Reales Atarazanas del Grao. El gran arsenal 1.420-1.494

Reales Atarazanas del Grao. El gran arsenal 1.420-1.494

El gran arsenal del siglo XV: 1.420-1.494

El Gobierno y la política comercial

Reales Atarazanas del Grao. El gran arsenal 1.420-1.494

Martín el Joven, rey de Sicilia, murió sin descendencia legítima en 1.409.

Su padre, Martín el Humano, intentó con esmero dejar resuelta la continuidad monárquica, pero murió un año después, quedando abierto el problema sucesorio.

Durante estos años del interregno, las altas esferas de los reinos de la Corona de Aragón, se movilizaron para presentar y elegir al candidato más idóneo.

Federico, el conde de Luna, tenía el inconveniente de ser hijo bastardo de Martín el Joven y, además, ser menor de edad.

A la candidatura de Luís de Anjou, se negó el rey regente, porque era descendiente por línea materna de Pedro IV el Ceremonioso.

Alfonso, duque de Gandía, era demasiado mayor.

Los dos aspirantes con más posibilidades eran Fernando de Antequera (infante de Castilla), y el conde de Urgel, que a pesar de tener los mejores títulos fracasó en su carrera hacia la corona al ponerse en contra al pueblo aragonés, tras el asesinato del arzobispo de Zaragoza a manos de uno de sus protectores, y por su alianza con el rey de Granada, un infiel.

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Finalmente el Papa Benedicto XIII tomó partido en el asunto, y se impuso la dinastía de los Trastámara tras el llamado Compromiso de Caspe (pacto establecido en 1.412 por representantes de los reinos de Aragón, Valencia y del principado de Cataluña, para elegir un nuevo rey ante la muerte en 1.410 de Martín I de Aragón sin descendencia y sin nombrar un sucesor aceptado.

Supuso la entronización de Fernando de Antequera, un miembro perteneciente a la dinastía Trastámara, en la Corona de Aragón).

Con la nueva estirpe castellana, los reinos de la Corona perdieron en independencia en aras de una monarquía con un rango cada vez más autoritario.

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El gran arsenal del siglo XV: 1.420-1.494

El Gobierno y la política comercial

Valencia se convierte en ese momento en una ciudad oligárquica (forma de gobierno en la que el poder supremo está en manos de unas pocas personas, generalmente de la misma clase social) y dependiente del rey, de modo que la “voluntad de la monarquía” siempre anterior a la creación de la ley, por lo tanto, la orientación de las normas legales se ajustaron más a las necesidades y preferencias del soberano que a las conveniencias de la ciudad.

El aumento de volumen de intercambios y la creciente presión fiscal, con la consecuente complejidad del sistema de hacienda, requirió una reforma institucional que se inició con el reinado de Alfonso el Magnánimo en 1.416-1.458 y afectó muy directamente a la continuidad de las dinastías ciudadanas que hasta entonces se perpetuaban al frente de las magistraturas municipales.

El poder recaería ahora en la figura cada vez más omnipotente del Mestre Racional, figura creada en 1.419 como poderoso instrumento de control y de intervención monárquica en los asuntos de la ciudad, y que tomó fuerza como máximo representante de la monarquía, sobre todo, bajo el mandato de Guillem Çaera en 1.456-1.477.

Todo el devenir político no impidió que la ciudad de Valencia gozara de un período de bonanza económica y se convirtiera en un gran centro de negocios en la Península Ibérica, y si en algo afectó, las consecuencias no se dejarían ver hasta en el Quinientos.

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El hito del esplendor de la Valencia del siglo XV está ampliamente documentado.

La decadencia de Cataluña y Mallorca y las pugnas entre las grandes ciudades mercantiles  favorecieron la vivacidad de la economía valenciana.

Los pilares sobre los que se fundamentaría la hegemonía valenciana son dos:

En primer lugar, la estabilidad del campo y en segundo lugar, la rápida evolución de un sector manufacturero cada vez más especializado y con abundante mano de obra tanto en la ciudad, fruto de la afluencia masiva de la población rural, como en actividades complementarias a los trabajos agrícolas.

Desde el Grao se redistribuían productos como las especias de Levante o los famosos “draps” comprados en el mercado napolitano y en centro Europa, existió en Valencia, en 1.411, una línea regular que hacía el trayecto de Valencia a Damasco, Beirut y Alejandría.

Este importante ritmo comercial atrajo a comerciantes de todas las nacionalidades.

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Con todo ello se activó el mercado de las letras bancarias, emitiéndose en Valencia la primera letra de cambio, y se difundieron las sociedades aseguradoras al amparo del auge comercial en nuestra ciudad.

Sin embargo, este estado de prosperidad fue menguando y se desequilibró la economía porque la inversión en obras públicas sobrepasó las posibilidades financieras del consistorio, y por los, cada vez más frecuentes y cuantiosos, préstamos a la monarquía, como los 40.000 florines prestados el 29 de agosto de 1.419 o las 90.000 libras que se destinaron en 1.489 para financiar la Guerra de Granada.

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El gran arsenal del siglo XV: 1.420-1.494

La Valencia del siglo XV.

Por los documentos existentes y, las noticias ofrecidas por Agustín Rubio Vela, es posible saber que la ciudad de Valencia contaba en 1.489 con 8.840 casas, ocupadas por una población que rondaría los 45.000 habitantes.

Fue una ciudad de tamaño similar a Roma, Génova o Gante.

Las comunidades musulmanas y judías quedaron confinadas en barrios separados donde realizaban actividades autárquicas (La autarquía, autarcía o economía autosuficiente es un término comúnmente usado en la economía que indica la condición de las personas, lugares, mecanismos, sociedades, sistemas industriales o naciones que luchan por su autoabastecimiento o que rechazan toda ayuda externa).

En este siglo se despierta de manera más ferviente que en el anterior, el sentimiento antisemita (el asalto a la judería tuvo lugar en 1.391) y anti musulmán, lo que quedó patente en el ataque de la morería el 5 de junio de 1.455 al que acudieron cerca de 10.000 personas.

En estos años, el Consell, impulsó un nuevo período de reformas urbanas.

El acuerdo del 27 de mayo de 1.447 por el que el Consell ordenaba que se destinaran 10.000 sueldos del dinero común para la tasación de las calles cuyos saledizos debían ser derribados para embellecerla.

El derribo de los saledizos había comenzado ya en el Trescientos, pero los gestores siguen empeñados en unificar y ampliar sus calles.

Se cuidó el buen tránsito de las calles, así como, la amplitud de los espacios dedicados al comercio y que se pudieran admirar los edificios más emblemáticos de la ciudad (se reformó La Lonja y se amplió el Almudín, por ejemplo).

Entre estas construcciones que unían funcionalidad y decoro y hacían gala del esplendor de la ciudad, estaba el arsenal del Grao de la mar, al que se le cuidó su estado de conservación y se ampliaron sus dependencias.

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El gran arsenal del siglo XV: 1.420-1.494

El Puerto.

El incremento de la actividad comercial, tuvo como uno de sus objetivos, mejorar las instalaciones de la puerta de Valencia al mundo: El Grao de la mar.

Por lo que se refiere al embarcadero. se tiene noticias de la construcción de un “pont de fusta” puente de madera para facilitar el acceso de las personas, no para la carga y descarga de mercancías, que se seguían realizando con pequeñas barcas.

Fue la llegada al trono de Alfonso V lo que propició estas obras.

Aunque se observan pocos cambios en el acondicionamiento del Grao.

Sin embargo se amplía considerablemente el recinto de las atarazanas.

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El gran arsenal del siglo XV: 1.420-1.494

El gran recinto del arsenal queda completado.

El gobierno de la ciudad de Valencia dedicó parte de sus esfuerzos a conservar y acondicionar las atarazanas del Grao de la mar con el fin de adecuarlas a las nuevas necesidades.

Los continuos temporales que azotaban la costa valenciana amenazaban una estructura que sufría, sobre todo, en los elementos más perecederos como la madera y las tejas.

Para la buenas defensa de la ciudad, aparte del material bélico almacenado, se fortificó el recinto con un foso, que se cuidó de mantener limpio, y un muro más resistentes que los anteriores.

El 24 de junio de 1.421 comienzan a realizarse algunas de las reformas más urgentes de las atarazanas y se dirigían al mantenimiento de la cocina y la “Cambra Daurada”.

Una de las últimas obras corresponden a las que los jurados acordaron el 4 de noviembre de 1.489, cuando se pedía que fuera reparado el archivo de las atarazanas.

Además de las reformas para el mantenimiento del edificio construido, el gobierno realizó un importante esfuerzo de renovación de las instalaciones y se edificaron nuevas dependencias.

La variedad de dependencias (cocinas, patios, armería, archivo, almacenes, etc.), la diversificación de las tareas y el acondicionamiento del entorno consiguieron que el arsenal valenciano estuviera a la altura de los más importantes del Mediterráneo.

Las atarazanas ofrecían trabajo a muchos hombres, aunque desconocemos si la mujer formaba parte de la cadena productiva relacionada con la construcción de los velámenes.

Señalar para el arsenal algunas de las profesiones que allí se reunían.

Para las labores constructivas: Maestros de obras, Canteros, obreros, carpinteros, herreros, etc.

Trajineros o estibadores, barqueros para la descarga de mercancías o incluso para terminar de armar la nave en el mar.

Y dentro de las atarazanas: Carpinteros, armeros, herreros, cordaleros (personas que hacían y trenzaban las cuerdas, formando un solo cuerpo de longitud y grosor variable), etc.

El arsenal se presenta así como una suma de partes, un complejo con distintas unidades de trabajo.

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El gran arsenal del siglo XV: 1.420-1.494

La construcción naval.

El inicio de la construcción naval en el Grao de Valencia, está ligado al empuje por parte de la corona, a través de las concesiones y privilegios otorgados por el monarca, y sus exigencias a los Jurados de la ciudad con el fin de aumentar su flota.

La noticia más antigua data del 15 de enero de 1.330, fecha en la que el rey Alfonso IV concede al Consell de Valencia el privilegio de armar barcos para detener a quienes cargaban y exportaban trigo del Reino (es conveniente recordar que Valencia era deficitaria en este alimento básico y, por tanto, debía importarlo de otros lugares).

En 1.331 son armadas diez galeras y una barca; cinco más al año siguiente, a cambio de cumplir los privilegios otorgados.

Fueron años de importantes campañas bélicas, por lo que el rey quería poner en funcionamiento todos los arsenales del Reino con el fin de armar el máximo número de galeras.

El ritmo de actividad no cesó hasta finales de siglo.

Además, Valencia contaba con un moderno instrumento para la regulación de la actividad mercante, el “Llibre de Consolat del Mar”.

El tipo de nave que salía de los astilleros de Valencia, era una nave grande, dedicada a transportar cargas pesadas y sobre todo trigo, necesario para el suministro del Reino.

A partir del siglo XVI, es cuando la actividad constructora va a ir menguando con el paso de los años, puesto que el interés expansivo de la corona se centraría a partir de ese momento en el Atlántico, dejando de ser los puertos del Mediterráneo ejes fundamentales en la construcción naval.

 

Fuentes consultadas:

  • Archivos autores.

  • Archivo del Reino de Valencia.

  • Archivo Histórico Municipal.

  • Biblioteca valenciana.

  • Biblioteca Histórica de la Universidad de Valencia.

  • Archivo de la Diputación provincial de Valencia.

  • Hemeroteca valenciana.

  • Wikipedia

  • Padrón Municipal de Habitantes.

    Diez Arnal. Reales Atarazanas

Bibliografía:

Existe mucha bibliografía sobre las Reales Atarazanas del Grao, aunque solo citaremos algunos ejemplos:

  • Las Atarazanas del Grao de la mar. Gemma M. Contreras Zamorano.

  • Las Atarazanas del Grao de Valencia. Francesc Almela i Vives.

  • Las Atarazanas de Valencia. Ferrando Pérez, R. – Sánchez Adell, J.

  • El Justicia y las Atarazanas del Grau de la Mar de Valencia a principios del siglo XIV. Janini de la Cuesta, Álvaro. 1.970.

  • Sobre la población de Valencia en el Cuatrocientos. Agustín Rubio Vela. Boletín de la Sociedad Castellonense de Cultura.

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