Orígenes bajomedievales Construcciones defensivas

Orígenes bajomedievales Construcciones defensivas

Fàbrica vella de Murs i Valls

Orígenes bajomedievales. Las construcciones defensivas

Historia de las obras públicas en la Valencia del Antiguo Régimen, siglos XIV-XVIII

En el siglo XI cuando Valencia se convirtió en la capital de un poderoso reino de taifas del Al-Andalus y su rey Abd al-Aziz ibn Abf Amir, ordenó la construcción de robustas y elegantes murallas sarracenas, además de una red de atalayas externas, localizadas en Moncada, Bufilla (Bétera), Paterna, Chiva, Alcalá (Montroy), Torrente, Espioca, Silla, Almusafes y Castelló de l’Albufera.

Un siglo después de la reconquista el Consell general ya juzgó necesario sustituir la vieja muralla musulmana de 7 portales por un nuevo recinto defensivo de mayores dimensiones, que englobase los arrabales surgidos a extramuros, y ofreciera plena seguridad al conjunto de la población y a su floreciente comercio, sin embargo, la obras no se iniciaron hasta 1.356, cuando Pedro el Ceremonioso aconsejó su inmediata edificación ante las crecientes amenazas bélicas procedentes de Castilla.

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Fàbrica vella de Murs i Valls

Orígenes bajomedievales. Las construcciones defensivas

Portales de la muralla musulmana del siglo XI:

  • Bab al-Sakbar o Porta de la Roca

  • Bab al-Warraq o Porta del Llibreter

  • Bab al-Qantara o Porta dels Roteres

  • Bab al-Hanax o Porta de la Culebra

  • Bab al-Kaysariya (Bab al-Qaysariya, Bab Baytala o Bab al-Buyatalla) o Porta de Boatella

  • Bab al-Xaria o Porta de la Xarea

Las obras de la muralla cristiana, que facilitaron el primer ensanche de la ciudad y triplicaron su superficie, estuvieron dirigidas por el mestre pedrapiquer Guillem Nebot y sus gastos corrieron a cargo del mencionado Consell general.

Mientras tanto, las obras de la construcción de la muralla, se llevaron a cabo con extrema rapidez y a sus pies había un foso, que canalizaba las inmundicias y aguas sobrantes de la ciudad.

Aun cuando la muralla era alta y gruesa, sus muros se asemejaban más bien a una tapia, ya que estaban construidos con tierra amasada y apisonada procedente de los fosos recién excavados que condicionarían, para siempre, la estructura arquitectónica del recinto amurallado hasta su total demolición en 1.865.

En el verano de 1.358 una impresionante avenida asoló la ciudad de Valencia y puso a prueba la resistencia de sus murallas, tanto musulmanas como cristianas, los resultados fueron desastrosos, sobre todo, para las segundas.

Para coordinar las arduas tareas de reconstrucción, Pedro el Ceremonioso, impuso e inspiró las condiciones propicias para la fundación de la Junta de Murs i Valls, institución municipal sobre la cual recayó, desde entonces, la responsabilidad de reparar, conservar y costear los lienzos de las murallas, portales y torres del complejo militar.

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Orígenes bajomedievales. Las construcciones defensivas

Historia de las obras públicas en la Valencia del Antiguo Régimen, siglos XIV-XVIII

En las postrimerías del siglo XVI, la murallas levantadas por orden de Pedro el Ceremonioso, habían perdido su carácter defensivo original, pero aún así, todavía constituían un decisivo elemento protector contra las constantes incursiones de piratas berberiscos, y también, como elemento disuasivo para el creciente malestar reinante entre la población morisca, las murallas bajomediavales, tal y como había ocurrido durante el dominio islámico, se ensamblaron a un extenso circuito de fortalezas y torres de vigía (diseñado en 1.561 por Juan Bautista Antonelli, afamado arquitecto e ingeniero italiano de Felipe II), cuya misión consistía en proteger y defender todo el litoral valenciano, preocupación fundamental de la Diputación del General en aquel período.

Pese a su notoriedad táctica, las murallas presentaban entre 1.589 y 1.600 un aspecto deplorable.

El detonante estalló durante las inundaciones del 20 y 21 de octubre de 1.589, cuando las impetuosas aguas del Turia destruyeron el lienzo de la muralla situado entre el antiguo Portal del Real y la torre del Temple.

En este sentido, la endeble textura con que se construyó el recinto defensivo, no solo se hacía patente en ocasiones extraordinarias, sino también en la vida cotidiana de la ciudad, puesto que los muros suponían diariamente una amenaza mortal para la integridad física de sus habitantes.

Por otra parte, las penalidades financieras de la Fàbrica vieja también colaboraron en la progresiva degradación de las murallas del siglo XIV.

Portales de la muralla cristiana del siglo XI:

Portales Mayores:

  • Porta de la Mar

  • Porta de Quart

  • Porta de Sant Vicent

  • Porta dels Serrans

Portales Menores:

  • Portal dels Blanquers

  • Portal del Coixo o de les Setze Claus

  • Portal dels Innocents o de Torrent

  • Portal dels Jueus o de Santa Caterina de Sena

  • Porta del Real

  • Porta de Russafa

  • Portal de la Santa Cru o Nou

  • Portal dels Tintorers o de la Corona

  • Portal de la Trinitat.

Otro edificio militar estrechamente vinculado a la Fàbrica vella era el llamado Baluarte del Grau, fortificación igualmente incluida en el sistema defensivo del arquitecto Antonelli, y cuya misión consistía en proteger las incipientes pero vitales instalaciones portuarias de Valencia, esta sólida fortaleza estaba a cargo de un artillero, el cual la Junta de Murs i Valls remuneraba en la década de 1.590 con 72 libras cada año.

Según la documentación no indica que la asistencia al Baluarte del Grau no solo incumbía a la vieja fábrica (organismo responsable de su edificación), sino también al municipio, que aparte de mantener una pequeña guarnición permanente, costeaba los suministros de armamento (principalmente en piezas de artillería), municiones y pólvora.

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Orígenes bajomedievales. La infraestructura hidráulica: Fosos y red de alcantarillado

Historia de las obras públicas en la Valencia del Antiguo Régimen, siglos XIV-XVIII

En contra de los que muchos suponen, la ciudad  de Valencia siempre dispuso de una perfecta y excelente red de saneamiento, estructurada en torno a las 7 acequias que riegan la huerta.

Sus orígenes se remontan a la antigüedad, pues “[…] aseguran que dicho Scipión hizo algunas fábricas de consideración, que fortificó la población, e hizo, a imitación de Roma, las cloacas, para evacuar de la ciudad las lluvias e inmundicias, con cuya fábrica logró Valencia verse libre de las continuas humedades que padecía […]”.

En suma, gracias a este intrincado laberinto sumido en tinieblas, Valencia canalizaba con regularidad sus aguas residuales (eliminando en parte, la insalubridad que propiciaba el marjal circundante) y constituía, a simple vista, uno de los centros urbanos más pulcros de España.

La arteria principal de la vieja red de alcantarillado de Valencia, estaba constituida por la “caudalosa” acequia de Rovella, que a modo de colector urbano, se encargaba de la correcta evacuación de las aguas negras de la ciudad, dicha acequia nacía en el azud de su mismo nombre, junto al municipio de Mislata, y posteriormente, se internaba en Valencia.

Una vez en intramuros, la acequia, además de servir como cloaca, se sangraba en 14 rolls (el roll es un agujero circular en la pared lateral de la acequia madre, su carácter fundamental es que el regante que posee un roll pueda tomar agua para su campo en cualquier momento, sin necesidad de someterse a días o turnos), que irrigaban huertos particulares y monacales, también sus aguas eran aprovechadas con fines industriales para lavar las lanas y para las tinturas a los que obraban con paños.

La jurisdicción de estos rolls no correspondía, como sería de presumir, al mustaçaf o almotacén, sino exclusivamente a la Fàbrica vella de Murs i Valls.

Luego, el brazo principal de la acequia de Rovella salía de la urbe hacia las huertas de Ruzafa y Monteolivete, y en torno al convento de San Francisco se ramificaba en 3 canales, formando a la puerta del mencionado edificio religioso un minúsculo humedal (no olvidemos que antaño pasaba por allí el brazo secundario del Turia) cruzando dos puentes, uno de ellos era conocido popularmente como Pont de les Anades, que se conservaban a costa de la Junta de Murs i Valls.

En general, los gastos de conservación estaban repartidos equitativamente entre los ámbitos rurales y urbanos por donde discurría la acequia de Rovella.

De modo, que esta acequia a extramuros era mantenida (incluso el azud próximo a Mislata) por los labradores y en el interior de las murallas por los propietarios de las casas que poseían los desagües en sus márgenes, puesto que pagaban la limpieza con diversas cantidades pecuniarias, conforme a la tasación establecida por el sobrestante de la Fàbrica vieja; pero la superintendencia y dominio global sobre el agua de Rovella, pertenecía solo a la Junta de Murs i Valls.

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Orígenes bajomedievales. La infraestructura hidráulica: Fosos y red de alcantarillado

Historia de las obras públicas en la Valencia del Antiguo Régimen, siglos XIV-XVIII

Los valls o fossats (los cuales también podemos incluir en el seno de la infraestructura defensiva de Valencia) eran, en realidad, los auténticos colectores de las aguas residuales de la ciudad.

En ellos cabe distinguir entre vall vell o major y vall que va per fora de les muralles o nou.

El vall vell (sin duda de origen musulmán) estaba configurado por dos brazos: el primero iniciaba su recorrido, según la antigua nomenclatura callejera, en la Espartería, y desde allí se dirigía hacia la plaza del Mercado, Trench, cementerio de San Martín, calle de San Vicente, Barcelonina, Trànsits, Barcas, y junto al colegio de Santo Tomás se reunía con el segundo brazo, que desde la Cerrajería o Calderería, seguía por la actual calle del Alfondech, Santa Cruz, Roteros, Temple, Gobernador Viejo, plaza de las Comedias, calle de la Nave y plaza de las Barcas.

En cuanto al Vall nou, este constaba de dos segmentos casi uniformes, pues solo se diferenciaban por el período en que habían sido excavados: el primer tramo se llevó cabo bajo el reinado de Pedro el Ceremonioso, es decir, coincidiendo con la edificación de las murallas, y abarcaba desde las Torres de Quart hasta el Portal de los Jueus (Portal de los Judíos, donde solo quedan unos restos, podemos verlos en la plaza de los Pinazo); el segundo se abrió en 1.543 por temor a los ataques turco y berberiscos procedentes del mar, e iba desde el Portal de los Jueus a la Porta del Real, y de la Porta de Quart al portal de la Santa Cruz.

Los fosos defensivos constituían el punto débil de la escrupulosa política sanitaria del municipio valenciano, debido a la nula cooperación del vecindario con las autoridades por mantener su pulcritud y la lógica colmatación (Relleno de una cuenca sedimentaria con materiales detríticos arrastrados y depositados por el agua) del fondo.

Efectivamente, en los fondos se arrojaban, aparte de los deshechos vertidos por el alcantarillado y los arrastres de las aguas pluviales, escombros, piedras, basuras, animales muertos y vísceras de reses sacrificadas en corrales para el consumo humano, tal acumulación de desperdicios (sobre todo orgánicos) cristalizaba en un hábitat hediondo, en el cual se desarrollaba una espesa vegetación “selvática” a expensas de regueros y charcos infectos, en los cuales proliferaban los roedores, insectos, córvidos, anfibios e, incluso, reptiles, un ejemplar de estos últimos quedó inmortalizado en la bella fachada de la Lonja de los Mercaderes y en la célebre leyenda de “El dragón del Patriarca”.

Los métodos que empleaba la Fàbrica vella para combatir la enojosa y molesta suciedad depositada en los fosos defensivos de la ciudad se realizaba en dos frentes.

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Orígenes bajomedievales. La infraestructura hidráulica: Fosos y red de alcantarillado

Historia de las obras públicas en la Valencia del Antiguo Régimen, siglos XIV-XVIII

El primero, consistía en abrir las compuertas de las acequias que discurrían dentro y cerca de las murallas de la ciudad (Rovella, por la cual debía pasar una “mola” de molino por muy limitado que estuviese el caudal del Turia en períodos de sequía, otras cloacas o acequias madres de la red de saneamiento y Favara), con el objetivo de que sus respectivas aguas penetrasen en los fosos y arrastrasen la podredumbre, que llenaba las honduras de los fosos, río abajo.

Esta operación de limpieza, adoptada en tiempos de Jaime I y reforzada por Jaime II el Justo en 1.311, se basaba en la sana costumbre de lanzar agua a los fosos cada último sábado del mes, concretamente, desde el filo de la medianoche hasta el ocaso del domingo siguiente, es decir, cuando en la Huerta se paralizaban los riegos durante el descanso dominical.

En un principio la purificación de los fosos fue desempeñada por el Batle general, pero a partir del 1.406, la tarea se transfirió a la Junta de Murs i Valls en la persona del sobrestant.

El segundo, se basaba simplemente, en el desbroce de la maleza, que crecía a sus “anchas” en la tierra “abonada” de los fosos.

Los trabajos, dirigidos también por el sobrestant, eran realizados por paleros o simples peones no cualificados, que con solo hoces y capazos, se encargaban de arrancar pacientemente las malas hierbas.

Las faenas de desbroce no se implantaron hasta que los obreros de la Fàbrica de Mus i Valls ordenaron en periódica ejecución el 12 de noviembre de 1.550, pues anteriormente a esa fecha, ni la Ilustre Junta en su conjunto, ni otra autoridad municipal se habían preocupado de segar la vegetación silvestre que dañaba seriamente los fosos.

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Orígenes bajomedievales. La red vial: caminos y puentes.

Historia de las obras públicas en la Valencia del Antiguo Régimen, siglos XIV-XVIII

La red vial de Valencia constituía otro de los soportes fundamentales que daban sentido a la existencia de la Junta de Murs i Valls, pues a través de su trazado circulaban los productos alimenticios y demás mercancías que abastecían los mercados de la ciudad.

Los accesos viales estaban integrados, junto a sus respectivos ramales secundarios, por los siguientes caminos:

Camino Real de Murviedro (Sagunto)

  • Camino de Alboraia

  • Camino de Moncada

Camino Real de Lliría

  • Camino de Burjasot

Camino de Quart o Castilla

  • Camino de Alacuás

  • Camino de Chirivella

Camino de Xàtiva

  • Camino de Picasent

  • Camino de Ruzafa

  • Camino de Torrent

Además de permanecer constantemente subordinados al avituallamiento de comestibles y al comercio de la capital, también algunos de estos caminos compartieron dichas actividades con el transporte de materias primas destinadas a la construcción, y por tanto, vitales para las obras de la Junta de Murs i Valls.

Así ocurría con el camino de Torrent, por el cual se conducía todo el yeso que se extraía de unas canteras próximas a Picasent, y sobre todo, en el camino de Lliría, cuya conservación corría a cuenta, desde la década de 1.590, de las dos fábricas (la vella y la nova dita del Riu), pues por el primero se acarreaba toda la piedra  de cantera necesaria para ambas instituciones públicas.

Como sucedía en las infraestructuras de defensa y alcantarillado, la red vial tampoco fue ajena a las inclemencias meteorológicas, a la escasa colaboración cívica de los usuarios y a la consabida anemia económica de la fábrica vieja.

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Orígenes bajomedievales. La red vial: caminos y puentes.

Historia de las obras públicas en la Valencia del Antiguo Régimen, siglos XIV-XVIII

Además, las arcaicas técnicas de ingeniería, igualmente vigentes en toda la España del Quinientos, propiciaban un rápido deterioro de los caminos, aun cuando se hubiesen llevado a cabo reparaciones significativas en el firme, sin embargo, en la Huerta valenciana todavía intervenía otro factor tan nocivo parta la red vial como los anteriores, se trataba de un campesinado ávido de fertilizantes para sus campos, e ignorante que en las mismísimas postrimerías del siglo XVIII obraba de la siguiente manera:

“[…] Y los caminos reales y públicos y sus puentes, excepción hecha de los dos denominados de la Corte y Barcelona, están todos socavados y profundizados por el mucho polvo y tierra que recogen en ellos los labradores, pues como el estiércol escasea en la vega de esta ciudad para el abono de los campos y están persuadidos que el polvo de los caminos es la mejor preparación para el logro de las cosechas, especialmente la del cáñamo que es la principal, están continuamente socavándolos, estando ya tan profundizados que los puentes de las acequias, que cruzan por ellos, han quedado mucho más elevados, sin poder tener salida las aguas pluviales y las escorrentías de las acequias y filtraciones de los mismos campos cuando se riegan; de todo lo cual resultan estancamientos de aguas, lodazales, atascaderos y malos pasos en términos de quedar interrumpido el comercio de esta ciudad con algunos pueblos y circunvecinos y de algunos lugares con otros, especialmente, en tiempos de lluvias copiosas, todo los cual merece la mayor atención […]”.

Por otro lado, la primera noticia fidedigna, que se pone sobre algún puente en la ciudad, aparece en el Llibre del Repartiment de Valencia; a mediados del siglo XIII ya contaba con dos puentes.

 

Fuentes consultadas:

  • Archivo del Reino de Valencia

  • Archivo Histórico Municipal

  • Archivo Administrativo Municipal

  • Biblioteca valenciana

  • Biblioteca de Etnología

Bibliografía

  • La acequias de Francos, marjales y extremales de la ciudad de Valencia. Ferran Lluch Cebrià y Lluís Beltrán Llopis

  • El Tribunal de la Aguas de Valencia y su proceso (oralidad, concentración, rapidez, economía). Víctor Fairén-Guillén

  • Junta de Murs i Valls. Historia de las obras públicas en la Valencia del Antiguo Régimen, siglos XIV-XVIII. Vicente Melió Uribe (Tesis doctoral)

  • El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II. Fernand Braudel. 1.949

  • Cruces terminales de la ciudad de Valencia. Salvador Carreres Zacarés

  • La peste negra. Ángel Blanco Rebollo

  • Década primera de la insigne y coronada Ciudad y Reino de Valencia. Gaspar Escolano. 1.611

  • La Ciutat de València. Sintesi d’Historia i de Geografía urbana. Manuel Sanchis Guarner

Imágenes

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