Palacio e iglesia del Temple. Templarios y Montesianos

Palacio e iglesia del Temple. Templarios y Montesianos

Convento e iglesia de la Orden Militar de Nuestra Señora de Montesa.

Caballeros del Temple

Los caballeros del Temple y del Hospital fueron como los dos brazos del rey don Jaime: los barones y las ciudades le seguían a la guerra con su cuenta y razón, los primeros, sobre todo, estorbaban a menudo sus planes: aquellas sagradas milicias estaban siempre a su lado, ansiosas de pelear contra los infieles. La Orden del Temple tenía otros derechos a su confianza y gratitud: cuando el Conquistador, niño todavía, subió al trono, su guardia y educación fueron confiadas al venerable Guillem de Monredón, maestre en la parte de España y Provenza. A su lado se educó en el castillo de Monzón, custodiado por los fieles templarios, y allí recibió aquella espada molt bona e aventurosa a aquells que la portaven, que havia nom Tisó.”

Teodoro Llorente en su libro Valencia

Los caballeros templarios pelearon codo con codo con Jaime I en la reconquista de los territorios dominados por los moros.

Así lo testimonian las crónicas.

El rey fue regalándoles posesiones, conforme se apoderaba de ellas.

Al entrar en Valencia, les recompensó con el mejor edificio que había antes en la ciudad, la torre-palacio de Albufar o Alí Bufat, la de mayor importancia defensiva de la ciudad.

Encargó el monarca aragonés la defensa de este punto estratégico de Valencia a los Templarios, aguerridos y fieles combatientes contra el Islam, por su condición mitad soldados, mitad monjes.

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Jaime I tenía una estima especial por los Templarios.

En el acta de donación de propiedades tomada a los moros les llama “dilecti nostri fratres venerabiles domus Templi” (queridos hermanos nuestros de la Orden del Temple) y les agradece los servicios prestados, dándoles para que se establecieran su casa en la gran torre de Valencia, situada junto a la puerta de Bazbabarachar, con el muro y la barbacana (Obra de fortificación, avanzada y aislada, para defender puertas, cabezas de puente, etc.) y las casas que hay en la muralla hasta la torre del palomar…

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Convento e iglesia de la Orden Militar de Nuestra Señora de Montesa.

Caballeros del Temple

En el Llibre del Repartiment consta que con fecha 16 de noviembre de 1.240, Jaime I donó a Frey Guillém Cardona, lugarteniente general del Gran Maestre de los Templarios, la torre de Alí Bufat , situada en la parte noroeste de la muralla árabe de la ciudad, además de la puerta de Batbazachar o Bab-al-azachar.

Esta puerta o portal fue construida, según Marcos Antonio de Orellana, que cita a Beuter, en tiempos de los romanos, […]al menos la cerca a ella inmediata, según lo qual sin duda atribuye a la Puerta la misma antigüedad, después del ámbito de dicha puerta, y torres, o por mejor decir su inmediata casa contigua, que después habitaron los Templarios… fue morada del Rey Alí Bufat moro, por lo qual en tiempo de moros se denominó dicho Portal de Alí Bufat Muley[…]”.

La donación a los Templarios fue la torre fortaleza o casa palacio y la puerta de Alí Bufat o Bazbarachar, más los huertos y escasas edificaciones que había en el rectángulo de terreno existente entre el rio y la actual calle Almirante, con tope por el norte la entonces mezquita y actual iglesia de El Salvador, a tenor de la descripción del documento de donación del Rey.

Los Templarios fueron señores de estas posesiones y residieron en ellas setenta años.

Las tuvieron que abandonar, al ser extinguida la Orden en el Concilio de Vienne en 1.312, tras una fuerte campaña en su contra, especialmente instigada por el rey francés, desairado porque los Templarios habían rechazado la candidatura de uno de sus hijos para el cargo de Gran Maestre de la Orden.

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Caballeros del Temple

Los Templarios unieron mediante un puente o pasadizo elevado la torre o palacio del Temple.

La entrada principal y fachadas del palacio y la iglesia miraban, no al rio como hasta ahora, sino a la calle Trinitarios.

La torre sirvió de palacio, alcázar, fortaleza y hasta de prisión para los caballeros de su propia Orden.

Los Templarios nacieron por motivos de caridad.

Nueve de los caballeros lucharon en Jerusalén junto a Godofredo de Bouillón, al terminar las Cruzadas, se quedaron y decidieron formar la Orden dedicada a proteger a los peregrinos que acudían a visitar los Santos Lugares, entre ellos, el sepulcro de Jesús, que solían ser asaltados por los sarracenos en su caminar por Tierra Santa.

Los caballeros de la Orden debían hacer votos de castidad, pobreza, obediencia y defensa de los peregrinos.

En 1.118, profesaron y juraron su compromiso ante el Patriarca de Jerusalén.

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Convento e iglesia de la Orden Militar de Nuestra Señora de Montesa.

Caballeros del Temple

El nombre de Templarios les viene porque su residencia fundacional en Jerusalén estaba en una parte del palacio que el rey Balduino II les cedió, al ser pobres de solemnidad, la cual estaba pegada al Templo de Salomón, de cuyo recinto se les dio un patio para que allí levantaran sus propias dependencias.

Por vivir en el interior de este templo, se les llamó Templarios.

Pidieron al Papa que les otorgara constituciones, este encargó a san Bernardo que las redactara.

Las redactó en latín y aún se conservan, aunque copias.

Estas constituciones fueron aprobadas por el Concilio de Troyes en 1.128.

Según ellas, el Templario, estaba obligado al rezo de las horas canónicas, comer con sencillez escuchando lecturas espirituales, vestir un manto blanco en señal de pureza sexual y limpieza de corazón, no llevar cabellera, no tener más de tres caballos y un sirviente, obedecer al Maestre, evitar el trato con mujeres, etc.

El objetivo inicial que tenían era el de conservar el Santo Sepulcro y defender a los peregrinos de Tierra Santa, aunque se amplió a combatir a los sarracenos.

El Papa Eugenio III añadió al manto blanco templario una cruz roja, signo de la disposición de ánimo que debían tener hasta derramar la sangre y perder la vida combatiendo a los infieles.

Otro Papa, Adrián IV, les dotó de inmunidad para que no pagaran impuestos, ni contribuciones.

Alejandro III declaró todos los bienes de la Orden protegidos por la Santa Sede.

Urbano III, puso bajo la jurisdicción de la Santa Sede las iglesias que pudiera construir la Orden en tierras conquistadas a los musulmanes.

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Caballeros del Temple

Con estos apoyos, la Orden creció rápidamente por todos los países, adquiriendo numerosas posesiones.

Su estructura se perfeccionó, había caballeros, escuderos y sirvientes, con distintos uniformes y cometidos dentro de la misma.

Posteriormente fueron incorporados los capellanes militares.

Los españoles que ingresaron en la Orden del Temple fueron enviados a la península ibérica donde se combatía al sarraceno.

Lucharon al lado de los distintos reyes cristianos que había entonces en España y recibieron donaciones y privilegios por estos favores.

Especialmente, los Templarios ayudaron y combatieron al lado de los reyes de la Corona de Aragón.

Al servicio de ellos, ya en 1.210, los Templarios ganaron los castillos de Aldamar, Castellferib y Sertella en el Reino Moro de Valencia.

Con su fuerte apoyo Jaime I logró la reconquista de los reinos de Mallorca y Valencia.

Su gran poder y esplendor comenzó a decaer a partir del momento en que el rey de Francia, Felipe “el Hermoso”, que envidiaba y ambicionaba las grandes posesiones que tenían los Templarios, hizo una fuerte campaña contra ellos, presionando al Papa para que disolviera la Orden.

La Orden perdió Tierra Santa e instaló su capitalidad en Chipre.

Esta pérdida del lugar, objetivo y principal finalidad de la misma, contribuyó a que la decadencia de su prestigio y función se acentura.

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Convento e iglesia de la Orden Militar de Nuestra Señora de Montesa.

Caballeros del Temple

Felipe IV de Francia seguía pidiendo al Papa Clemente V que suprimiera la Orden.

El rey no esperó y mandó detener a los Templarios franceses apoyándose en la Inquisición.

Aunque no con la violencia de Francia, en otros estados cristianos ocurrieron cosas similares, convirtiéndose los Templarios en los grandes perseguidos, precisamente por aquellos que se apoyaron en ellos para alcanzar el poder en sus campañas contra el moro.

En 1.311 se reunió el Concilio de Vienne, Francia, por presiones del rey Felipe “el Hermoso” sobre el Papa, el 22 de marzo de 1.311, Clemente V, sin ningún proceso, por disposición pontificia, basándose en que la Orden estaba públicamente desacreditada y era ya inútil, pues se había perdido para la cristiandad la Tierra Santa, la disolvió.

En dicha bula “Vox in excelso” se adjudicaba los bienes de los Templarios a la Orden Hospitalaria de San Juan, excepto los de los Templarios españoles, los cuales se los reservaba el papado.

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El rey de Francia se quedó con todo el tesoro templario francés.

En los estados de la Corona de Aragón, los Templarios, al principio, se les había respetado.

Jaime II se resistió a ir contra ellos, mientras no hubiese pruebas palpables o recibiese orden directa del Papa.

Fue un dominico de Barcelona, profesor de Teología en la Universidad de Paris, quien le animó, al relatarle confesiones arrancadas mediante torturas a altos dignatarios de la Orden.

Jaime II dio órdenes de sitiar los castillos Templarios y detener a los miembros de la Orden, cayendo entre otras fortalezas, el castillo templario de Peñíscola y Burriana.

Aunque la bula papal de abolición de la Orden de los Templarios es de 1.312, hasta 1.316 no fue disuelta en la Corona de Aragón, según testimonia el “Dietari del capellá d’Anfons el Magnánim”.

Ese mismo año, según se puede leer en el mismo “Dietari”, fue construido el convento de Montesa, al que se le denomina monasterio.

Los bienes Templarios obtenidos, Jaime II de Aragón se los había ido quedando, hasta que el Papa resolvió en 1.317, que pasaran por mitad a la recién creada Orden de Montesa y a la Orden de San Juan del Hospital

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Los Montesianos

La Sagrada Orden y Milicia de Nuestra Señora  de Montesa, llamada también, Sagrada Milicia de Nuestra Señora de Montesa, fue fundada por el rey Jaime II de Aragón y aprobada por el Papa Juan XXII en el año 1.317.

Jaime II intentó, sin éxito, que Clemente V le aprobara la Orden de Montesa, fracasando en todos sus intentos.

Muerto este, de nuevo se continuó en las gestiones, recibiendo, por fin, la aprobación, con la condición que se le impuso, que no se llamara Orden de Montesa, sino de Santa María de Montesa.

Esta Orden tenía como principal misión la de combatir a los musulmanes que continuamente desembarcaban y saqueaban la costa del reino cristiano de Valencia.

Para ella, la Orden, pidió Jaime II al Papa que le diera todos los bienes y propiedades de los Templarios, lo que así ocurrió.

Después de la disolución de la Orden del Temple, Jaime II se encontró con que dejaba de contar con una fuerza poderosa para consolidar sus conquistas y defenderse de las agresiones d aquellos que por mar llegaban de países del norte de África.

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Necesitaba, por tanto, crear una Orden militar, que desempeñara las mismas funciones guerreras que los Templarios.

El rey obtuvo del Papa Juan XXII la bula por la que erigía la Orden Militar de Nuestra Señora de Montesa.

Menos la encomienda de Torrent (institución socioeconómica mediante la cual un grupo de individuos debían retribuir a otro en trabajo, especie o por otro medio, para disfrutar de un bien o una prestación que hubiesen recibido) y la iglesia de San Juan del Hospital de Valencia, todos los bienes de los Templarios pasaron a manos de la Orden de Montesa.

En la iglesia del Temple se conserva una inscripción sobre mármol en latín donde se puede leer:

Jacobus II, Rex Aragon, Montesiae Donator. 1.319”, que recuerda estas donaciones.

En 1.400, se incorpora a la Orden de Montesa, la de San Jorge de Alfama, momento en que la nueva Ordenmilitar resultante de la fusión adquiere el doble nombre y toma la cruz llana de gules, que ostentan los caballeros en sus mantos capitulares y medallas.

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Se produjo un conflicto sobre la insignia a llevar tras la unión de las dos Órdenes.

No llegaría una solución oficial al problema hasta el rey Alfonso XIII, quien, haciendo uso de su autoridad de Gran Maestre, ordenó que la Cruz de la Orden de Montesa fuera la negra flordelisada de Calatrava y que llevara en el centro la de San Jorge en rojo.

La trayectoria de la Orden Militar de San Jorge de Alfama no fue muy brillante, no tenían recursos humanos, ni económicos que garantizasen su continuidad, por esta razón, el rey Martín “el Humano” pidió al Papa Benedicto XIII, el aragonés Papa Luna, que anexionara esta a la punjante Orden de Montesa, decretándolo así el 24 de enero de 1.400.

Tuvieron los montesianos un papel importante en la guerra de los catalanes contra el rey Juan II, quienes habían abandonado la obediencia real, instigados por Luis, rey de Francia.

Retazos de esta campaña y testimonios de la importante actuación de los montesianos, los encontramos en el “Dietari del capellà d’Anfons el Magnànim”.

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Los Maestres de Montesa, al igual que ocurriría con las otras Órdenes militares, adquirieron gran poder sobre los territorios y villas conquistadas o recibidas de los reyes a los que sirvieron como premio por su colaboración en las campañas contra los musulmanes.

Esto hizo que entraran en conflicto con los monarcas, hubiese enfrentamientos y que alguno de ellos acabaran ajusticiados.

Los Papas intervinieron en el contencioso y optaron por incorporar a la Corona, los Maestrazgos y hacer a los reyes los Maestres de ellas.

Así el 15 de marzo de 1.587, el Papa Sixto V incorporó el Maestrazgo de Montesa a la Corona española, durante el reinado de Felipe II, convirtiéndose desde entonces los reyes de España en sus Grandes Maestres y administradores perpetuos de la Orden de Montesa.

Los miembros de la Orden de Montesa, eran la típica mezcla de monjes y soldados similar a las otras Órdenes, de corte cisterciense, religión que inspiraba la Orden de Calatrava.

En cuanto monjes, los caballeros de Montesa, guardaban la castidad y eran célibes, austeros y sobrios, tenían programada vida religiosa y espiritual.

Guardaban además de este voto, el de pobreza y obediencia.

Llevaban el pelo muy corto, sin bigote, ni barba.

Vestían ropas talares (es el traje largo, que llega hasta los talones, parte del cuerpo del que toma ese nombre) con manto blanco para estar dentro del convento y ropas cortas para salir a las campañas militares.

En los actos de mayor gala oficial, los caballeros llevaban capa o manto blanco de cola muy larga.

El último de los Maestres de Montesa, antes de que fuera incorporado El Maestrazgo a la Corona y pasaran a desempeñar el cargo los reyes de España, fue Pedro Luis Garcerán de Borja, hermano de San Francisco de Borja.

Fue el primero de la Orden que se acogió a la autorización pontificia que dispensaba a los caballeros del voto de castidad y celibato, pudiendo casarse.

Quiso que fuera un hijo suyo quien le sucediera en el cargo como Gran Maestre, lo que provocó una rebelión interna, al oponerse la mayoría de los miembros a que fuera hereditario del Maestrazgo.

Por esta razón, Pedro Luis Garcerán de Borja, renunció al título y se lo ofreció al rey, momento en que se incorporó a la Corona, perdiendo su independencia.

Felipe II hizo que fuera el Papa Sixto V, en el año 1.587, quien oficializara el trasvase a la Corona.

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El rey escribió una carta a los miembros de la Orden de Montesa, conservada en el Archivo del Reino de Valencia, disfrazando la realidad, para que no se soliviantaran estos, y pasándole la responsabilidad de la incorporación del Maestrazgo al Papa.

El P. Jesús Faus Lozano, redentorista, rector durante muchos años de la iglesia del Temple de Valencia, apologeta de la Orden montesiana, afirma que: “estas dos decisiones de Garcerán, espléndidamente aprovechadas por Felipe II, metieron el plomo en el ala de su Orden y a la larga causarían parte de su desaparición”.

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De momento quienes tomaron posesión, en nombre del rey, del Maestrazgo fueron dos caballeros de la Orden de Calatrava, por disposición del monarca.

En la primera mitad del siglo XVIII, miembros de la Orden, entre caballeros y clérigos, no pasaban de cien.

El comienzo de este siglo, que luego sería próspero para Valencia, se vio ennegrecido por las luchas de tropas extranjeras, unos a favor de Felipe de Borbón y otros a favor del Archiduque Carlos de Austria, el primero defendido por los botiflers y el segundo por los maulets.

El Maestre entonces de la Orden de Montesa, José Folch de Cardona, se decantó por el Archiduque Carlos de Austria, apoyado por tropas inglesas y holandesas, y tuvo que irse de España ante la victoria de las tropas francesas apoyando a Felipe de Borbón.

 

Fuentes consultadas:

  • Archivos autores.

  • Archivo del Reino de Valencia.

  • Archivo Histórico Municipal.

  • Biblioteca valenciana.

  • Biblioteca Histórica de la Universidad de Valencia.

  • Archivo de la Diputación provincial de Valencia.

  • Hemeroteca valenciana.

  • Wikipedia

  • Padrón Municipal de Habitantes.

  • Diez Arnal.

Bibliografía:

Como joya arquitectónica valenciana que es, existe mucha bibliografía sobre el Convento e iglesia de la Orden Militar de Nuestra Señora de Montesa., aunque solo citaremos algunos.

  • Catálogos de Monumentos y Conjuntos de la Comunidad Valenciana. Consellería de Cultura de la Generalitat.

  • Guía urbana de Valencia. Marqués de Cruïlles.

  • Arquitectura renacentista valenciana. Joaquín Bérchez.

  • Privilegios Reales de la Orden de Montesa. Aurea Javierre Mur.

  • Sacro Convento e Iglesia de la Orden Militar de Nuestra Señora de Montesa. Baltasar Bueno Tárrega.

  • Orígenes del Reino de Valencia. Antonio Ubieto.

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