Grau. Vilanova del Mar. De los orígenes a Jaime I

Grau. Vilanova del Mar. De los orígenes a Jaime I

El mar era más grande

Prehistoria

En otras épocas el espacio que ocupa el Grau era mar.

En prospecciones por la plaza de Honduras, se han podido datas con carbono 14, algunas piñas marinas, pudiendo determinar que hace 2.000 años todavía ese espacio correspondía a un ambiente costero.

La llanura que todavía conocemos como comarca de l’horta, se pueden encontrar cuencas de acumulación de agua, antiguos canales abandonados por el río o vaguadas que canalizan los flujos de agua hacia el mar.

Estas vaguadas son los orígenes de muchas de las ramblas o acequias naturales que desembocan en el mar y que han venido marcando las fronteras naturales de nuestros barrios.

Progresivamente fue retrocediendo la línea de costa, debido a las riadas y a la acción del hombre.

Todas las riadas que se produjeron a partir del siglo XI hicieron avanzar la llanura aluvial sobre la costa.

Así, poco a poco, los sedimentos que el río iba dejando cubrían las arenas de dunas  y playas al tiempo que estas avanzaban sobre el mar y, toda la actividad humana originada históricamente para la construcción del puerto modificó la dinámica costera.

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Época histórica

En tiempos de los romanos la línea de costa estaba mucho más cerca del actual centro de Valencia.

Dado el carácter semipantanoso de la zona, sus primeros habitantes edificarían sus primeras rudimentarias viviendas sobre alguna duna elevada y explicaría que la ciudad de Valencia se fundara aprovechando más los beneficios del río que exponiéndose a los peligros del mar.

Cuando en el año 138 a. C., el cónsul romano decidió fundar Valencia (es decir, otorgar un recinto fortificado a los veteranos licenciados que le habían acompañado en las campañas contra Viriato), el paraje escogido estaba situado como un islote entre los dos brazos que por aquel entonces tenía el río Turia, altozano que puede identificarse con el casco antiguo de la ciudad.

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El Grau en tiempos de los romanos

Según la descripción de Plinio “el viejo”, el mar estaba a dos kilómetros de la ciudad, aunque no existe indicio alguno literario sobre la existencia de un puerto en el Grau en la época de la fundación, aunque no se descarta la existencia de algún embarcadero clavado con estacas.

Tendrán que pasar siglos para que pueda hablarse de alguna infraestructura portuaria.

En la Albufera se han encontrado restos como “el Apolo de Pinedo”, ánforas o cepos de plomo, claro indicio de su importancia como puerto, quizá la desembocadura del río Turia mucho más cercana a ella, y vía de acceso marítimo en tiempos de la fundación de Valencia.

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El puerto fluvial

De modo que Valencia, más que marítima, era una isla fluvial.

El Turia constaba de otro brazo al sur de la ciudad, que según las hipótesis más fundamentadas, saliendo por la zona entre Fernando el Católico y la pista de Ademuz atravesaría el Botánico, iría por las calles Quart y Murillo hasta el Mercado Central, de ahí hasta la plaza del Ayuntamiento  y la calle de las Barcas, para unirse al actual cauce, el que entonces era el cauce norte, por la Glorieta y la calle del Justicia.

La unión de este brazo sur del río con el actual jardín del Turia se efectuaría a todo lo ancho de la plaza de Tetuán o Rambla de Predicadores, zona que muy bien podría considerarse portuaria ya desde época islámica.

El río era navegable para barcas de pequeño calado y desde los relativamente grandes navíos de vela de la época, anclados a unos dos kilómetros de la orilla, las mercancías se transportaban en pequeñas embarcaciones hasta las puertas de la ciudad amurallada, entre los actuales puentes de la Trinidad y de Serranos, donde se constata la existencia de una modesta pero clara instalación portuaria de la etapa romana.

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Los árabes

Valencia sirvió como punto de referencia para el comercio de Al-Andalus por la costa, hacia Baleares y la Europa del sur, y como punto de partida hacia el interior de las ricas zonas agrícolas.

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El Cid, señor de las batallas

Durante el siglo XI Valencia era un reino de taifas con síntomas de debilidad, que para sobrevivir necesitaba someterse a los reyes cristianos, pagándoles los tributos conocidos  como “parias”.

Pero como la presión cristiana es cada vez más fuerte, estos reyezuelos deciden pedir ayuda a los fundamentalistas almorávides (Se conoce como almorávides a unos monjes-soldados salidos de grupos nómadas provenientes del Sáhara, con una interpretación rigorista del islam), que en 1.086 vienen de África al mando del emir Yusuf Ibn Tashufin y consiguen vencer a Alfonso VI, rey de Castilla, frustrando así sus ansias imperialistas.

Ante el empuje de la oleada almorávide, su partidario, el rey moro de Lérida, intenta conquistar Valencia.

Esta estaba gobernada por Al-Qadir, quien al verse acosado decide solicitar el auxilio del rey de Aragón, a cuyo servicio estaba Rodrigo Díaz de Vivar, que alquilaba su terrible fuerza militar al mejor postor.

Así el Cid practica un duro asedio de ocho meses sobre la ciudad (noviembre de 1.092 a la primavera de 1.093), comenzando por establecer su primer campamento en El Puig, donde se reúne con los fieles a Al-Qadir, que prometen seguirle.

Una vez fortificada la fortaleza de Yubayla (El Puig fue conocido en la Edad Media como Cebolla, topónimo que procede del término latinizado Cepullam, que a su vez proviene del mozárabe Yuballa o Yubayla, diminutivo del árabe «yebel», que significa monte. En noviembre de 1092, tras la destitución y muerte de al-Qadir, el Cid inicia el asedio de Yubayla, que se rinde en junio de 1093. Desde entonces Yubayla fue una plaza muy importante para el Cid, convirtiéndose en ocasiones en su cuartel general, desde el que lanzaría algaras para extender su protectorado y conquistar finalmente Valencia), en la primavera de 1.093 traslada el Cid su campamento avanzado a Mestalla, que por aquel entonces era una aldea llamada “Derramada”, nombre que parece aludir a la acequia y endurece las condiciones del asedio, quemando todas las aldeas de alrededor, los molinos y los barcos que estaban en el río, apunte que nos ofrece como escenario habitual de la vida marítima el puerto fluvial heredado de los romanos.

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Valencia del Cid

Una vez convenida la capitulación, Valencia se rinde y el Cid la ocupa triunfalmente el 15 de junio de 1.094.

No le resultó fácil controlar la ciudad.

A los 3 meses de la conquista ya corrían noticias que Yusuf organizaba un nuevo ejército.

Estos almorávides llegaron a España el 13 de septiembre de 1.094.

Para atajar el peligro, el Cid, dispuso la confiscación de cualquier herramienta de hierro a los musulmanes valencianos, además ordenó acudir a la orilla del mar para arrastrar a la ribera las naves diseñadas para la guerra, previsiblemente para evitar su captura por parte de los invasores.

Este ejército venido de África se establece en Quart desde el 13 de septiembre al 15 de octubre del mismo año.

Pero a pesar de estar en inferioridad numérica, el ejército cristiano logró una gran victoria contra el ejército invasor.

Una vez muerto el Cid, su esposa Jimena, consiguió conservar Valencia hasta 3 años después de la muerte de su esposo, pero el 20 de mayo de 1.102, el emir almorávide Mazdalí recuperó Valencia para estos.

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El Grau

El 22 de abril de 1.238, Jaime I, se dirigió desde el Puig hacia Valencia, con la idea de poner sitio a la ciudad y recuperarla para la Corona.

Antes de establecer su campamento definitivo en Russafa, pasa por el Grau, este nombre que le da, no parece una invención suya, sino el reconocimiento de un topónimo anterior a la reconquista.

Para aproximarse a Valencia con sus huestes, Jaime I cruza el río y sigue por su orilla derecha.

La elección de este itinerario se debió a cuestiones estratégicas, es decir, que para guardarse las espaldas necesitaba previamente conquistar la alquería de Russafa, que en 1.238, era un enclave más decisivo y consolidado que el Grau.

Los sitiados, en su desesperación, habían enviado una embajada para que pidiera auxilio al emir de Túnez, Ibn Zakariya.

Por su parte, Jaime I, solicitó ayuda a las ciudades catalanas, que enviaron una armada para hacer frente al ejército de Túnez, que no llegaron a desembarcar.

Después de dos días por el Grau, las naves tunecinas no pudieron romper el bloque ni desembarcar y, por tanto, no pudieron hacer llegar la ayuda solicitada.

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El nombre del Grau

Muchos autores, incluso hasta nuestros días, han mantenido la hipótesis que la expresión “Grau”, aludía a las estratificaciones naturales que formaban en la playa las mareas o los sedimentos de la desembocadura del río.

Pero no parece que se sostenga esta interpretación, cuando nos referimos a grau , hemos de pensar más bien en una obra humana  y no en un accidente geográfico, es por esto, que debería hacer referencia a un paso, un escalón, una grada, es decir, una zona de tránsito en la que uno pasa de la tierra al mar.

Así pues, cuando Jaime I hablaba de llegar al Grau, es de suponer que no hacía más que definir a una zona por el elemento que mejor la caracterizaba, que en este caso, debía ser un rudimentario muelle hecho de estacas y piedras junto a la desembocadura del río.

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La rápita del Grau

Antes de la venida de Jaime I, los árabes habían establecido en el Grau una rápita, especie de pequeño edificio de carácter religioso y con connotaciones defensivas.

Esta noticia nos la proporciona el Llibre del Repartiment, el libro que, como se sabe, establece el reparto del botín entre los vencedores y sus aliados.

Entre estos se encontraba un caballero llamado Sancius Sancii de Loriç, a quien le concedió la torre o rápita, situada junto al mar y al Guadalaviar (río Turia) que se llama la rápita de la oración, con ocho jovadas (terreno que un par de mulas puede arar en un día) contiguas a ella.

Dado que no se han encontrado referencias arqueológicas ni literarias sobre esta rápita, se puede deducir que no se trataba de un gran edificio religioso y militar, sino de una pequeña mezquita.

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La fundación del Grau

Sobre la base de una mínima población previa, que ya contaría con algún tipo de edificación estable, se consolida un asentamiento nacido con una clara intención de controlar el territorio.

En el Llibre del Repartiment se menciona a Vilanova del Grau haciendo alusión a concesiones de tierras.

Un documento, que aunque no sea estrictamente el acta fundacional del Grau, si que señala su consolidación como núcleo poblacional preexistente.

El interés de Jaime I por consolidar  la población en la costa se vuelve a demostrar en el Privilegio 33 de 18 de diciembre de 1.250, cuando les concede que, algo más allá de la muralla, construyan un puente de piedra o de madera para acceder a la nueva población y ha de ser “público y general para pasar a la Villa Nueva del Mar del grao de Valencia”.

Como la construcción del puente implica un mayor tránsito de gente, el camino será ampliado 3 brazas (1 braza = 1,8288 metros).

Valencia se convertirá en un reino proyectado hacia el mar, otorgándole una autonomía  ya desde el 18 de octubre de 1.238.

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Santa María del Mar

El dominio cristiano sobre los árabes no debía limitarse a un dominio sobre el territorio, se trataba de imponer la cultura o civilización cristiana sobre la musulmana.

El Papa Clemente IV, en carta de 1.266 a Jaime I, le incita a expulsar de su reino a los moros, por esta razón, siembre de iglesias todo el territorio, y ya en 1.249 se habla de la urgente construcción de una ermita dedicada a Santa María del Mar, en la que se sentían implicados, no solo las autoridades, sino los fieles cristianos, unos por devoción y otros por imposición.

 

Fuentes consultadas:

Bibliografía:

Existe mucha y muy variada bibliografía referente al Grau, por tanto, tan solo mencionaremos algunos de ellos:

  • Guía urbana de Valencia. Marqués de Cruïlles.

  • Orígenes del Reino de Valencia. Antonio Ubieto.

  • Autoritarismo monárquico y reacción municipal. Amparo Felipo Orts.

  • Insaculación y élites de poder en la ciudad de Valencia, Amparo Felipo Orts.

  • Antonio Sanchis Pallares. Historia del Cabanyal. Poble Nou de la Mar 1.238-1.897

  • Antonio Sanchis Pallares. Historia del Grau

  • Isidro Planes. Sucessos fatales desta ciudad, y Reyno de Valencia o Puntual Diario de lo sucedido en los Años de 1.705, 1.706 y 1.707

  • Antonio Sáñez Reguart . Diccionario histórico de los artes de la pesca nacional (1.791-1.795)

  • Antonio Domínguez Ortiz. Carlos III y la España de la Ilustración

  • Ferrocarriles de España

Fotografías

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