Torres de Quart o de Cuarte Descripción

Torres de Quart o de Cuarte Descripción

Observando el exterior del gran recinto amurallado que se extendía por ambos lados de las Torres de Quart, una vez atravesado el pequeño puente que vadeaba el foso, así debemos ubicarnos mentalmente ahora, mientras hemos llegado a los pies del monumento.

En la parte central, bajo una sencilla imposta (casi el único elemento decorativo que tiene la fachada) se sitúa la puerta de acceso formada por un gran arco de medio punto adovelado.

Sobre el portal se encontraba una representación del Ángel Custodio de la Valencia, desaparecido en los siglos posteriores.

La recuperación del culto a los ángeles como espíritus protectores había sido una de las ideas más repetidas por Francesc Eiximenis, cuya influencia intelectual sobre Valencia sería notable durante todo el siglo XV; más prosaicamente, situado durante la restauración  del siglo XX, en la actualidad podemos ver en el centro un escudo real tallado en piedra ocupando su lugar.

El modelo copia el realizado por José Aixa en Serranos.

A ambos lados de este, sendos escudos de la ciudad coronados, que remiten en su tipología al famoso timbre situado en la esquina de la Lonja con la calle Pere Compte.

Por diferentes fuentes de época medieval sabemos que la puerta tenía un gran retablo, como era normal en todas las puertas de la ciudad, del que nada se ha conservado.

Torres de Quart o de Cuarte Descripción

En el lado derecho podemos observar una lápida conmemorativa de mármol, colocada por la sociedad Lo Rat Penat en 1.908 para recordar la victoria valenciana durante el ataque francés a Quart.

Als héroes/de la guerra de la independencia/defensors de la Ciutat/y de estes torres/En XXVIII de juny de MDCCCVIII/Lo Rat Penat/Per a record, en lo primer centenari”.

Por encima de esta, otra placa de mármol blanco remite a una similar en las Torres de Serranos, que seguramente fue colocada en el mismo momento:

Ciudad de Valencia/Capital de Provincia/Puerta de Cuarte”, así reza.

En el otro lado existía una placa en bronce, hoy desaparecida, que conmemoraba la iniciación de las obras del Portal.

Al igual que Serranos, se sabe que el Portal de Quart debió estar originalmente recubierto de una bella capa de pintura.

Esta información pudo ser confirmada durante el exhaustivo proceso de limpieza realizado en 2.007 cuando se localizaron restos de policromía tanto en el exterior como en el interior del monumento.

En los sillares de la parte central del portal y en los que rematan las esquinas de las torres se hallaron restos de pintura de un color rojizo similar al encontrado en las Torres de Serranos.

Es significativo que estas huellas no estén en ninguno de los sillares del matacán, el cual sabemos que fue reconstruido a comienzos del siglo XIX.

En el exterior del lienzo de las dos torres se detectaron dos tipos de mortero policromados.

El primero es cronológicamente anterior y ha sido localizado únicamente en apenas el 1% de la superficie total, allí donde el deterioro del segundo tipo era más importante, por lo que este fue aplicado superpuesto al primero en toda la fachada extramuros.

Nos encontramos, por tanto, con tratamientos cromáticos diferenciados, correspondientes a dos momentos cronológicos sucesivos, siendo el primero seguramente el que recubrió inicialmente la construcción en el siglo XV.

El análisis cromático determinó que se trataba de un color tierra consistente en una mezcla de tonos amarillos y, en menor proporción, rojos.

También en el interior se encontraron, al eliminar parte de los añadidos modernos, restos del revestimiento original con características muy similares al que cubrió el exterior.

Por lo tanto, se confirmó plenamente que las Torres de Quart estuvieron recubiertas por una capa pictórica de yeso y tierras naturales ricas en óxido de hierro, aplicada sobre la piedra y sobre los muros de hormigón de cal con un característico tono rojizo.

Torres de Quart o de Cuarte Descripción

Nuestra primera visión al cruzar el arco abovedado es la buhedera (Antiguamente, en algunas construcciones militares, hueco practicado en el techo o en la  bóveda de la puerta principal y otras puertas para defender ese paso desde arriba), el gran vano central que servía para defender desde arriba el acceso a la puerta.

Al igual que en Serranos, tiene forma de un balcón interior entre la planta baja y la planta primera de la tribuna central, lo que nos permite una primera mirada indiscreta a la delicada bóveda aristada del primer piso.

Las cuatro trompas cónicas que sostienen la buhedera posibilitan la transición desde la forma rectangular de la planta inferior a la obertura octogonal en el primer piso y son también un inteligente instrumento que permite trasmitir las cargas.

La particularidad de estas trompas se debe a que se disponen en un espacio en esviaje (Oblicuidad o inclinación de un muro o del eje de una bóveda respecto al frente de la obra de que forman parte) con la complejidad técnica que ello supone.

En los laterales podemos ver hendiduras verticales que servían de guía para deslizar el rastrillo.

Algo más adelante, entre el hueco central y el arco de medio punto intramuros, atravesamos un pequeño espacio cubierto con una bóveda de arista, que a simple vista nos puede parecer similar, aunque más reducida, a la bóveda aristada de la tribuna central.

El espacio que cubre la bóveda de arista de la planta baja está también en esviaje formando una planta romboidal.

La bóveda se crea a partir de dos cañones rebajados que tienen dimensiones diferentes, siendo un auténtico prodigio técnico.

La creación de esta bóveda de piedra tallada planteaba serios problemas geométricos y constructivos al tener que resolver la labra de amplias superficies curvas sin poder ayudarse de los nervios, que son sustituidos por las características aristas en el encuentro de los plementos (Una plementería es el conjunto de paños de piedras o dovelas, plementos, que, a modo de cerramiento, cubren el espacio entre los nervios de una bóveda nervada, como una bóveda de crucería. Cada uno de los paños se denomina plemento).

Años más tarde, Francesc Baldomar repetirá este modelo en la sacristía de la capilla del Convento de Santo Domingo.

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En la plaza de Santa Úrsula aparece ante nuestra mirada la fachada intramuros.

Serranos fue tomado aquí como modelo, siendo la disposición muy similar.

Dos cuerpos laterales situados al norte y al sur (formados por torres propiamente dichas) con tres niveles y terrazas superiores; y una parte central con dos niveles y azotea.

En el nivel inferior, las naves laterales abovedadas quedan cerradas al exterior; mientras en el centro se sitúa el acceso principal con un arco de medio punto intramuros.

Los dos niveles superiores están formados por cinco grandes espacios abovedados abiertos a la ciudad a modo de enormes tribunas mediante arcadas ojivales.

El acceso a la primera planta se realiza mediante una escalera erigida en los años 70 por Emilio Rieta.

El arquitecto municipal tomó como modelo la gran escalera señorial de Serranos, reutilizando en su construcción sillares procedentes del palacio de los condes de Parcent, derribado en 1.960.

Una vez atravesado el arco de entrada neogótico situado en el tramo superior de la escalera, entramos en la primera planta de la torre sur; esta sala está cubierta con una sencilla bóveda de medio cañón apuntado con plementaría de ladrillo apoyada en tres arcos fajones (El arco fajón es un elemento estructural que forma parte de la bóveda de cañón y sirve para reforzarla. Es parecido a un costillar que faja dicha bóveda fortaleciéndola. Este tipo de arcos va empotrado en la estructura y su orientación es transversal al eje de la misma; de este modo queda dividida en tramos) de piedra lisos que descansan sobre sencillas ménsulas (En arquitectura, una ménsula, palabra proveniente del latín ménsula, mesa pequeña, es cualquier elemento estructural en voladizo. Se puede distinguir entre:

Ménsulas “cortas”: pequeños salientes que sirven de soporte para algún otro elemento, como el arranque de un arco, balcón o cubierta.

Ménsulas “largas” o voladizos: elementos estructurales que por su longitud horizontal funcionan como una viga, es decir, a flexión).

Muy posiblemente estas plementarías estarían cubiertas con un revoque de yeso, sobre el que se dibujaron elementos decorativos que desconocemos.

Este sistema constructivo se repite en las cuatro salas que forman los dos pisos superiores en ambas torres.

El uso de plementarías de ladrillo a rosca siguiendo hiladas desiguales unidas por argamasa de cal para cubrir estos espacios, permitió una edificación rápida y barata.

El sistema era perfecto para una construcción defensiva de estas características, al permitir una mayor elasticidad que disminuía los empujes y absorbía mejor los movimientos.

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La tribuna central, que podemos otear desde el gran hueco inferior, se abre ante nosotros de forma majestuosa en el primer piso.

Nos encontramos en el lugar más importante de este edificio.

En el corazón del corazón de esta impresionante construcción cuatrocentista.

Durante el siglo XV se desarrolla en Valencia un nuevo arte del corte de la piedra basado en un conocimiento matemático del espacio que permitirá la creación de nuevas formas de cubrir las estancias interiores.

La nueva estereotomía (La estereotomía es una rama de la cantería que estudia el modo en que pueden tallarse, partirse y aprovecharse las rocas extraídas de la cantera con arreglo a su colocación específica en obras de arquitectura e ingeniería; la R.A.E. la define como Arte de cortar piedras y maderas. La mayoría de las publicaciones sobre estereotomía se refieren a la piedra, pero también existe la estereotomía de la madera, que trata del diseño y colocación de las piezas en sistemas constructivos de madera) se aplica ahora a las tres dimensiones del espacio, superando la estereotomía clásica que utilizaba solamente una geometría plana para acomodar las dovelas de las nervaduras.

Las bóvedas de aristas, las bóvedas aristadas y, a otro nivel, las trompas de esviaje (En arquitectura, se llama trompa a una bóveda semicónica de intersección que vuela fuera del muro y está en oblicuo con respecto a su línea. Se trata de un sistema constructivo que permite superponer dos estructuras de diferente trazado geométrico, como el de una bóveda octogonal o esférica sobre una base cuadrada o para achaflanar una esquina) y los caracoles de ojo abierto (todos ellos representados en la Torres de Quart) son las creaciones más importantes de este cambio técnico.

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Las obras que inician esta nueva forma de entender el corte de la piedra fueron construidas mayoritariamente en Valencia, y remiten siempre a un creador excepcional: Francesc Baldomar. Este será el iniciador de una nueva escuela valenciana de cantería, continuada entre otros, por Pere Compte.

La técnica practicada por Baldomar tendrá un impacto enorme en los espacios arquitectónicos construidos en la ciudad de Valencia durante la segunda mitad del siglo XV: la Capilla Real del Convento de Santo Domingo, en las obras de ampliación de la Catedral, y por supuesto, en la Lonja de los Mercaderes, lugares que muestran novedosas aplicaciones geométricas en el trazado de sus soportes, arcos, bóvedas y escaleras, sin precedentes conocidos en ningún otro lugar.

La “belleza que encandila la razón” en la bóveda aristada de Baldomar reside el empleo de piedras talladas para formar las plemetarías; creando la unión de os espacios curvos de bellas aristas que configuran el espacio sobre nuestra cabeza.

El conjunto total está constituido por 16 plementos curvos creados por piezas romboidales de piedra tallada que forman los 19 suaves bordes que vemos en ellas. En cada lado podemos observar tras jarjamentos (El Jarjamento, denominado también como jarja, y a veces como enjarje, en arquitectura es el arranque de un arco o bóveda. Es el lugar donde se ligan las molduras de los pilares con las de los arcos; son de labra delicada y difícil, porque este enlace debe quedar limpio y airoso. Cuando su montaje es correcto apenas se distingue el comienzo de la bóveda, generalmente bóvedas de crucería, y el comienzo del pilar) que nacen de los muros; distribuyéndose 4 en las esquinas y 2 en posición intermedia.

Torres de Quart o de Cuarte Descripción

La bóveda se divide en 3 arcos perpiñados (El arco perpiaño es un tipo de arco estructural que se suele emplear en ciertas bóvedas como concentración de empujes. Mientras que el arco toral, que es de medio punto, realiza las mismas funciones estructurales en las bóvedas de medio cañón, el perpiaño es generalmente un arco apuntado. El arco perpiaño se apareja junto con la fábrica de la bóveda. Se encuentran resaltados a manera de cinchos en la parte interior del cañón de una nave. Es muy empleada en las bóvedas de arista de la arquitectura gótica), desde el interior hasta el exterior de la sala, que dividen las bóvedas en 2 tramos.

En cada tramo se localizan 2 arcos forneros (El arco formero es un elemento arquitectónico curvo, arco, que discurre paralelo al eje longitudinal de la nave; su función es sostener los muros superiores de separación entre las naves de una estructura. Si el edificio es de una sola nave, los arcos formeros irán empotrados en el muro, es decir, serán arcos ciegos. Los arcos formeros van de pilar a pilar coincidiendo con los tramos de la bóveda) en los laterales y 2 arcos cruceros en las diagonales.

Aunque esta bóveda suele ser erróneamente definida como “de arista”, la diferencia constructiva es muy importante.

La bóveda de arista (tal y como puede observarse en la planta baja) se crea mediante la intersección de las bóvedas de cañón formadas por la prolongación de los arcos de medio punto, siendo las aristas resultado de esa intersección.

Las bóvedas aristadas, sin embargo, son aquellas que se ordenan a partir de una serie de bordes que han sustituido el lugar y la función de los nervios en las bóvedas de crucería. Por tanto, al igual que ocurría con los nervios y la plementaría  de una bóveda de crucería, primero deben definirse las aristas y posteriormente las superficies curvas cuyos bordes se adaptan a ellas.

Al no disponer de nervios se hace necesario resolver previamente estas intersecciones, y es necesario, por lo tanto, un control total sobre la geometría del espacio.

Francesc Baldomar fue un consumado maestro en este arte.

Es muy probable que para trazar las aristas utilizara una regla a modo de compás, tal y como parece indicar la documentación histórica que conservamos de otras bóvedas aristadas realizadas por el maestro de obras.

Como anécdota, y para evidenciar el reto que este tipo de cubiertas suponía para sus constructores, queremos hacer notar, que durante el proceso de limpieza del 2.007 aparecieron algunos vicios de montea (Arte y técnica de cortar piedras, madera o metales para su aplicación en la construcción), es decir, en la unión de las piedras, que fueron disimulados durante la construcción aplicando una capa de yeso sobre la que se pintó una simulación de la textura de la piedra.

Esta bóveda presenta un interés excepcional en la historia de la arquitectura valenciana, pues constituyó un banco de pruebas para Baldomar.

En ella adelanta soluciones técnicas que utilizará en su gran obra maestra (una de las construcciones más sorprendentes de la arquitectura europea del siglo XV), la gran bóveda aristada de la Capilla Real del Convento de Santo Domingo.

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En el primer piso podemos ver sendas puertas que comunicaban la fortaleza con la muralla antes de su demolición.

La puerta de la torre sur ha quedado colgada de la fachada lateral, exactamente en la línea donde la cerca fue derruida.

La puerta de la torre norte, sin embargo, se abre hacia el único tramo de la muralla bajomedieval todavía en pie. Son apenas unos 20 metros de lienzo que sobrevivieron al estar integrados en la antigua cárcel, de la que formaban un lado del patio de recreo ubicado sobre el actual jardín exterior.

Al igual que las Torres de Serranos, unas estrechas escaleras adosadas al muro nos llevan a la segunda planta.

Las escalinatas terminan en unas garitas rectangulares con tejado de piedra que les sirven de protección.

Aquí encontramos la gran terraza central, que comunica con las dos torres cubiertas mediante bóvedas de medio cañón apuntado.

De manera sorprendente, que nos permite admirar la técnica constructiva empleada en el edificio, la restauración de 2.007 ha sacado a la luz en la sala de la torre sur un inmenso mechinal que sirvió para situar una de las grandes vigas de madera, sobre las que se apoyaba el encofrado mientras se construía el muro.

Unos escalones dan acceso al matacán, y luego bifurcándose hacia ambos lados, nos conducen a dos escaleras que suben a las terrazas de las torres. Estas escaleras de “caracol de Mallorca” o “caracol de ojo abierto”, fueron también proyectadas muy probablemente por Francesc Baldomar, que después realizaría un grandioso caracol con dos subidas en la Capilla Real del Convento de Santo Domingo.

Esta tipología, típica del ámbito mediterráneo de la Corona de Aragón, tendrá un desarrollo espectacular en Valencia donde culminará en la gran escalera de la Lonja construida por Pere Compte.

Aunque puede esgrimirse motivos utilitarios (dejar pasar la luz, mejorar la circulación de los bultos transportados) para explicar la difusión de estas estructuras, donde el machón cilíndrico vertical es sustituido por uno helicoidal que casi desaparece transformándose en una moldura decorativa, no podemos evitar sospechar que el principal impulso fue demostrar el virtuosismo del constructor al realizar una obra de tal belleza.

Los 30 peldaños de piedra tallada de estas maravillosas escalas nos elevan hasta las terrazas superiores.

Enfrente se alzan la torre de San Nicolás de Bari, el cimborrio de la Catedral, la imponente mole del Miguelete, el barroco campanario de Santa Catalina, supervivientes todos de otro mundo, de otra ciudad que ya no existe sino en frágiles mapas dibujados en papel.

Fuentes consultadas:

Bibliografía

Existe mucha y muy variada bibliografía referente a las Torres de Serranos y de Quart de diversos autores, todos ellos de probada solvencia, pero tan solo mencionaremos, por cuestiones de espacio alguno de ellos:

  • Almela y Vives, Francesc. Pere Balaguer y las Torres de Serranos.

  • Badía, A. y Pascual, J. Las murallas árabes de Valencia.

  • Ayuntamiento de Valencia. Las Torres de Serranos y de Quart. La ciudad amurallada de Valencia.

  • Cervera Arias, Francisco y Mileto, Camilla. Las Torres de Serranos. Historia y restauración.

  • Lerma Alegria, J.V. La ampliación de la muralla y el nuevo recinto urbano.

  • López Cavero, Javier. “Torres de Serranos”. Guía de Museos y Monumentos Municipales.

  • VVAA. El plano de Valencia de Tomás Vicente Tosca.

  • Ferreres Carbonell, José. Cárceles Torres de Serranos. 1.880.

  • Blázquez Izquierdo, Carmen. Historia de una restauración. La Puerta de Serranos.

  • López Cavero, Javier. “Torres de Quart”. Guía de Museos y Monumentos Municipales.

Fotografía

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