Mascletà. Traca valenciana, traca correguda y el engraellat

Mascletà. Traca valenciana, traca correguda y el engraellat

Tiene sentido pensar que la pólvora, y especialmente, las tracas (por su sucesión de explosiones), se usaban con fines purificadores y de limpieza de los malos espíritus o fuerzas oscuras, allí donde se dispararan.

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Mascletà. Traca valenciana, traca correguda y el engraellat

En Valencia, se meter ruido para demostrar la alegría de la fiesta siempre estuvo unido al querer librar los lugares de malos espíritus.

Entendiendo esta forma de pensar se puede llegar a la conclusión que las procesiones religiosas quisieran ver despejadas, limpias y purificadas las calles por las que iban a transitar.

Y una forma extraordinaria para hacerlo bien, pudiera ser con el disparo de tracas, que alejaban todo lo que fuera malo en aquellos espacios urbanos que iban a ser pisado por lo sagrado. De ahí a unirlas todas en una sola que discurriera por todo el recorrido, hubo un paso. Y de ahí a colgarlas para correr por debajo, otro.

Con ello se fundió en  uno el espectador con el participante, algo que la cultura popular en Valencia siempre a promovido rn relación con el fuego: la participación y el disfrute.

Mascletà. Traca valenciana, traca correguda y el engraellat

La mascletà que hoy conocemos como espectáculo estático parece tener origen en un acto en movimiento, la traca correguda, traca corrida o traca que se corre (es decir, la traca que los participantes corrían por debajo intentado seguir o ganar al fuego). El correr la pólvora morisco y luego levantino, bien podía subyacer en esta forma de divertirse en la que el ser humano se medía con el fuego con sus propios medios.

Este tipo de disparos se basaban en largas tracas valencianas unidas formando una sola, dispuestas a lo largo de varias calles, que se encendían en un extremo explotando por todo el recorrido. Pero una gran traca larguísima podía resultar monótona, y la sensibilidad artística de cualquier disparador comenzó a forjar un nuevo concepto, se podían crear interesantes ritmos intercalando golpes sonoros con petardos o truenos de mayor calibre, o de calibres diferentes según el juego sonoro que se quisiera crear. Es aquí donde nace el arte pirotécnico más allá de la artesanía de la fabricación o la destreza en el disparo de las propias tracas. Se comienza a buscar cierto grado estético. Cabe destacar que estos truenos más potentes, intercalados y puestos al final de las tracas valencianas, se conocían y se conocen hoy también, como golpeadores.

El comienzo y/o final de la traca en la plaza de la iglesia del pueblo o barrio era lógico debido a su vinculación con la fiesta religiosa.

Mascletà. Traca valenciana, traca correguda y el engraellat

La contención física de los espacios urbanos impuso este formato angosto con final en la mayor amplitud de las plazas, que eran los únicos sitios que permitían un despliegue importante de tracas, pudiendo pasar de ser una sola a ser dobles o triples (es posible que provenga de ahí el sobrenombre de traca triple, que todavía recibe hoy el terremoto de las mascletàs). Parece ser que existen otras teorías  respecto al origen de la denominación de la traca triple. Uno sería el que en los ramales que tienen a la vez trueno volado y colgante, la deflagración de la mecha crearía un tiempo, los truenos volados otro segundo y los colgantes con retardo un tercero, con el consiguiente triple efecto.

Otra opción, es que provenga de las tracas que tuvieran los golpeadores colocados en cada dos truenos normales, lo que enfatizaría el sentido de este nombre (triple).

Otra versión apunta, que los truenos golpeadores usados en el terremoto final serían de triple carga o potencia en comparación con los demás. Y tal vez, sea esto último lo que más sentido tenga.

Mascletà. Traca valenciana, traca correguda y el engraellat

En estos finales en las zonas urbanas más despejadas será también donde la larga traca encienda varios morteros colocados en el suelo. Estos pequeños cañonazos, conocidos como masclets, le darían fuerza al final. De entre ellos, los de mayor potencia, que solían ir al final y también intercalados en el disparo, se llamaban cantarellas (quizás porque producían una especial sonoridad o canto). Pudiera ser con esto, o de forma paralela, donde se consolidara el disparo de morteretes mediante un reguero de pólvora, a fin de conseguir cierta musicalidad y juegos rítmicos con sus diferentes diámetros y voces. Según Andrés Castellano, si el montaje era en paralelo se conocía como engraellat, si lo era en línea se hablaba de eixarmentà y, en el caso, de ser desordenado se le decía escampà.

Respecto a este tipo de disparos de morteros colocados en el suelo (especialmente engraellats y tronadas), comentar que mucha de la nomenclatura relacionada con la mascletà viene precisamente del nombre que tenían los cañones usados en esos disparos. Traca, trueno, cantarella o canterella, mascle o masclet han sido formas de conocer estos morteros en diferentes épocas (que podían ser de hierro o madera en el caso de morteros de lanzamiento al aire de carcasas). Su disparo más fuerte y su sonoridad les confirió un lugar preeminente en el vocabulario traquero, incluso después de dejarse de usar.

Mascletà. Traca valenciana, traca correguda y el engraellat

De lo que no hay duda, tal y como explica Castellano en su importante obra, es que el propio nombre traca proviene de los cañoncetes resultantes de quemar las culebrinas valencianas llamadas tracas (que eran un tipo de arma de fuego) y que según se dice, son “el origen de los fuegos valencianos”.

Con el correr de la traca, había nacido la fiesta y con el gran final en la plaza, el espectáculo.

 

Fuentes consultadas:

  • Archivos autores

  • Archivo del Reino de Valencia

  • Archivo Histórico Municipal

  • Biblioteca valenciana

  • Biblioteca valenciana digital

  • Biblioteca Histórica de la Universidad de Valencia

  • Archivo de la Diputación provincial de Valencia

  • Hemeroteca valenciana

  • Wikipedia

  • Jdiezarnal

Bibliografía

  • Pirotecnia en Valencia de José Enrique Ferriols Monrabal, Mikel Pagola Erviti y Juan José Solá Palmer

  • El arte de los fuegos artificiales. Biblioteca Ilustrada de Joaquín Vinardell

  • Fallas de Valencia. “La pólvora, una afición que imprime carácter” José Enrique Ferriols Monrabal