La Girola

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La Girola

La girola es un elemento característico de la arquitectura románica que luego se hizo extensivo a la gótica.

Su utilidad surgió con el peregrinaje masivo a los lugares de devoción popular, cuando una multitud de fieles concurría en una iglesia y se aprestaba a venerar las reliquias que en ella se atesoraban.

Este corredor proporcionaba la necesaria fluidez de circulación para que todos alcanzasen a reverenciar las sagradas reliquias y para no interrumpir la ceremonia religiosa que se pudiera estar oficiando en la capilla mayor.

Lo normal es que en la cabecera de la nave central se sitúe el presbiterio y a continuación la capilla principal conteniendo el altar mayor y formando un ábside de planta semicircular o poligonal.

En tal caso, la girola se suele formar por prolongación de las naves laterales que envuelven el ábside por su exterior.

En ocasiones, este ábside y la girola no están separados por un muro ciego, sino por una arquería que ofrece permeabilidad al conjunto.

Es asimismo habitual que en torno a la girola se dispongan una serie de absidiolos radiales, cada uno de los cuales alberga una pequeña capilla.

La Girola es una de las partes más antiguas de la catedral, ya que por aquí empezó su construcción el 1.262.

La girola, espacio destinado para que los fieles puedan deambular a través de las capillas sin interrumpir el culto del Altar Mayor, no es un elemento muy habitual a las iglesias de Valencia, ya que sólo aparece en la catedral y en Santa Catalina.

Primitivamente se podía contemplar el Altar Mayor a través de los arcos del presbiterio (como aún hoy a la iglesia de Santa Catalina, pero se cegaran a raíz de la reforma barroca del ábside del siglo XVII.

La girola cuenta con ocho capillas originalmente góticas, pero a raíz de la reforma neoclásica proyectada en 1.771 por Antoni Gilabert fueran cubiertas de estucos y otros elementos.

Con la repristinación iniciada en 1.972 algunas de las capillas han recuperado parcialmente la piedra original.

En el deambulatorio, frente a la sacristía, se encuentran las campanas conocidas como del rotgle, que se utilizan todos los días, así como otras dos campanillas de avisos, que según la tradición fueron llevadas por Jaime I en 1.238 para marcar la nueva cultura sonora de los cristianos, muy diferente a la musulmana.

 

Fuentes consultadas: