Reales Atarazanas del Grao. Historia

Reales Atarazanas del Grao. Historia

Hubo un tiempo en que Valencia fue una potencia naval.

En el Grao de Valencia se construían y reparaban barcos, tanto para el comercio como para la guerra, antes incluso que existiera un auténtico puerto.

El principal recuerdo de la actividad de unos astilleros y un arsenal marítimo en la Valencia del pasado son:

Reales Atarazanas del Grao. Historia

Todo el territorio valenciano, aunque se incurra en el equivocado tópico, que dice que Valencia vive de espaldas al mar, lo cierto es que mira al mar, y en la costa se establecieron los principales centros urbanos desde tiempos de Jaime I.

En la Valencia antigua, la distancia entre la playa y la ciudad aconsejó al monarca la fundación de un núcleo urbano junto al mar, la Vila Nova del Grau, orientado al comercio y a la defensa del litoral, motivo que convirtió entonces al Grao de Valencia en un arsenal para la armada de la Corona de Aragón.

Las obras de construcción, ampliación y mejora de las Reales Atarazanas del Grao, aspiran a recobrar la memoria histórica de las atarazanas, para llamar la atención de los ciudadanos sobre la necesidad que Valencia disponga de un museo marítimo digno de su historia, y la oportunidad que ese proyecto no quede desvinculado de las atarazanas.

Reales Atarazanas del Grao. Historia

Etimología

Atarazana es una palabra de origen árabe “Ad-Dar As-Sina’a” de la que proceden los términos castellanos dársena, atarazana y arsenal.

En el vocabulario árabe, existían vocablos diferentes para definir este tipo de construcciones dependiendo de su finalidad:

  • “Li-Insa’ Al-Sufun o Al Marakib”, como lugar de construcción de navios.

  • “Li-Insa’ Al-Harariq”, para brulotes (embarcación cargada de materiales explosivos, combustibles e inflamables, destinada a incendiar los buques enemigos fondeados) o carrascas.

  • “Al-Marakib Al-Safariyya”, para barcos mercantes.

  • “Al-Marakib Al-Habiyya”, para naves de guerra.

  • “Al-Marakib Al-Kibar Wa-L-Sigar”, para embarcaciones grandes y pequeñas.

La terminología latina es más limitada. En español se definen estos términos de este modo:

  • Arsenal, establecimiento particular o militar en que se construyen, reparan y conservan las embarcaciones, y se guardan los pertrechos y géneros necesarios para equiparlos. Depósito o almacén general de armas y otros pertrechos de guerra.

  • Atarazana, del hispano-árabe “dár-as-sána”. Arsenal de embarcaciones. Cobertizo o recinto donde trabajan los cordeleros o los fabricantes de telas de estopa o cáñamo.

  • Dársena, parte resguardada artificialmente, en las aguas navegables, surgidero o para la cómoda carga y descarga de embarcaciones.

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Funcionalidad

El edificio del arsenal no se limita a los grandes espacios cubiertos donde se alojan las naves, sino que se acompaña de un gran número de dependencias que, si bien varían en cantidad y uso según las ciudades, no falta en ninguna de ellas.

De hecho, un arsenal llega a envolver tanta actividad y personal trabajando en él o en oficios dependientes  que crea su propio barrio dentro de la ciudad.

Los siglos XIV y XVI fueron los de mayor auge de las empresas navales del Mediterráneo, el declive posterior, al parecer, llegó como consecuencia de las nuevas rutas abiertas en el Atlántico.

De modo que, hacia 1.700, la mayoría de los arsenales abandonaron sus tareas.

Los arsenales de Génova y Valencia se reutilizaron como almacén de sal  y de trigo, otros se transformaron en depósito de armas como el de Barcelona en 1.650.

En cuanto a su utilidad como espacio para la producción de manufacturas, podríamos extraer de los textos referentes a Valencia que se fabricaron armas de fuego.

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Atarazanas musulmanas

Gran parte de la Península Ibérica estuvo ocupada desde el siglo VIII por musulmanes.

Y en el siglo X, el Mediterráneo era un mar árabe y quien quería navegar por él debía aliarse con los sarracenos.

Los puertos internos naturales y ríos navegables fáciles de defender, arrimados al recinto amurallado de la ciudad, fueron los lugares elegidos por los califas y reyes de taifas, en los que ordenaron levantar arsenales para proteger la costa.

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Atarazanas valencianas

Tras la conquista cristiana, en toda la costa valenciana se potenció la creación de nuevos “Graos” (entendiendo el término como punto de la costa que sirve de embarcadero) y núcleos de población anexos con el fin de facilitar la comunicación entre ellos y proteger el litoral.

El nuevo poblamiento y el hecho que Valencia, además de puerto de intercambio de mercancías, era base de reparación y aprovisionamiento de naves, estimularon las mejoras del puerto.

Existe una licencia de Pedro III a los Cónsules de Valencia, datada el 5 de enero de 1.284, para construir una barraca en el Grao con la finalidad de guardar aparejos de las naves y repararlos.

En el mismo Grao existieron unas atarazanas que podrían corresponder a estas primitivas, y de las que solo se ha hallado un documento de 1.334 en la que se cita a un trabajador como Guarda de la “Draçana del Senyor Rey”.

La escasa información a ella referida hace que no tengamos datos fehacientes de su construcción y organización interna, sin embargo, el hecho que los Jurados de Valencia acordaran cuatro años después que se hiciera una casa “convenient al Grao de la mar”, hace suponer que o bien el recinto anteriormente pequeño, o era propiedad del rey y la ciudad necesitaba de un edificio propio en la playa.

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Al final de la calle de la Nave y, concretamente en la vía que se llamó de la Taraçana (que unía la calle Coronas con Santo Domingo) se hallaban las Atarazanas intramuros de la ciudad, muy próximas al puente del Mar, al final del camino del Grao.

Allí mismo pudo existir una atarazana islámica, ya que la zona de la costa era demasiado pantanosa.

Hacía el año 1.965, al derribar todas las casas situadas entre la calle Colón y Poeta Quintana, la plaza del Picadero y la calle de Cerdán de Tallada, se descubrieron relejes hundidos sobre el suelo que podrían coincidir con parte de las rampas de deslizamiento de las embarcaciones recién construidas (pensemos que en esa época, el río Turia era navegable hasta el mar).

Estas atarazanas, eran un edificio propiedad del gremio de pescadores, con huerto y jardín, y rodeado a finales de 1.416 por un muro, por lo que debió de ser un edificio de grandes dimensiones y que se mantuvo vivo coetáneamente a las ya existentes atarazanas del Grao del mar, aunque es posible, que las atarazanas intramuros, no albergaran trabajos de construcción ni armamento de galeras, trabajo que debió de trasladarse a las de Villanuea del Grao.

El conjunto desapareció en 1.758 o 1.760 al construirse en el mismo lugar la Aduana.

Algunos autores pensaban que las atarazanas del Grao de la mar no se levantaron hasta la centuria de 1.500 y que todas las noticias anteriores se referían a las de la ciudad, pero la documentación consultada ha permitido comprobar que antes de 1.500 existieron dos atarazanas en el Grao.

 

Fuentes consultadas:

  • Archivos autores.

  • Archivo del Reino de Valencia.

  • Archivo Histórico Municipal.

  • Biblioteca valenciana.

  • Biblioteca Histórica de la Universidad de Valencia.

  • Archivo de la Diputación provincial de Valencia.

  • Hemeroteca valenciana.

  • Wikipedia

  • Padrón Municipal de Habitantes.

  • Diez Arnal. Reales Atarazanas

Bibliografía:

Existe mucha bibliografía sobre las Reales Atarazanas del Grao, aunque solo citaremos algunos ejemplos:

  • Las Atarazanas del Grao de la mar. Gemma M. Contreras Zamorano.

  • Las Atarazanas del Grao de Valencia. Francesc Almela i Vives.

  • Las Atarazanas de Valencia. Ferrando Pérez, R. – Sánchez Adell, J.

  • El Justicia y las Atarazanas del Grau de la Mar de Valencia a principios del siglo XIV. Janini de la Cuesta, Álvaro. 1.970.

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