Palacio de los Condes de Oliva

Palacio de los Condes de Oliva

Situación: En uso. Propiedad de los condes de Daya-Nueva y Villamar

Estilo: Gótico

Dirección: Calle de los Caballeros, 33

Construcción: Siglo XV (aprox. hacia el 1.449)

Arquitecto:

Palacio de los Condes de Oliva

La altivez de sus vecinos, los Mercader y Alpuente, parecen querer suavizar la imponente personalidad de quien fue morada de los poderosos Centelles, Condes de Oliva.

De la familia de los Centelles cabe recordar el enfrentamiento que tuvieron con la familia Vilaragut en el siglo XV, hasta el punto que tuvo que intervenir personalmente San Vicente Ferrer en las disputas que mantuvieron ambas poderosas familias.

Aquellos que, opuestos a los Soler, dejaron marcado un periodo de nuestra historia ciudadana con trágicos enfrentamientos, ante cuya extraordinaria gravedad debió mediar el mismísimo San Vicente Ferrer.

Sería también esta casa propiedad de los Borja, Benavente y finalmente de los Osuna quienes, al liquidar sus bienes en Valencia a finales del siglo XIX, la venden a los Dasí llegando por herencia a los actuales propietarios, los Condes de Daya-Nueva y Villamar.

Palacio de los Condes de Oliva

También conocido como Palacio de los de Daya Nueva ya que es residencia de la familia Dasí, condes de Daya Nueva.

Vicente Dasí Puigmoltó de la familia de los Marqueses de Dos Aguas fue nombrado en 1.892 como I conde de Daya Nueva (población situada al sur de la provincia de Alicante).

El palacio ha pasado por distintas manos desde su primer propietario la familia Centelles.

En 1.548 Magdalena de Centelles y Cardona contrajo matrimonio con Carlos Borja y Castro, duque de Gandía y descendiente de la familia Borja, el hijo de ambos Francisco de Borja Centelles ostentaría la titularidad del palacio desde 1.595 con el apellido Borja y más adelante sus sucesores con el linaje, de los Benavente y de los Osuna.

Palacio de los Condes de Oliva

A finales del siglo XVII el palacio es vendido a Miguel Catalá de Ceveiro y por vía matrimonial, sus descendientes los condes de Cirat ostentarían la titularidad del palacio hasta 1.821.

En 1.858 consta como propietario del inmueble don Vicente Dasí LLuesma, VI marqués de Dos de Aguas.

De origen gótico (siglo XV) fue residencia de la poderosa familia de los Centelles, condes de Oliva.

Es uno de los palacios más antiguos y de más alcurnia de la ciudad.

Fue mandado construir por Serafín Centelles y Urrea (1.460-1.536) II conde de Oliva como residencia familiar en la capital del Reino.

Ya antes hay constancia que en 1.388 Rodrigo Diego y Raimundeta de Vilanova, señores de Artana venden a Raimundeta de Riusec curadora de Pedro Centelles señor de Nules, un inmueble en el lugar donde se levanta este palacio.

Palacio de los Condes de Oliva

La elevación del señorío de Oliva a la categoría condal en 1.449 es lo que motivaría que la vieja casa de los señores de Oliva fuera reformada acorde a su nueva categoría nobiliaria.

En 1.603 se abre desde el palacio una tribuna con vista al Altar Mayor de la Iglesia de San Nicolás que permitía el seguimiento de los oficios divinos desde la casa, todo un privilegio de la época.

En el momento que la titularidad del palacio dejó de estar en manos de los condes de Oliva, la tribuna fue anulada.

En el siglo XVIII se realizaron reformas en la casa pues la familia Borja la usó como lugar de residencia en detrimento de su palacio de la plaza de San Lorenzo.

Palacio de los Condes de Oliva

Entre 1.860 y 1.891 don Vicente Dasí efectuaría importantes reformas.

A finales del siglo XIX en 1.897, Vicente Dasí Puigmoltó hijo del VI marqués de Dos Aguas realizó una gran transformación debido a la mano del arquitecto José María Cortina Pérez, se modificaron las fachadas y se hizo desaparecer su aspecto gótico original a excepción de algunos elementos del patio interior.

De esta época conserva sus grandes arcos carpanales y la escalera de acceso al piso principal.

Sobre la portada de acceso podemos ver un gran escudo con las armas de los Condes de Cirat.

Si traspasamos su puerta entramos en un pequeño zaguán en cuyo techo encontramos un conjunto de bovedillas de estilo renacentista realizadas en yeso.

En este lugar encontramos una gran verja de hierro que cierra el paso y que da acceso al patio descubierto, a partir del cual se estructura toda la vivienda.

Así destacamos sus grandes arcos carpanales en piedra y el pozo de piedra tan propio de los palacios góticos valencianos.

Al patio interior recaen distintos vanos o balcones y un pasillo cerrado por una cristalera de colores.

En su interior en el descansillo de una de las escaleras, podemos encontrar el escudo en madera de la familia Dasí con la corona condal: «tres conchas de oro bien ordenadas sobre campo azul«.

Del interior citaremos el nombre de algunos de los salones que componen la vivienda: salón gótico, salón isabelino, salón Luis XV, salón de baile de estilo imperio, salón azul con una gran chimenea y un extraordinario artesonado policromado perteneciente a la edificación gótica original.

El edificio consta de planta baja, semisótano, entresuelo y dos pisos altos.

La fachada principal es de corte clasicista y academicista, incorporando frontones clásicos sobre los grandes vanos de los balcones del piso principal.

Palacio de los Condes de Oliva

Sus muros acogieron a insignes visitantes.

A destacar el infante don Enrique de Aragón, duque de Segorbe cuando era Lugarteniente del Reino.

Sería residencia de doña Germana de Foix, casada por aquel entonces con el duque de Calabria.

Sus salones fueron escenario de múltiples fiestas durante esta época, y aquí se congregaba lo más influyente y selecto del momento.

En tiempos mucho más recientes, y aunque el protagonismo no es ya lo mismo, la relevancia de los sucesivos propietarios  y su bien probada cortesía han convertido al palacio, en momentos concretos, en centro de atención por las estancias de ilustres personajes.

Desde sus balcones presenció una procesión el infante don Alfonso de Borbón y Battenberg, hijo del rey Alfonso XIII.

Allá por el año 1.940 estuvo igualmente, en visita estrictamente privada, el almirante Carrero Blanco, quien cenó en la casa.

En septiembre de 1.953 almorzaron el entonces príncipe don Juan Carlos y su hermano don Alfonso.

Y con posterioridad cenó en ella don Juan de Borbón, con motivo de la visita que realizó a la ciudad con carácter privado.

A todas estas visitas hay que sumar, además, las personalidades del cuerpo diplomático, de la política y del mundo de la cultura desplazados a Valencia para presentar las tradicionales procesiones del Corpus y de la Virgen.

Palacio de los Condes de Oliva

Cuatro siglos han pasado por él dejando la lógica huella del tiempo.

Su inicial estilo gótico ya no es perceptible.

El actual aspecto es el resultado de la última reforma llevada a cabo a finales del siglo XIX.

Tampoco pudo librarse de la moda que termino por transformar la fisonomía de nuestros ancestrales palacios góticos.

Si atravesamos el portalón, ya en el zaguán, podemos ver el primer indicio en el techo, con toda una serie de bovedillas renacentistas típicas valencianas, de grutesco en yeso (el grutesco es un motivo decorativo derivado de la decoración de las «cuevas» descubiertas en la Roma del siglo XV y que posteriormente se han identificado como habitaciones y pasillos de la Domus Aurea.

Fueron muy utilizados en el arte del Renacimiento y se divulgaron por toda Europa.

Consiste en la combinación de elementos vegetales: «follajes», guirnaldas, vasijas, cornucopias, panoplias, figuras humanas y teriomórficas: «bichas», centauros, sátiros; animales fantásticos y seres mitológicos: «sabandijas», «quimeras», mascarones, bucráneos, etc., que se relacionan de manera caprichosa y rellenan de forma profusa el espacio en composiciones simétricas).

Y antes de abandonar esta zona podemos apreciar un vestigio de del estilo original constituido por un arco rebajado, en piedra, que da paso al patio descubierto en torno al cual se estructura la vivienda, como suele ser habitual en este tipo de casas.

A la izquierda una escalera, de reciente construcción, permite acceder al entresuelo.

A la derecha está el segundo arco rebajado, concretamente en la zona de paso a las antiguas caballerizas.

En este lugar, a mano izquierda, una cancela de madera constituye la entrada a la escalera principal, toda alfombrada y con baranda de madera y soportes de artística cerrajería.

Palacio de los Condes de Oliva

En el primer rellano figura un magnífico escudo de los Dasí, tallado en madera, con la corona condal: tres conchas de oro, bien ordenadas, sobre campo azul.

En el último descansillo una artística vidriera emplomada deja pasar una discreta y multicolor iluminación.

A ambos lados de él hay dos puertas en cuya parte superior podemos ver sendos escudos de armas, todos ellos , igualmente, en madera.

Una vez dentro del palacio encontramos la primera estancia, con techo altísimo y formidable ventanal de estilo gótico imitado.

El pavimento es de mosaico valenciano.

Se trata del denominado “salón gótico”, que cumple las funciones de hall.

Se respira ya un ambiente distinto, apacible, como si el tiempo hubiese retrocedido.

Da la sensación que de pronto, por una de las dos puertas que hay a ambos lados, va a surgir la figura altiva de un Centelles.

Todo el edificio se estructura a partir de esta estancia, a derecha e izquierda.

Hay en ella cuatro huecos, entre puertas y ventanas, sobre cada uno pueden verse los escudos policromados de Hernández, La Figuera, Socarrás de Cervellón, y De Perdomo.

La superficie de la planta, recayente a ambas fachadas exteriores, la ocupa toda una serie de salones corridos.

El primero, en dirección a la principal, es el denominado “salón isabelino”, llamado así por la decoración y el mobiliario predominante.

Toda la sillería, tapizada en rojo, tiene en el respaldo un escudo de armas con los cuarteles de La Figuera, Perdomo y Mezquita.

El artesonado del salón es soberbio, todo él en madera formando cuarterones.

El pavimento es del mismo material.

Otra puerta, igualmente centrada y con elegantes cortinajes, da paso al “salón Luis XV”, nombre que le confiere el estilo del mobiliario.

Las ventanas recaen a la fachada principal.

Desde este se accede al “salón de baile” que antaño cumplía esta función.

De estilo imperio, luminoso, brillante, solemne… pero vacío… y en silencio.

Palacio de los Condes de Oliva

Retrocediendo sobre nuestros pasos, porque por este lado se llega al final de las estancias, volvemos a pasar por el hall para entrar en el “salón azul”, presidido por una magnífica chimenea, toda ella en madera labrada, y paredes tapizadas en tono azulón.

Bajo el techo se conserva un maravilloso alfarje policromado, perteneciente al primitivo palacio, descubierto gracias a las catas mandadas realizar por los actuales propietarios.

Una puerta al fondo da acceso al dormitorio principal, y otra, en uno de los laterales, conduce al “salón comedor” decorado con zócalo y chimenea de madera.

Mientras esperan la comida, y si no hay tema que comentar, algo del todo improbable con anfitriones que demuestran un elevado y variado nivel de conversación, puede buscarse la momentánea evasión, mirando los escudos policromados de la sala.

Presidiendo, sobre la chimenea, el del apellido Dasí, repetido en otros lugares del palacio ; a ambos lados los de Hernández y, La Figuera; a la izquierda siguen los de Socarrás de Cervellón, de Pedro, Perdomo y Mezquita y a la derecha los de Puigmoltó, Lluesma, Mayans, Mestre y Pérez, todos ellos entroncados con los Dasí.

Junto al salón comedor encontramos la última estancia con aires del siglo XIX.

Es una “serre” (locución francesa cuyo significado es invernadero), con fisonomía muy similar a un gran invernadero.

Tiene todo el techo totalmente acristalado, en color blanco esmerilado, las paredes pintadas de blanco marfil, y decoradas con madera formando tramos de celosía, alternando con grandes espejos.

En la parte alta hay una gran cenefa de guirnaldas, interrumpidas a tramos iguales por artísticos plafones de cristal, que constituyen la iluminación artificial.

El mobiliario, igualmente en color blanco marfil, es sencillo pero muy cómodo, y confiere al lugar un aire elegante  que se asemeja mucho al de aquellos balnearios de finales del siglo XIX.

Palacio de los Condes de Oliva

Pero lo que sin duda llama poderosamente la atención es la excelente conservación del palacio que, generación tras generación, ha venido preocupándose por lo que ya forma parte de nuestra historia local.

Han sido tres generaciones de la familia Dasí las que han pasado hasta la fecha por la casa.

Primero fue don Vicente Dasí Puigmoltó, conde de Daya-nueva e ingeniero de montes que casó con doña María Hernández de La Figuera, condesa de Villamar.

Le seguiría don Rafael Dasí Hernández, heredero de los dos condados, quien casó con doña María Luisa Garrigues Villacampa.

Y ahora sus actuales propietarios don Vicente y don Rafael Dasí Garrigues, condes de Daya-Nueva y Villamar, respectivamente.

Por último convendría añadir el estado de abandono y desidia que sufre el palacio por su aspecto externo que desmerece el conjunto de lo que fue uno de los palacios más rancios de toda Valencia.

En origen este palacio era mucho más grande pero a raíz de las reformas de finales del siglo XIX una parte del mismo fue derribada y en su lugar se construyeron nuevos edificios que nada tienen que ver el palacio.

 

Fuentes consultadas:

Bibliografía

Fotografía

  • Palacios y Casas Nobles de la ciudad de Valencia. Francisco Pérez de los Cobos Gironés.

  • Jdiezarnal

  • Archivo Histórico Municipal

  • Laurent. Colección Díaz Prosper

  • Marcos Buigues Metola

  • Arquitectos italianos en España

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