Velluters Calles y plazas

Velluters Calles y plazas

¿Conoces la historia del barrio de Velluters?

Todo el barrio de Velluters o del Pilar, se circunscribe en el centro histórico de la ciudad, si nos fijamos en el plano del Padre Tosca (el Pare de les ratlletes, denominado así popularmente) de principios del siglo XVIII, podemos darnos cuenta que se desarrolló en los espacios comprendidos entre el sector oeste de la muralla musulmana del siglo XI y el de la misma orientación del muro cristiano (luego ronda de circunvalación y calle de Guillem de Castro) del siglo XV.

Examinando los planos antiguos de la ciudad a partir del siglo XVIII podemos apreciar fácilmente en la zona oeste de los mismos, en la zona de Velluters o del Pilar, una espesa retícula de calles, callejuelas y plazoletas, esto viene a indicar que el barrio de Velluters tuvo un alto índice demográfico, debido indudablemente a que en esta zona se afincaron mayoritariamente la actividad de la industria sedera y otras auxiliares de la misma artesanía.

Las razones de esta concentración de población en relación con otras áreas de la ciudad, las podemos encontrar en las condiciones climáticas debidas a su orientación, lo que determina un ambiente más soleado y seco en la ciudad para desempeñar este oficio.

Otra razón del alto índice demográfico en esta demarcación de Velluters, debió ser sin duda, la disponibilidad de abundante agua proveniente de la acequia de Rovella, tan necesaria para todo el complicado proceso de fabricación de los tejidos de seda desde el ahogado de los capullos del gusano, hasta los tintes de hilos y telas.

Esta acequia de Rovella, que pasando por esta zona dio nombre a un antiguo y famoso molino propiedad de un tal Rovell y luego de su viuda, y de ahí deriva el nombre de Na Rovella; calle y plaza del Molino de Na Rovella, desaparecidas con ocasión de la apertura de la avenida del Oeste y que venían a situarse en el vértice del Barri de Velluters, a espaldas del Mercado nuevo, actualmente llamado Mercado Central.

Otras de las razones que de algún modo vendrían a favorecer la presencia de maestros artesanos de este oficio en el barrio del Pilar, sería la proximidad de La Lonja de la Seda, erigida en el año 1.487 y, la casa social de este Gremio, adquirida en la calle del Hospital en 1.492 y tiempos después elevada a rango de Colegio del Arte Mayor de la Seda.

En el sector norte de la barriada podemos ver, como grandioso monumento, el edificio del colegio de las Escuelas Pías y su templo de grande y original cúpula.

Con los antecedentes que han colocado al trabajador del oficio de la seda en su propio “hábitat” iremos recorriendo las calles y plazas que lo animaron y que cargadas de historia han llegado algunas hasta nuestros días.

Partiendo del arco que a la parte oeste de la ciudad describe la actual calle de Guillem de Castro, cuya topografía responde a la muralla cristiana que por el año 1.357 mandó construir Pedro IV el Ceremonioso, nos introduciremos por:

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Plaza de Santa Lucía.

Así se llamó la plazuela que, como el ancho de un embudo, se abre junto a la calle de Guillem de Castro para adentrarnos, conforme se va estrechando, hacia la calle del Hospital.

Esta calle ha tomado en la actualidad el nombre del viejo rótulo de Santa Lucia.

Recibió este nombre por hallarse en ella, desde el año 1.400, una ermita dedicada a Santa Lucía, que todavía podemos ver.

Esta plazuela, hasta que fueron derribadas las murallas en el pasado siglo XIX, daba al “portal xic” que recibió, como ya hemos citado anteriormente, los nombres de Portal de Torrent y Portal dels Inocents.

Tanta fama y renombre ha tenido siempre Santa Lucía en la popular devoción de los valencianos contra las enfermedades de los ojos, que incluso la calle que en el estrechamiento de su plaza iba hacia la calle de Pellicers (hoy desaparecida) y que tradicionalmente lleva por rótulo del Hospital, se denominó también Santa Lucía.

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Calle del Hospital.

Esta calle, también denominada en los documentos antiguos como calle del Espital, no ha variado su rotulación, ni tampoco su recorrido urbano.

Si bien hoy se extiende desde la moderna avenida del Oeste hasta la calle de Guillem de Castro, la documentación anterior a los años 50, nos dirá que va desde la plaza de Pellicers (desaparecida precisamente por la construcción de la avenida del Oeste) hasta la plaza de Santa Lucía.

El Hospital General dio y mantiene (no obstante su desaparición de este lugar) la impronta de carácter social en esta Barriada del Pilar, manifestándolo en la permanencia de su rótulo.

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Plaza de Pellicers.

Esta plaza desapareció al ser absorbido su perímetro cuando comenzó abrirse la actual avenida del Oeste.

Se hallaba situada a la altura de donde hoy comienza la calle del Hospital.

En realidad podemos decir que el espacio urbano que ocupaba la plaza de Pellicers, es prácticamente hoy todo él, calzada de la avenida del Oeste, ya que a dicha plaza se accedía por calles como la de Escolano, Garrigues, Quevedo y Hospital, calles que todavía existen, solamente la calle de Falcons, que también era entrada a la plaza de Pellicers, es la que ha desaparecido.

Cronistas de la ciudad coinciden en decir que su denominación puede proceder del apellido Pellicer y que tuvo un Cristóbal Pellicer, poeta y letrado, que celebró Gil Polo en su Canto del Turia; se suele hacer la salvedad que esta acepción es más natural que la que supone que pueda proceder del oficio de pellejeros, “pellicers” en valenciano, según Constantí Llombart.

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Plaza de Pertusa.

Esta plazoleta de configuración más alargada y estrecha, corrió la misma suerte que su vecina más espaciosa de Pellicers.

Pero no obstante, tuvo su importancia como esta última, dada su proximidad al Mercado Central, siendo por ello de las más transitadas.

La plaza de Pertusa, a la que popularmente se le solía llamar “de la Pertusa”, fue una de las más típicas que desaparecieron con la apertura de la avenida del Oeste.

Con ella fueron demolidas también dos calles que conducían también a ella, la calle de la Jabonería Nueva y la calle Clarachet, mientras que todavía persisten las calles Ráfol, Adressadors y Pilar (actualmente calle Roger de Flor).

Su nombre proviene de uno de los miembros del noble linaje de los Pertusa que habitaban en esta plaza, este vino en tiempos de la conquista como caballero del rey Jaime I y como tal le perteneció el escudo que llevaba en aquella fecha el rey, así como el freno y espuelas de su caballo.

Según testimonios de documentos de la época, estos trofeos los conservó la familia Pertusa en su palacio hasta 1.416 y luego se colocaron en una de las pilastras del presbiterio de la catedral de Valencia, inmediato al recinto que hoy ocupa el coro de la misma.

También se registra este nombre de plaza de Pertusa en las fuentes de archivo de 1.679, porque en este año fueron trasladadas las carnicerías desde su primitivo lugar de la plaza del Mercado (junto al Peso de la Paja) a esta nueva plaza de Pertusa.

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Plaza y calle del Pilar

Esta plaza y calle del Pilar debe su nombre por asomar estas al convento, ya existente por esta época, y a su iglesia, que dedicaba a la Virgen del Pilar y a San Lorenzo Mártir, acoge a toda la feligresía del antiguo Barrio de Velluters y que con este motivo recibió también el nombre de Barrio del Pilar.

Esta tranquila y agradable plaza del Pilar, a la sombra de su campanario y su portada neoclásica rematada por la hornacina que acoge a la Virgen patrona del barrio, ofrece una planta en forma de “ele” irregular.

La monumentalidad de este recinto urbano le ofrece a esta iglesia, un edificio del siglo XVIII bastante bien conservado, que en su bajo alberga un antiguo establecimiento comercial, siendo el resto de la plaza un conjunto de edificaciones bastante deterioradas, con las características propias del siglo XIX.

En cuanto a la calle del Pilar, arranca desde esta plaza del mismo nombre, con una configuración recta y larga, más bien estrecha, cuya orientación se dirige, como casi todas sus colindantes, hacia la actual avenida del Oeste, aunque antes de la construcción de esta avenida desembocaba en una plaza, también desaparecida, que se rotulaba con el nombre de plaza de Pertusa debido a que estos viejos solares pertenecieron a los caballeros de apellido Pertusa, descendientes de Mossén Juan de Pertusa.

Esta antigua calle con su lógico y popular rótulo de calle del Pilar, cambió este nombre en tiempos recientes por el de calle de Roger de Flor.

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Calle de Maldonado

Si vamos recorriendo el antiguo barrio sedero en dirección hacia las torres de Quart, la próxima calle que nos encontramos es la calle Maldonado, que casi con carácter de artería viene a cruzar el corazón de este barrio, con entrada por la calle Guillem de Castro, junto a la fachada lateral de la iglesia del Pilar y después de formar un pequeño ángulo a la altura de la travesía de la calle Torno del Hospital, continúa dirigiéndose en línea recta hasta desembocar en la calle Pie de la Cruz.

Esta calle, en otros tiempos muy transitada por establecer conexión entre la ronda de circunvalación y el Mercado Central, recibió el nombre del personaje comunero de apellido Maldonado en el año 1.877, pero antiguamente había recibido otros nombres, especialmente los de calle de Acequia Podrida y cuando esta fue cubierta, calle de la Acequia Cubierta.

El primer rótulo obedece a que esta acequia recogía las inmundicias de la ciudad, aunque de esto ya hace algunos siglos como lo demuestra Orellana en un documento de fecha 18 de agosto de 1.647.

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Calle del Bany

Esta calle que ha estado escrita de diferentes formas, es una de las calles paralelas a la de Maldonado, tiene carácter de vía de penetración, comenzando en la calle de Guillem de Castro para desembocar en la calle de Maldonado.

En esta calle tuvo su palacio  y fábrica de tejidos de seda, señalado con el número 30, el célebre industrial Joaquín Manuel Fos.

El nombre de “Bany”, que en castellano se traduce por Baño, se aplicó a esta calle porque al final de la misma, junto a la muralla, ahora ronda de Guillem de Castro, existió un huerto, donde había un baño, que al estilo de los que antiguamente se usaban en Valencia era propiedad privada de un tal En Lázer.

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Calle del Triador

Esta calle del Traidor es la que, actualmente, va desde la calle de Guillem de Castro a la calle de Balmes, desembocando en la plazoleta de Almansa.

Antiguamente circulaba por esta vía urbana, desde la ronda hacia el interior, el tranvía de tracción animal como en muchas otras calles.

Su nombre es tan antiguo como expresivo y es fácil de adivinar su significado, en su comienzo existió un huerto para para la custodia del ganado lanar.

Cuando Orellana nos escribe sobre esta calle dice:

“[…] Llámase del Triador dicha calle porque estaba situado en ella el triador de la ciudad, desde donde escogía el ganado para destinar el correspondiente a cada carnicería y también las reses que han de asignarse a determinados cuerpos o personas privilegiadas y disfrutar de la carne más gorda, como es el Hospital, Regidores, etc. Tiene la citada calle dicho nombre de tiempo muy antiguo y como escoger en valenciano se dice “triar”, de ahí es haberse llamado aquel sitio El Triador […]”.

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Calle de Balmes

La calle actualmente llamada de Balmes es de antiguo trazado, que según nos indican documentos de la época, por los años 1.356 constituía ya un arrabal de la antigua Valencia, recibiendo desde entonces el rótulo de calle Larga del Engonari, esta extraña palabra, según todos los cronistas de la ciudad, se debe a la corrupción de la palabra “Angularis”, porque partía de un recodo o ángulo por detrás del convento de Nuestra Señora al Pie de la Cruz, demolido por los años 40 del siglo XX.

Desde este lugar la calle adopta la forma rectilínea y así va a desembocar a la antigua plaza de la Encarnación, que recibe el rótulo por hallarse allí el convento de monjas Carmelitas Calzadas de la Encarnación, enfrentado todo este conjunto con la calle de Guillem de Castro.

Esta calle también se denominó de la Cofradía dels Fusters, dado que desde tiempos lejanos tienen su casa gremial los del oficio de carpinteros-

Para a primeros de agosto de 1.877, cuando la municipalidad decide dedicar una calle al filósofo de Reus, Jaime Balmes.

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Calle de Carniceros y plaza de las Escuelas Pías

Esta calle de Carniceros, cuyo rótulo es también muy antiguo, todavía existe en la actualidad; va desde la calle de Guillem de Castro (donde estaba el Portal del Coixo hasta el derribo de las murallas en el siglo pasado) hasta las cuatro esquinas que forman la conjunción de las calles de Pie de la Cruz, Santa Teresa y Don Juna de Vilarrasa, cerca del Jardín de Parcent, donde antiguamente se ubicaba el palacio del mismo nombre.

La rotulación de esta calle responde a que en la misma se asentaron algunos carniceros y, por ende, las carnicerías.

En el tramo de su trayecto más próximo a las cuatro esquinas se abre la plazoleta, que más bien puede considerarse como ensanche de la calle de Carniceros, que lleva por nombre plaza de las Escuelas Pías, puesto que ante la misma y ocupando buena parte de la calle de Carniceros, hasta el ángulo con la calle de Villena, se edificaron la monumental iglesia de les Escoles Pías (dedicada a San Joaquín) y la residencia y colegio de los Padres Escolapios en el año 1.773.

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Calle del Pie de la Cruz

La calle que tradicionalmente se llamó siempre calle del Peu de la Creu, y que aún ahora las personas de la barriada mantienen este nombre, sigue conservando en su orientación una línea circular que en otros tiempos iba, desde la esquina de la calle del Molino de Na Rovella, pero que al desaparecer este por las modificaciones urbanas de la avenida del Oeste, comienza actualmente en esta misma avenida y describiendo una línea a modo de arco, sigue su trayectoria de siempre hasta su confluencia con la calle de Santa Teresa, esquina con la calle de Carniceros.

El rótulo de esta calle se debe a que a ella asomaba desde el siglo XVI el convento de monjas Servitas de Nuestra Señora al Pie de la Cruz.

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Calle de la Jabonería Nueva

Como podemos ir apreciando, estamos deambulando por una trama de calles y plazuelas que se vieron afectadas en su totalidad o en parte por la apertura de la avenida del Oeste.

Una de las que desapareció en su totalidad fue la que en valenciano llevaba el nombre de carrer de la Sabonería Nova, de mismo modo que tampoco existen sus extremos  que fueron las plazas del Molino de Na Rovella y de la Pertusa.

Esta calle de la Jabonería Nueva, junto con la calle de Bolsería, podríamos decir que formaban las dos arterias comerciales a nivel popular más conocidas y transitadas de la Valencia de los años 20.

Su nombre proviene de haber existido allí, desde tiempos muy antiguos, una casa donde se fabricaba y vendía jabón.

Esta calle en los años de la Segunda República, se llamó Flor de Mayo, en homenaje a una de las famosas obras de Vicente Blasco Ibáñez, el cual, como es sabido, había nacido en la casa que sus padres tenían en esta calle y cuya planta baja estaba destinada a abacería (establecimiento donde se venden legumbres secas, bacalao, aceite, vinagre, etc.).

Las últimas remodelaciones urbanísticas que originó la avenida del Oeste dejaron entrever parte de lo que debió ser esta calle de Jabonería Nueva y el lugar que en ella ocupó la casa de los padres de Vicente Blasco Ibáñez, todo lo cual viene a estar englobado en la calle moderna que con el rótulo de calle del Editor Manuel Aguilar asoma a la citada avenida.

Junto al rótulo de esta calle podemos contemplar actualmente otra placa que hace referencia a la casa natalicia de nuestro ilustre escritor, Vicente Blasco Ibáñez.

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Calle del Torno del Hospital

Entre esta retícula de calles transversales del barrio sedero, debemos mencionar la que lleva el tan expresivo rótulo de Torno del Hospital, cuyo nombre hace referencia precisamente al comienzo de esta calle frente a la que fue puerta principal del Hospital General y desde allí recorre un largo trecho, después de cruzar, entre otras, la calle de Maldonado, a desembocar en la calle de Balmes.

Según nos cuenta Constantí Llombart refiriéndose a esta calle dice:

“[…] Llamóse esta calle del Torno del Hospital porque hacia mediados del último siglo estuvo en lo que es ahora botica del Hospital, el torno donde se dejaba a los expósitos, desde poco después del año 1.514.

Se estableció la botica donde estaba en 1.783 y habiéndose trasladado el torno a la parte de la calle del Fumeral, actualmente calle de Quevedo, cesó el pueblo de dar a esta calle su antiguo nombre, conociéndola ahora solo con la denominación de la calle del Torno […]”.

Sin embargo actualmente la referida calle vuelve a ostentar, como recuerdo del pasado, el rótulo de Torno del Hospital.

Después de este recorrido por las calles y plazas más representativas, por su historia, en la trama viaria del antiguo Barrio del Pilar, es necesario asomarnos a una calle que es frontera del mismo por la parte este, la actual calle de Quevedo (anteriormente calle del Fumeral), así como a una plaza, la plaza de la Bocha, y a una callejuela, la del Angelicot, en el mismo corazón de este barrio sedero.

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Calle de Quevedo

Esta calle tiene un trazado rectilíneo como vía de penetración y salida del centro de la ciudad hacia la periferia de la ronda de Guillem de Castro, conserva hasta hoy sus viejas características topográficas, tan solo afectadas por el ensanchamiento de su calzada.

Los antiguos documentos no hacen ver que su largo trecho se extendía entre la plaza de Pellicers y la de Portería de San Agustín.

Esos nombres con sus respectivos espacios han desaparecido en las últimas modificaciones, pero aún hoy podemos decir, atendiéndonos a las nuevas reordenaciones urbanísticas, que va desde la avenida del Oeste hasta la calle de Guillem de Castro.

En esta calle de Quevedo podemos ver, todavía hoy, el templo y residencia de San Carlos Borromeo y junto a él, lindando con dependencias del Hospital General, estuvo instalado el torno del mismo, actualmente desaparecido, desde el año 1.763.

El 22 de noviembre de 1.873, el Consistorio Municipal decidió ponerle como nombre de esta vía el rótulo de calle de Quevedo, anulando de este modo el antiquísimo nombre de Fumeral.

Popularmente se les asignaba el nombre a calles y plazas por algo significativo en el entorno de las mismas.

Por esta razón, a esta vía, que saliendo de las entrañas del Barrio del Pilar, iba a desembocar en la muralla junto al que fue convento de San Agustín, de cuya parte posterior se elevaba una chimenea (popularmente se le denominaba fumeral) muy visible desde toda la longitud de la calle, recibió el nombre de calle del Fumeral.

Fue el mismo Juan Luis Vives quien de algún modo inmortalizó su nombre, puesto que en su Dialogo sobre las reglas del juego, tratando de buscar un lugar más propicio para conversar, huyendo de este modo del bullicio del Mercado, propone el retirarse hacia aquella calle del Fumeral “vicum Fumalis”.

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Calle del Angelicot

De esta callejuela, pequeña y estrecha, con su curioso nombre tiene un trazado de entrada y salida que es el mismo que antaño, únicamente que en la terminología actual del nomenclátor callejero valenciano tiene su entrada por la calle de Maldonado (antigua calle de la Acequia Podrida) y desemboca a la calle de Recaredo (antigua Cuina del Hospital).

A falta de mejor documentación y tomando las líneas que nos ofrece Constantí Llombart cuando nos habla de la calle Angelicot:

“[…] podrá creerse, tal vez, que es una voz corrompida de Angelot, especie de goma que se llamaba en lemosín Sacacolla, de que se valían las mujeres en sus afeites. El poeta Baltasar Sapena, hablando de una mujer fea dice lo siguiente:

Es lleja, com un monot-

Y ab notable descompás.

Te la cara de Diablás.

Y untura de Angelicot. (sic).

Hasta principios del siglo XIX usaron mucho las damas valencianas de un agua llamada dels Ángels, y no es extraño que hubiera entre los perfumes del tocador la pomada Angelot o Angelicot, que se vendéría acaso en la referida calle […]”

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Calle de la Bocha

Como despedida de este largo recorrido nos vamos a asomar a la plaza de la Botja, que comúnmente la vemos escrita, también, como plaza de la Bocha.

En nuestros días, si bien existe el amplio espacio propio de la misma, sin embargo la configuración urbanística ha variado totalmente, puesto que el centro de esta amplia plaza, está ahora invadido por un amplio jardín rodeado de cerca de ladrillo y hierro, propiedad particular de un moderno edificio con revestimiento en sus fachadas de ladrillo rojo.

Todavía persiste algún testimonio gráfico de una gran casona, que albergó en sus altos porches los laboriosos telares de los obradores de la seda, mayoritariamente avecindados en este rincón del Barri de Velluters.

Para poder situarnos es necesario decir que esta plaza de la Bocha se encuentra a espaldas de la Cofradía del Gremio de Carpinteros de la calle de Balmes, mientras que los lados este y sur de la plaza asoman a la actual calle de Recaredo y de Camarón, antiguamente calle Nueva de la Encarnación.

Es sabido que a finales del año 1.600, todavía se llamaba a esta plaza Plaçeta del Carbó, porque allí existía un almacén de carbón; al desaparecer este y dándose la circunstancia, como nos cuenta Orellana, que “había allí en un recodo de la misma un juego público de pelota, había juego de bocha o bolos como la denominan otros”.

Como ya indicábamos al comienzo de este artículo, nos hemos limitado a escoger de entre las calles y plazas de este histórico barrio sedero las de mayor representatividad, sin embargo no podemos olvidar que otras muchas fueron testigo del quehacer cotidiano de sus vecinos trabajadores del Arte Mayor de la Seda y que de una u otra forma, pese al deterioro de muchos de sus edificios y de su entorno, no dejan de evidenciarse su rico bagaje histórico.

 

Fuentes consultadas:

Bibliografía:

Existe mucha y muy variada bibliografía referente al barrio de Velluters, actual barrio del Pilar, por tanto, tan solo mencionaremos algunos de ellos:

  • Guía urbana de Valencia. Marqués de Cruilles.

  • Barrio del Pilar, antiguo de Velluters. Juan Luis Corbín Ferrer

  • Tesina máster de teoría e historia de la arquitectura departamento de composición arquitectónica. Adrián Torres Astaburoaga

  • Autoritarismo monárquico y reacción municipal. Amparo Felipo Orts.

  • Insaculación y élites de poder en la ciudad de Valencia, Amparo Felipo Orts.

  • Manual del viajero y guía de los forasteros  en Valencia. Vicente Boix

  • La Valencia musulmana. Vicente Coscollá

  • Avecindados en la ciudad de Valencia en la época medieval. María de los Desamparados Cabanes Pecourt

  • El ornato urbano. La escultura pública en Valencia. Rafael Gil y Carmen Palacios

  • Valencia Centro Histórico. Trinidad Simó Terol

  • Arquitectura del eclecticismo de Valencia. 1.983. Benito Goerlich

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