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El riego a manta (o por superficie) es uno de los sistemas más antiguos que existen. Como su nombre indica, consiste en mojar toda la superficie del campo, para asegurarnos de esta forma que todo el suelo pueda beneficiarse del agua.

El agua se obtiene de corrientes fluviales o afloramientos subterráneos (pozos) y llega a los campos a través de diversas canalizaciones artificiales. Una vez el agua llega a las diversas parcelas, será el agricultor el que decida, abriendo y cerrando las compuertas de estos canales, el tiempo y la manera en la que quiere que el agua inunde su campo.

Cuando el campo se queda cubierto de agua, esta se filtra en la tierra a dos niveles; en la superficie (aprovechada por los árboles y las plantas) y en la profundidad, siendo esta aprovechada por la propia tierra. Para aprovechar este sistema y tratar de que sea lo más eficiente posible, el agricultor tiene que tener en cuenta el desnivel y la orientación del mismo, ya que es importante que el agua llegue a todos los rincones por igual, evitando así que el campo se seque en algunas zonas o que se salinice demasiado.

Como veis, la figura del agricultor es importante ya que él será el que decida de qué forma quiere que el campo se riegue, dependiendo de las estaciones, la temperatura o la maduración de sus naranjas y mandarinas.

Historia del riego a manta

Este método de riego fue introducido por los musulmanes tras la conquista de España, e hizo posible la revolución agrícola de nuestra tierra en el siglo XI. Los musulmanes lo que hicieron fue aprovechar (y mejorar) el legado que dejó el imperio romano y sus sistemas de riego; a partir de estos desarrollaron diferentes técnicas para aprovechar el agua, almacenarla, elevarla y distribuirla desde las acequias a los distintos campos, utilizando toda una serie de conexiones entre acequias, canalizaciones, balsas, etc.

Esta innovación fue tan importante a nivel social y económico, que se tuvieron que crear organismos, normativas y leyes destinadas únicamente a tratar asuntos relacionados con el agua. El tribunal de las aguas de Valencia es un ejemplo vivo de esto, y todavía hoy, todos los jueves a las 12 se celebran, en la Plaza de la Virgen juicios que tratan temas sobre conflictos o diversos asuntos relacionados con las acequias y el uso de las mismas.