El Teatro y el Banco

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El Teatro Principal y el Banco de Valencia

En el año 1.942, los arquitectos Javier Goerlich, Francisco Almenar y Antonio Gómez Davó construyeron la nueva sede del Banco de Valencia, situada en una encrucijada clave de la ciudad: el punto donde la calle de las Barcas se bifurca para convertirse en las calles Pintor Sorolla y Don Juan de Austria.

En la posguerra se dejó sentir el impulso que la familia Villalonga dio al banco.

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Cuando el viejo edificio fue coronado por el rótulo de la Botica se transforma, Valencia siente que en su paisaje ha quedado un testimonio de renovación: el de una ciudad que quiere olvidar los malos tiempos.

Si en la calle de las Barcas se asoman ya varios bancos, entre ellos el banco de España, la llegada del Banco de Valencia hará posible que, unos años después, la zona se haya convertido en el corazón financiero y bancario de Valencia.

El Teatro Principal, imperturbable, todavía habrá de esperar unos años a que el alcalde Adolfo Rincón de Arellano le ensanche la calle Poeta Querol.

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El Banco de Valencia

Año Construcción: 1934 (1.936-1.942)

Situación: c/ Pintor Sorolla 2 y 4

Arquitectos: Javier Goerlich Lleó, Antonio Gómez Davó, Vicente Traver Tomás, Francisco Almenar Quinzá

La construcción de este edificio, el más significativo del neobarroco regionalista valenciano, muestra ejemplarmente el cambio radical que experimenta, tras la Guerra Civil, la arquitectura pública en Valencia.

El barrio en el que se encuentra (donde se ubicó inicialmente el barrio judío y posteriormente el barrio de calafateadores y pescadores) fue finalmente urbanizado hace ahora más de un siglo y en él se construyeron grandiosos edificios (el Teatro Principal, entre otros) que más tarde constituyeron el corazón financiero de la ciudad.

Tras la urbanización, la esquina fue ocupada por un edificio que albergó la farmacia De la Morera.

En 1.931, comenzada la definitiva reforma del centro de la ciudad, el Banco de Valencia compra un estratégico solar donde se habían iniciado obras de acuerdo con un proyecto neobarroco de grandes dimensiones, destinado íntegramente a oficinas y despachos, que los arquitectos J. Goerlich y Cayetano Borso di Carminatti habían redactado en 1.929.

En 1.934, con un ambiente ciudadano más favorable a la arquitectura moderna, J. Goerlich y A. Gómez Davó presentan al nuevo propietario dos nuevas propuestas, la del primero en clave aerodinámica y la del segundo más próxima a los postulados expresionistas del norteamericano Frank Lloyd Wright.

Ninguna de ellas saldría adelante puesto que los promotores querían un edificio monumental de carácter clásico valenciano que equivaliera en el presente y en el porvenir a la Lonja.

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De acuerdo con estos intereses, J. Goerlich, ahora con F. Almenar, firma en 1.935 el proyecto que siete años después sería dado por concluido, tras adaptarse en la década de 1.940 a nuevos intereses estilísticos, retóricos y casticistas, defendidos por los arquitectos responsables de la ejecución de las obras, V. Traver y A. Gómez Davó.

Levantada sobre un solar triangular, se fragmenta verticalmente de manera clásica haciendo recaer su carga simbólica sobre un chaflán coronado con templete.

Se trata de un edificio que muestra una composición clásica de cuerpos, con una base, un cuerpo central y un remate.

Adquiere una imponente presencia con un volumen de diez plantas de altura, siendo característico, a su vez, la solución curva del chaflán.

La base del edificio, de dos plantas de altura, se materializa con un zócalo de gran dimensión sobre el que apoya una serie de columnas clásicas.

Entre ellas aparece el enrejado que ofrece la imagen de protección buscada por el Banco.

El cuerpo central, seis alturas, recoge una distribución específica de la fenestración, con la presencia de miradores esbeltos hacia las calles laterales y una composición en chaflán centrada en el eje de la parcela.

El remate del edificio se concreta mediante retranqueos en las dos últimas plantas y la coronación en templete circular sobre el chaflán.

De esta forma, la imagen de conjunto que ofrece en el chaflán curvo su máxima expresión, con una cascada de motivos perfectamente articulada y graduada en altura, donde la decoración protagoniza la máxima atención.

Ese punto de encuentro entre las calles es el que recoge la mayor profusión en la decoración.

Los materiales que terminan la fachada hablan también de la composición clásica del edificio.

La base de plantas baja y primera presenta la combinación de mármoles de dos colores que combina con una rejería que incluye elementos dorados.

El cuerpo central recoge, sobre una base de ladrillo rojo, elementos decorativos de piedra caliza en combinación con azulejos.

Esa misma piedra es la que protagoniza el cuerpo de remate y el templete de coronación del edificio.

Actualmente es la sede de Caixabank.

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El Teatro Principal

El actual Teatro Principal de Valencia fue proyectado en la segunda mitad del siglo XVIII y recoge claramente el testigo de edificaciones previas que, con ambición dispar, acogieron durante más de dos siglos las representaciones escénicas en la ciudad de Valencia.

Nos referimos a recintos como el Corral de la Olivera, construido en 1.584, reedificado en los años 1.619 y 1.715, y demolido finalmente en 1.750 debido a las acciones emprendidas por el poderoso Arzobispo Andrés Mayoral.

Una década después de estos acontecimientos, las actividades teatrales se reanudaron en Valencia de modo pretendidamente provisional en la Botiga Balda, viejo almacén de grano que asumió funciones escénicas en los períodos 1.761-1.779 y 1.789-1.832.

En el último tercio del siglo XVIII, la ciudad comienza a gestar la idea de la construcción de un nuevo teatro, un gran coliseo acorde con la afición, la tradición y las demandas del público valenciano.

Nos centraremos en los aspectos arquitectónicos y urbanísticos del proceso de diseño y ejecución del nuevo teatro, que más adelante sería bautizado como Teatro Principal.

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Felipe Fontana: El diseño inicial (1.770-1.775)

En el año 1.767 llegó a Valencia una compañía italiana para realizar representaciones de ópera.

Terminado el período concedido para sus representaciones en la ciudad, la compañía intentó prorrogar su estancia ofreciendo a cambio la fabricación en un año y a sus expensas de una casa-teatro de ópera situada en los mismos solares que en otro tiempo ocupó el derribado Corral de la Olivera.

El arquitecto y escenógrafo que trabajaba con esta compañía teatral era Felipe Fontana (1.744 – 1.800), a quien se le encargó elaborar en el año 1.770 los planos de un nuevo coliseo en estilo italiano para estos solares.

El Ayuntamiento de la ciudad compró dichos planos al arquitecto y en junio de 1.771 decidió llevar a cabo su ejecución.

Por su parte el Hospital de Valencia, entidad que desde el año 1.582 ostentaba el monopolio de la gestión de las representaciones escénicas en la ciudad gracias a un privilegio expedido por el Virrey y ratificado por el monarca Felipe II en las Cortes de Monzón, ese mismo año de 1.771 pidió permiso a las autoridades municipales para construir un nuevo espacio teatral en la ciudad.

El acta de nacimiento del hoy llamado Teatro Principal de Valencia podemos fecharla el año 1.774.

Se trataba de un proyecto de extraordinarias dimensiones siguiendo el modelo tipológico de teatro a la italiana, ya ampliamente extendido por Europa a finales del siglo XVIII.

El 9 de noviembre del año 1.775, el rey Carlos III firmó la aprobación del Consejo de la Real Cámara del proyecto de Fontana con el informe favorable del célebre arquitecto Ventura Rodríguez.

Sin embargo, pese a que la geometría en herradura fue una de las más utilizadas en los teatros europeos del siglo XVIII y ha dado forma a algunos de los principales coliseos operísticos del mundo (Scala de Milán en 1.778-, Ópera Garnier de París en 1.875-, Staatsoper de Viena en 1.869), llama la atención que la adoptase Fontana debido a la gran vinculación con su maestro Antonio Galli, uno de los principales defensores de la forma acampanada en las plantas teatrales.

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Cristóbal Sales y Salvador Escrig: El emplazamiento (1.804-1.808)

Una vez aprobados los planos elaborados por Felipe Fontana, las dificultades financieras del Hospital y la grandiosidad del proyecto planteado provocaron el estancamiento del deseado nuevo coliseo durante aproximadamente treinta años.

Entretanto, la Botiga de la Balda, recinto acondicionado para acoger provisionalmente funciones teatrales, presenció períodos de funcionamiento a pleno rendimiento, padeció años de prohibición de sus representaciones y experimentó numerosas intervenciones de mantenimiento y mejora.

El proyecto de Fontana se ubicaba en los terrenos que años atrás había ocupado el Corral de la Olivera, en la actual calle de las Comedias, y el de Sales en “el Cuartel llamado de la Paja y calle de las Barcas”.

La elección del emplazamiento del nuevo teatro constituyó un motivo de constantes escritos cruzados entre la Junta de Gobierno del Hospital y la Junta de Comisión de Arquitectura de la Real Academia.

Para la elección definitiva, los arquitectos del Hospital y académicos de mérito de la Real Academia Cristóbal Sales (1.763-1.833) y Salvador Escrig y Melchor (1.765-junio de 1.833) fueron comisionados en 1.806 por la Junta de Arquitectura de la Academia para elaborar un informe que recogiese el estudio y valoración económica de tres posibles ubicaciones del nuevo coliseo de acuerdo a una nueva reducción de sus dimensiones acordada por dicha Junta.

Los emplazamientos estudiados fueron: el almudín de trigo; la plaza de las Barcas en la confrontación del cementerio de San Andrés; y los terrenos de la Botiga de la Balda, entonces casa de comedias en activo, con anexión de casas y corrales aledaños para obtener el área necesaria.

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Por cuenta propia, Sales y Escrig decidieron incorporar en su informe tres posibles emplazamientos más, valorando las condiciones que ofrecía de cada uno de ellos: la casa del conde del Real con anexión de corrales y casas situados a sus espaldas; la casa de Villena, con anexión de otras casas entre las que figuraban las de Vergara; y los terrenos propuestos por el Hospital: cuartel, casa habitada por el barón de Bonrepós, casa de Orga, casa de Vergara y casa y huerto de Peleguer entre otras propiedades.

El lugar elegido finalmente fue una manzana cuya fachada principal asomaba a la calle de las Barcas, antiguo brazo fluvial del río Turia, y cuya parte posterior lindaba con el cementerio de San Andrés.

Nacerán así las calles Virués y Fidalgo; la primera de ellas tomó su nombre del poeta y dramaturgo valenciano Cristóbal de Virués (1.550-1.614) y continúa lindando lateralmente con el teatro.

La calle Fidalgo adoptó su nombre en homenaje al intendente del ejército Manuel Fidalgo, quien dio un impulso decisivo a la construcción del recinto teatral en 1.830.

Esta calle desapareció en el año 1.963 al ser “absorbida” por la prolongación de la calle del Poeta Querol (actualmente está calle se localiza en el barrio de El Calvari en Campanar).

La edificación más representativa que se demolió para la construcción del teatro fue la llamada Casa de la Ballestería (o Casa de la Cofradía de San jorge) donde tenía su sede la antiquísima Cofradía del Centenar de la Ploma.

Su presencia desde mucho tiempo atrás dio origen a la designación calle de los Ballesteros (dels Ballesters), aún vigente en nuestros días.

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Sales y Escrig: El inicio de las obras (1.808)

El comienzo oficial de las obras del teatro con los referidos arquitectos al frente de las mismas tuvo lugar el 14 de enero del año 1.808 a las 16:00 horas, con el acto de colocación de la primera piedra de la edificación, junto a la que se introdujo una caja de vidrio que contenía entre otras cosas la inscripción siguiente:

La obra de este coliseo cómico se hizo á espensas del real, general, militar y santo hospital de esta ciudad; se puso esta primera piedra el dia 14 de enero de 1808, por mano del señor intendente corregidor de la misma D. Francisco Javier de Aspíroz, caballero pensionado de la real y distinguida Orden de Cárlos III, del Consejo de S. M., su ministro honorario del real y supremo de la guerra, &c.; siendo comisarios de la obra los señores D. Luis Escribá, baron de Beniparrell; D. Mariano Ginart y Toran, regidor perpetuo; D. Ángel Plácido de Casas, D. Vicente Tamarit y D. Luis Oller; y el comisario ordenador D. Juan de Dios Nuevas. Arquitectos directores de la obra los de la santa casa D. Cristóbal Sáles y D. Salvador Escrig, académicos de mérito de la real de san Cárlos, comisionados para la misma á este fin.”

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Pero una vez más, la historia de la escena valenciana iba a tener que sortear nuevas dificultades sobrevenidas por causas ajenas.

Apenas un año después del inicio de las obras, el 28 de enero de 1.809, cuando sólo estaban construidos los muros hasta la altura de los dinteles de las puertas de la platea y aún no había comenzado la ejecución del primer nivel de palcos, se detuvo la obra por el repentino estallido de la Guerra de la Independencia.

A partir de esta fecha, las dificultades económicas del Hospital provocaron que las incipientes obras del nuevo coliseo cayesen en un profundo abandono durante más de veinte años.

Una vez acabada la guerra en el año 1.814, se suscitaron varios intentos de retomar la construcción, pero todos ellos resultaron infructuosos debido no sólo a la falta de fondos para ello, sino sobre todo al hecho de estar en manos del arzobispo de la ciudad la presidencia de la Junta de Gobierno del Hospital, dado que la postura oficial mantenida desde la Iglesia hacia el teatro en esta época era francamente crítica.

Prueba fehaciente del abandono que sufrió la obra durante este período es la constancia que se tiene de la existencia de un reñidero de gallos en el lugar destinado a la platea del teatro por espacio de algunos años, afición esta que se hallaba muy extendida por entonces en la ciudad de Valencia.

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Juan Marzo y Pardo: Construcción e inauguración (1.831-1.832)

El período de olvido de las obras finalizó gracias al impulso del intendente del ejército en la provincia Manuel Fidalgo, que facilitó a la Junta del Hospital el cobro de ciertos créditos que tenía contra la ciudad, a condición de que dichos fondos se destinasen a la finalización de las obras del teatro del Hospital.

Solicitó además y obtuvo de las autoridades pertinentes, permiso para la celebración de bailes de máscaras cuyos beneficios se destinasen igualmente a la construcción del teatro.

Así, en el año 1.831, el arquitecto Juan Marzo y Pardo (1.793 – ¿?) retomó las obras con una nueva reducción considerable del proyecto original tanto en planta como en alzado.

Suprimió el último piso de palcos, la tertulia y el espacio acústico y de almacenaje reservado para el llamado “clavicordio”.

En los escritos sobre la arquitectura valenciana de la primera mitad del siglo XIX ha sido frecuente la confusión entre Juan Marzo y Pardo, y su padre Juan Marzo (1766 – ¿?), ambos arquitectos.

Retomadas las obras del teatro en 1.831, la construcción se desarrolló con gran rapidez y, aunque sin terminar la fachada ni la decoración interior, el nuevo teatro se inauguró el 24 de julio de 1.832 solemnizando el día de Santa Cristina en honor de la reina María Cristina de Borbón-Dos Sicilias (1.806–1.878), cuarta mujer del rey de España Fernando VII con el que había contraído matrimonio el año 1.829.

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La prensa local de la época supo estar a la altura del importante evento, de tal modo que el “Diario de Valencia” del lunes 23 de julio, día previo a la inauguración, dedicó todo su espacio a una oda de marcado carácter épico y grandilocuente, que exaltaba con inmenso orgullo el júbilo de la ciudad de Valencia por la culminación de tan dilatado proceso constructivo.

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Manuel Fornés y Juan Marzo y Pardo: La ampliación del teatro (1.833)

El recién inaugurado recinto escénico registró en sus primeros meses de existencia un enorme éxito de público, debido a lo cual se decidió rápidamente su ampliación.

En enero de 1.833 una comisión de la Junta del Hospital se reunió con Juan Marzo, Manuel Fornés y Franco Calatayud, todos ellos Académicos de San Carlos, y con los también arquitectos José Ariño, Manuel Serrano y Timoteo Calvo, para estudiar las soluciones técnicas posibles para ampliar la sala teatral.

La solución adoptada fue la construcción del cuarto piso del teatro que, formando parte del proyecto inicial de Felipe Fontana, había sido suprimido debido a las sucesivas reducciones presupuestarias acaecidas en el desarrollo de la obra.

La intervención se llevó a cabo en cuaresma de ese mismo año 1.833 y se hizo cargo de la misma nuevamente el arquitecto Juan Marzo y Pardo.

Se elevó lentamente la cubierta existente por medio de sencilla e ingeniosa maquinaria hidráulica, sin desmontarla, al tiempo que se realizaron perimetralmente nuevas hiladas de ladrillo sobre los muros, sistema que supuso todo un alarde técnico para época.

La cubierta se elevó “siete pies y tres pulgadas” (2,21 metros) alcanzando su posición actual en tan solo tres días y medio.

Los Académicos Franco Calatayud y Francisco Ferrer fueron los encargados de inspeccionar el desarrollo de la obra.

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Con la elevación de la cubierta no sólo incrementó el aforo de la sala teatral, sino que además mejoró la estética de la misma al adquirir unas proporciones más acordes con los teatros de ópera europeos, proporciones iniciales que habían sido desvirtuadas cuando se decidió suprimir el último piso proyectado sin modificar las dimensiones de la planta.

El primer plano conservado del Teatro Principal de Valencia data en marzo de 1.833, está firmado por el arquitecto Juan Marzo y Pardo y representa el alzado recayente a la calle Ballesteros.

Esta fachada, en la que se ubicó la zona destinada al taller de pintura, está compuesta de planta baja y dos niveles superiores.

El diseño de Marzo es sobrio y simétrico, sin más ornamento que un resalte perimetral a cada hueco unificado mediante líneas horizontales que marcan los forjados y el zócalo inferior.

Tres puertas materializan los accesos de servicio al recinto y un luneto semicircular sobre la puerta central jerarquiza los huecos, enfatizando el eje de simetría.

Una cornisa superior remata el conjunto insinuando su prolongación en las fachadas laterales.

El aspecto del plano de Marzo es muy similar al que podemos observar hoy día en la parte posterior del edificio, a falta de un sobre elevado añadido en el siglo XX que repite la alineación de los huecos de la fachada original.

Tras esta reforma y ya con cuatro niveles de aforo superpuestos en altura, el interior de la sala teatral del nuevo coliseo de Valencia presentaba en 1.833 una volumetría similar a la actual, a falta de elementos menores para la funcionalidad pero de gran impacto visual en el resultado arquitectónico como la ornamentación pictórica y escultórica.

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Sebastián Monleón: Ornato interior y proyecto de fachada (1.845)

Durante los años siguientes se realizaron en el teatro numerosas y continuas intervenciones de mejora, sin llegar a dar por finalizada la obra.

Desprovisto de fachada, tras una puerta de acceso se accedía a un vestíbulo en obras que daba paso a la sala teatral sin más que retirar una cortina y una mampara.

Un problema constante que tuvo la sala teatral prácticamente desde su inauguración fue la inadmisible presencia de goteras, que motivó intervenciones constantes en la cubierta de manos de arquitectos como Joaquín Cabrera, Timoteo Calvo y Juan de los Mártires.

La intervención de mayor importancia durante este período fue la auspiciada en el año 1.845 por la Junta Municipal de Beneficencia, entidad que presidía el alcalde de la ciudad José Campo.

La reforma corrió a cargo del arquitecto Sebastián Monleón Estellés (1.815-1.878), quien acometió numerosas labores de ornamentación y mejora de las que se hizo eco la prensa local de la época y que fueron descritas en un programa de mano del teatro: se reforzaron los cuchillos de armadura de la cubierta; se sustituyeron las lámparas de aceite y candelabros instalando alumbrado de gas; se adornó el interior de la sala realizando columnas a los lados de la embocadura, se llevó a cabo el trabajo escultórico de cornisas, relieves y capiteles, colocación de papel pintado en palcos, adornos dorados de los frentes de los palcos y pintura general del edificio; se colocó un telón de boca de tejido verde adamascado bordado en oro y se renovó la pintura del cielorraso simulando una cúpula vista en perspectiva haciendo excéntricos el círculo de la base y el de la linterna a modo de trampantojo.

En la importante reforma acometida se debería haber ejecutado por completo también la fachada principal.

Pese a la magnitud de la intervención de reforma que Sebastián Monleón llevó a cabo en el edificio, no se completó la construcción de su fachada principal.

Al año siguiente, en 1.846, hubo un nuevo intento de finalizar las obras de fachada de la mano del arquitecto Joaquín Cabrera Lairache (¿1.799/1.800? – 1.855) pero, por motivos políticos, una vez más la obra quedó inconclusa y el andamiaje permaneció montado en la fachada con la consecuente incomodidad y malestar del público asistente a las representaciones.

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José Zacarías Camaña y Sebastián Monleón: La conclusión (1.853-1.859)

Tras varios años en esta situación, se hizo cargo de la explotación del teatro el empresario Javier Paulino, que se comprometió a acabar con la fachada inconclusa en una única temporada.

Así, tras tantas vicisitudes y más de veinte años de representaciones teatrales en el edificio, será el arquitecto José Zacarías Camaña y Burcet (1.821 – ¿1.876/1.877?) quien ponga punto final a la ejecución de la fachada del teatro en los años 1.853-1.954 siguiendo las trazas de Sebastián Monleón, dentro de un marcado estilo neoclásico tardío.

La ejecución fue rápida y tan siquiera hubo que interrumpir las representaciones.

La fachada principal del teatro es simétrica y se articula en tres niveles horizontales: un nivel de acceso realizado en sillería labrada sobre zócalo de piedra con tres grandes arcos crean un cuerpo central adelantado para enfatizar el acceso del público; un segundo nivel que retoma la alineación vertical de huecos del piso inferior, con cuatro grandes columnas de capitel jónico que unifican la fachada; y un tercer nivel de coronación con una cornisa potente sobre la cual se sitúa una balaustrada corrida interrumpida en el eje de simetría, lugar en el que el escudo del Hospital y el de la Diputación realizados en forja culminan la composición.

La gestión del empresario Javier Paulino fue muy provechosa para el edificio, ya que además de la fachada llevó a cabo una reforma completa de la ornamentación del interior de la sala teatral al frente de la cual estuvo nuevamente el arquitecto Sebastián Monleón: renovó la decoración de la platea y eliminó el cielorraso anterior sustituyéndolo por el que podemos ver actualmente, presidido por un gran florón central rodeado de las nueve musas de las artes pintadas al óleo.

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El ornato se completó con decoración geométrica en relieves dorados, retratos de autores teatrales valencianos, imágenes alegóricas, etc.

En el frente de la embocadura se colocó un reloj dorado sostenido por dos genios y se pintaron medallones con los retratos de Calderón de la Barca y Lope de Vega.

En esta misma intervención comenzaron a sustituirse las lunetas de platea (asientos de madera) por butacas, proceso que finalizó en 1.863.

Entretanto, en diciembre del año 1.853 el arquitecto que había puesto fin a las obras de la fachada del teatro J. Zacarías Camaña, finalizó la construcción de un nuevo recinto escénico en Valencia, el llamado “Teatro Princesa”.

Debido a ello, el teatro del Hospital, que hasta entonces había sido así designado por los valencianos compartiendo ese nombre con el de “Teatro Cómico” o simplemente “Teatro”, pasó a llamarse “Teatro Principal” para no ver aminorada su importancia distinguiéndose así del Teatro Princesa y por ser la edificación teatral en activo de más antigüedad e importancia en la ciudad de Valencia.

El nuevo nombre fue aprobado oficialmente el 31 de octubre de 1.853.

Con las reformas enumeradas, pudo darse por concluido el proceso constructivo del, ahora sí, Teatro Principal de Valencia.

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Ya con fachada, ornato y decoración interior, se llevó a cabo una reinauguración del recinto escénico el 18 de septiembre del año 1.859.

Respecto al aforo de la sala teatral, Luis Lamarca escribió en 1.840 que su capacidad era de 1.871 espectadores, asegurando que los días de gran concurrencia los palcos podían incrementar su aforo acogiendo en total un público superior a 2.000 personas.

Esto no nos debe extrañar, pues encontramos referencias que sitúan la capacidad del teatro en la reapertura de 1.859 en torno a 2.500 localidades.

El notorio desfase entre este aforo y el actual (que oscila entre 836 y 1.226 localidades) es debido sin duda a las condiciones de confort y normativas de seguridad hoy exigibles a todo recinto de espectáculos de pública concurrencia, condiciones que distan mucho de las existentes en los teatros durante el siglo XIX.

 

Fuentes consultadas:

Otras Fuentes

  • Levante

  • Las Provincias

Bibliografía

  • Guía de arquitectura de Valencia

  • Las fábricas de tabacos en España: Proyectos y fundaciones fabriles de la Universal Administración a Tabacalera S.A. (1.731-1.945). Carolina Castañeda López

  • La catalogación del patrimonio arquitectónico de la ciudad de Valencia. María Teresa Broseta Palanca

  • Catálogo Monumental de la Ciudad de Valencia. Felipe Mª Ortiz de Taranco. 1.983.

  • El ornato urbano, la escultura pública en Valencia. Rafael Gil – Carmen Palacios

  • Origen e historia de las calles del centro de Valencia. Volumen I. Juan Luis Corbín-Ferrrer.

  • La arquitectura del eclecticismo en Valencia: vertientes de la arquitectura valenciana entre 1.875 y 1.925. Benito Goerlich.

  • Junta de Murs i Valls. Historia de las obras públicas en la Valencia del Antiguo Régimen, siglos XIV-XVIII. Vicente Melió Uribe (Tesis doctoral)

  • Archivo de arte valenciano. Real Academia de Bellas Artes de San Carlos