Almotacén

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Historia de Valencia. Almotacén

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Almotacén o fiel almotacén era la denominación de los inspectores de los mercados y talleres andalusíes cuyo puesto como funcionario público aumentó en responsabilidad y autonomía desde los tiempos del Emirato de Córdoba (siglos VIII al X) hasta que su figura desaparece en el siglo XIX. El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española conserva esa palabra para denominar al empleado público que contrastaba pesas y medidas, y recoge como usos antiguos que también designaba al mayordomo encargado de la hacienda real y, en Marruecos, al funcionario que se encargaba de la vigilancia de los mercados y de señalar cada día el precio de las mercancías.

Etimología y origen

La palabra deriva del árabe hispánico “almuḥtasáb”, y ésta del árabe clásico “muḥŏtasib” («el que gana tantos ante Dios con sus desvelos por la comunidad«).

Era una figura traída de los zocos árabes.

Estaba encargado, bajo las órdenes del zabazoque (palabra de origen árabe-hispano con la que se designaba, entre los siglos IX y XI, al funcionario que regía los mercados locales, en los reinos de Castilla, León y Aragón), de reportar los incumplimientos de las ordenanzas. Sus principales funciones fueron el control de pesos y medidas, la fijación de precios y la limpieza y urbanismo.

Sin embargo este oficio fue adquiriendo las funciones del zabacoque, hasta que el almotacenazgo pasó a ser un puesto voluntario y no remunerado, y fue especializándose hasta incluso requerir en 1.086 ser alfaquí (Sabio o doctor de la ley musulmana) necesitando por ello los conocimientos jurídicos necesarios.

Reinos cristianos

La figura se extiende por los reinos hispano-cristianos con los nombres de almotacén, fiel del rastro o almotacín (mostassà o mostassaf en Cataluña y Valencia); como quienes se encontraban a cargo de la vigilancia y comprobación del ajuste exacto de los pesos y medidas en las transacciones públicas, en especial en los mercados.

Actuaban de oficio o a instancia de cualquiera que considerase que los instrumentos de peso habían sido modificados. También se ocupaban de la comprobación de la moneda: peso y falsificación. Su oficina se llamaba fielato, nombre que también se daba a los puestos de control de entrada y cobro de portazgo que había en las puertas de las ciudades hasta mediados del siglo XX.

Fueron comunes en Al-Ándalus, los reinos de Castilla, Murcia, Aragón y Valencia, y en muchos casos las ordenanzas municipales regulaban su actividad en cada villa. Dadas las diferencias de los pesos y medidas entre los reinos, e incluso entre las diferentes ciudades, debían ser conocedores de las más habituales.

La figura no desparece con tal condición hasta el siglo XIX.

 

Fuentes consultadas:

  • Archivos autores

  • Archivo del Reino de Valencia

  • Archivo Histórico Municipal

  • Biblioteca valenciana

  • Biblioteca Histórica de la Universidad de Valencia

  • Archivo de la Diputación provincial de Valencia

  • Hemeroteca valenciana

  • Wikipedia