Ruzafa Evolución Histórica
Ruzafa Evolución Histórica
Abd Allah al-Balansí. Abd Allah el valenciano
A una distancia de más de 1.000 años de la fundación árabe de Ruzafa (uno de los 100 nombres que los árabes dan al Cielo o Edén), el fundador de la Ruzafa mora, el musulmán de linaje Omeya, de nombre Abd Allah, apodado por esta circunstancia Al-Balansí, el Valenciano. Abd Allah al-Balansí se asentó al Sureste de Valencia estableciendo su “munya” o almunia.
Los Omeya eran un poderoso linaje árabe de La Meca de la misma tribu que Mahoma y emparentados con el profeta por el matrimonio de un Omeya con dos de sus hijas.
La dinastía Omeya gobernó el Califato de Damasco al que perteneció Al-Ándalus hasta la creación del Califato de Córdoba en el año 929 d.C.
Al Balansí era hijo del primer emir Omeya de Al Ándalus, Abd al-Rahmán (Abderramán I), el padre del Estado islámico de Al-Ándalus.
Al Balansí quiso recordar su niñez y a su padre Abderramán quien se hizo construir una “munya” en Córdoba con ese mismo nombre de Ruzafa, emulando a su vez a su abuelo Abd el Malik, Califa de Damasco, quien se hizo construir una “munya” en Siria, entre Palmira y el Eúfrates, a la que también llamó Ruzafa.
De las tres Ruzafa, la valenciana es la más famosa y cantada en la literatura árabe gracias a los grandes poetas valencianos Ibn al-Abbar y Al-Russafi.
La Ruzafa de Valencia tuvo su origen por voluntad del gobernador andalusí de Valencia, el príncipe omeya Abd Alláh, de construir en aquel lugar en torno al año 800 una “munya”, una almunia; las almunias eran casas de campo y fincas de recreo, con jardines, arboledas, estanques y fuentes que se hacían construir los potentados musulmanes.
Al Balansí dio a aquel lugar y a su finca el nombre de Ruzafa.
Junto a la “munya”, que por su belleza y por los poetas que la ensalzaron alcanzó fama universal en el mundo islámico,
Encontró al Sur un paraje que sobre unas huertas serpenteaba una ancha acequia que llevaba abundantes aguas provenientes del río, pero también a esta acequia vertía una fuente que manaba en pleno campo.
Por eso esta acequia se llamaba la de Favara (la del manantial), porque además del caudal de agua que tomaba del río, se le añadían las aguas propias de esta fuente que dio por aquel entonces nombre a la acequia de Favara.
Ruzafa es el nombre del jardín de Valencia que Abd Allah al-Balansí legó a nuestra ciudad.
Y aún más, cuando los poetas árabes comiencen a cantar las bellezas de nuestra tierra, aparecerá entre ellos otra importante figura que, por nacer en Ruzafa, se le conocerá con el sobrenombre de al-Rusafí, es decir, el Ruzafeño (Abu-Abd-Al·lah Muhàmnmad ibn Ghàlib al-Russafí al-Balansí, conocido como al-Russafi fallecido en 1.177, fue un notable poeta andalusí valenciano de origen árabe).
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Luego de la Capitulación de Valencia, firmada precisamente en Ruzafa, el rey Jaime I contaba entonces 30 años, había conquistado siete años antes la taifa de Mallorca, con un resultado sangriento de miles de muertos, violaciones y saqueos a los musulmanes de la isla.
Con seguridad aquellos cruentos acontecimientos de la conquista de Mallorca marcaron profundamente el carácter a aquel joven rey, criado y formado por los Templarios.
Valencia tendría que rendirse sin sangre.
Esa era, desde el principio, su obsesión y la de su esposa Violant frente a los ambiciosos nobles y señores feudales de la guerra que con sus tropas mercenarias le acompañaban en aquella nueva Cruzada de la cristiandad que significaba para la Iglesia la Conquista de Valencia.
Jaime I llevó personalmente las negociaciones secretas con el rey musulmán de Valencia Zayyán ibn Mardanish o Zayán Ibn Mardanix, representado por su sobrino Abú-l-Hamlek, interviniendo también en las mismas el traductor y la reina.
Sólo cuatro personas negociando en Ruzafa la rendición de Valencia.
Nadie más. Jaime I no confiaba en sus caballeros catalanes y aragoneses, codiciosos de saqueo y con ansias de guerrear para obtener de este modo mejores recompensas reales por sus servicios militares.
Las negociaciones de la capitulación de Valencia se llevaron a cabo en Ruzafa que, según la tradición oral valenciana, se situaba en una pequeña elevación pedregosa del terreno que hoy ocupa el monasterio de la Mare de Deu dels Angels, una placa nos lo recuerda.
Zayyan, el último rey musulmán de la taifa de Valencia, no encontró apoyo ni refuerzos militares de las taifas vecinas ni del sultán de Túnez, y no pudiendo vencer al rey cristiano en esas circunstancias rindió la ciudad.
Zayyan era un pragmático político profesional andalusí nacido en Onda (Castellón) que un año antes había sido derrotado por Jaime I en la Batalla de El Puig.
Con su capitulación evitó más penurias y derramamiento de sangre y el saqueo de Valencia si hubiese habido una confrontación militar.
Consiguió seguridad para las personas y bienes de los musulmanes, judíos y mozárabes (cristianos que vivían en la Valencia musulmana) que quisieron quedarse en la ciudad y taifa de Valencia y garantías para los que decidieron abandonarla, porque ya no sería nunca más la Madîna Balansiya.
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Cerca de 40.000 personas abandonaron tras la capitulación la taifa de Valencia, de la ciudad y los pueblos o alquerías.
Quedaron en el nuevo Reino cristiano de Valencia y como súbditos de la Corona de Aragón unos 160.000 habitantes.
La ciudad de Valencia tenía entonces unos 15.000 habitantes pero, como ocurre ahora, la población de sus numerosas alquerías o pueblos vecinos próximos a la ciudad, su gran área metropolitana, sumaba entonces unos 20.000 más.
La capitulación o rendición se firmó el 28 de septiembre de 1.238 en la Walaya.
No se firmó en el real de Ruzafa, como muchas veces se sostiene por error.
«Se encontraron en la Walaya, Jaime y Zayyan. Yo presencié todo aquello y firmé el acta de capitulación«
Nos lo cuenta en su crónica el secretario real y gran poeta Ibn al-Abbar.
La Walaya era una gran campa o prado fuera de la muralla árabe que discurría en aquel tramo por la actual calle San Vicente (Puerta de la Boatella) hasta la calle de las Barcas.
Coincidiría la Walaya con lo que hoy es la plaza del Ayuntamiento, Marqués de Sotelo, calle de Ruzafa y Xátiva frente a la Estación del Norte.
Allí tenían lugar las ejecuciones públicas, paradas militares, grandes acontecimientos populares, lugar de esparcimiento y de paseo.
La calle de Ruzafa de hoy era entonces el Camí de Ruzafa (Tariq al-Ruzafa).
Ruzafa sigue hoy donde estaba antes: «Ruçafa a dos trets de ballesta prop de la vila de Valencia«, como está escrito en la crónica del Llibre dels Feyts.
Unos 1.200 metros hacen desde la estatua de Francesc de Vinatea en la Plaza del Ayuntamiento a la Iglesia de San Valero de Ruzafa, poco más o menos.
A partir de entonces, los jardines y parques de la Ruzafa mora se transformarían en las fértiles huertas ruzafeñas, nada menos que desde Monteolivete hasta bien adentro del lago de la Albufera, cuyas aguas se hallaban entonces mucho más cercanas al pueblo de Ruzafa, pasando por Natzaret, La Punta, Castellar-Oliveral, Pinedo y El Saler, con sus pinares, barracas y molinos.
Mientras que residencias regias y palacetes se irían transformando en alquerías huertanas de concienzudos labradores.
La ampliación de las murallas en el siglo XIV, dejó fuera del recinto amurallado de la ciudad al poblado de Ruzafa, que con el tiempo se convirtió en uno de los más atractivos en torno a su iglesia de San Valero Obispo Y San Vicente Mártir.
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Topónimo de Ruzafa
Desde tiempos remotos existen indicios del lugar de Ruzafa, si bien este nombre de etimología árabe sobreviene cuando la dominación musulmana en nuestras tierras.
Sin embargo, algunos historiadores, hacen referencia a este lugar ya en los comienzos del siglo IV, en la época de Daciano (procurador en Valencia del emperador Diocleciano), como destino asignado al obispo Valerio de Zaragoza para cumplir el destierro que le imponía la sentencia de tribunal romano, mientras que su diácono Vicente (hoy patrón de nuestra ciudad) era conducido a su martirio.
Lo bien cierto es que desde la Conquista de Valencia, la que fuera mezquita musulmana de aquel poblado se convirtió en la iglesia parroquial de San Valero Obispo y San Vicente Mártir, como así recibe el nombre hasta nuestros días la parroquia ruzafeña.
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La fundación de la Ruzafa de Valencia
A través de las crónicas árabes podemos apreciar como el topónimo “Ruzafa” va trasladándose desde residencias rodeadas de amenos parques en el Islam oriental (Damasco, Bagdad) hasta nuestras tierras de Al-Andalus, concretamente Córdoba, donde a unos 3 kilómetros de la misma.
Abd al-Rahman I (Abderramán I), llamado “el Inmigrado”, mandó construir una finca de recreo con el nombre de “Munyat al-Rusafa” y seguramente por las analogías que esta zona presentaba con la lejana Siria.
En cuanto a la fundación de la Ruzafa de Valencia, consta documentalmente, que se debió al príncipe omeya Abd Allah al-Balansí, hijo de Abd al-Rahman I, el cual había conocido y disfrutado de las extraordinarias características de la residencia cordobesa; datos estos que le serviría poderosamente cuando, por circunstancias de su vida, vendría a establecerse en las inmediaciones del Sureste de la ciudad de Valencia; tras la muerte de su padre y habiéndose insurreccionado Abd al-Allah durante los emiratos de su hermano Hisam I (788-796) y de su sobrino al-Hakam I (796-822), obtuvo de este el que pudiese establecerse en la región levantina, pero con la condición que se comprometiese a no salir de Valencia.
Abd al-Allah mereció, en consecuencia, por los años que ya venía residiendo en nuestra ciudad, el sobrenombre de Al-Balansí “El Valenciano”, y a poco más de 1 kilómetro al sudeste de la muralla construyo su “munya” y, precisamente, con el mismo título que la que había construido su padre en Córdoba, es decir, “La Russafa”.
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Ruzafa, fuente de inspiración de literatos y especialmente de poetas árabes
Los encantos de la Ruzafa mora que fundara Abd al-Allah fueron en boca de literatos y poetas árabes, desde nuestras tierras y desde Al-Andalus hasta Iraq.
Desde estas líneas queremos destacar al poeta por antonomasia del período clásico de nombre Abu-Abd-Al·lah Muhàmnmad ibn Ghàlib al-Russafí “el Ruzafeño”, tema clave en él fue su recuerdo de Valencia y “la Rusafa”, como vergel admirable por sus jardines y por sus huertas.
Así lo vemos en algunos fragmentos de su poesía, afectada por una profunda nostalgia:
“¿Es qué alguien ha pronunciado el nombre de Valencia?
Amigos míos: Deteneos conmigo y hablemos de ella
pues su recuerdo es como el frescor del agua
en las entrañas ardientes.
Deteneos de buen grado y calmad vuestra sed,
pues en ella es seguro que la lluvia ha de venir.
Pedid la lluvia en la Calzada y en la Rusafa;
seguro que la lluvia regará la Rusafa y la Calzada…
Es mi patria, y allí siendo polluelo
se encañonaron de plumas mis alas
y su solar me abrigó como nido…
…Bella como la mejor de una vida que fue dulce
alegre, como lo más hermoso de una juventud que ya pasó,
Valencia es esa esmeralda sobre la que corre un río de perlas.
Es como una novia en la que Dios puso toda la hermosura
y le dio una eterna juventud.
En ella brilla perpetua una luz refulgente
porque el Sol juguetea con el río y la Albufera.”
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Algo que hacen notar algunos historiadores y conviene tener en cuenta es que, mientras tienen un sentido de añoranza melancólica de Ruzafa los versos de al-Rusafi debido a que pasó gran parte de su vida ausente de Valencia, sin embargo los textos de otro gran poeta árabe del siglo XIII, Ibn al-Abbar, destacan por el vigor de su protesta, debido a la añoranza y el dolor por la sinrazón del destierro a causa de los éxitos de Jaime I.
De ahí que Muhámmad ibn al-Abbar, que tan cerca vivió la rendición de Valencia puesto que firmó por parte del Emir su Capitulación ante Jaime I, se expresara así en algunos de sus versos:
“Nadie siente más añoranza que yo
por una vida que pasó entre la Rusafa…
Paraíso en la tierra, de sin igual belleza,
por el cual corren los ríos en todas direcciones…”
Y más adelante, como árabe que vivió la entraña diplomática de la rendición, nos muestra así sus más íntimos sentimientos:
“Oh, jardín de la Rusafa:
yo no quiero más jardín que tú…;
corren allí los arroyos
que afluyen al río, sin cesar,
y al deslizarse creerías que son serpientes
que van a reunirse con la serpiente madre.”
Valencia y su Ruzafa, efectivamente habían penetrado en lo más hondo del alma árabe.
Sería interminable citar tantos y tantos versos de aquellos moradores, poetas y sabios de los dominios de la Media Luna.
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La historia de Ruzafa comienza a cambiar de signo
Es sabido que muchas ciudades árabes en el Islam oriental tuvieron su Ruzafa.
Ahora queremos referirnos aquí a la diversa transcripción que ha tenido el término “Ruzafa”.
Las distintas variedades ortográficas que de la misma aparecen indistintamente, entre ellas podemos encontrarnos con: “Roçafa”, “Rozafa”, en el Llibre del Repartiment.
De igual modo existen modalidades, como son: “Roçaffa” y también “Ruçaffa”.
Cabanilles transcribe en castellano “Ruzafa”, mientras que la ortografía valenciana actual propone “Russafa”, en consecuencia, cuando en páginas siguientes tengamos que hablar de Ruzafa en el tiempo y en la historia hasta nuestros días, utilizaremos el término “Russafa” si el texto está escrito en valenciano, y “Ruzafa” si lo está en castellano.
Hasta ahora hemos visto la importancia que tuvo la fundación llevada a cabo por el príncipe al-Balansí y los elogios que de aquella Ruzafa hicieron los literatos y especialmente los poetas como al-Rusafi o Ibn al-Abbar.
Pero entre tanto, la historia de Ruzafa comenzaría a cambiar de signo.
Una simple referencia al siglo XI nos permite descubrir momentos en los que la Ruzafa mora comienza a ser cristiana.
Como nos dice Ambrosio Huici Miranda (Huarte, 20 de abril de 1.880 – Valencia, 9 de noviembre de 1.973, historiador y arabista español):
“[..]El Cid, al entrar en Valencia, prefirió para su solaz, la famosa almunia de Abd al-Aziz, el nieto de Almanzor, que se llamó el Arrabal de Villanueva, y que ahora la conocemos como los Viveros o Jardines del Real[…]”.
Un poco más adelante el mismo autor nos dirá que:
“[…]En cambio, don Jaime estableció en Ruzafa su campamento y la hizo base de sus ataques a las murallas de la ciudad[…]”.
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Firma de las Capitulaciones con Aben Zayyan y entrada de Jaime I en Valencia
El largo asedio de la ciudad de Valencia había comenzado en abril de 1.238 y la Capitulación tendría lugar el 28 de septiembre de ese mismo año.
Según la documentación que obra en las fuentes de archivo, vemos que una vez sitiada la ciudad del Turia, esta no fue ocupada por medio de las armas por los ejércitos cristianos, sino que se pactaron normas (esto fueron las Capitulaciones) por las que habrían de regirse las relaciones entre ambas comunidades, musulmana y cristiana.
Las Capitulaciones que inspiraron las de Valencia fueron las de Zaragoza y Tortosa.
De los 12 puntos que consta el documento de Capitulación, el primero indica que “los moros que quisiesen quedarse en la ciudad y su término, lo podrían hacer sin ser molestados, pagando un tributo anual al rey, aportando la décima parte de los frutos”, y el segundo punto, dice su texto que “los que quisieran marcharse, lo podrían hacer con toda libertad, dirigiéndose a donde quisiesen y llevando sus enseres”.
De estas Capitulaciones de la Valencia árabe se originaría la distribución ordenada de casas y tierras entre quienes habían tomado parte en la conquista, donaciones, que abreviadas, se registran en el Llibre del Repartiment.
La característica de este repartimiento de Valencia, a diferencia del de otros territorios, es la fragmentación que aquí daría lugar a los minifundios (Un minifundio tiene, por definición, unas dimensiones tan reducidas que impiden al agricultor obtener una producción suficiente para ser comercializada u obtener ingresos monetarios suficientes, obligando al autoabastecimiento y la agricultura de subsistencia).
“Cada dote a percibir por los nuevos pobladores consistió en una casa, un huerto unas pocas yugadas de tierra… Entregó primero las tierras situadas al Norte de la capital (Campanar, Beniferri y Algirós), ampliando luego a Andarella, Malilla, Mislata, Ruzafa, Vilanova y otras.”
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Así fuer originándose y desarrollándose el núcleo primitivo de Ruzafa, que mereció una gran predilección por parte de Jaime I.
Por eso mismo, desde el 26 de abril hasta el 28 de septiembre de 1.238, el monarca aragonés permaneció en la Ruzafa mora, esperando así el oportuno día para realizar su entrada victoriosa en la ciudad.
Y así, el 9 de octubre de 1.238, entró triunfante en Valencia festividad de Sant Donis.
El monarca aragonés, una vez tomada Valencia, se instaló en el antiguo palacio del rey Lobo, llamado así por los cristianos (Muhámmad ibn Mardanix o Ibn Mardanís, Peñíscola, 1.124 o 1.125 – Murcia, 28 de marzo de 1.172) que se hallaba situado en el gran caserón que hoy ocupa el Real Monasterio de la Puridad y de San Jaime, de monjas franciscanas de Santa Clara, en la calle Convento Santa Clara, mientras se acondicionaba el “Rahal” que la aristocracia árabe poseía en la margen izquierda del río Turia, concretamente en los feudos por lo que hoy se extienden los Jardines del Real o Viveros.
En el transcurso del tiempo, la separación considerable que en aquellos lejanos momentos existía entre Ruzafa y el centro de la ciudad, cuyo largo camino sería distinguido en dos grandes secciones, la de la Russafa de dins y la Russafa de fora, se iría poco a poco poblando, hasta que en 1.877 fue absorbido su territorio oficialmente por el municipio de la capital.
Fuentes consultadas:
-
Archivos autores
-
Archivo del Reino de Valencia
-
Archivo Histórico Municipal
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Biblioteca valenciana
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Biblioteca valenciana digital
-
Biblioteca Histórica de la Universidad de Valencia
-
Real Academia de la Historia
-
Archivo de la Diputación provincial de Valencia
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Hemeroteca valenciana
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Wikipedia
-
Valencia Actúa
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Jdiezarnal
-
Arquitectos de Valencia
-
Arquitectos italianos en España
Bibliografía:
Existe mucha y muy variada bibliografía referente a Ruzafa, por tanto, tan solo mencionaremos algunos de ellos:
-
Guía urbana de Valencia. Marqués de Cruïlles.
-
Orígenes del Reino de Valencia. Antonio Ubieto.
-
Autoritarismo monárquico y reacción municipal. Amparo Felipo Orts.
-
Insaculación y élites de poder en la ciudad de Valencia, Amparo Felipo Orts.
-
Evolución histórica de su huerta. Primera parte de 1.238 a 1.390. Ricardo Aparici Izquierdo.
-
Evolución histórica de su huerta. Segunda parte de 1.390 a 1.393. Ricardo Aparici Izquierdo.
-
La evolución histórica de las alquerías de la huerta de Ruzafa. Construidas antes de 1.836. Ricardo Aparici Izquierdo.
-
Historia de la Ciudad. La Valencia Islámica: Paisaje urbano. Carmen Barceló Torres.
-
Ruzafa. La bien plantada. Juan Luis Corbín Ferrer.
-
Memorias de Ruzafa. L., E. y P. Vivó, M. Guillén, J. Carbonell, M. López, R. Artal, F. Veintimilla
-
Llibre del Repartiment de Valencia. Antoni Ferrando i Francés.
-
Regadío y sociedad en la Valencia Medieval. Thomas F. Glik.
-
Jaume I. Crónica o Llibre dels Feits. Ferran Soldevilla.
-
Las Acequias de Francos, Marjales y Extremales de la Ciudad de Valencia. Ferran Lluch Cebrià y Lluís Beltrán Llopis.
-
La Valencia Musulmana. El Tribunal de las Aguas de Valencia. Voro López Verdejo.
Fotografías
-
José Huguet
-
Diez Arnal
-
Ricardo Moreno
-
Valencia Actúa
Imágenes
-
Mapa topográfico de la isla fluvial. José Esteve Forriol (1.978)
-
Ruzafa. La evolución histórica de las alquerías de la huerta de Ruzafa. Construidas antes de 1.836. Ricardo Aparici Izquierdo.
-
Valencia Histórica y Topográfica. Vicente Boix (1.862)
-
Ruzafa la Bien Plantada. Juan Luis Corbín Ferrer