Fuegos artificiales Procesos de fabricación

Fuegos artificiales Procesos de fabricación

La caseta

Lo primero para situarnos en el espacio que queremos describir, es conocer que estamos ante una superficie que supera los 200.000 m2, de los cuales más de 2.000 están construidos y repartidos entre 50 edificios de diferente tamaño y dedicación.

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Antes de adentrarnos en los procesos de fabricación, es conveniente presentar a una de las más destacadas protagonistas, la caseta, dependencia de trabajo básica en todo el proceso. Estas casetas deben mantener entre ellas una distancia mínima de 10 metros, que en la práctica suele llegar casi a los 20 metros, pensando siempre en dar la máxima seguridad. Estos reducidos e imprescindibles edificios están habitualmente ocupados por una o dos personas y una cantidad limitada de material explosivo. Sus dimensiones no suelen sobrepasar los 10 m2. A la entrada de estos reducidos espacios de trabajo, figura un letrero informativo, en que, además, de las normas de trabajo de obligado cumplimiento, se detalla a que menester se dedica esa caseta, el número de operarios que pueden trabajar en ella y la cantidad máxima, en kilos, que puede almacenar.

Las materias primas más usuales en todo proceso de fabricación son, además de la cuerda, el cartón, el plástico, la pólvora, junto con los diversos productos químicos que hacen posible las múltiples combinaciones.

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Pólvora negra

Es imposible comenzar sin hablar, en primer lugar, de la pólvora negra, pues se trata de un componente vital e imprescindible en todo proceso.

Partiendo del azufre y del nitrato potásico, se obtiene una mezcla binaria que, en unión con el carbón vegetal, está hecho con sarmiento lavado y convenientemente triturado.

La pólvora necesita un tiempo de aglomerante, para ello se utiliza la paja, preferentemente de arroz, todo el conjunto se introduce en el bombo de mezcla, una hormigonera que lo centrifuga generosamente durante un largo proceso de tiempo, este trabajo es sumamente delicado.

Mediante toda esta manipulación lograremos un grosor de grano diferente, que tendrá diversas aplicaciones en función de la utilidad que se le pretenda dar posteriormente. Después de un mareo importante, los componentes terminan adhiriéndose. El resultado es un producto tremendamente inflamable.

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Zonas de color

Se trata de una de las áreas más sensibles y peligrosas. Unos pilotos avisan de los momentos en que, en alguna de sus fases, está trabajando. Esta zona es tan sensible que, en caso de elevadas temperaturas se evita trabajar, en caso contrario se riega continuamente el suelo con agua. Con productos como el clorato potásico, magnesio y los propios fulminantes son muy sensibles a temperaturas superiores a 25o, así como en los días con vientos de poniente, por su alto índice de peligrosidad.

Los colores se manipulan y se trabajan por separado, esto es, mientras no se agota por entero el proceso de manejo de un determinado color, no se inicia la manipulación del siguiente.

Son diversos los productos que intervienen en la confección de esos colores, son utilizados constantemente algunos de ellos como, por ejemplo, el perclorato potásico, nitrato de estroncio, nitrato potásico, magnesio, aluminio, azufre, etc.

Sin entrar en formulaciones, tan solo para satisfacer la lógica curiosidad, los autores, a modo de ejemplo, nos apuntan que para crear la tonalidad roja, se utilizan compuestos o sales de estroncio; en el caso de la tonalidad verde, interviene el bario; en la elaboración del azul, aparecen los carbonatos de cobre; a partir del calcio se consigue el naranja; mediante los compuestos de cobre y estroncio, el violeta; para producir el amarillo, recurren necesariamente al sodio; la pólvora negra con el aluminio brillante y el sodio hacen posible las lentejuelas de oro; para las lentejuelas blancas, son necesarios los aluminios y percloratos y a base de reactivos con magnesios, se consiguen los focos luminosos.

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Espacio de secado

Una vez generado el color pretendido en las mezclas las bolas antes mencionadas y que almacenan en su interior toda esa gama de colores, necesitan pasar por un proceso de secado, con el propósito de despedir toda su humedad y conseguir la desecación óptima.

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Manipulación de la carcasa

La carcasa, con toda su carga, se monta en dos medias esferas de plástico, que una vez unidas, serán protegidas por otra envoltura del mismo material. Esta segunda envoltura de seguridad va sellada con tricloroetileno.

En el interior de la carcasa se introduce, arropada por un fino papel, una mezcla de paja y pólvora negra, que será la que en su fase de ascenso, será la que genera la explosión deseada. Por último, la carcasa será cubierta por tres o cuatro envolturas de papel y cola quedando así terminada.

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Las mechas

Están compuestas de pólvora negra y algodón humedecidos con alcohol.

Según su longitud, será mayor o menor el tiempo de duración entre el encendido y la explosión; el tamaño de las mechas es factor decisivo en el éxito del disparo.

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El trueno

Entre las preferencias de los valencianos se encuentra esa modalidad autóctona que es la mascletà.

Para conseguir los artilugios imprescindibles que componen este disparo nos centraremos en su materia prima.

En las mascletàs, las combinaciones de productos no poseen el mismo protagonismo que en los castillos, pero existe un denominador común entre ambas variedades pirotécnicas, el ruido. Este detonante o trueno se consigue gracias a una amalgama entre el azufre, el perclorato y el aluminio.

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Catalogación y almacenaje

Esta debe ser exacta y rigurosa, como no podría ser de otro modo.

El producto terminado debe incluir una etiqueta con su minuciosa catalogación y las normas de uso a observar.

Una vez terminado y etiquetado, hay que almacenarlos con las máximas garantías de seguridad. En estos edificios para su almacenaje, se procura evitar largos periodos de tiempos, así como, mantener la mínima cantidad posible de material en su interior.

Dentro de lo que entendemos por almacén, deberemos distinguir varios recintos, según sean las condiciones de los diferentes materiales.

  • Materiales inocuos: Espacio reservado para productos de diferente índole, pero con una condición común, la no existencia de productos explosivos. Aquí se guardan objetos como el cartón, morteros, plásticos, envases diversos, herramientas de montaje, etc.; también está reservado para productos químicos varios.

  • Mezcla explosiva: Tanto de trueno como de color. La sustancia de color es sumamente delicada y se guarda en casetas separadas, en pocas cantidades; el color que contiene cada caseta está identificado a la entrada con un rombo que corresponde al color.

  • Pólvora: Una vez fabricada se introduce en búnkeres subterráneos. Se trata de una materia peligrosa que requiere una protección mayor, en caso de explosión la colina de tierra debe amortiguar una posible deflagración.

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Medidas de seguridad

Resulta conveniente tener presente algunas recomendaciones, tanto para los propios trabajadores, como para cualquier visitante que penetre en un taller pirotécnico.

Quizás puedan parecer innecesarias y sabidas, pero la rutina y el exceso de confianza no son buenas referencias, por lo que no está de más conocerlas y, sobre todo, recordarlas.

  • Apagar los teléfonos móviles.

  • Evitar cámaras fotográficas con flash.

  • No emplear ropa sintética, ya que es posible que se carguen de electricidad estática y pueden favorecer la creación de chispas.

  • Tratar de caminar con calzado que disponga de suela de goma.

  • No utilizar sistemas de calefacción tradicionales.

  • Suprimir los sistemas de iluminación tradicionales, han de estar protegidos y ser antideflagrantes.

  • Se tratará de mantener la mayor distancia de seguridad posible entre las diferentes secciones.

  • Se deberá trabajar siempre con la mínima cantidad posible de material.

  • La puertas deben de estar blindadas en cada caseta, almacén o búnker.

  • La colocación de pararrayos es inevitable.

  • Se deberán instalar planchas de metal en las proximidades de los departamentos más sensibles, con el propósito de tocarlas para descargar la posible electricidad estática que se lleve acumulada.

  • Es imprescindible la instalación de sistemas de vigilancia de alarmas sísmicos y perimetrales conectados con la Guardia Civil.

  • Las trincheras son necesarias. Aíslan cada módulo para evitar la propagación de una explosión o incendio. Las zonas más peligrosas disponen de pequeños pasadizos de hormigón.

 

Fuentes consultadas:

  • Archivo del Reino de Valencia

  • Archivo Histórico Municipal

  • Archivo Administrativo Municipal

  • Biblioteca valenciana

  • Biblioteca de Etnología

Bibliografía

  • Pirotecnia en Valencia de José Enrique Ferriols Monrabal, Mikel Pagola Erviti y Juan José Solá Palmer

  • El arte de los fuegos artificiales. Biblioteca Ilustrada de Joaquín Vinardell

  • Fallas de Valencia. “La pólvora, una afición que imprime carácter” José Enrique Ferriols Monrabal