Palacio e iglesia del Temple. Enclave histórico

Palacio e iglesia del Temple. Enclave histórico

Convento e iglesia de la Orden Militar de Nuestra Señora de Montesa.

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Inicios y ubicación.

La Iglesia y el Palacio del Temple declarado de Bien de Interés Cultural en 1.978 es un conjunto formado por el Convento y la Iglesia de la Sagrada Orden y Milicia de Nuestra Señora de Montesa (Real Casa de Nuestra Señora de Montesa), aunque es conocido popularmente como Iglesia y Palacio del Temple por haber pertenecido con anterioridad a esta orden antes de su disolución en 1.312.

La Orden Militar de Santa María de Montesa y San Jorge de Alfama (Orden de Montesa) había sido autorizada por el rey de Aragón Jaime II (1.291-1.327) en 1.317 y venía a sustituir y administrar los bienes de la disuelta Orden del Temple.

En la actualidad el Convento es la Delegación de Gobierno en la Comunidad Autónoma, mientras que la Iglesia sigue cumpliendo su función religiosa y se la conoce como Iglesia de Santa María del Temple.

El Palacio del Temple responde a los cánones del neoclasicismo o academicismo de principios del siglo XVIII.

Con el Palacio del Temple y pocos edificios más, en Valencia se producía el retorno a lo antiguo en gustos artísticos, a lo greco-romano, al neoclasicismo, que traducido a la realidad supone mayor solidez, magnitud y monumentalidad de los edificios.

Según se cree en este lugar existió un castillo o castro romano (fortificación o campamento militar) que debía tener como principal función la protección de la ciudad frente a posibles invasores que vinieran del mar, ya que en aquella época el río Turia era navegable hasta este lugar y se hacía necesario una fortificación que protegiera la ciudad.

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El Palacio del Temple se alza en un punto estratégico de la ciudad, precisamente sobre su primitivo “oppidum ibérico” (lugar elevado, una colina o meseta, cuyas defensas naturales se han visto reforzadas por la intervención del hombre), el campamento, junto al antiguo trazado del rio Turia, tan diferente al conocido hoy en día, donde se establecieron los primeros pobladores del lugar, y que desplegarían su propia “castra” (fortificación o campamento militar) los romanos, aquellos que, según nos recuerda la lápida conmemorativa fijada en el centro de la plaza de la Virgen, y que son considerados los verdaderos fundadores de Valentia.

Esta la lápida conmemorativa que hoy ocupa una de las fachadas laterales de la iglesia y que nos relata tal circunstancia. Por encima de la lápida, la Cruz de la Orden de Montesa. El texto dice lo siguiente:

«Sitio de la torre y puerta de Bab-el-Shadchar, llamada después del Temple, donde tremoló el pendón real de la conquista en 9 de octubre de 1.238. Concedida por el invicto rey don Jaime a los Templarios, conservada por la Orden Militar de Montesa y demolida para el ensanche de la ciudad en 1865. Los caballeros de Montesa para memoria«

Iberos y romanos habían coincidido en elegirlo como el lugar ideal para establecer la urbe, junto al rio, de donde tomar el agua necesaria para la vida cotidiana, así como la pesca para alimentarse.

Instalaron la ciudad, en una especie de isla fluvial que formaba en esos tiempos el rio Turia, una extensión de terreno casi circular, rodeada por el sur por el cauce principal del Turia y un brazo, que se abría y cercaba el solar de lo que hoy es el casco viejo y centro histórico de Valencia.

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Sobre el mismo rio, en el punto más avanzado de la isla por el sur, mirando al mar y vigilando el curso fluvial, se situó desde un primer momento la posición defensiva más fortificada de la población, desde donde se podía controlar las llegadas por el mar, al tiempo que se protegía el pequeño puerto romano, cuyos vestigios han sido hallados recientemente en la zona existente entre el Palacio del Temple y las Torres de Serranos, muy cerca del Palacio de Benicarló, sede de las Cortes Valencianas.

El conjunto conventual actual fue construido entre 1.761 y 1.770 a petición de los monjes guerreros, por orden del Rey Carlos III (1.759-1.788), después de que un terremoto destruyera el 23 de marzo de 1.748 el anterior monasterio situado en el Castillo de Montesa.

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En este lugar por aquel entonces sólo existían una serie de casas, restos de la Torre de Ali Bufat y una pequeña iglesia propiedad primero del Temple y luego de Montesa.

Conviene recordar que en estas fechas el rey de España Carlos III ostentaba el título de Gran Maestre de la Orden de Montesa.

El historiador y filósofo José Esteve Ferriol fija el solar del Temple en una de las esquinas del recinto amurallado romano.

El mismo enclave donde se alza actualmente la iglesia del Sacro Convento de Montesa, sitúa allí una torre cuadrada, reflejada en el mapa del Padre Tosca, que fue derribada parcialmente en el año 1.761.

De esta torre, se dejó una pared para edificar, apoyándose en ella, el templo del cenobio (casa o lugar, generalmente alejados de una población, donde viven en comunidad y retiro los monjes) de Montesa, según relatan algunos historiadores, aunque hay algunas discrepancias, aduciendo que el templo sobre solar despejado.

El 6 de junio de 1.761 se empezó la construcción de la nueva casa monacal de la Orden de Montesa.

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Fue obra de los arquitectos y maestros de obras valencianos Vicente Gascó Masot (1.734-1.802), Antonio García y Diego Cubillas siguiendo las trazas del arquitecto madrileño Miguel Fernández (fallecido en 1.786), discípulo de Francisco Sabatini.

Aunque este último es el que se lleva la gloria de la obra, nunca estuvo en Valencia y las obras fueron supervisadas y realizadas por los arquitectos valencianos anteriormente citados.

Vicente Gascó que fue su primer maestro director abandonó las obras en 1.764 sin que sepamos el motivo exacto del abandono.

El convento fue construido entre 1.761 y 1.767, la iglesia se demoró tres años más pues fue bendecida por el obispo auxiliar Rafael Lasala el 4 de noviembre de 1.770 (día de San Carlos Borromeo y santo del Rey Carlos III) aunque las obras no estaban totalmente terminadas.

En 1.785 aún se construiría la Capilla de la Comunión.

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La fachada conventual tiene una longitud de 45 metros y la iglesia de 25, lo que deja la longitud total de su fachada principal en 70 metros.

La fachada del convento se articula en entresuelo y dos pisos: el entresuelo dispone de diez ventanas adinteladas con rejas de hierro y en su centro la portada en cuyo dintel se encuentra el escudo del Convento de la Orden de Montesa.

El primer piso articula once balcones herrados rematados por frontones triangulares mientras que el segundo lo hace con once balcones sencillos adintelados.

Esta fortaleza se encontraba junto a la torre de Alí Bufat, quien la donó a los Templarios, los cuales la convirtieron en su lugar de residencia, como parte del pago a los servicios prestados durante la campaña militar de conquista del Reino Moro de Valencia.

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Existe constancia en la época musulmana, del portal del Temple, situado bajo la alta torre de la misma denominación, Portal de Alibufat o Albufat.

La Valencia del siglo XIV tenía varios puentes, de otros no se tienen noticias pero dos puentes, han llegado hasta nuestros días, el superior, hoy conocido como el puente de Serranos y, el inferior, llamado actualmente puente del Real, antes puente del Temple.

Si el portal del Temple era la entrada principal más antigua de la ciudad amurallada, la más resistente, la fortificada y palaciega, era lógico que tuviera frente a él un puente.

Este se ha llamado puente del Real, por tener en su desembocadura la puerta del Real, por donde se salía hacía el Palacio del Real.

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El trazado original del puente enlazaba el portal del Temple con el Palacio Real, al otro lado del rio.

Una de las riadas que le afectó considerablemente fue la que ocurrió el 17 de noviembre de 1.475.

Su destrucción ocurrió por las riadas que sufrió Valencia en 1.517 y 1.589.

La noche del 28 de 1.517, hubo una gran riada que daño sobremanera los puentes de la Trinidad, que perdió sus antepechos; y los de Serranos y del Real o del Temple que fueron arrasados por la virulencia de las aguas.

Numerosos vecinos de Valencia perecieron bajo las aguas.

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La riada de 1.589 terminó con los puentes del Mar, del Real o del Temple y el de San José, además, derribó parte de las murallas que circundaban por esta parte de la ciudad y convirtió la plaza del convento de los Dominicos, hoy plaza de Tetuán, en un gran lago durante más de un mes, según las crónicas de la época.

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Convento e iglesia de la Orden Militar de Nuestra Señora de Montesa.

Conozcamos más su historia

Siguiendo con la historia del edificio, durante la Guerra de la Independencia los franceses saquearon el convento y mataron a un número indeterminado de monjes, los otros fueron llevados a pie como prisioneros a Francia, pero claro está pocos fueron los que llegaron ya que la gran mayoría murieron en el camino, bien fusilados o bien de cansancio y hambre.

Finalizada la guerra del francés y después de varios intentos por hacer renacer la vida monacal, el edificio fue abandonado después de la Desamortización de Mendizábal de 1.835, pasando entonces a propiedad estatal y a desempeñar diversas funciones de orden administrativo o cultural, asuntos relacionados con el gobierno central o de la Diputación Provincial.

De este hecho este edificio ha sido conocido como siempre y aún hay gente que lo llama Gobierno Civil, de triste recuerdo en la historia de Valencia.

En la actualidad el edificio es la Delegación del Gobierno en la Comunidad Valenciana.

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El 13 de febrero de 1.839 se autorizó el uso del Palacio como local de reunión para «El Liceo de Valencia» sociedad cultural de fomento de las Artes, Literatura y Ciencias, grupo de intelectuales al que pertenecían Teodoro Llorente Olivares, Vicente Wenceslado Querol, el músico Salvador Giner y Vidal y otros.

En el año 1.863, extinguida la sociedad del Liceo, el edificio fue utilizado por la Diputación Provincial que hasta entonces ocupaba los locales de la Casa Profesa de la Compañía de Jesús.

También se incorpora en 1.864 proveniente de la misma Casa Profesa jesuítica el Gobierno Civil de la Provincia.

En 1.865 también lo ocupó la Delegación de Hacienda.

Finalmente para 1.952 estos organismos se han ido redistribuyendo por otros edificios de la ciudad y queda como único inquilino del convento el Gobierno Civil.

Otros usos que ha tenido el conjunto han sido almacén de tabaco, sal, aguardiente, pólvora etc.

Nada más traspasar la puerta principal del Palacio-Convento, en cuyo dintel se encuentra un escudo del Sacro Convento de Montesa se entra en un zaguán o vestíbulo, con techo plano y planta rectangular, se abre al interior del claustro a través de tres arcos de medio punto.

A mano izquierda una habitación hacía de portería del convento y a la derecha una gran escalera de piedra de traza neogótica, de los años 1.960-1.970, sube al primer piso del claustro.

Alrededor de este piso alto se encuentran las distintas dependencias que lo componen y donde trabajan el distinto personal de la Delegación del Gobierno.

El claustro está formado por dos alturas, tiene en cada una de sus pandas siete arcos de medio punto entre pilastras toscanas.

Cada lado tiene una longitud de 37 metros y resulta un cuadrado perfecto.

Las techumbres se cubren con bóvedas de aristas rebajadas sustentadas por arcos fajones.

El primer piso distribuye al interior del claustro, balcones con frontones triangulares mientras que el segundo lo hace con balcones sin frontones en alternancia con ventanas.

El claustro ofrece la misma sencillez y sensación de robustez que su fachada, con arcadas de cantería en la parte inferior y balcones y ventanas en los dos pisos superiores, ambos realizados en ladrillo.

Este trabajo en ladrillo tiene su excepción en el segundo piso que limita con el templo cuya obra es también de cantería, los arcos son carpaneles y no alternan las ventanas antes referidas.

El claustro se desarrolla con pilastras toscanas y su decoración es casi nula, a excepción de los frontones triangulares colocados en los balcones del primer piso.

En el centro del claustro una fuente procedente del Castillo de Montesa que fue realizada en tiempos del XII Maestre de la Orden, fray Bernardo Despuig (1.506-1.537).

A lo largo del tiempo el edificio ha sufrido diversas reformas en su interior, no así el exterior que permanece idéntico a como fue construido.

Así llama la atención algunos salones decorados con puertas de tradición gótica, así como la escalera antes mencionada que en realidad fueron construidas a mitad del siglo XX.

Destaca el salón conocido como Salón de Plenos de la Diputación Provincial que es donde se reunía dicha institución durante el corto periodo de tiempo que permaneció en este edificio.

Este salón se encuentra decorado con elementos a la moda del siglo XIX y así permanece.

En la actualidad en esta sala se realizan ciertos actos protocolarios que exigen cierta solemnidad.

Otro de los elementos a destacar es una de las puertas situada actualmente en el piso alto del claustro, que se encontraba en el Castillo de Montesa y que pudo salvarse del terremoto que lo destruyó y que fue traída a este lugar piedra a piedra.

Sobre el dintel encontramos el escudo antiguo con la cruz de la Orden de Montesa y San Jorge de Alfama.

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Convento e iglesia de la Orden Militar de Nuestra Señora de Montesa.

Iglesia de Santa María del Temple

Después de la Desamortización de Mendizábal de 1.835 la iglesia queda sin culto, y no será hasta 1.854 cuando el mismo se restablezca, aunque no la vida monacal que desapareció para siempre.

La iglesia aunque con culto, languidece y la mayoría del tiempo permanece cerrada sólo abriéndose en ocasiones puntuales para celebraciones importantes.

La situación cambiará cuando se hagan cargo del templo los Padres Redentoristas que permanecerán al frente del templo entre 1.917 y 1.993 con el sólo paréntesis de la Guerra Civil (1.936-1.939).

Durante este periodo de guerra la iglesia es cerrada y aunque dedicada a almacén de municiones la misma no es incendiada, no así los bienes muebles, muchos de los cuales desaparecen sin que hayamos vuelto a saber nada de ellos.

La iglesia, situada en el costado oeste del convento, es de planta basilical con tres naves divididas en tres tramos, ancho transepto, capillas laterales y cúpula de ladrillo con tambor en el crucero.

La cabecera articula un profundo presbiterio acabado en un testero semicircular.

Coro alto a los pies.

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Previo a la entrada al templo encontramos un vestíbulo o atrio.

A la derecha de la Capilla Mayor y como continuación de la nave lateral de la epístola encontramos la Capilla dedicado al Santísimo.

A la izquierda de la Capilla Mayor en lugar de una capilla encontramos un camino de paso a la sacristía y a las dependencias del antiguo monasterio.

La iluminación del templo se realiza a través de ocho vanos abiertos en el tambor de la cúpula del crucero y el vano abierto a los pies y que ilumina el coro, es por tanto una iglesia escasa en luminosidad.

Antes que esta iglesia, había en este lugar otra iglesia construida entre 1.720 y 1.725 de la que se desconocen sus características ya que fue derruida para construir la actual, pues ésta antigua era de proporciones mucho más modestas.

La fachada del templo se articula con dos cuerpos horizontales y tres calles separadas por cuatro pilastras compuestas de orden gigante.

La fachada está presidida por dos torres que flanquean un gran frontón triangular.

Cuatro grandes pilastras cobijan las tres puertas (una por cada una de las naves interiores) y los dos balcones adintelados con frontones triangulares de los extremos.

Sólo los revestimientos de teja vidriada de las torres (blancas y azules) y la cúpula son de tradición propiamente valenciana.

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Sobre el frontón triangular dos figuras femeninas alegóricas, una de ellas porta una cruz y una llama en su mano y representa a la Religión y la otra cruza sus brazos sobre el pecho y tiene una llama sobre su cabeza, en alusión a la Devoción, son obras de José Puchol y Rubio (Valencia, 1.743 – Valencia, 1.797) labradas en 1.770.

En el frontis de la iglesia destaca el escudo con las Armas Reales del rey Carlos III que ordenó y sufragó la construcción del Convento y de la iglesia.

La labra es obra de Jaime Molins en 1.770.

Debajo del escudo un vano semiesférico cerrado por una reja de hierro permite la iluminación interior del coro.

Nada más traspasar la portada entramos en el atrio anteriormente comentado, aunque hoy día no tiene nada de particular, en origen disponía de dos altares, uno de ellos dedicado a Nuestra Señora de Gracia y a su frente, el Altar del Niño Jesús con la presencia de una escultura de Jesús Niño predicando en el templo y que en la actualidad se encuentra en el presbiterio de la iglesia.

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Ya en el interior de la iglesia observaremos también el imponente orden clásico de los muros, y son de destacar el templete del altar mayor en forma de tabernáculo obra de Miguel Fernández y las pinturas con perspectivas de arquitecturas fingidas, obra de Felipe Fontana (Bolonia, 1.744 – Madrid, 1.800) realizadas en 1.770.

Las naves laterales se abren a la nave central a través de grandes arcos de medio punto que apoyan en pilastras.

Las naves se cubren con bóvedas de medio cañón con lunetos apoyadas en arcos fajones.

Adosados a los muros grandes pilastras de orden corintio con fustes acanalados.

El templo tiene un total de nueve Altares o Retablos, los situados en las capillas laterales y en el tránsito de la sacristía son de madera dorada realizados en el siglo XVIII procedentes de la iglesia de 1.725, los dos que se encuentran en la nave del crucero están realizados sin embargo en obra a principios del siglo XX.

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Comenzando por el transepto y por el lado de la epístola (a nuestra derecha si miramos el Altar Mayor) encontramos las siguientes capillas:

  • Retablo de San Antonio de Padua (en el brazo del transepto): En el centro del retablo en el interior de una hornacina imagen de San Antonio de Padua que se encuentra recibiendo al niño Jesús que le entrega una gloria de ángeles. Sobre la mesa del altar, un busto en altorrelieve de Cristo Corazón Eucarístico con el Santo Cáliz, obra de José María Ponsoda Bravo. Este Cristo sufrió daños importantes en la Guerra Civil y Ponsoda tuvo que restaurar la imagen en las partes dañadas una vez finalizada la Guerra.

  • Retablo de San José: El centro del retablo lo ocupa la imagen de San José con el Niño Jesús en brazos, obra en cartón-piedra de 1.941. En la parte inferior del retablo en el interior de una hornacina una pequeña imagen del Niño Jesús. En la parte superior en el interior de un óvalo los atributos de carpintería de San José.

  • Retablo de San Cayetano con el Niño Jesús en brazos: En la parte superior, en el interior del óvalo, óleo representando a María Magdalena penitente. Con anterioridad esta capilla se encontraba bajo la titularidad de San Bernardo.

  • Retablo de la Trinidad o del Padre Celestial: Centra el retablo un lienzo bocaporte dedicado a la Santísima Trinidad. El lienzo es obra del pintor valenciano Manuel Diago Benlloch de 1.941. En la parte superior en el óvalo, lienzo de María Magdalena penitente. Anteriormente llamada capilla de San Jorge.

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Continuando por la nave del evangelio encontramos las siguientes capillas o retablos:

  • Retablo de San Fermín, patrón de los navarros: En la parte superior San Miguel Arcángel aplastando al diablo. Con anterioridad esta capilla recibía el nombre de Capilla de San Miguel Arcángel.

  • Retablo de San Mateo: Escultura obra de Enrique Pariente Sanchis de 1.951. En el óvalo de la parte superior lienzo de Santiago el Mayor. Con anterioridad la capilla se encontraba bajo la titularidad de San Benito.

  • Retablo de San Alfonso María de Liguori: obra del escultor Francisco Teruel Navarrete. Alfonso María de Ligorio fue el fundador de la Congregación del Santísimo Redentor (los Redentoristas) que durante una época tuvieron presencia en el templo. En el óvalo de la parte superior del retablo, lienzo de moderna creación con una escena de San Lucas pintando el icono de la Virgen María (Nuestra Señora del Socorro). La escultura de San Alfonso Liguori fue colocada en este altar en 1.923 pero la misma fue destruida en 1.936 y el escultor Francisco Teruel tuvo que hacer una nueva escultura, réplica de la original que es la que vemos en la actualidad. Durante una temporada el lienzo de la Virgen de Montesa y antes de estar dedicado a San Alfonso se encontraba presidiendo esta capilla.

  • Retablo de San Expedito (en la nave del transepto): El retablo alberga en la hornacina inferior una talla de San Expedito, abogado de las causas perdidas y urgentes. El nicho central del retablo se encuentra vacío en la actualidad, aunque durante un tiempo albergó un lienzo de San Juan Bautista, desaparecido en la Guerra Civil. A título de curiosidad diremos que San Expedito es un santo que la Iglesia Católica no reconoce como tal, al no estar nada clara su autenticidad histórica, por lo que es uno de los santos que la iglesia permite un culto particular, como culto tolerado pero no admitido.

Como continuación de la nave del evangelio y en el pasillo o transito al que se abre la sacristía, encontramos un retablo con un lienzo bocaporte de la Virgen de Montesa con San Jorge de Alfama, obra de José Camarón Bonanat de 1.771.

En el óvalo de la parte superior lienzo representado a la Virgen María con el Niño en brazos.

A los pies del retablo de la Virgen de Montesa, lápida sepulcral de fray Francisco Bernardo Despuig Rocafull (1.506-1.537) XII maestre de la Orden de Montesa; esta lápida funeraria de época renacentista ya se encontraba en la capilla del castillo de Montesa.

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En la actualidad la lápida se alza sobre un zócalo marmóreo que la eleva del suelo.

La lápida en un primer momento fue colocada en el suelo a los pies del templo, ya que había sido voluntad del difunto que sus restos fueran pisados como señal de humildad, en 1.969 y para preservar debidamente la artística lápida funeraria, fue trasladada a este emplazamiento.

A los pies hay una inscripción que dice: “HIC : IACET : FTR : BERN / ARD : DESPUIG : MR : XII / MONTESIE” (Aquí yace fray Bernardo Despuig, XII Maestre de Montesa).

Junto a la cartela figuran los escudos de Montesa y de su linaje.

La portada de la sacristía que se encuentra al fondo no es tal, ya que es una portada fingida, es decir, está pintada enmarcando el vano que se abre en el muro.

La pintura es de Felipe Fontana, el mismo autor que realizó las pinturas fingidas del testero del presbiterio.

El Altar Mayor está presidido por un baldaquino de jaspes de diversos colores realizado hacia 1.773 por Miguel Fernández.

Es de planta circular y está coronado por una cúpula peraltada de jaspe que apoya en ocho columnas pareadas adosadas de mármol verde y capiteles corintios.

Remata la cúpula la estrella de Euclides realizada en bronce dorado.

Su interior alberga una tabla de la Virgen del Perpetuo Socorro, aunque en origen alojó una imagen en madera ligeramente policromada de la Virgen de Montesa, realizada en Madrid por el escultor Francisco Gutierrez y que fue destruida en la Guerra Civil Española.

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Francisco Gutierrez (Arevalo, 1.727 – Madrid, 1.782) es autor también de la Cibeles de Madrid.

La tabla de la Virgen del Perpetuo Socorro fue colocada en su actual emplazamiento por los monjes redentoristas, y es obra de la granadina Encarnación González.

En las paredes laterales del presbiterio podemos encontrar dos puertas; la de la derecha da acceso a la Capilla de San Jorge o de la Comunión, diseño de Miguel Fernández y ejecutada por el maestro cantero Diego Cubillas.

La Capilla Mayor está revestida de mármoles, jaspes, columnas y pilastras de orden corintio; la puerta de la izquierda permite el paso al tránsito de la sacristía.

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Por encima de ambas puertas adinteladas, dos bajorrelieves en forma de óvalos o medallones laureados, sostenidos por ángeles, un óvalo representando a Carlos III (lado el evangelio) y el otro a Jaime II el Justo (lado de la epístola), son obras del escultor Jose Puchol y Rubio y fueron esculpidos en mármol de Carrara en 1.774.

En los dinteles de las puertas figuran las siguientes inscripciones: “CAROLUS III HISPAn REX / A FUNDAM EREXIT DOTAVIT 1761 y JACOBUS II. REX ARAGÓN / MONTESIAE DONATOR. 1319”.

En la base de las pilastras, en la embocadura de entrada al presbiterio, encontramos dos figuras, a la izquierda en la nave del evangelio la figura de un anciano orando.

Representa al XIII maestre de la Orden de Montesa don Francisco Llançol de Romaní (fallecido en 1.544), lo encontramos arrodillado, de perfil, en posición orante y apoyado en un reclinatorio.

La talla realizada en mármol ya se encontraba en el desaparecido Castillo-Convento de Montesa.

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A la derecha, en la nave de la epístola, Jesús enseñando en el templo.

Vemos la figura de un joven Jesús, sentado en un asiento (cátedra).

Figura vestido con dalmática atada a la cintura y con toga, levanta su mano derecha hacia arriba, mientras que la izquierda está apoyada en un libro (las Sagradas Escrituras) que sostiene en el regazo.

El pie izquierdo lo tiene en posición avanzada mientras que el derecho está oculto entre los ropajes.

La figura fue hecha para la Iglesia del Temple de 1.725 y está realizada en mármol de Carrara por Giacomo Antonio Ponzonelli (Massaca, 1.654 – Génova, 1.735).

Antes que ocupara este espacio, la escultura estuvo en el atrio de la entrada a la iglesia, pero ante los robos que se producían en la zona, se optó por guardarla en el interior.

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Las pinturas de la bóveda del presbiterio son de hacia 1.770 representan la Asunción de la Virgen rodeada de los Apóstoles, la Santísima Trinidad y dos medallones de San Jorge y Santiago Peregrino, frescos salidos de la mano de José Vergara Gimeno.

La escena central representa a la Virgen que asciende a los cielos entre nubes rodeada de ángeles, mientras en el nivel inferior los apóstoles destapan el sepulcro vacío.

Más arriba la Santísima Trinidad con la corona destinada a la madre de Dios y en los lunetos laterales los medallones antes descritos.

Las pinturas de las pechinas del crucero están realizadas también por el pintor José Vergara Gimeno y representan a santos relacionados con la Orden de Montesa: San Benito de Nursia, San Roberto de Molesmes, San Bernardo de Claraval y San Raimundo abad de Fitero, este último fundador de la Orden de Calatrava, vestido con ropas militares y portando un escudo con el emblema de la Orden Calatrava.

El testero de la Capilla Mayor está decorada con pinturas al fresco realizadas con la técnica de la grisalia, en forma de arquitecturas fingidas, obra del boloñés Felipe (Filippo) Fontana, realizadas hacia 1.770.

Los pilares, muros y techos adyacentes a la Capilla de San Alfonso María de Ligorio que ya hemos visto, se encuentran decorados con pinturas al fresco de diversa temática, con abundancia de cartelas y mensajes alusivos.

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Estas pinturas fueron realizadas hacia 1.923 por el pintor Vicente Pastor con la colaboración del alicantino Remigio Soler Tomás y Ricardo White, fueron encargadas por la Archicofradía del Perpetuo Socorro y centra su temática en historias relativas a la historia del icono de la Virgen y santos relacionados con los Redentoristas.

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La Capilla de San Jorge o de la Comunión se ubica a la derecha de la Capilla Mayor, como continuación de la nave lateral de la epístola y la preside un retablo con la imagen de la Virgen de los Desamparados.

Recibía el nombre de Capilla de San Jorge porque en ella se conservaba un busto en plata con la reliquia de la cabeza de San Jorge, regalo del rey Felipe II a los montesianos.

Desgraciadamente tanto el busto como la reliquia se perdieron parcialmente en la Guerra de la Independencia y totalmente en la Guerra Civil de 1.936.

La Capilla de la Comunión fue el último elemento que se construyó del conjunto montesiano de convento e iglesia, fue construido entre 1.773 y 1.785 por Diego Cubillas que desde un primer momento había participado activamente en la construcción de todo el conjunto conventual.

Se cubre por bóveda de medio cañón separados en tres tramos por arcos fajones, el primer tramo se cubre con una decoración acasetonada en forma hexagonal, el segundo tramo sigue la misma disposición acasetonada pero estos adoptan forma octogonal, y por último el testero que se cubre con una bóveda de cuarto de esfera también con casetones pero esta vez cuadrados y trapezoidales ajustándose a la forma de la bóveda.

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Es obra realizada por Diego Cubillas según planos de Miguel Fernández y fue finalizada en 1.785.

En los muros laterales de la capilla podemos encontrar dos bajorrelieves en madera simulando mármol realizados por José Puchol Rubio que es de los mejor que tiene la capilla.

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A destacar que en la fachada exterior recayente a la Plaza de Teodoro Llorente, sobre el muro de la iglesia, encontramos un sobreañadido realizado entre 1.925 y 1.926 por el arquitecto Lorenzo Criado Oltra y que no es otra cosa que las dependencias que los Padres Redentoristas tuvieron que realizar para hacer habitable la iglesia que debía albergar una pequeña comunidad.

Se construyeron distintas dependencias ocupando partes inverosímiles de la iglesia que hicieron una vida bastante difícil de ocupar.

 

Fuentes consultadas:

  • Archivos autores.

  • Archivo del Reino de Valencia.

  • Archivo Histórico Municipal.

  • Biblioteca valenciana.

  • Biblioteca Histórica de la Universidad de Valencia.

  • Archivo de la Diputación provincial de Valencia.

  • Hemeroteca valenciana.

  • Wikipedia

  • Padrón Municipal de Habitantes.

  • Diez Arnal. Palacio del Temple o Convento de la Orden de Montesa

Bibliografía:

Como joya arquitectónica valenciana que es, existe mucha bibliografía sobre el Convento e iglesia de la Orden Militar de Nuestra Señora de Montesa., aunque solo citaremos algunos.

  • Catálogos de Monumentos y Conjuntos de la Comunidad Valenciana. Consellería de Cultura de la Generalitat.

  • Guía urbana de Valencia. Marqués de Cruïlles.

  • Arquitectura renacentista valenciana. Joaquín Bérchez.

  • Privilegios Reales de la Orden de Montesa. Aurea Javierre Mur.

  • Sacro Convento e Iglesia de la Orden Militar de Nuestra Señora de Montesa. Baltasar Bueno Tárrega.

  • Orígenes del Reino de Valencia. Antonio Ubieto.

Fotografía

  • Palacios y Casas Nobles de la ciudad de Valencia. Francisco Pérez de los Cobos Gironés.

  • Jdiezarnal

  • Archivo Histórico Municipal

  • J.Laurent. Colección Díaz Prosper

  • Marcos Buigues Metola

  • Arquitectos italianos en España

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