Baños del Almirante

Baños del Almirante

Estilo: Arquitectura mudéjar

Catalogación: Monumento Histórico Artístico en 1944

Localización: Baños del Almirante, 35

Construcción: 1.313 – 1.320

Propietario: Generalitat Valenciana

Baños del Almirante

El caso del Bany del Carreró o del Almirante

Los Baños del Almirante, también conocidos como Baños del Carreró (en valenciano Banys de l’Almirall) es un edificio mudéjar que se sitúa junto al Palacio de los Almirantes de Aragón, en el centro histórico de Valencia.

El baño de Pere Vila-rasa al que Jaime II asigna en 1.320 un distrito de exclusión, no es otro que el conocido edificio de los Baños del Almirante o Bany del Carreró.

El inmueble lo encontramos en la calle que actualmente recibe el mismo nombre en el barrio de la Seu-Xerea.

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Baños del Almirante

Esta calle, caracterizada por un singular requiebro, está situada entre las calles del Milagro y del Palau y a espaldas del llamado Palacio del Almirante, actual sede de la Consellería de Economía, Hacienda y Ocupación.

La coincidencia en el topónimo que muestran ambos inmuebles tiene su origen en el siglo XVII, cuando el propietario del palacio Francesc de Cardona y Ligné recupera en el año 1.623 para su linaje el título de Almirante de Aragón.

A pesar que el Almirante nunca fue poseedor de un baño, el apelativo pasó primero al callejón adyacente a la casa solariega, que en 1.688 ya se denomina Carreró de l’Almirant.

No obstante, a principios del siglo XVIII, el baño se impone a la calle, denominándose Baño del Almirante, mientras que la “callejuela” pasa a llamarse del Baño del Almirante.

Este nombre se pluraliza posteriormente en “Baños”, tomando la forma actual, cuando se introduzca el sistema de bañeras individuales a principios del siglo XIX.

A pesar de haber sido construidos ya en época cristiana, son unos baños similares a los baños de vapor o hammâm típicamente característicos de la arquitectura islámica, por lo que el conjunto debe de enclavarse dentro de la arquitectura mudéjar valenciana.

Fueron construidos en el siglo XIV y fueron utilizados hasta el siglo XX.

Aunque siempre se han considerado como unos baños árabes, recientes investigaciones han demostrado que en realidad son unos baños públicos de época cristiana medieval, concretamente del siglo XIV, ya que existe un documento de 1.313, en el cual el rey de Aragón Jaime II autoriza al caballero Pere de Vilarasa (miembro del Consejo Real) a construir unos baños públicos en terrenos de su propiedad.

En el año 1.991 se presentó la oportunidad de realizar una investigación arqueológica y archivística del edificio, cuyos resultados recogieron una serie de aportaciones novedosas para la historia del edificio y para el escasamente conocido fenómeno del baño público en la Valencia de la época bajomedieval (la investigación arqueológica y documental fue dirigida por Concha Camps (arqueóloga) y Josep Torró).

De este modo, se pudo determinar que su fecha de construcción era posterior a la conquista, concretamente la segunda década del siglo XIV, frente a la opinión tradicional, como ya hemos apuntado, que databa el edificio en época islámica; además se constató el hecho poco habitual y es que el establecimiento balneario tuvo una prolongada vida funcionando como tal hasta 1.959, año de su cierre.

El primer autor que prestó atención al edificio por su valor como monumento “árabe” fue el viajero francés Alexandre Laborde que los visitó a comienzos del siglo XIX.

A Laborde le debemos la primera descripción y unas interesantes láminas grabadas donde refleja la planta, dos secciones, dos perspectivas y tres detalles arquitectónicos.

Los diversos autores que posteriormente se han ocupado de los Baños del Almirante han asignado unánimemente una cronología islámica para su construcción, eso sí, con una variabilidad temporal que abarca desde el siglo XI hasta el siglo XIII, poco antes de la conquista.

Esta atribución cronológica se sustenta en la observación del esquema arquitectónico y en la suposición generalizada de que en época cristiana se continúan utilizando los edificios construidos en el período anterior porque el fenómeno del baño sería marginal, sin contemplar por tanto, una posible apropiación del esquema arquitectónico y funcional del baño de vapor árabe por parte de la sociedad cristiana.

No es extraño pues, que los baños “árabes” que han llegado hasta nuestros días hayan sido magnificados por la historiografía, de tal manera que cualquier referencia, por vaga que fuera, sirviera para ampliar el historial del edificio.

De esta manera se realizaron algunas identificaciones erróneas, identificando el Baño del Almirante con el que el texto del Llibre del Repartiment llama de “Abd al-Malik”, o bien con el Bany d’En Suau que aparece mencionado en los versos de l’Espill de Jaume Roig junto al llamado Bany d’En Sanou.

Baños del Almirante

El Bany del Carreró presenta ciertamente un esquema arquitectónico que responde a una de las variedades del Hammân o baño de vapor.

Consta de una sala de descanso o vestíbulo; tres estancias que corresponden a la zona propiamente húmeda y calurosa del baño; la sala fría, la sala templada y la sala caliente; las letrinas situadas junto a la sala fría, en el extremo oeste; y la sala de la caldera junto a la caliente, en el este, donde, además, se emplazaron los restantes locales de servicio, almacén de combustible y dispositivos para la conducción del agua hasta la caldera.

Las tres salas húmedas presentan planta rectangular y están cubiertas con bóveda de cañón, excepto el tercio central de la sala templada que lo hace mediante una cúpula octogonal apeada sobre trompas (la sala templada es la dependencia más amplia del conjunto de las tres salas húmedas: 9,50 por 3,60 metros. La sala fría y la sala caliente tienen las mismas dimensiones: la longitud oscila entre los 9,50 y 9 metros y la anchura es de 3,15 metros).

Cada una de las salas está dividida en tres espacios mediante arcos apoyados sobre columnas en la parte central y ménsulas de ladrillo de forma tronco-piramidal invertida en los extremos.

La sala caliente se compartimentaba mediante arcos fajones.

Para el mantenimiento de una atmósfera cálida los muros debían ser gruesos y las aperturas mínimas; así, lo muros tienen un ancho que oscila entre 0,73 metros y 0,60 metros.

Los únicos vanos (aberturas para iluminar la estancia) presentes en el edificio son los que corresponden a las puertas que comunicaban las distintas salas entre sí, cuyas dimensiones son 2,15 metros de altura y 0,90 metros de ancho.

El sistema de cierre estaba compuesto por una doble puerta batiente que garantizaba la estanqueidad de cada una de las salas.

La iluminación se consigue a través de los tragaluces abocinados con perfil de estrella de 8 puntas, abiertos tanto en la cúpula como en las bóvedas, y que estarían cerrados en su parte superior por un vidrio (solían usarse tazas de colores) de manera que no dejara salir el vapor, pero sí entrar la luz (la orientación norte-sur que presentan las 3 salas húmedas es intencional, pues de este modo, se aprovechaba completamente el recorrido del Sol consiguiendo un mayor número de horas de luz).

El pavimento era de ladrillos y presentaba medallones en forma de octógono compuestos por un ajedrezado de azulejos losángicos, vidriados unos en verde y otros en blanco, recordando algunos de los apliques ornamentales de las torres mudéjares de Teruel (durante el proceso de excavación se pudo determinar que este pavimento se colocó en el transcurso de una reforma que tuvo lugar en el siglo XV. Sin embargo, no es descartable que los azulejos pertenezcan al pavimento original y fueran posteriormente reutilizados en la nueva solera).

Los paramentos de las estancias presentan un acabado regular de mortero sobre el que se aplicaron numerosas capas de encalado blanco sin ningún tipo de decoración.

La técnica constructiva empleada en los muros es el tapial de mortero de cal reforzado con una elevada proporción de gravas y mampuestos de mediano tamaño.

El ladrillo se reserva para la fábrica de las bóvedas, arcos y jambas que definen los vanos (el término «vano» se utiliza también para referirse a la distancia entre apoyos de un elemento estructural (como techos o bóvedas), y de forma más explícita a ventanas, puertas e intercolumnios. El objetivo elemental es dejar un hueco abierto en un muro para que pase el aire o la luz) de acceso entre las salas.

El uso de la piedra se limita a las columnas de la sala tibia, de la sala fría y el vestíbulo.

Este tipo de construcciones fueron diseñadas para el manejo de agua y calor, por lo que resulta necesario conocer las características del mismo.

En el Bany del Carreró la captación de agua tenía lugar por medio de una noria, y su distribución sería regulada, probablemente, mediante una balsa situada en lo que actualmente es la vivienda marcada con el número 4 de la calle (el documento de compra de los Baños del Almirante por parte de Águeda Tejada en 1.838 señala que se incluye “otra casa frente de la que se acaba de deslindar en donde está situada la noria que da el agua a los baños, leñera y demás).

Desde la balsa el agua llegaría hasta un depósito cercano a la caldera donde tomaría dos caminos; por un lado, el agua fría circulaba por una cañería empotrada en el muro meridional de las 3 salas húmedas, conformada por el ensamblaje de piezas cerámicas o atanores, con una pendiente de dirección este-oeste que permitía la llegada del agua hasta el depósito construido al efecto en la esquina suroeste de la sala fría.

Por otro lado, el agua llegaba hasta la caldera desde donde, a través de un arco de ladrillo, abierto en el muro oriental de la sala caliente, y del que todavía queda un pequeño segmento, permitía un acceso directo de los usuarios al agua caliente con ayuda un pequeño pozal.

En este mismo muro y al norte del arco de la caldera se sitúa una piula para contener también agua caliente.

El agua vertida durante el ejercicio del baño discurría superficialmente siguiendo la inclinación del suelo hasta las letrinas, donde se iniciaba una canalización subterránea de desagüe.

El horno que calentaba y sustentaba la caldera se situaba a un nivel inferior al suelo de las salas húmedas; este horno tenía un doble cometido, calentar, como ya hemos apuntado, el agua que llegaba a la caldera e insuflar aire caliente a una cámara subterránea o hipocausto (Habitación que, en los antiguos baños romanos, se caldeaba por debajo del pavimento) situado por debajo del suelo de la sala caliente (cacau), de este modo, el aire que procedía del horno calentaba el pavimento antes de elevarse y ser expulsado al exterior por los dos pares de chimeneas o tiros empotrados en los muros (escalfadors).

El hipocausto se compone de dos hileras paralelas de 8 pilares cada una y un tabique de ladrillos colocados a soga adosado perimetralmente a los muros.

La forma para apear la solera de la sala sobre los pilares parece ser por aproximación horizontal de hiladas, obteniendo así una falsa bóveda, este sistema, que define el funcionamiento del hammân o baño árabe de vapor, quedaría anulado a finales del siglo XVII mediante la colmatación (se denomina colmatación al fenómeno por el cuál un sistema poroso o filtrante se encuentra obstruido, atascado o adyacente a otro, impidiendo el paso del fluido que podría traspasarlo) deliberada de la galería subterránea con una gran cantidad de escombros.

En definitiva, la descripción arquitectónica y funcional para el Bany del Carreró es idéntica a las formuladas por los estudios de la arquitectura islámica para definir el hammân o baño árabe de vapor, pero una serie de evidencias derivadas de la intervención arqueológica y de la investigación archivística nos sitúan perfectamente la construcción del baño a principios del siglo XIV.

En primer lugar, los conjuntos cerámicos recuperados en los rellenos de zanjas de cimentación de los muros y en las capas de nivelación para asentar el pavimento muestran unas reproducciones adscribibles al primer cuarto del siglo XIV.

Contribuye a reforzar esta cronología el estudio de un lote cerámico aparecido en el relleno de un pozo que fue utilizado y colmatado al construirse sobre la su boca el muro norte del vestíbulo del baño.

El depósito presenta piezas casi completas y un repertorio formal muy homogéneo que sugiere un carácter sincrónico para el relleno de colmatación y nos remite a un contexto fechado, igualmente, en el primer cuarto del siglo XIV.

En segundo lugar, una vez excavados los niveles relacionados con la construcción del edificio, rellenos de nivelación del terreno y trincheras de cimentación, comenzaron a aflorar las estructuras arrasadas para la edificación del baño.

Todos los muros aparecidos pertenecían a época islámica, con cronologías que van desde el siglo X hasta principios del siglo XIII.

Se trataba de muros de tapial de mortero en su parte inferior, uno de los cuales presentaba una jamba de silleros de arenisca, junto a ellos se acumulaban restos de tapial de tierra o de los adobes que habían conformado su alzado.

En tercer lugar, algunos elementos constructivos también contribuyen a confirmar la cronología, por ejemplo, las dimensiones de los ladrillos empleados en la construcción de las bóvedas, arcos, jambas y pilares del hipocausto (28.8 centímetros de largo y 14 centímetros de ancho) con un grosor variable, nos sitúan en la primera mitad del siglo XIV, según han podido constatar los arqueólogos e investigadores, en el estudio de estructuras de la misma cronología aparecidas en otros edificios como el Almudí.

Es interesante, asimismo, señalar la filiación de las columnas de la sala templada, caracterizadas por sus capiteles troncocónicos invertidos, carentes de decoración, separados del estrecho fuste por un sencillo collarino y rematados por un ábaco liso.

Se trata, sencillamente, de capiteles de tradición románica con abundantes paralelos que nos remiten, genéricamente, al último tercio del siglo XIII y a los inicios del XIV.

Cabe destacar entre estos, por su proximidad, las pilastras de la capilla aneja a la iglesia de Sant Joan de l’Hospital.

El análisis tipológico de la planta del baño también encaja en la época señalada.

Rafael Azuar considera que los baños que presentan las 3 salas húmedas en paralelo, “casi sin distinción de tamaño entre estas tres salas”, tienen una cronología posterior al siglo XIII y advierte su correspondencia con el tipo que Manuel Gómez-Moreno calificó de “granadino tardío o avanzado”, caracterizado por la escasa diferenciación de la sala templada central respecto a las laterales.

En el Bany del Carreró las 3 salas húmedas rectangulares, prácticamente de las mismas dimensiones, están adosadas en paralelo, orientadas norte-sur, y se sitúan perpendicularmente al eje mayor del vestíbulo, que se emplaza en el lado norte.

Similar disposición presentan los Baños de Torres-Torres, datados igualmente del siglo XIV.

Los rasgos arquitectónicos del vestíbulo también ofrecen interés para reforzar la cronología propuesta.

La excavación ha permitido conocer la planta original, que concuerda con las figuras reproducidas por Laborde, las cuales permiten completar el conocimiento del alzado, destruido en 1.874.

Básicamente se trata de una construcción de planta regular definida por un peristilo (serie de columnas separadas regularmente que rodean un edifico o un patio interior) o pórtico central soportado por 8 columnas que sostienen 3 arcos en los lados mayores y uno en los menores (durante los trabajos de excavación se recuperó un capitel y una base de una de las columnas del vestíbulo que habían sido empleados como material de relleno en uno de los muros construidos en el siglo XIX).

En los grabados se observa que la sala porticada se corona con una galería de ventas solo en su mitad oeste, pero esta limitación corresponde a una reforma del siglo XVII, y parece probable que la galería ocupase originalmente todo el perímetro superior del peristilo.

En un estudio sobre las salas con linterna central o iluminación cenital en la arquitectura granadina y marroquí, Leopoldo Torres Balbás presenta una serie de ejemplos donde esta solución se adopta para vestíbulos de baños: la sala de las Camas del Palacio de Comares de la Alhambra; el baño del palacio de Dâr al-Arûsa en el Generalife; el baño de Zagora y el hammân al-Mujfîya de Fez, estudiado por Terrase. Todos ellos se datan en el siglo XIV y permiten formular la conclusión que este tipo de estructura en los vestíbulos no se encuentra, a juzgar por los ejemplos conocidos, en ninguno anterior al siglo XIV.

A los argumentos arqueológicos y tipológicos esgrimidos para precisar la fecha de construcción del Bany del Carreró o del Almirante, debemos sumar la constatación documental ya mencionada anteriormente: la licencia para edificar el baño data del 25 de junio de 1.313.

Baños del Almirante

El caso del Bany del Carreró o del Almirante

El “hamman” era un edificio público, de carácter civil, heredero en concepto funcional y constructivo de las termas romanas, si bien el mundo musulmán reduce sus dimensiones y estandariza el tramo de la planta.

Como sus referentes romanos, todo edificio de baños árabes, como es el caso de los Baños del Almirante, posee un vestíbulo de ingreso (“al-bayt al-maslai”), una sala fría (“al-bayt al-barid”), una sala templada (“al-bayt al-wastani”) y una sala caliente (“al-bayt al saiun”).

Estos baños constituyen un ejemplo singular de arte mudéjar en la Comunidad Valenciana y no es uno de los pocos baños en España, sino el único, de estilo árabe o mudéjar que se han mantenido activos ininterrumpidamente desde su fundación hasta el siglo XX.

Durante el siglo XIX se realizó una restauración, dándole un aspecto neo árabe al conjunto.

En 1.944 son declarados monumento histórico-artístico.

En 1.959 los baños cierran definitivamente después de más de seis siglos como baño público.

Entre 1.961 y 1.963 se lleva a cabo un proyecto de restauración destinada a eliminar la transformación neo árabe del siglo XIX.

A partir de 1.963 en su interior se instala un gimnasio.

En 1.985 la Generalitat Valenciana adquiere el edificio.

En 1.993 son declarados Bien de Interés Cultural (B.I.C.) y en 1.999 se acomete un proyecto de rehabilitación.

Las obras se iniciarían en el año 2.001 y será en el año 2.005 cuando se reabren para su visita al público.

Baños del Almirante

El caso del Bany del Carreró o del Almirante

Arquitectura

La entrada actual, que no es la original, está constituida por un arco de herradura que da paso al zaguán de planta rectangular, que fue realizado en la reforma del siglo XIX.

Tras el zaguán se pasa a un vestíbulo de planta rectangular, cubierto con vigas de madera.

En el muro sur de esta sala se abren dos puertas que conducen a la sala fría y a la sala caliente.

En el lado oeste de esta sala se abre una puerta que conduce a una sala trapezoidal cubierta por una bóveda de cañón y por techumbre plana.

El edificio consta de tres cámaras con vueltas: la sala fría, la tibia y la caliente.

La fabricación de sus muros es muy sólida y muy gruesa para resistir la humedad y mantener el calor, sin más aberturas que las de las pequeñas puertas de comunicación entre las distintas salas y unos pequeños tragaluces estrellados abiertos en las vueltas y tapados con vidrios, originalmente, de colores.

Habitualmente a este conjunto, o baño propiamente dicho, se añadía una sala con funciones de vestíbulo o lugar de reposo, además, de los locales de servicio, como la sala de la caldera y el depósito de leña.

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El caso del Bany del Carreró o del Almirante

Los baños del Almirante se componen de las siguientes piezas:

Puerta de entrada: Formada por un arco de herradura de estilo neo-nazarí que accede directamente a un zaguán con muros de azulejería.

Vestíbulo: Esta gran sala de planta rectangular y con cubierta de vigas de madera es la primera a la que se accede una vez atravesada la puerta de entrada y el zaguán. Tenía las funciones de sala de espera y lugar donde la gente se vestía y desvestía para acceder a los baños. Los baños eran para hombres y mujeres, dedicándose unos días para los hombres y otros para las mujeres. Los hombres solían acudir solos a los baños mientras que las mujeres se hacían acompañar por algún familiar. Esta sala está reconstruida de nueva planta. Desde esta sala se accede a la Sala Fría.

Sala fría: En esta sala el usuario recogía el agua fría necesaria para la higiene. Disponía de dos pequeñas habitaciones, una que era utilizada como almacén de los productos necesarios para el baño (jabón, toallas, cubos etc.) y otra dedicada a letrinas, la cual consistía en una caja de madera que vertía directamente a una acequia de agua. Se trata de una sala rectangular en cuyos extremos encontramos una pequeña estancia en cada lado, separadas por una pequeña columna que forma dos arcos de medio punto. En el techo, en la bóveda de cañón, encontramos las aberturas para la entrada de luz en forma de estrellas, hasta un total de diez estrellas. En esta sala hay restos del pavimento original del edificio.

Sala templada: En esta sala se enjabonaban, se limpiaban y se procedía al acicalamiento. En esta sala se mezclaba el agua fría y caliente. Nuevamente la estructura de la sala es rectangular, y a ambos lados dos pequeñas estancias esta vez separadas por dos columnas en cada lado que forman tres arcos de medio punto. También aquí encontramos las aberturas en el techo en forma de estrella antes mencionadas. En esta sala podemos comprobar como las columnas de separación son de distintos materiales, por lo que se aprecia que son materiales reaprovechados de antiguas construcciones y de donde se deduce que el destino de estos baños era para gente humilde. El espacio central se cubre con cúpula octogonal apoyada en trompas, mientras que los laterales lo hacen con bóvedas de cañón con lucernas estrelladas.

Sala caliente: En esta estancia la temperatura era muy alta y en el ambiente se respiraba el vapor, el cual se conseguía tirando agua fría sobre el suelo, ya que por debajo de este existía una galería por la que se hacía circular aire caliente. En la sala encontramos una pila para recoger el agua caliente. Se cubre con bóveda de cañón y seis aberturas estrelladas.

Sala de la Caldera: Como su nombre indica, era el lugar donde se calentaba el agua y por medio de tuberías se canalizaba a la sala de agua caliente. Otra cañería llevaba directamente el agua fría a la sala correspondiente. Un horno de leña aseguraba el caudal de agua caliente necesario.

Las cubiertas: Los techos de las distintas salas estaban cubiertas por bóvedas de cañón, en su techo podemos ver las entradas de luz en forma de estrellas, normalmente estas aberturas estaban cubiertas por piezas de vidrio que solían estar policromadas con colores. Estas piezas de vidrio estaban colocadas de tal manera que permitían la entrada de luz y aire, pero impedía la salida del calor y del vapor.

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El caso del Bany del Carreró o del Almirante

El baño durante la Edad Media era considerado como Real Privilegio, es decir, como renta real y por tanto era arrendado por la monarquía a particulares, o bien, como en Valencia, donado en usufructo durante un tiempo.

Entre los más afamados destacan los Banys de l’Almirall, también llamados d’En Suau, o de Abd-al-Malik en el momento de la toma de la ciudad.

Los baños se fueron cerrando por un decreto de Isabel la Católica.

 

Fuentes consultadas:

Bibliografía

  • La arquitectura del eclecticismo en Valencia: vertientes de la arquitectura valenciana entre 1.875 y 1.925. Benito Goerlich.

  • Nobiliario valenciano. Onofre Ezquerdo

  • Palacios y Casas Nobles de la ciudad de Valencia. Francisco Pérez de los Cobos Gironés.

  • La Valencia desaparecida. Ángel Martínez y Andrés Giménez.

  • Trovas de Mossén Jaume Febrer: que trata de los conquistadores de Valencia. 1.848. Jaume Febrer

  • Arquitectos italianos en España

  • Junta de Murs i Valls. Historia de las obras públicas en la Valencia del Antiguo Régimen, siglos XIV-XVIII. Vicente Melió Uribe (Tesis doctoral)

  • Acequias, saneamiento y trazados urbanos en Valencia. Carles Sanchis Ibor

  • Baños, hornos y pueblas. La Pobla de Vila-rasa y la reordenación urbana de Valencia en el siglo XIV. Concha Camps (arqueóloga) y Josep Torró

  • La construcción de baños públicos en la Valencia feudal: el Baño del Almirante. Concha Camps (arqueóloga) y Josep Torró

  • El hammân musulmán en Al-Andalus en Baños árabes en el País Valenciano. Rafael Azuar Ruiz

  • Salas con linterna central en la arquitectura granadina, Al-Andalus (1.954). Leopoldo Torres Balbás

  • Algunos aspectos del mudejarismo urbano medieval. Leopoldo Torres Balbás

Fotografía

  • Palacios y Casas Nobles de la ciudad de Valencia. Francisco Pérez de los Cobos Gironés.

  • Archivo Histórico Municipal

  • Biblioteca de Etnología

  • Centro Cultural La Beneficencia

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