Centro Cultura La Beneficencia

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El Centro Cultura La Beneficencia alberga hoy en día el Museo de Prehistoria de Valencia y el Museo Valenciano de Etnología.

En la antigüedad La Casa Beneficencia se creó para albergar a personas indigentes. Hasta 1.982 se dedicó a la educación de los niños.

La Casa de Beneficencia se levantó en 1.841 sobre los restos del antiguo convento de la Corona por iniciativa de la Diputación Provincial.

Consiste en una sucesión de cuerpos de tres alturas, construidos en torno a cinco patios con zócalos alicatados (revestidos de azulejos), que nos recrean claramente la imagen de un hospicio decimonónico.

Algunos de estos patios se encuentran porticados con delgadas columnas de hierro.

El edificio estaba destinado a centralizar los servicios asistenciales y benéficos de la Diputación Provincial de Valencia.

Consiste en una sucesión de cuerpos de edificación construidos en torno a ocho patios de zócalos alicatados, que nos recrean claramente la imagen de un hospicio decimonónico.

De planta rectangular, tiene el techo plano sostenido por una armadura metálica y una curiosa cúpula de hierro con vidrieras de colores.

Probablemente el elemento más destacado del conjunto sea el interior de la iglesia (hoy sin culto), erigida en 1.883 por Joaquín María Belda Ibáñez en estilo neobizantino.

De planta rectangular, tiene el techo plano sostenido por una armadura metálica y una curiosa cúpula de hierro con vidrieras de colores, mientras que las paredes y el techo se visten con pinturas de Antonio Cortina Farinós (Almassera-Valencia 16-02-1.841 – Madrid 06-11-1.890) imitando la estética de los mosaicos, con figuras de ángeles y santos, todo lo cual contribuye a crear una atmósfera de misterio que, adecuadamente iluminada, recordaría, en efecto, el interior de un templo bizantino.

En la fachada principal del templo, encontramos las dos torres campanarios de que dispone. La portada de entrada formada por un alto arco de medio punto dispone de unas batientes de madera de fina labrada de inspiración bizantina-oriental.

En la actualidad el inmueble ha sido completamente rehabilitado y acoge el moderno «Centre Cultural de la Beneficencia» e integra el «Museu de Prehistoria de Valencia» y el «Museu Valencià d’Etnlogia».

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Quiero saber más

El origen de la arquitectura benéfica en Valencia surge a partir de la aparición del “Elaboratorio”, como edificio para la capacitación y desarrollo laboral de la cantidad de parados que existía a finales del s. XVIII y que a lo largo del siglo XIX, debido al alto nivel de pobreza, se convertirán en edificios benéficos para recoger a la multitud de pobres existentes en la ciudad, niños, ancianos y enfermos, y así eliminar el problema de la mendicidad callejera al tiempo que se les adoctrinaba cristianamente. La crisis de la industria de la seda, el incremento de la población y sobre todo, la consolidación de las ideas higienistas surgidas en el siglo XVIII en cuanto a salubridad urbana y trabajo productivo, justifican la creación de este tipo de instituciones en Valencia.

La asistencia a los necesitados se prestaba normalmente en conventos y monasterios, por lo que la tipología constructiva para este tipo de instituciones será la tipología conventual, ya que, aunque se va a producir un mayor control público sobre estos centros, la Iglesia seguirá ligada a la gestión de los centros benéficos. Así pues, estas medidas asistenciales tradicionales con un nuevo propósito de regeneración social, darán lugar a las grandes instituciones benéficas, convirtiéndose a lo largo de todo el siglo XIX en el capítulo más importante de la arquitectura pública de la ciudad de Valencia.

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Fundación

Los orígenes de la Casa de la Beneficencia se remontan a la segunda mitad del siglo XVIII, en los intentos que en la Real Sociedad Económica de Amigos del País se realiza para paliar la situación económica, fomentando el sentimiento de reparto de riqueza, de proporcionar un oficio en lugar de dar limosna, para colaborar en el crecimiento económico y en la libertad del individuo, sin embargo, el arranque definitivo de la creación de la institución se encuentra en la iniciativa del capitán general Javier Elío, que en 1.815 decidió patrocinar un establecimiento benéfico que solucionará el problema de la mendicidad callejera, cuya fundación se produce en 1.818.

En un principio la institución incorporaba a los hombres en paro al trabajo productivo en el llamado “Elaboratorio”, y a las mujeres en el trabajo del cáñamo en sus casas, pero el elevado coste de este proyecto reconducirá a la fundación hacia un concepto de establecimiento benéfico de asilo, en un principio para indigentes “fuera de la circulación” y posteriormente el perfil de los asilados evolucionará, recogiendo a ancianos y niños para terminar siendo niños su único contenido. Sin embargo, este primer establecimiento desapareció tras la muerte por ejecución pública de su fundador en 1.820, tras el triunfo de la Revolución Liberal, y no es hasta 1.826 cuando arranca la verdadera fundación de la Casa de la Beneficencia, que si bien tuvo su origen en el seno de la Real Sociedad Económica de Amigos del País, manifestada de un modo indeciso en un principio, no es hasta 1.826 cuando adquiere su completo desarrollo.

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Cambios físicos, restauraciones, transformaciones y evolución del edificio en el tiempo.

La complejidad del programa asistencial de la Institución y las instalaciones que requería, así como la cantidad de pobres que deberían ser atendidos fue, desde el comienzo hasta su desaparición, lo que determinaría los sucesivos emplazamientos y las reformas y adaptaciones en los distintos edificios que iría ocupando la Institución. La Casa de la Beneficencia ha tenido numerosos emplazamientos desde su fundación; en primer lugar ocupó el edificio contiguo al colegio San Pío V, y tres meses después la casa cuartel frente a San Esteban, hoy Conservatorio de Música, a la que se le añadiría el año siguiente el cementerio contiguo, cuya capilla pasó a ser la Iglesia de la Casa. Sin embargo, en 1.834 se vio la oportunidad de realizar una ampliación para que, lo que era una dispersión de volúmenes constituyera un solo edificio, una auténtica Casa de la Beneficencia, a semejanza de otras arquitecturas de caridad con más tradición en la ciudad como lo eran la Casa de la Misericordia o el Hospital General, pero la imposibilidad de adquisición de edificios y terrenos junto con la situación de centralidad dentro del casco urbano, dieron lugar a contemplar la posibilidad de trasladar el establecimiento a otro lugar.

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Así, con la desamortización de Mendizábal en 1.835, y la consiguiente expulsión de los religiosos de los conventos, proporcionó la oportunidad de obtener la propiedad de uno de estos edificios para establecer definitivamente la Institución y entre 1836 y 1838 la Junta de Beneficencia solicita los Conventos y huertos de la Corona, el Carmen y la Puridad. Tras laboriosas negociaciones, se logró la concesión del ex convento de la Corona con su Iglesia y su huerto adjunto. Así pues, el nuevo emplazamiento para la Institución se situó en el antiguo convento de la Corona, (habitado inicialmente por religiosos Agustinos y posteriormente Franciscanos), y cuya calle recibiría el mismo el nombre, por tanto, el edificio sería destinado a un nuevo uso, la Casa de la Beneficencia de Valencia. En el momento en que el Ayuntamiento de Valencia toma posesión del edificio en 1.840, el ex convento se encuentra en un estado de casi abandono, a lo que se añade el mal uso que se hizo de él durante el proceso de desamortización, utilizado como cuartel y almacén militar, por lo que se hizo necesaria su rehabilitación y adecuación para el nuevo fin, dado el mal estado en que se encontraba el edificio. Sin embargo durante los siguientes 30 años las obras no pudieron estar sujetas a un plan fijo y las reformas se iban realizando según las necesidades del momento.

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Con todo, la primera intervención logró establecer dos casas separadas, para hombres y mujeres y los talleres, dependencias para trasladar a los asilados, y abrir al público la Iglesia del ex convento, reformas realizadas en su mayoría con materiales procedentes de derribos de otros conventos. Así, el traslado de los asilados, parece que tuvo lugar el 10 de Febrero de 1.841, y las obras de habilitación del edificio pudieron afrontarse gracias a la ayuda del Ayuntamiento y del Gobierno Tras el derribo de las murallas contiguas al edificio, se manifiesta el estado de ruina en que se encontraba una parte de la Iglesia de la Corona, por lo que se procede a su reconstrucción, así como una serie de transformaciones que tendrán lugar y que irán teniendo repercusiones en la configuración de los espacios arquitectónicos, de la propia Casa y de los alrededores, así como la gestión de la misma, que a partir de 1.858 tras la constitución de una Junta Provincial de Beneficencia, dependiente del Gobernador Civil, será quien se encargue de dirigir la gestión del centro. Hacia finales de la década de 1.860, debido a la gran cantidad de niños que albergaba, la Casa de la Beneficencia había sufrido una gran transformación para habilitar espacios para la instrucción y capacitación profesional de los niños, sin embargo, la actuación más ambiciosa de este periodo en el orden arquitectónico de cara a la definitiva configuración de la Casa de la Beneficencia está relacionada con un importante proyecto de ampliación redactado en 1.859 cuya ejecución se encargó al arquitecto Ramón María Ximénez, aunque no existen pruebas fehacientes que certifiquen en qué medida se procedió a su ejecución ni del modo en que se obtuvo la propiedad del edificio colindante sobre cuyos terrenos se pretendía dicha ampliación. En cualquier caso, sus promotores realizaron a lo largo de los años siguientes reformas que afectaron principalmente a la escuela, horno y despensa.

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Así, desde 1.841, fecha de su ocupación, hasta el proyecto del arquitecto Joaquín María Belda en 1.876, se tiene constancia de numerosas reformas de mejora en la Casa. Con el proyecto de este arquitecto, el edificio se amplió y reformó en línea con las ideas de control social e higienismo, con tres alturas y ordenado en torno a una serie de patios con la presencia de crujías que rodean la construcción a la vez que hace de cierre perimetral y que albergaban las dependencias. En el proyecto destaca la construcción de la iglesia en estilo bizantino, estilo que comenzaba a ser reconocido universalmente como el más característico de los estilos cristianos, cuyas paredes y techos están cubiertos por pinturas de Antonio Cortina (algunas sustituidas tiempo después), así como la construcción de la escuela, obra del mismo arquitecto y cuya inauguración se produjo el 8 de Diciembre de 1.886, calificándola en las crónicas del momento como modélica y una de las mejores de España, ambos objeto de sucesivas mejoras en años posteriores, así como en el resto del edificio, Si bien, estas son, a grandes rasgos algunas de las reformas realizadas durante el siglo XVIII, y que en la bibliografía consultada se describe con exhaustivo detalle, durante el siglo XX, la Institución prosigue con diversas obras; en 1.909 se habilita un local para el despacho médico de los asilados, se reforman talleres, aseos y se construye un nuevo pozo. Se mejoran las comunicaciones por medio de una galería entre la parte del edificio que daba a la habitación de las Hijas de la Caridad y los departamentos del planchador, costurero, sección de bordados y escuela de niñas y además se reformó la cocina. En 1.910 finalizó la reforma del departamento de aseo de la sección de niñas, se pavimentó lo que fue el jardín de la escuela de párvulos, se habilitó un local para custodia de libros, se construye un nuevo muro de fachada en el chaflán junto a la puerta de la ronda y se acondicionó un depósito de cadáveres. En 1.911, se adquiere una nueva caldera, en línea con el pensamiento de procurar la máxima higiene a los asilados y se acondiciona el nuevo departamento para dormitorio de ancianos en la planta baja. En adelante, retirado Joaquín María Belda, será Luis Ferreres, natural de Xàtiva, quien se hará cargo en lo sucesivo de las obras, cuya labor comenzará con la reparación de los patios, lugar en el que las intervenciones fueron constantes. En la década de los años 20, entre las numerosas reformas destaca la construcción de aseos en las plantas superiores junto a las habitaciones, lo que proporcionaba mayor confort a los asilados. Tras la Segunda República, la Casa de la Beneficencia pasó a llamarse Asistencia Social Maestro Ripoll, y a partir de los años 40, Luis Albert su nuevo arquitecto. Su intervención más importante fue la de crear la Escuela de Hogar, inaugurada el 16 de Marzo de 1.946, nuevas reformas en las principales instalaciones así como en la iglesia. Con todo, las obras que se van realizando son de escasa importancia; en 1.951 se instala la imprenta imperial y desde 1.954 se decide que la Institución acoja solo a niñas, lo que dio lugar a diversas obras de adaptación, que posteriormente sufriría grandes desperfectos a causa de la riada de 1.957, cuyas aguas anegaron todo el establecimiento, concluyendo las pertinentes reparaciones dos años después. En los años 60 se sustituyen grandes habitaciones y salas comunes y se construyen tabiques y puertas para conformar entornos más acogedores para las asiladas y ya los años 80, marcarán el fin de la Institución, debido a los nuevos planteamientos de asistencia social a la infancia, más acordes con los principios de integración lejos de un ambiente de disciplina y doctrina. Así, la supresión de la Institución benéfica en 1.981, dará pie a intervenciones más agresivas para adaptarla a un nuevo uso que no le era propio.

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Se derriba la zona escolar para dotar de solares apropiados la instalación del I.V.A.M., a costa de un importante cercenamiento del área que ocupaba el edificio. Además se eliminan las construcciones que albergaban algunos de los talleres y uno de los elementos imprescindibles en este tipo de asilo, el horno, ubicados conformando patios a semejanza del edificio principal. Tras años de incertidumbre en cuanto a las actuaciones, se elabora, a instancias de la Diputación un proyecto de remodelación integral del conjunto arquitectónico de cara a proporcionar a Valencia de un amplio espacio museístico y cultural. El proyecto de creación del Centro Cultural La Beneficencia recoge la ubicación de tres instituciones; el Museo de Prehistoria, el Museo Etnológico y la Institución Valenciana de Estudios e Investigación, usos todos ellos agresivos para un edificio histórico por la gran carga técnica que implica adaptarla a la nueva funcionalidad. El edificio de la Casa de la Beneficencia presenta un nivel II de protección o protección estructural, lo que permitía la instalación de nuevas instalaciones mayores, la redistribución vertical de los locales y la modificación de los elementos generales de acceso, circulación, iluminación, ventilación y sustitución de carpinterías, cerrajerías, revestimientos o acabados. La Iglesia presenta un nivel I de protección, protección monumental, con lo cual solo se podrían hacer obras de restauración para el mantenimiento o refuerzo de los elementos estructurales respetando todos los elementos arquitectónicos que configuran el inmueble.

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Así, las intervenciones en la iglesia, (despojada ya de su función religiosa) fueron menos permisivas debido a que presenta mayor nivel de protección que el edificio en sí. Albergar en el edificio tres instituciones con necesidades completamente independientes, fue el mayor problema del proyecto, es decir, concebirlo como una globalidad y no como una adición de instituciones, pues de alguna manera, siempre había sido eso, una amalgama de espacios muy diferenciados, pero con elementos de fusión, fundamentalmente la seriación de patios y la propia iglesia, que habían permitido que sus asilados lo identificaran como su casa. Dada la nueva funcionalidad que le iba a ser asignada al edificio, se procedió a la adaptación de sus instalaciones, accesos y ampliación del vestíbulo, más acorde con lo requerido en un espacio museístico. Por las necesidades normativas, y para potenciar el sentido público del edificio, se abrirán dos nuevos huecos similares al existente y los ascensores se colocaran en el exterior. Así, el edificio queda conformado de la siguiente manera: desde el vestíbulo se accede a la primera planta, al Museo de Prehistoria si se toma la escalera derecha, y al Museo de Etnología por la izquierda, sobre el espacio que ocupa en la planta baja una sala de exposiciones itinerantes. En un cuerpo de nueva planta se sitúa el área administrativa, a espaldas de la iglesia, dejando las plantas bajas de los cuerpos laterales para los servicios privados de ambos museos. Desde el patio se accede a la cafetería, salón de actos (antigua iglesia), tienda y áreas didácticas. Por último, la gerencia del centro y la I.V.E.I. (Institució Valenciana d’Estudis i Investigació) se ubicarán en el ala que cierra todo el edificio, en el testero que da a la calle de servicio con su propio acceso independiente.

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Sin embargo, en 1.997 se acordó la disolución de la I.V.E.I. y la restitución de la institución Alfons el Magnànim al ámbito provincial, cuyos fondos se encuentran actualmente en la biblioteca del M.u.V.I.M. Dado que se trata de un edificio histórico, se conservó la imagen del viguerío de los forjados, (aunque carentes ahora de su función portante), y de las cerchas de cubierta de madera, restituyendo en ambos casos las que se encontraban deficientes. También se conservaría la fenestración, sustituyendo la madera por aluminio. El uso de la iglesia como salón de actos, permitió la recuperación de este espacio, en gran estado de deterioro, restaurando suelo, zócalos y decoración, aunque se tuvo que liberar de la imaginería, lámparas, púlpitos, tabernáculo del altar mayor, la gran cruz del pavimento y de las mesas de los altares laterales, para adaptarla a su nueva función. Los patios se regularizan relacionándose axialmente mediante derribos y construcciones, (en la actualidad los patios intermedios son llamados el patio del teatro infantil y de la solidaridad). Se retiran los zócalos cerámicos antiguos sustituyéndolos por otros nuevos pero dejando los pasadizos trasversales entre patios sin los revestimientos de azulejo originales; también se eliminan los miradores y se realizan sobreelevaciones para que todo el centro presentara la misma altura de cornisa. Todo ello se traduce, añadido al gran cambio que sufrió el edificio en su conversión a Centro Cultural, en la pérdida de este edificio como referente histórico de la ciudad.

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Conclusión

El antiguo Convento de la Corona fundado en 1.520, fue inicialmente ocupado por religiosos Agustinos y después por religiosas de la misma orden, que abandonaron el edificio 42 años después de su fundación. Posteriormente fueron religiosos Franciscanos los que fundaron un nuevo convento dedicado a la Coronación de Espinas del Señor, (de ahí el nombre de Convento de la Corona), función que perduró hasta su desamortización. Tras numerosas rehabilitaciones se convierte en la Casa de la Beneficencia de Valencia para pobres, niños y ancianos para terminar siendo un complejo cultural. Es un edificio que se encuentra totalmente rehabilitado, despojado de la función a la que hace referencia su nombre y que ha sufrido numerosos cambios determinados por las necesidades de cada momento. El edificio supuso la cristalización de un proyecto basado en las ideas higienistas surgidas en el siglo XVIII en cuanto a salubridad urbana, trabajo productivo y control social; ideas que con el tiempo evolucionan hasta desencadenar, a finales de los años 60, un proceso de desinstitucionalización, y ya en los 80 su completo desmantelamiento como institución benéfica. Así pues, la institución religiosa fue reemplazada por la institución benéfica, y ésta a su vez, por un moderno complejo cultural, destinado a investigar, conservar y difundir el patrimonio cultural valenciano. Las actuaciones encaminadas a reconvertir el edificio a su nueva funcionalidad, han estado sujetas a su condición de edificio histórico. Como tal, presenta un nivel de protección II estructural y la Iglesia un nivel I de protección monumental, y aunque las intervenciones se hayan ajustado a la legislación patrimonial valenciana, sin duda han hecho que el edificio pierda su singularidad original. Las distintas acciones llevadas a cabo han repercutido en el edificio, transformándolo tanto física como conceptualmente y despojándolo de su esencia, pero también ha permitido su conservación como seña de identidad de la ciudad. El Centro Cultura La Beneficencia que hoy se nos presenta responde a las continuas transformaciones en su devenir histórico, y su pervivencia en el tiempo la prueba del interés por vencer las vicisitudes; razones sociales, espirituales, históricas y económicas, justifican esta pervivencia hasta nuestros días.

 

Fuentes consultadas:

  • Archivos autores

  • Archivo del Reino de Valencia

  • Archivo Histórico Municipal

  • Biblioteca valenciana

  • Biblioteca Histórica de la Universidad de Valencia

  • Archivo de la Diputación provincial de Valencia

  • Hemeroteca valenciana

  • Wikipedia

Bibliografía

Benito Goerlich, Daniel, (en colaboración con ARIÑO, Antonio y CERVERA, Ramón), La casa de la Beneficencia de Valencia, Biblioteca Valenciana, 2003.

 

Visita virtual Centro Cultural de la Beneficencia

http://bernardcustard.com/wip/labene/

http://www.labeneficencia.es/

https://www.dival.es/archivogeneral/#/archivogeneral/

Imágenes extraídas de:

  • BENITO GOERLICH, Daniel, (en colaboración con Ariño, Antonio y Cervcra, Ramón), La casa de la Beneficencia de Valencia, Biblioteca Valenciana, 2003.