Palacio del Temple. Convento de Montesa siglos XVII-XIX

Palacio del Temple. Convento de Montesa siglos XVII-XIX

Convento e iglesia de la Orden Militar de Nuestra Señora de Montesa.

El Sacro Convento de Montesa en los siglos XVIII-XIX

Concluida la Iglesia del Temple en 1.780 (Antonio Gilabert hizo un altar mayor, de estilo neoclásico, muy parecido al de la iglesia del colegio de las Escuelas Pías), se agravó el estado en que se encontraba lo que quedaba de la torre de Alí Bufet, del Cid o del Temple, su peso y el deterioro en que se encontraba amenazaba ruina.

Y cuenta Orellana que

pensose derribar, y Dividiendose los regidores, unos inclinabanse a que toda la fabrica se demoliera, assi, porque amagaba una fatal ruina, como porque quitando todo aquel volumen quedaría despejada la Plaza, y sin estorbos la vista.

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«Otros (amantes de la venerable antigüedad) lo impugnaban, mirando como un genero de increcion impia,, el sepultar un edificio, que nos recuerda la Conquista, según los meritos que se concilia… De este controvertido sistema, se dio parte a la superioridad, y fue resuelto con mucho acuerdo lo mejor, pues se tomó un medio termino, qual fue derribarse parte de la torre, y lo que cargando sobre la puerta, la obligó a flaquear, aligerándose por este medio el peso de la grande mole, que la oprimia y rebajando el torreón, que da vuelo, y sale mirando hacia la parte de fuera de la ciudad  igualmente (aunque rebajado) para memoria; y que se renovase todo, como efecto habiéndose comenzado a derrivar lo que se cerceno, de forma que el 31 de octubre quedó en disposición de poder comenzarse a reparar, como se reparó… Era mucho más elevada la Torre, y al mismo nivel corria el terrado hacia el Temple por encima de donde existe la Puerta, en cuyo intermedio, y encima de esta existía el archivo de dicha religión; y entre otras piezas, o quartos a la parte de la torre, y en su buque, estaba la cárcel para los caballeros”.

Extracto de Marcos Antonio Orellana

Palacio del Temple. Convento de Montesa siglos XVII-XIX

A pesar de este meritorio esfuerzo y filosofía conservadora del monumento, memoria histórica de la ciudad, en 1.865 caería definitivamente bajo la piqueta, a instancias del gobernador accidental de Valencia, Cirilo Amorós, y con la finalidad de ensanchar los horizontes urbanísticos de la ciudad.

A las nuevas dependencias pasaron a vivir los alumnos del Colegio San Jorge, de la antigua Orden de San Jorge de Alfama, fusionada con Montesa, y ocupó los locales hoy recayentes a la calle Los Maestres, donde después acabarían instalándose el Liceo, la Diputación, la Comisaría de Policía, Tráfico y algunas dependencias del Gobierno Civil.

Vicente Cárcel Ortí (Manises, 1.940), historiador y sacerdote valenciano, cuenta que los frailes de la Orden de Montesa “antes de ordenarse y mientras estudiaban, se mantenían en un colegio contiguo al convento con el que se comunicaban para comer con los demás todos los días y asistían a la misa conventual en los días festivos… Conservaba igualmente esta Orden el Colegio de San Jorge, en cuya iglesia mantenía reservado el Santísimo sacramento  y tenían un sacerdote de la misma Orden de Montesa, en lugar del rector, nombrado para cuidar de esta casa y destinado en la del Temple”.

Tanto el Convento como la iglesia contenían bellas obras de arte, que desaparecieron con la desamortización y en el funesto período de la guerra civil.

Unos lienzos eran anónimos, otros de Juan de Juanes, Francisco Ribalta, José Vergara, etc.

Las imágenes y esculturas eran de José Esteve, José Puchol, etc., patrimonio artístico que fue desapareciendo incautado, desamortizado, robado o incendiado.

Algunas de estas obras se encuentran actualmente en el Museo del Prado y otras en el Museo de Bellas Artes de San Pío V de Valencia.

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No disfrutaron durante mucho tiempo de su nuevo Convento los montesianos, pues llegó la invasión francesa y con ella la Guerra de la Independencia, donde los frailes fueron destacados líderes en la lucha contra el francés.

José Napoleón, habiendo entrado en Madrid el 18 de agosto de 1.809, decretó la supresión de las Órdenes Religiosas por haber contravenido la advertencia de que no intervinieran en la guerra.

Gerona y Zaragoza habían caído en manos de los franceses y Valencia se preparaba para resistir  reforzando sus fortificaciones.

Papel muy importante en esta tarea de preparar las defensas de la ciudad tuvo un montesiano, el clérigo Vicente Blasco, rector de la Universidad de Valencia, quien dispuso que grupos de estudiantes acudieran todos los días por turnos, acompañados de sus profesores, a trabajar en las obras.

También organizaron rezos y plegarias a la Virgen de los Desamparados, cuya imagen procesionaron por las murallas de la ciudad, para hacerlas inexpugnables, invocando sus ayuda y protección.

Finalmente, en marzo de 1.810, el mariscal Suchet, sitió Valencia, pero no logró conquistarla.

Sin embargo, en junio conquistó Morella, castillo fortaleza que era clave en la defensa del Reino de Valencia.

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Pero en 1.811, las tropas francesas insistieron en su campaña sobre Valencia.

Se apoderaron de Benicarló, Peñíscola, Oropesa, Castellón, Villareal, Morvedre, Puzol, El Puig, etc.

Mientras que Valencia aguanta, reza y derriba el Palacio del Real, por el miedo de los jefes de su defensa, puesto que allí se podían hacer fuertes los franceses cuando ataquen la ciudad por la puerta del Temple.

Valencia capituló ante el mariscal Suchet el 8 de enero de 1.812, tras ser bombardeada la ciudad por la artillería napoleónica, cuyo cuartel general montaron en el Monasterio de San Miguel de los Reyes.

Debido al bombardeo artillero quedó casi destrozada la vieja Universidad e incendiada su biblioteca de 30.000 históricos volúmenes.

El barón de Robert, gobernador general, el 15 de enero de 1.812, ordenó la detención de 18.000 soldados y todos los frailes, unos 500, que había en la ciudad y se les condujo a Francia a pie.

De camino, en las cercanías de Sagunto, fueron fusilados los clérigos que más habían soliviantado a la población y destacado en la rebelión contra el francés, a denuncias de los colaboracionistas, siendo el resto de los monjes y soldados llevados a Francia.

Entre ellos había frailes de la Orden de Montesa.

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Perdida la Guerra de la Independencia, los franceses fueron expulsados de España, pero se marcharon con un valioso botín artístico, robado en iglesias y conventos.

Restituido el poder monárquico, Fernando VII permitió a los frailes volver a sus conventos.

Finalmente, en 1.826, los de Montesa regresaron al Sacro Convento, donde en adelante vivirían inquietos, pues la campaña anticlerical en España persistía, no faltando las persecuciones, expulsiones y fusilamientos de obispos y sacerdotes.

En consecuencia, el primer cuarto de siglo de 1.800 fue trágico en España para la iglesia y las Órdenes Religiosas.

Los actos revolucionarios y desórdenes públicos se sucedían y, curiosamente, tuvieron que ser tropas francesas las que volvieron a entrar en España para imponer la paz, tras ajusticiar a los revolucionarios.

Pero muerto Fernando VII en 1.833, asumió la regencia su esposa, la reina María Cristina, siendo menor de edad su hija Isabel II.

Pero existían partidarios de que no reinaran las mujeres, estos se agruparon en torno al hermano de Fernando VII, Carlos María Isidro, bajo el nombre de carlistas o absolutistas, sumándose a ellos gran número de frailes y curas, que dejaron conventos y parroquias para marcharse con las tropas carlistas.

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Como consecuencia, los que quedaron, sufrieron el acoso de los anticlericales, que les acusaron en algunas ciudades de envenenar las aguas públicas y propagar la epidemia de cólera.

Sin embargo en 1.835, el gobierno, volvió a suprimir las Órdenes Religiosas y muchos conventos.

Por lo que el Capitán General de Valencia, José Carratalá, viendo la necesidad de “asegurar el sosiego público”, suprimió todos los conventos de su jurisdicción e incautó a favor del estado sus bienes y propiedades.

Finalmente, en 1.836, la Reina Regente, firmó una Ley que permitía la venta de todo lo que perteneció a las Órdenes Religiosas.

Y la Orden de Montesa no se escapó y tuvo que abandonar el sacro convento y su iglesia, en agosto de dicho año.

Además, aconteció la famosa Desamortización de Mendizabal, que arrebató sus bienes a las órdenes religiosas.

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Debido a esto, el gobierno lo vendió todo enriqueciéndose más la burguesía y las clases pudientes.

Monseñor Vicente Cárcel Ortí al hacer una tabla de los bienes desamortizados o robados a la Orden de Montesa por el gobierno, cuantifica en 10, las fincas, desamortizadas, tasadas oficialmente en 281.945 reales de vellón, y revendidas por el Estado en 1.417.825 reales de vellón.

De nuevo, en 1.837, las Cortes volvieron a suprimir las Órdenes Religiosas.

Debido a un Real Decreto, se autorizaba al Gobierno a utilizar como edificios públicos u oficiales los antiguos conventos.

En este mismo año se hizo una nueva Constitución, muy similar a la del 1.812, que fue aceptada por la reina regente María Cristina, en nombre de su hija Isabel II.

Por lo que en Valencia, los mejores edificios conventuales acabaron en manos del Estado.

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El Convento de los Dominicos se convirtió en Capitanía, el Convento de San Francisco en el Ayuntamiento, el Convento de Montesa en Gobierno Civil, el Convento de San Pío V fue almacén de intendencia y luego Museo Provincial, el Convento del Carmen fue Museo de Bellas Artes fundado en 1.837 a base de reunir el medio millar de lienzos incautados a las Órdenes Religiosas suprimidas.

El Sacro Convento de Nuestra Señora de Montesa fue el primer lugar de instrucción de la Milicia Nacional

También fue Liceo; sociedad cultural para el fomento de las artes, la literatura y las ciencias, que ocupó el ala recayente a la calle de los Maestres, donde estaba el colegio mayor de los montesianos.

Además, más tarde, fue Diputación Provincial, cuando le quedó pequeña la casa profesa de la Compañía de Jesús de la calle Purísima, de la que en su día también se apropiaron, desalojando el Liceo, que ocupaba un ala del convento.

Estuvo en dicho colegio ubicada la Corporación Provincial desde 1.864 hasta 1.952, en que se trasladó al actual Palacio de la Generalitat, y en su marcha arrancaron una portada de jaspes y mármoles, procedentes de la celda prioral del Maestre Llansol de Romaní en el castillo de Montesa que estaba en el Temple y se llevó y puso a la entrada del salón de Calixto II de dicho inmueble.

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Al tiempo que se estableció la Diputación, se asentó también en el sacro convento de Montesa el Gobierno Civil de la provincia, que ya no saldría de aquí, perdurando hasta nuestros días.

También puso sus reales en el inmueble la Vista de Aduanas, después llamada Hacienda, que estaría hasta el año 1.959 y, más tarde la Jefatura Provincial de Tráfico y una comisaría de policía.

De la iglesia se sirvió Hacienda para convertirla en su almacén de efectos estancos.

Había sido desvalijada de los más valioso, incluso robaron las losas de mármol de Génova del suelo.

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Los caballeros de la Orden de Montesa la reclamaron, hicieron gestiones, sobre todo el marqués de Cruïlles, ante la reina regente y al final se les devolvió.

Finalmente, el 8 de mayo de 1.854 reabrieron solemnemente el templo, en una ceremonia que presidió el marqués de Villores, participando vestidos 16 caballeros.

Finalmente quedó el templo solo para celebraciones de órdenes militares.

Este mismo año, Valencia y Madrid quedaban unidas mediante el telégrafo.

Por aquel entonces, Valencia, tenía 160.430 habitantes y la totalidad del Reino de Valencia contaba con un censo de 1.246.270 personas.

Y ya en 1.865, fueron derribadas las murallas de la ciudad y con ellas lo que quedaba dela famosa torre de Alí Bufat, de ella solo queda el recuerdo dejado por los caballeros de la Orden de Montesa de dicha época, grabado en una lápida bajo la cruz de San Jorge, fijada en la pared lateral de la iglesia, en la que se puede leer:

Sitio de la Torre y Puerta de Bab-el-Shadchar, donde tremoló el Pendón Real en la conquista en 9 de octubre de 1.238. Concedida por el invisto Rey Dn. Jaime a los Templarios, conservada por la Orden de Montesa y derribada para ensanche de la ciudad en 1.865. Los Caballeros de Montesa para memoria”.

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El derribo de las murallas comenzó un 20 de febrero.

El acto inicial fue organizado para darle gran solemnidad y simbolismo en aras de una pretendida modernidad.

La destrucción de estas comenzó precisamente por el lienzo de murallas existente frente al palacio del Temple, ante un público que abarrotaba la explanada de la puerta del Real.

Finalmente la orden la dio, tras la preceptiva autorización pedida a la reina Isabel II, el joven de 35 años, gobernador interino de Valencia, Cirilo Amorós, del partido Moderado, quien alegó en su instancia a la reina que quería desahogar la ciudad y mitigar el paro, ocupando a braceros en tal menester.

Por lo que el público ovacionó la acción de la primera piqueta.

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La segunda mitad del siglo fue igual o más azaroso.

Cayó Isabel II, las Cortes proclamaron la I República, el general Manuel Pavía y Rodríguez de Alburquerque (Cádiz, 2 de agosto de 1.827 – Madrid, 4 de enero de 1.895) se levantó en armas, Alfonso XII fue proclamado rey de España en Sagunto, España perdió sus posesiones en Cuba, Puerto Rico y Filipinas, etc.

El Temple no tuvo clero hasta 1.896, según consta en el Archivo del Arzobispado de Valencia.

En este año aparece el cinematógrafo que se instalaba por primera vez en Valencia, realizándose la primera función en el teatro Apolo un 10 de septiembre.

Como resultado del tremendo éxito y la magnífica respuesta del público, antes de finalizar el año, el teatro Ruzafa se vio obligado a hacer proyecciones cinematográficas.

El invento de los hermanos Lumière había llegado a Valencia tan solo nueve meses después de ser estrenado en Paris.

En 1.917, los padres Redentoristas recibían autorización para instalarse en la Diócesis de Valencia.

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En el barrio de Ruzafa, en la actual avenida del Reino de Valencia, habían comprado un solar para establecer convento e iglesia, pero mientras se procedía a su construcción, fueron autorizados a alojarse provisionalmente en el Temple.

Pero este año de 1.917, fue un año difícil, había una fuerte inflación, los precios se habían disparado.

Como resultado, esto provocó una huelga revolucionaria, en la que los ferroviarios y tranviarios fueron motores y abanderados de estas revueltas.

Especialmente abril fue un mes agitado, algunos de nuestros pueblos llegaron a autoproclamarse repúblicas independientes.

Y la Guardia Civil a caballo se las vio y deseó para controlar las revueltas en la capital.

También el ejército tuvo que salir en su apoyo para restauran el orden público.

Sin embargo como en los meses de julio y agosto continuaban las algaradas callejeras, el gobierno declaró el estado de guerra.

Los Redentoristas se hicieron cargo de la iglesia del Temple el 7 de marzo de 1.923, desde su convento e iglesia fueron testigos directos del emotivo acto de coronación de la imagen de la Virgen de los Desamparados, celebrado frente al histórico edificio del Temple, a la bajada del puente del Real, acontecimiento que lo recuerda un monolito enclavado en el lugar.

Finalmente los padres Redentoristas rescataron de nuevo la iglesia para el culto.

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Los caballeros de la Orden de Montesa celebraban allí sus actos de cruzamiento de nuevo.

Más tarde la iglesia, fue convertida en almacén de municiones, donde se guardó gran cantidad de dinamita y trilita.

Como consecuencia de la riada de 1.957, el conjunto monumental sufrió sus efectos, y en febrero de 1.968 los efectos destructores de un rayo que cayó sobre la cúpula de la iglesia, destrozando y rompiendo vidrieras y dañando tejas y cornisas.

Finalmente en los años 60 y principalmente a principios de los 70, el palacio del Temple, fue sometido a acertadas obras de restauración, que le han devuelto la prestancia y belleza interior al edificio y posteriormente se acometió la restauración de fachadas y ornamentos externos.

En 1.978, el conjunto del Sacro Convento de Montesa u¡y su iglesia, llamado también Palacio e iglesia del Temple, fue declarado Monumento histórico Artístico de Interés Nacional.

 

Fuentes consultadas:

  • Archivos autores.

  • Archivo del Reino de Valencia.

  • Archivo Histórico Municipal.

  • Biblioteca valenciana.

  • Biblioteca Histórica de la Universidad de Valencia.

  • Archivo de la Diputación provincial de Valencia.

  • Hemeroteca valenciana.

  • Wikipedia

  • Padrón Municipal de Habitantes.

  • Diez Arnal

Bibliografía:

Como joya arquitectónica valenciana que es, existe mucha bibliografía sobre el Convento e iglesia de la Orden Militar de Nuestra Señora de Montesa., aunque solo citaremos algunos.

  • Catálogos de Monumentos y Conjuntos de la Comunidad Valenciana. Consellería de Cultura de la Generalitat.

  • Guía urbana de Valencia. Marqués de Cruïlles.

  • Arquitectura renacentista valenciana. Joaquín Bérchez.

  • Privilegios Reales de la Orden de Montesa. Aurea Javierre Mur.

  • Sacro Convento e Iglesia de la Orden Militar de Nuestra Señora de Montesa. Baltasar Bueno Tárrega.

  • Orígenes del Reino de Valencia. Antonio Ubieto.

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