Portada de Conde Salvatierra

Portada de Conde Salvatierra

La Portada de la calle del Conde de Salvatierra

El repentino cambio de la portada de la calle del conde de Salvatierra, desde el amable arco decorado inicial a la expresión desnuda y vehemente del arco parabólico despierta la curiosidad.

Los autores que han tratado el tema han querido identificar en esta portada el ascendente del maestro Gaudí sobre Francisco Mora.

Su simultaneidad y coexistencia con el lenguaje domenechiano (estilo propio de Lluís Domènech i Montaner) de la portada de la calle de Jorge Juan siempre ha provocado perplejidad.

Sin embargo, apenas se ha emprendido ningún intento en la explicación de la genealogía real de estas formas, de su contenido simbólico y del vehículo de llegada hasta Francisco Mora.

En primer lugar, es necesario distinguir sin embargo, entre el arco funicular y sus aproximaciones en forma de arco apuntado, arco semielíptico y arco parabólico.

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Ante todo, la catenaria muestra siempre una línea oblicua en su extremo, mientras que los arcos apuntados y semielíptico poseen una tangente vertical en el punto donde se encuentran con el plano horizontal, y el arco parabólico se aproxima asintotícamente (Dicho de una curva: Que se acerca indefinidamente a una recta o a otra curva sin llegar nunca a encontrarla) en sus estribos a la tangente vertical sin alcanzarla nunca.

Desde un punto de vista estático, una parábola constituye una forma de arco optimizada para una carga constante distribuida a lo largo del plano horizontal, mientras que una catenaria simboliza una curva ideal que representa físicamente la curva generada por una cadena, cuerda o cable sin rigidez flexional, suspendida de sus dos extremos y sometida a un campo gravitatorio uniforme.

Francisco Mora conoció de primera mano las experiencias con maquetas funiculares de Gaudí en sus visitas al taller de este y fue testigo de la construcción de los primeros arcos parabólicos en la iglesia de la Sagrada Familia.

Sin embargo, más allá del posible ascendente de Gaudí sobre Mora, existe una referencia más directa para esta portada en la obra contemporánea del arquitecto Lluís Muncunill i Parellada (1.868-1.931) en la ciudad de Terrassa, este arquitecto acuñó su propio estilo modernista basado en el uso intensivo de la catenaria y de la bóveda de doble curvatura.

Su obra más conocida, la fábrica de Aymerich, Amat y Jover (1.908), fue publicada extensamente en revistas especializadas de antaño.

Es posible que Francisco Mora, en uno de sus frecuentes viajes a Barcelona, visitara la ciudad de Terrassa, donde la obra de Muncunill se reparte de manera ubicua.

El parentesco entre la portada del Mercado de Colón con su arco parabólico trasdosado de arquerías ciegas y la estructura de la Agrupación Regionalista o el frente de la masía Freixa, así lo podrían indicar.

Además el gablete (Remate decorativo de líneas rectas y ápice agudo, a manera de frontón triangular, que corona los arcos u ojivas de ventanales y vanos; es un elemento característico del arte gótico) curvo del hastial (en arquitectura, es la parte superior triangular de la pared o muro de un edificio utilizado para disponer las pendientes de la cubierta, que se apoyan en él, determinando la tipología de cubierta denominada a dos aguas) de esta portada puede provenir de la misma fachada de la Agrupación Regionalista.

En ambos casos, se aprovecha este espacio para alojar sendos escudos de Valencia y Terrassa respectivamente.

La carpintería interior de la cristalera del Mercado de Colón, con sus maineles (Columna delgada que divide en dos partes el hueco de una puerta o ventana. Sobre algunos maineles se adosan estatuas) verticales sobre el peinazo convexo encuentra su correspondiente en la fachada del edificio de Muncunill.

Existen otras semejanzas, como son las dovelas (En arquitectura clásica, la dovela es una pieza, normalmente de piedra, en forma de cuña que componen el arco o la bóveda y se caracterizan por su disposición radial. La dovela del centro, que cierra el arco, se llama clave) de ladrillo de los arcos de la fachada de la Agrupación Regionalista, que están curvadas en su arista exterior, de manera que el arco parece resbalar hacia el interior, de la misma manera que sucede en la portada de la calle Jorge Juan del Mercado de Colón.

Francisco Mora parece justificar la presencia del arco parabólico por su virtud de reflejar sinceramente su funcionamiento estructural.

En un texto de 1.915 sobre el Mercado Colón que, desgraciadamente, nos ha llegado mutilado, explicaba:

“[…] Solo en los frentes principales se han empleado las fábricas por sí mismas, en donde la piedra, el ladrillo, el azulejo, el mosaico, el vidrio, el hierro y la madera, etc., ocupan el puesto que les corresponde… (aquí existe una laguna por haberse perdido el original) …material, cuyas líneas reflejan la estructura y las fuerzas, cuyos elementos son necesarios a su construcción razonándola debidamente […]”.

Detrás de esta reflexión, podría esconderse la lectura de un interesante artículo del propio Muncunill publicado en la revista de Arquitectura y Construcción en la que defendía de manera desinhibida la lógica constructiva y estructura frente a la copia indiscriminada de la arquitectura histórica.

De la misma manera cabe recordar, que Francisco Mora estudió con el profesor Joan Torrás i Guardiola, patriarca catalán de las estructuras, que había alabado personalmente la forma parabólica por sus virtudes resistentes.

Otras referencias más lejanas para esta porta oriental del mercado se pueden encontrar en el Mercado de Wroclaw (la Breslavia polaca. 1.906-1.908) del arquitecto Heinrich Küster, cuya estructura interna está formada por arcos diafragma parabólicos construidos en hormigón armado de 19 metros de luz.

Los pináculos laterales también encuentran un paralelismo en la obra de Joseph María Olbrich (1.867-1.908), concretamente en los pilones del claustro del pabellón alemán de la Exposición Universal de Sant Louis de 1.904.

Pero de la misma manera que sucede con las cubiertas alabeadas los puestos de flores, también constituyen una elaboración abstracta de elementos del lenguaje de Domènech i Montaner.

La impresionante marquesina de cristal curvada del mercado poseía precedentes de menor dimensión en Valencia, por ejemplo, en el Gran Casino de la Exposición Regional de 1.909 de Vicente Rodríguez o en la marquesina de entrada a la Casa Peñalva en la calle de las Barcas, 2 (1.912) de Francisco Almenar Quinzá.

En esta fachada se vislumbra una transición del modernismo hacia el expresionismo.

Las propuestas formales de este tardo-modernismo exacerbado no difieren gran cosa de los ejemplos más conocidos del expresionismo, y la misma fachada oriental del Mercado de Colón posee independientemente, sin saberlo, el mismo espíritu enconado y la composición enhiesta de la iglesia de Grundwig en Copenhague, uno de los edificios más destacados de Dinamarca.

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Fuentes consultadas:

Bibliografía

  • Nomenclator de las puertas, calles y plazas de Valencia. Manuel Carboneres. 1.873

  • Mercados de Valencia. María Ángeles Arazo-Francesc Jarque

  • Mercado de Colón. Historia y rehabilitación. Ayuntamiento de Valencia

  • De lo proyectado a lo construido. El Mercado Central de Valencia. Francisco Hidalgo Delgado

  • Arquitectos y arquitecturas modernistas en la Ciudad de Valencia 1.900 – 1.915. Concepción de Soto Arándiga

  • Censo de mercados fijos en la Comunidad Valenciana.