Torres de Serranos y Pere Balaguer

Torres de Serranos y Pere Balaguer

El sofisticado simbolismo de Pere Balaguer

Caminando, el visitante, por la calle Serranos puede ver la imponente mole de las Torres de Serranos en la lejanía.

Sin embargo, es conveniente, que siga caminando sin entrar todavía en ellas, atravesando los amplios portones de madera abiertos hoy en día, cruzando el Turia por el amplio puente de piedra llamado Puente de Serranos hasta el otro lado del río.

Así casi flotando sobre la ribera del río, surgen majestuosas ante la mirada de los visitantes que, por primera vez, se acercaban a la ciudad por la ruta principal que conectaba Valencia con Aragón y Cataluña.

Durante la Edad Media las murallas eran el límite pero, sobre todo, eran la identidad misma del espacio urbano.

Y si los muros eran el límite e identidad, las entradas principales de una gran ciudad medieval eran emblema urbano, elemento simbólico del poderío ciudadano que se proyecta a vecinos y forasteros.

El Portal de Serranos ha sido desde su construcción un intencionado emblema de Valencia: bastión defensivo y punto de acceso, pero sobre todo, elemento simbólico del poderío de la gran ciudad mediterránea.

Torres de Serranos y Pere Balaguer

El Portal de Serranos fue diseñado y construido por el maestro cantero Pere Balaguer entre 1.392 y 1.398.

Su familia estaba ya instalada en Valencia en la segunda mitad del siglo XIV, y aunque no se sabe con certeza el lugar, podemos situar su nacimiento alrededor de 1.355.

Se conserva su testamento, dado a conocer el 13 de junio de 1.427, por lo que debió fallecer poco antes de esa fecha.

La trasmisión del conocimiento y la innovación técnica antes de la aparición de la imprenta dependía esencialmente de la movilidad de los maestros de obras.

Conocer una gran construcción directamente o, mejor todavía, trabajar a las órdenes de un famoso maestro, suponía apoderarse  de una experiencia práctica y un saber técnico sobre problemas constructivos reales, que se trasmitía verbalmente.

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De este modo, durante la Baja Edad Media, las grandes construcciones son activos centros de circulación de técnicas e ideas, al favorecer el contacto entre maestros, el intercambio de conocimiento y resolución de problemas prácticos.

La concentración de medios materiales y humanos atraía el talento de los aspirantes a mestre, que entraban en contacto con las tradiciones constructivas de los diferentes lugares en los que trabajaban.

Hay constancia que el 10 de abril de 1.392 se pagó a Pere Balaguer 165 sueldos por haber viajado a diversas partes de Cataluña con la misión de ver otros portales que le pudieran servir de modelo.

La visita a los monasterios catalanes de Poblet y Santes Creus será fundamental en las ideas que Balaguer desarrollará en Valencia.

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La irrupción de la original personalidad de Balaguer en el panorama arquitectónico de la ciudad permitió a las oligarquías locales embarcarse en la realización de obras emblemáticas para ornato de la ciudad.

El Consell, al encomendarle la dirección de la Puerta de Serranos, comprendió la necesidad de un artista excepcional para proyectar la imagen de Valencia en el principal acceso al recinto urbano.

La carrera de Pere Balaguer obtuvo un gran impulso tras la conclusión de la importante obra en Serranos, y fue posiblemente el motivo por el que más tarde culminó su trayectoria siendo nombrado maestro mayor de la Catedral (el cargo más importante al que podía aspirar en la Valencia Medieval) después de trabajar en el Puente de la Trinidad, la capilla Bernat en San Juan del Hospital y Santa Catalina.

Todo el arte de Pere Balaguer está inspirado de un sentido medieval del orden y un deseo de trascender la realidad mediante una lectura simbólica que encuentra en la ideas de Tomás de Aquino, su principal referente.

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El cuadrado es el elemento constructivo básico que emplea Balaguer para el diseño perfectamente modulado de plantas y alzados dentro de una tradición gótica que el “mestre pedrapiquer” conocía perfectamente.

No existen cambios en el diseño durante la construcción de la obra, tal como solía ser habitual en las construcciones medievales: la rápida construcción de las torres explica que el proyecto inicial de la obra se cumpliera sin alteración.

Paradójicamente, la elegancia formal y la sencillez de su diseño (basado en un claro lenguaje gótico) acerca nuestro edificio a las nuevas construcciones renacentistas italianas que estaban llegar.

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Algunos aspectos simbólicos de la construcción son admirables.

El más sobresaliente, sin duda, nos lo ofrece la fachada extramuros.

El total de puntos de apoyo de la barbacana (Una barbacana es una estructura defensiva medieval que servía como soporte al muro de contorno o cualquier torre o fortificación, adelantada y aislada, situada sobre una puerta o puente que era utilizada con propósitos defensivos. Las barbacanas estaban por lo general situadas fuera de la línea principal de defensa y conectadas a los muros de la ciudad por un camino fortificado), es decir, los elementos que “sostienen” la parte superior del edificio son 26; cuatro en forma de pirámide invertida en los extremos exteriores y flanqueando el cuerpo central; y veintidós ménsulas escalonadas (En arquitectura, una ménsula, es cualquier elemento estructural en voladizo. Se puede distinguir entre:

Ménsulas “cortas”: pequeños salientes que sirven de soporte para algún otro elemento, como el arranque de un arco, balcón o cubierta.

Ménsulas “largas” o voladizos: elementos estructurales que por su longitud horizontal funcionan como una viga, es decir, a flexión) con decoración vegetal que se distribuyen ordenadamente sobre los torreones y el paramento central (Un paramento es cada una de las caras de todo elemento constructivo vertical, como paredes o lienzos de muros. En muchas ocasiones se hace referencia al paramento como la superficie de un muro. La cara que mira al exterior del edificio, o superficie, se denomina paramento exterior).

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Los grandes apoyos con forma de pirámide invertida se sitúan como centinelas: dos miraban a las antiguas murallas, y los otros dos quedaban al lado de la puerta de entrada.

Cada uno de ellos tiene 3 personajes, lo que hace un total de 12.

Un número que nos sugiere las 12 horas diurnas, y las 12 horas nocturnas; los 12 meses del año; los 12 signos del Zodiaco que suponen la perfecta división del cielo; las 12 tribus de Israel; los 12 apóstoles que propagaron la fe cristiana, y por supuesto, las 12 puertas que guardan la Jerusalém Celestial.

Otras características simbólicas son más evasivas.

La limpieza realizada a comienzos de nuestro siglo, permitió observar en todas las caras de la fachada extramuros, menos en la zona central, una serie de magníficos sillares de coloración azulada cuya disposición dibuja una cruz. Se encuentran en medio del paramento, a diferente altura, con una disposición simétrica en ambas torres.

Además de una evidente intención decorativa, las cruces debieron tener una motivación simbólica que es todavía objeto de intenso debate.

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Pere Balaguer se inspiró directamente en el Portal Real del Monasterio de Poblet, y en el Portal de San Miguel de la ciudad de Morella, los cuales seguramente visitó durante su viaje a Cataluña en 1.392.

Probablemente tuvo conocimiento indirecto de otras puertas que influirían en su obra, como la Porta Soprana de Génova.

En todo caso, las dos torres de planta poligonal ligeramente avanzadas y unidas a un cuerpo central sitúan al Portal de Serranos en la tradición del gótico meridional tal como puede ser observado en Castel del Monte, construido en Apulia (Italia) por Federico II entre los años 1.240 y 1.250.

Flavio Vegecio Renato, por ejemplo, afirmaba que las torres debían siempre sobresalir de los muros para hacer más difícil el asalto, y que debían construirse en forma circular o poligonal, por ser las cuadradas menos adecuadas.

La planta poligonal de las Torres de Serranos, por tanto, permitía sustituir los ángulos rectos, más vulnerables a los proyectiles y al ariete.

La parte superior destaca por la gran barbacana, sobresaliendo del cuerpo principal, que se dispone como una galería continua para facilitar la circulación entre las dos torres y el cuerpo principal.

Aunque no se ha conservado ninguna documentación al respecto, es casi seguro que Pere Balaguer presentó a los magistrados locales su proyecto en una maqueta tridimensional, o al menos, en dibujos que mostrarían el alzado y la planta tal como se conoce que se hizo en otros edificios medievales de la Baja Edad Media, como la catedral de Reims (1.240-1.260), cuyos dibujos son los más antiguos que se han conservado.

Torres de Serranos y Pere Balaguer

Desde el otro lado de la ribera del Turia, es el lugar adecuado para entender la principal originalidad de la obra: sus monumentales dimensiones que convierten la construcción militar en un magnífico arco triunfal de tradición clásica.

Esta sensación de monumentalidad era realzada por la presencia en el remate de las almenas de florones de piedra en forma de corona, evocando de esta manera el título de ciudad real y los privilegios reconocidos por Pedro IV.

Desgraciadamente, durante el uso de las Torres como prisión entre 1.586 y 1.883 las coronas fueron retiradas; quizá en 1.775 cuando la barbacana fue derruida porque amenazaba desplomarse.

Desde 1.893 y hasta bien entrado el siglo XX se completaron los trabajos de restauración, bajo la dirección de José Aixa, que intentaron devolver al monumento su esplendor original.

Se cegaron las ventanas abiertas en la fachada norte, se demolieron los edificios de guardia, se construyó la gran escalera exterior, se recuperó la barbacana y se erigieron nuevas almenas, esta vez sin coronas.

Torres de Serranos y Pere Balaguer

Los muros fueron construidos con dos caras externas de sillares calizos con una anchura de unos 25 centímetros asentados con mortero, rellenados en el intermedio con hormigón de cal.

La uniformidad de los sillares añade una especial belleza y armonía al conjunto. Cada uno de ellos está cortado regularmente y todos se disponen con un aparejo cuidadoso; las enormes dovelas (La dovela, en arquitectura e ingeniería civil, es un elemento constructivo que conforma un arco y que puede ser de diferentes materiales, como ladrillo o piedra. Actualmente se elaboran en hormigón armado o pretensado. En arquitectura clásica, la dovela es una pieza, normalmente de piedra, en forma de cuña que componen el arco o la bóveda y se caracterizan por su disposición radial. La dovela del centro, que cierra el arco, se llama clave) que forman un arco de medio punto central levemente apuntado siguiendo un despiece radial perfecto.

Las mejores canteras del Reino fueron utilizadas para extraer materia prima: Rocafort, Almaguer en Alginet y, especialmente Bellaguarda en Benidorm.

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Con esta última piedra caliza que llegaba a Valencia por mar, los picapedreros realizaron los sillares que podemos observar en las Torres de Serranos.

Los bloques eran desbastados y pulidos a pie de obra con la bujarda (martillo de dos bocas cuadradas cubiertas de dientes), la escoda (Martillo de corte en ambos lados), el cincel y el puntero.

Todavía es posible observar las marcas del cantero que dejaron sobre la piedra.

Seguramente la mayoría de ellas servían como distintivo del taller o cantero que permitía la identificación del trabajo realizado para su posterior retribución; otro grupo más reducido indicaría la correcta situación del sillar en el muro o algún detalle técnico de la construcción.

Se han localizado unas 3.000 marcas, sobre todo en la fachada norte, que están agrupadas en 77 tipos diferentes; 56 tipos suman casi el 50% del total.

Localizadas a ambos lados del acceso, en la parte inferior, podemos ver grandes bloques de roca carbonatada de color azul oscuro y rosa pálido de grandes dimensiones que difieren mucho de los sillares que están en su entorno.

El mayor de ellos (en el lado izquierdo), de un bellísimo color azul zafiro, tiene una longitud cercana a un metro y medio.

Son posiblemente bloques reutilizados de otros edificios que fueron emplazados en el zócalo del portal debido a su calidad cromática y capacidad decorativa.

Sin embargo, su posible procedencia de una construcción romana anterior les puede añadir un valor simbólico que no pasaría desapercibido para los habitantes de la ciudad.

Torres de Serranos y Pere Balaguer

La puerta monumental de entrada a la urbe no solo remitiría a modelos constructivos romanos al querer recordar a un gran arco de triunfo clásico, sino que estaba asentada en sillares recuperados de los venerables edificios de la Valencia romana.

Gracias a algunos sondeos arqueológicos y al estudio por geo-radar efectuado en el año 2.001, conocemos muy bien como fue el proceso de construcción.

En primer lugar, se realizó una preparación inicial del terreno con nivelación del espacio sobre el que se construiría el edificio; este punto queda 8 metros por debajo del actual pavimento de las naves inferiores.

Posteriormente se consolidó el terreno con una capa de tierra y cal sobre la que se colocaron más capas de cantos rodados y cal hasta llegar a una cota de 6 metros y veinte centímetros sobre el pavimento.

En este punto (en el que comienza la cimentación propiamente dicha de las torres), se situaron tres hiladas de sillares de unos 80 centímetros de altura rellenando el espacio intermedio con tierra y cantos rodados alternativamente.

A partir de los 5 metros y 35 centímetros se comenzó a construir la escarpa (Plano inclinado que forma la muralla de una fortificación) con grandes sillares de 30 centímetros de altura, siendo talladas las caras externas con una inclinación de 53 grados y rellenando el espacio interior con tierras y gravas.

Finalmente, desde una cota de un metro y veinte centímetros se efectuó una preparación con hormigón de cal y grandes cantos sobre la que está colocado actualmente un pavimento de losas de 10 centímetros de grosor.

La construcción comenzó en el cuerpo central hasta el arranque del gran arco de entrada; en ese momento comenzó a erigirse la torre de levante, y posteriormente la de poniente.

Torres de Serranos y Pere Balaguer

Los libros de obra, conservados en el Archivo Histórico Municipal nos permiten admirar en Balaguer un eficaz y versátil maestro capaz, en el plaza d apenas 7 años, terminar la labor encomendada, siendo responsable de todas las  fases del proceso constructivo: localizar las canteras adecuadas, preparar la extracción de piedra y las primeras labores de tallado, asegurar el transporte hasta la obra, organizar los diferentes grupos de trabajadores que intervendrán, determinar los salarios con el dinero disponible dentro de los usos y costumbres de los diferentes operarios, mantener el ritmo de la construcción durante los duros meses de invierno, diseñar el programa decorativo escogiendo luego a los artesanos más hábiles para realizar la talla de las esculturas que adornan el exterior y el interior y, quizá la tarea más ardua de todas, ser un hábil negociador que contentara a los exigentes magistrados municipales que habían encargado la obra.

Las autoridades locales debieron quedar muy satisfechas porque solo unos pocos meses después de recibir en agosto de 1.399 una petición de Balaguer (tras el fin de las obras), se le concedió la notable gratificación de 4.400 sueldos, según dejan consignado por escrito.

Torres de Serranos y Pere Balaguer

A Pere Balaguer debe atribuirse, al menos en su concepción original, el programa decorativo de las Torres de Serranos, así como la dirección de las labores escultóricas, que se centraron en la gran tracería gótica (En arquitectura, tracería, es un elemento decorativo en piedra y también a veces en madera, formado por combinaciones de figuras geométricas. En la arquitectura gótica, primitivamente, la tracería se encuentra aplicada a coronar ventana y arcos, posteriormente se amplía su utilización para articular y decorar rosetones, bóvedas, gabletes y pináculos o a cubrir superficies murales planas como la del coro) en el patio central; los elementos de los puntos de apoyo de la barbacana; la delgada línea conocida como imposta que recorre el edificio de lado a lado; los escudos situados sobre el arco de entrada; las ménsulas interiores en el arranque de los nervios de las bóvedas, y las cuatro gárgolas que adornan las grandes tribunas en la parte posterior.

La mayoría de elementos escultóricos, sin embargo, son copias (basadas en los modelos originales) realizadas entre 1.893 y 1.901.

La intervención decimonónica, en su intento de restituir el edificio a su esplendor medieval, eliminó la mayoría de los maltrechos detalles decorativos (esculpidos en un tipo de piedra caliza que no había resistido bien los embates del tiempo) observándose importantes diferencias en la calidad de la talla según las piezas repuestas.

Tal como podemos admirar antes de traspasar el paso central, la gran tracería ciega por encima de la puerta de entrada es el rasgo distintivo de la decoración: tallada con labore de filigrana, en el detalle de su finísima labra, revela la sensibilidad tardo-gótica valenciana por la riqueza ornamental; enmarcada entre dos esbeltos pináculos (Un pináculo es un elemento arquitectónico constructivo y decorativo que se utilizaba en la arquitectura gótica. Posee forma de pilar rematado en su parte superior con una figura piramidal o cónica. Solían realizarse en piedra, aunque también los hay de plomo. Su uso da sensación de mayor altura al edificio y estiliza su imagen, pero también tiene una función estructural, la de estabilizar las fuerzas oblicuas de los arbotantes, utilizando su peso para centrar la fuerza vertical en los contrafuertes y contrarrestar los empujes laterales que podían ocasionar la combadura de las fábricas resistentes), las curvas del tallado de la piedra forman contrastes curvilíneos, creando sorprendentes efectos claroscuros.

Torres de Serranos y Pere Balaguer

La intrincada trama formada por arcos apuntados y conopiales superpuestos entre si le da una apariencia textil y vaporosa, que pretende imitar las ricas telas con las que se engalanaban los edificios públicos en las grandes fiestas, efecto realzado por el hecho de haber estado pintada originalmente a la almagra (La almagra, llamada también ocre rojo, es una arcilla roja que se ha hallado en muchos sitios arqueológicos neolíticos en España, en particular en Andalucía, donde se desarrolló también el oficio de la alfarería, con estilos muy variados según el taller y los artesanos que lo gestionaban), lo cual le confería un tono delicadamente rojizo.

Fuentes consultadas:

Bibliografía

Existe mucha y muy variada bibliografía referente a las Torres de Serranos y de Quart de diversos autores, todos ellos de probada solvencia, pero tan solo mencionaremos, por cuestiones de espacio algunos de ellos:

  • Almela y Vives, Francesc. Pere Balaguer y las Torres de Serranos.

  • Badía, A. y Pascual, J. Las murallas árabes de Valencia.

  • Ayuntamiento de Valencia. Las Torres de Serranos y de Quart. La ciudad amurallada de Valencia.

  • Cervera Arias, Francisco y Mileto, Camilla. Las Torres de Serranos. Historia y restauración.

  • Lerma Alegria, J.V. La ampliación de la muralla y el nuevo recinto urbano.

  • López Cavero, Javier. “Torres de Serranos”. Guía de Museos y Monumentos Municipales.

  • VVAA. El plano de Valencia de Tomás Vicente Tosca.

  • Ferreres Carbonell, José. Cárceles Torres de Serranos. 1.880.

  • Blázquez Izquierdo, Carmen. Historia de una restauración. La Puerta de Serranos.

  • López Cavero, Javier. “Torres de Quart”. Guía de Museos y Monumentos Municipales.

Fotografía

  • Joaquín Bérchez.

  • Mayte Piera.

  • Ricardo Moreno.

  • @valenciaactúa

  • Diversos archivos.

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