

Próximo capítulo: Nuevo edificio del Ayuntamiento

 

Fuentes consultadas:

Bibliografía

  • Origen e Historia de las calles del centro histórico de Valencia. Juan Luís Corbín Ferrer

  • España. Levante. Guías Calpe. Elías Tormo y Monzón. 1.923

  • Geografía del Reino de Valencia. José Martínez Aloy.

  • Valencia antigua y moderna. Marcos Antoni Orellana. 1.924

  • La urbe valenciana en el siglo XIV. José Rodrigo Pertegás. 1.924

  • La Universitat de València i els jesuïtes. El conflicte de les aules de gramàtica (1.720-1.733). Salvador Albiñana Huerta

  • Enseñanza de latinidad y humanidades en la renovación pedagógica del Seminario Andresiano de Nobles (1.763-1.785). Telesforo M. Hernández

  • Los restos del rey moro Zeyt, en el Monasterio de la Puridad de Valencia. José Benjamín Agulló Pascual. 1.978

  • Notas históricas de las Seráficas Provincias de Valencia (obra manuscrita). Padre Conrado Ángel

  • Valencia Antigua y Moderna. Constantí Llombart. 1.887

  • Origen y carácter de los acontecimientos de Valencia en la noche del 5 y del 6 de agosto de 1.835.

  • Las fiestas de la nobleza valenciana en el siglo XVII. Pilar Pedraza

  • La enseñanza en el seminario de nobles educandos tras la expulsión de los jesuitas. Enrique Giménez López