Economía de Ara Christi

Economía de Ara Christi

Economía de la Cartuja de Ara Christi

La Cartuja de Ara Christi se encuentra ubicada junto a la antigua carretera de Valencia a Barcelona, en el término municipal de El Puig, situado en el extremo septentrional de la comarca de L’Horta Nord y en el límite con la comarca del Camp de Morvedre.

El territorio es llano y en el perfil destacan las 2 colinas entre las que se encuentra el casco urbano y el barranco de El Puig.

Cavanilles citaba la existencia de 3 cerros, uno de los cuales ya no existe pues se transformó en cantera y desapareció en su totalidad.

Las principales partidas del término son: Cañada de Peris, Traveset Roig, Cebolla, Fila, Senda Larga y Pradera.

En 1.783, Juan Bautista Codina Bas en su Descripción geográfica del Reyno de Valencia escribía acerca del término de El Puig, situándolo a un cuarto de legua de Valencia y evaluaba su población en 250 casas y, pocos años después, Cavanilles señalaba que a pesar delas pérdidas (humanas) que tuvo El Puig por los arroces, cuenta con 350 vecinos, quedando en 1.732 solamente tenía 150.

Pascual Madoz, a mediados del siglo XIX, citaba el término de El Puig en los siguientes términos:

“(…) confina por el norte con Puzol; este el mar Mediterráneo; sur Puebla de Farnals y oeste Rafelbunyol; su extensión es de media legua de norte a sur y media de esta a oeste con un clima templado y afecto a las tercianas (que se repite cada 3 días) (…)”, haciendo alusión a la enfermedad infecciosa (las fiebres tercianas) que estaba relacionada con el ambiente de la zona pantanosa y arrozales, que separan el pueblo del mar y que consistían en una manifestación de paludismo o malaria.

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Economía de la Cartuja de Ara Christi

El término municipal se encuentra cruzado por el barranco del Puig, que desemboca en el mar entre los términos de El Puig y Puçol y ramblas que llevan agua en épocas lluviosas pero cuyo caudal es prácticamente nulo durante todo el año.

Una característica fundamental de la hidrología superficial de la zona es la densa red de acequias que discurren por la zona costera y que constituyen el sistema de riegos de la agricultura del área.

La más importante de las que cruzan el término es la Acequia Real de Moncada, que toma sus aguas del río Turia.

El régimen térmico en donde se encuentra enclavada la cartuja de Ara Christi está condicionado por el Mediterráneo, las temperaturas son moderadas y la oscilación anual escasa, lo que confiere a este clima una notable subida térmica.

Otros elementos peculiares son su elevada humedad relativa en los meses de más calor y el constante régimen de brisas del S.E.

El clima del área geográfica de Ara Christi también tiene un marcado máximo de precipitación en octubre y escasa pluviometría en primavera.

Así, durante el período de la cultura ibérica e inicios de la romanización, las tierras de El Puig presentarían una vegetación compuesta por etapas de degradación de los carrascales, como son los coscojares con lentisco o tomillares y romerales, en los que llegaron a ser comunes el romero, el brezo, la aliaga, la albaida y la coronilla de fraile.

Este conjunto hacía de los terrenos donde más tarde se asentaría el conjunto cartujano de Ara Christi un lugar idóneo para el cultivo agrícola.

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Economía de la Cartuja de Ara Christi

La tierra agrícola de El Puig aparece regada en su mayor parte desde antes de la reconquista cristiana, probablemente desde la colonización romana y es un hecho probado que los musulmanes se encontraron en todo el terreno valenciano un sistema de riegos, que ellos supieron ampliar y perfeccionar, con una organización que la documentación cristiana subsiguiente confirma muy a menudo, declarando vigente en materia de irrigación los uso y costumbres cuando hace referencia del temps dels sarrains, y es en este tiempo cuando se introduce en El Puig el cultivo del arroz, aprovechando los terrenos de humedad.

El viñedo ha sido desde la antigüedad un elemento preponderante en la economía agraria de la zona, lo que se acredita con el dato que ya en 1.630, pocos años después de la fundación de Ara Christi, esta cartuja era considerada, con una producción de 5.100 cántaros, un gran cosechero de vino.

En aquellos años, el importante mercado de la uva y del vino en la ciudad de Valencia hizo que el cultivo de la vid predominara en el paisaje de la futura cartuja de Ara Christi y sus labradores llevaban la uva de mesa hasta la capital.

La documentación diferencia al hablar de terra de vinya de moscatel cuando se refiere a la producción de viñedo para el consumo de uva de mesa y habla de terra de vinya de vi cuando la producción va a ser transformada en vino.

La huerta era la variedad de tierra más escasa y, al propio tiempo, la más apreciada, hasta el punto que, para que la pudieran obtener el mayor número de colonos, Jaime I la repartió en extensiones muy pequeñas (una o dos hanegadas. 1 hanegada es igual a 6.440 metros cuadrados) por miembro.

Tiene una sólida base real si pensamos que las higueras serían de gran importancia para las familias, puesto que el higo era un elemento importante en la alimentación de los musulmanes valencianos y otro tanto podemos decir del olivo, cultivo esencial en el mundo islámico-valenciano y que junto con el cereal y la vid, componían los tres cultivos principales del secano valenciano.

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Economía de la Cartuja de Ara Christi

La casa del labrador medieval de aquellas tierras que iban a ser propiedad de la cartuja solían estar construidas a base de elementos propios del terreno, ladrillos de barro cocido o no, o bien de adobes de fang y pallús (barro y paja).

El uso de cañizo, de notable abundancia en toda la zona, formaba parte también de sus elementos constructivos y también de los techos.

El interior de la vivienda no contaba con demasiadas dependencias ya que, generalmente, estaba dividida en 3 partes, correspondientes a los 3 niveles de intimidad y estos eran el celler (silo), la cuina (cocina) y la cambra (dormitorio), además de un corral para los animales.

La mayor parte de los alimentos era necesario conservarlos para que, en ocasiones, duraran todo el año, de manera que el labrador venía obligado a almacenarlos y guardarlos en las mejores condiciones posibles.

El sencillo labrador paliaba o curaba las enfermedades y los dolores con medicinas que trabajaba el apotecari (también llamado boticario, este nombre desaparece al principio del siglo XIX, en el que se regulan los estudios de Farmacia, apareciendo en su lugar el de farmacéutico), conocedor de las aplicaciones terapéuticas de diferentes hierbas silvestres, que se administraban con frecuencia hervidas con algún tipo de elaboración.

Tres términos agronómicos vuelven a utilizarse en los documentos de los siglos XVI al XIX al referirse a la distinta aplicación y situación agrícola de la tierra cultivable de la zona: terra horta, terra de secá y terra campa.

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Economía de la Cartuja de Ara Christi

Al igual que el olivo, encontramos el árbol de la morera, que en pocas ocasiones ocupaba totalmente una parcela, sino que se plantaba en los márgenes de los campos de regadío y circundando parcelas de viña cercanas a la huerta.

La hoja de la morera (introducido en tierras valencianas en la época alto-medieval) era el alimento básico, como todos sabemos, de los gusanos de seda, cuya seda natural era comercializada en forma de capullo o de hilo generalmente en Valencia.

Parece ser que su máxima expansión se produjo en las tierras cartujanas de El Puig hacia mediados del siglo XVII.

El trazado parcelario variaba según fuera huerta o secano y según el desnivel del terreno; en las zonas llanas de secano las parcelas tenían formas ortogonales (no confundir con octogonal. El término ortogonalidad es una generalización de la noción geométrica de perpendicularidad. En el espacio euclídeo convencional el término ortogonal y el término perpendicular son sinónimos Que forma ángulo recto), generalmente rectangulares, sin embargo en las áreas con desnivel las formas eran diversas e irregulares, condicionadas por la morfología del relieve; muchas veces el linde era tan solo una línea o bardissa de arbustos y matas silvestres (se denomina bardissa aquellas barreras hechas con árboles o arbustos. Estas barreras, generalmente, están dispuestas en los límites de parcelas para establecer la separación de las propiedades o la protección contra la intrusión), otras se trataban de ribàs (Ribazo. Talud entre dos fincas que están a diferente nivel) construido de mampostería en seco o también un caballón de piedras de las que se iban sacando del suelo en las sucesivas labranzas.

Cuando se trataba de cultivos arbóreos (de amplio marco de plantación como el algarrobo) estos límites eran imprecisos, muchas veces el límite era una línea imaginaria la que dividía la parcela, puesto que no importaba  saber la superficie exacta, sino más bien, conocer la propiedad de cada árbol.

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Economía de la Cartuja de Ara Christi

En cambio, en el caso de la huerta, al encontrarse en un llano, la estructura parcelaria presentaba formas bastante regulares, predominando las cuadradas y las rectangulares, con elementos de lindero formados por un alto caballón de tierra o una acequia.

Los antiguos caminos de la zona no conocían más que la propia tierra allanada y apisonada y, en el mejor de los casos, recubiertos de una capa de grava, guijarros o zahorra (Zahorra es el material formado por áridos no triturados, suelos granulares, o una mezcla de ambos) allanada con el rulo y la mayor parte de ellos eran sendas o caminos de herradura, los caminos de carro eran pocos y recibían el nombre de carreres, su trazado seguía líneas muy sinuosas y quebradas; no obstante, la espesa red de caminos y sendas daba acceso a todos los rincones de las tierras cultivadas.

El cultivo del arroz en esta zona trajo consigo enfermedades infecciosas que por aquel entonces eran inéditas entre la población, eran una variante del paludismo que afectó a las gentes de la población y su término: los mosquitos y producían unas fiebres llamadas tercianas, provocando numerosos casos que llegaron a afectar a uno de los religiosos del convento de Ara Christi.

De manera tradicional y hasta mediados del siglo XX en las tierras del área de la cartuja de Ara Christi y del resto del término de El Puig se producían algarrobas, trigo y otros cereales, además de tubérculos, alubias, cebollas, melones y otras especies hortícolas de cultivo generalizado en la Huerta de Valencia, además de arroz, que se cultivaba en el área de marjales y de su proverbial producción vinícola y del aceite de sus almazaras.

Todavía en el siglo XIX podían verse a os largo de los caminos, márgenes y acequias de la huerta alineaciones de moreras, elemento imprescindible para la crianza del gusano de la seda, actividad esta que suponía una ayuda adicional para la economía familiar.

En 1.874 existían 3.500 telares dedicados a la confección de tejidos y prendas de seda en Valencia, lo que indica la cantidad de criadores que hacía falta para suministrar toda la materia prima a estos telares.

Para el gusano de seda (cuc de seda), los labradores disponían la andana (Armazón formada por baldas, generalmente metálicas, o por zarzos horizontales adosados a una pared, en que se crían los gusanos de seda) de la casa, en la que se extendían unos cañizos para sobre ellos realizar la crianza del gusano.

A principios del siglo XX eran necesarias por lo menos 3 docenas de moreras por familia.

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Fuentes consultadas:

Bibliografía

  • Guía urbana de Valencia antigua y moderna. Marqués de Cruïlles.

  • Diccionario de la Historia Eclesiástica de España. Quintín Aldea Vaquero.

  • Historia constructiva de la cartuja de Ara Christi. Elena Barlés Báguena.

  • Los monasterios aragoneses, Elena Barlés Báguena.

  • Cartoixa d’Ara Christi. Daniel Benito Goerlich.

  • La reial caroixa de Nostra Senyora d’Ara Christi. Ayuntamiento de El Puig. Albert Ferrer Orts.

  • La vida de un monasterio: la cartuja de Ara Christi. María Dolores Galbis Blanco.

  • Catálogo Monumental de la Provincia de Valencia. Felipe Garin y Ortiz de Taranco.

  • Los monasterios valencianos: Su economía en el siglo XV. Amparo Cabanes Pecourt.

  • San Juan de Ribera y el monasterio de Ara Christi. Francisco Roca Traver.

  • Las cartujas valencianas y la desamortización de Mendizábal. Francisco Roca Traver.

  • Apuntes históricos sobre los Fueros del antiguo Reino de Valencia. Vicente Boix. 1.854.

  • Arquitectura religiosa del siglo XVII en la ciudad de Valencia. Fernando Pingarrón.

  • Décadas de la Historia de la insigne y coronada Ciudad y Reyno de Valencia. Gaspar Escolano.

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