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DE NEUROBIOLOGÍA Y MASCOTAS.

¿Pueden ser falsas las diferencias entre humanos y animales? Los últimos descubrimientos del etólogo holandés Frans de Waal recogidos en su libro “Sommes-nous trop “bêtes pour comprendre l´intelligence des animaux”,  en una  traducción libre del francés ,” Somos los humanos tan “bestias “como para no entender la inteligencia de los animales”, apuntan a un  debate  de posibles consecuencias políticas y económicas en el  futuro.

Somos muchos los que hemos puesto una mascota en nuestra vida, y aquellos  que no la han puesto pero que tampoco son  vegetarianos, para todos ellos los animales juegan un papel importante en su vida. Quizás también por guardar cierta semejanza con nuestro tema de hoy he recordado una película de éxito de los últimos años, basada en hechos reales:”Doce años de esclavitud“ de  Steve McQueen.  En cierto momento de la misma se llega a discutir  si los negros tenían alma o eran meros  salvajes sin ella. Sospechamos, si damos pábulo a las conclusiones del etólogo holandés, que no tardará de producirse semejante debate respecto de los animales.

Los dueños de mascotas saben de cómo éstas “humanizan” su vida. En los momentos de pérdida, para la mejora de  la afectividad de los niños y para  inculcarles mayor sentimiento  de responsabilidad, a la socialización de sus dueños al pasearlas, todo esto y más contribuye a que adquieran un gran valor terapéutico. Muchos de sus dueños  se comportan  con  si conocieran de antemano las investigaciones de Frans de Waal, sobre todo las nuevas generaciones, dado el cuidado y el respeto que muestran por ellas.

A día de hoy para los biólogos la inteligencia “humana” solo es una variación de la inteligencia animal y rechazan la dicotomía cartesiana de “animal-máquina” de nuestro pensamiento occidental, del mismo modo que rechazan la del cuerpo y el alma. Por otro lado el  conductismo pavloviano y sus experimentos en psicología moderna es igualmente aplicable a los hombres y a los animales.

Son muchas las semejanzas entre la inteligencia humana  y la animal, sobre todo de los primates y algunos mamíferos como el caso del delfín, el elefante etc. Respecto a las aves puedo contar un hecho reciente. En la finca de un amigo en la Sierra Calderona colocábamos cacahuetes bajo los pinos para que acudieran las ardillas. Al cabo de un tiempo descubrimos que eran arrendajos, una especie de córvido, los que bajaban a llevárselos hasta el punto de graznar desagradablemente si estábamos presentes o nos acercábamos y no tenían cacahuetes en el cuenco que las colocábamos.

Aparte de la anécdota personal, decir, que la obra del autor holandés podría marcar un antes y un después respecto a nuestro  paradigma sobre los animales, la forma  de percibirlos  y considerarlos.  Para algunos científicos las únicas diferencias serían las del habla a la hora de resolver los problemas complejos y ese dominio nuestro de las herramientas, bueno algunos añadiríais también la risa y la capacidad de sonreír.

Contaremos ahora un caso sorprendente, el de Ayum, un chimpancé del Instituto de Primatología de Tokyo con mayor capacidad de memoria demostrada que ningún humano. Sobre una pantalla táctil Ayum puede recordar largas series de dígitos del 1 al 9, aparecidos de forma rápida y aleatoria, y situarlos en la pantalla sobre las casillas en blanco en que aparecieron. Su precisión es del 80%. Ningún humano hasta la fecha se le ha acercado. Por este y otros ejemplos, que los primates son sobre todo, los que han hecho que cedan las diferencias entre humanos y el resto del reino animal abriendo  las puertas a la integración en este modelo para el  resto de especies.

Frans de Waal igualmente apunta a que nuestra relación con las mascotas no las hace más inteligentes y esto es porque dejan de desarrollar sus habilidades para conseguir comida. De todos modos dada la empatía establecida por muchas de ellas con sus dueños para conseguir algunos caprichos y mejor o más comida podría ser que estén desarrollando ciertas áreas adaptativas del cerebro, la picardía que dirían algunos, en detrimento de las más básicas e instintivas.

Saliendo del mundo de las mascotas y de los primates, científicos británicos han descubierto en experimentos con corderos en los que estos eran capaces de seguir recordando las caras de sus compañeros de  rebaño después de dos años sin verlos. Balaban al serles mostradas sus fotografías como si estuvieran delante. Una de las conclusiones sacadas es que la mezcla indiscriminada de los rebaños origina entre sus miembros un estrés semejante al de los humanos cuando interactúan con grupos de desconocidos por primera vez. ¿Sorprendente verdad?

La empatía comentada,  una de nuestras características más preciadas, está demostrado que existe entre perros, delfines, elefantes etc. Incluso los últimos experimentos demuestran que está presente entre los roedores. Un aspecto humano más que les acerca a nosotros.

Y  más sorprendente si cabe es que el debate ha llegado al campo de la conciencia al tratarse esta de una experiencia subjetiva. Si el cerebro humano y  del resto de mamíferos son similares, coligen muchos de los científicos, que también poseen  conciencia  y un sentido del bien y del mal semejante al nuestro.

Llega pues un nuevo debate social, quizás de los más importantes del nuevo siglo. Sus consecuencias podrían ser impredecibles en lo que atañe a las relaciones del hombre con el resto de animales y mamíferos y con consecuencias en el campo de la ética, la política y de la economía  y sobre todo , de la nutrición y su variación con  el “statu quo” actual.

La constatación de esta semejanza de la inteligencia animal con la de los humanos, sus emociones y sentimientos, su conciencia y capacidad de empatía, van a cambiar muy deprisa la  percepción actual y conciencia sobre ellos, y nuestra conducta y manera de verlos y considerarlos. ¿Seguiremos hablando por mucho tiempo sólo de una Carta de los Derechos del Hombre?