Casa de la Reina Construcción

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Evolución de la propiedad del solar y la construcción de la Casa de la Reina

Bautista Marí retuvo muy poco tiempo la propiedad del solar 122 adquirido para la construcción de su vivienda, pues tan solo una semana después el 26 de junio de 1.841, la vendió al hacendado y dueño de un molino en Algemesí, Vicente Albors y Esteve, por el precio de 640 reales de vellón.

Pero tampoco será este quien haga efectivas las cláusulas de construir una vivienda en el corto espacio de un año y así el 27 de agosto de 1.851 el baile general del Real Patrimonio declara el decomiso de la parcela.

Esta tónica fue muy común, pues a fecha de 17 de noviembre de 1.854 todavía restaban por edificar un total de 53 solares, 2 solo tenían cimientos y 7 estaban en construcción.

En el caso concreto de la Isla doce, los solares 122, 120, 118, 116, 112 y 110 no estaban edificados, únicamente lo estaba el 124 y el 114 se encontraba en construcción.

En el mes de marzo de 1.855 la Bailía se quejaba que hasta el momento no se habían construido “los edificios y concluya la calle de la Reina en el Cañamelar que tanto debe hermosar aquella población”, pues además, no se cobraban los luismos (En derecho civil el laudemio o luismo, era un canon dinerario que percibía el señor del dominio directo cuando se enajenaban las tierras y posesiones superficiales dadas a censo perpetuo o enfiteusis. El señor o censualista tendría derecho a cobrar el laudemio por cada transmisión, sea por herencia o por venta, al nuevo titular del dominio útil), por lo que el Estado quedaba perjudicado económicamente.

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Se indica también, a modo de disculpa a los enfiteutas (Enfiteusis, derecho real que supone la cesión temporal del dominio útil de un inmueble, a cambio del pago anual de un canon o rédito), que estos no han construido porque “les es muy perjudicial y aun casi imposible edificar todos a la vez dentro del año que se les ha marcado porque no hay suficientes operarios en aquella población y si se han de llevar de otro punto ascienden a mucha mayor cantidad los gatos de jornales, siendo así mismo de más coste la compra de materiales por lo muchos pedidos que habría de ellos”.

Siguen varios años en que la parcela donde se construirá la futura Casa de la Reina (actual Biblioteca Casa de la Reina en la calle de la Reina, 85) continua sin edificar y pasando por las manos de diversos propietarios, con los claros intereses especulativos, hasta la definitiva compra a Amelia Navarro Selma de Bernabé Dombón Olivar (30 de marzo de 1.859); el precio del solar pasó sucesivamente de los 640 reales de vellón a 6.000, 13.000 y los definitivos 19.500 reales.

Un solar en la playa ya por aquel entonces una lucrativa posesión.

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Bernabé Dombón Olivar terminó la edificación (no exenta de paralizaciones cautelares por carecer de permisos y por instalar ilegalmente ciertos artilugios) de una vivienda con entrada por la calle de la Reina y otro edificio a sus espaldas con función de taller.

Bernabé Dombón Olivar fue inventor de máquinas de su Majestad y un personaje peculiar que debió caracterizarse por su carácter resolutivo y emprendedor.

Nacido en Zaragoza hacia 1.812, con residencia a caballo entre Valencia y Madrid, debía poseer una renta importante como testimonia el precio que pagó por el solar y el desembolso inmediato que significó la edificación de una parcela doble de grande que la mayor parte de las parcelas del barrio.

El 8 de junio de 1.860 el Arquitecto de la provincia, Antonio Sancho, remite al alcalde de Pueblo Nuevo de la Mar un informe en el que se manifiesta que se está construyendo un edificio propiedad de Bernabé Dombón sin licencia y sin la dirección de un arquitecto o un maestro de obras, lo cual contraviene la ordenanza.

Fue él mismo quien dirigió las obras al comienzo de la edificación, razón por la cual fue amonestado y se le requirió la presencia de un arquitecto, Joaquín Cabera, quien firmará los planos de un proyecto que para entonces ya estaba ejecutándose y posiblemente en estado muy avanzado.

El resultado es el dictamen de paralización de obras, imposición de multa y redacción de un proyecto por un arquitecto facultado.

Pero Bernabé Dombón ni paralizó la obra ni pagó la multa.

A pesar de estas denuncias desatendidas, al mes siguiente remite planos debidamente firmados por un arquitecto y de esa manera se emite el definitivo informe de licencia.

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Utilizó la casa, además de residencia, como lugar donde realizar sus inventos, de 1.847 se le conoce una mención de su oficio de inventor de máquinas  cuando obtuvo un premio de la Real Sociedad Económica de Amigos del País Valenciano por una máquina hidráulica para elevar agua.

El más conocido entre ellos fue el de la Máquina Dombón, como él mismo la llamaba, un aparato volador que recibió no pocas críticas y mofas.

Rafael Solaz (2.014) recoge algunos datos de este invento en forma de pájaro a modo de ala delta, con el que pretendía volar en 1.864 pasando por el Palacio Real de Madrid y seguir en dirección a Filipinas: el “pájaro-buque tenía las dimensiones de un falucho (El falucho es una embarcación cuya característica principal es que su palo va muy inclinado hacia proa y que la vela que iza es latina de gran superficie. Los faluchos de mayor desplazamiento aparejan además de dicha vela, una mesana y un foque. El máximo desplazamiento que suelen tener es de unas cien toneladas. Los faluchos de pesca son más pequeños y no llevan mesana.), un camarote de proa con dos butacas y otro camarote en la popa, el destinado al director o capitán.

Llevaba una rueda de hélices y era casi todo de hierro”.

Éste como otros de sus inventos cuentan que los fabricaba en la parte de la casa recayente a la calle Barraca, siendo por ello su taller.

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La funcionalidad de esta parte del edificio como nave en la que pueden practicarse actividades diversas ha quedado demostrada en el estudio arqueológico.

La máquina voladora resultó funesta para don Bernabé pues parece ser que el invento fue un fracaso y tema de escarnio entre sus vecinos.

Este motivo pudo influir en la venta de la casa a José de la Cruz Baya en 1.868.

La Casa de la Reina estuvo formada desde el momento de su construcción por los dos edificios con entradas independientes desde las calles de la Reina 85 y de la Barraca 88.

Aunque existen puntos originales de comunicación entre ambos, estructuralmente se puede considerar que los dos inmuebles son independientes por su sistema murario, por las cotas de sus forjados y por el sistema de cubiertas.

Entre ambos existe un espacio de transición representado por el patio flanqueado a cada lado por sendas habitaciones de una sola planta con terraza, de manera que todavía se imprime una mayor autonomía a cada uno de los dos grandes bloques.

El taller de la calle Barraca se construyó entre los años 1.859 y 1.861.

Se conserva el croquis de su fachada, sobre la que se eleva una columna de hierro rotulada como motor colocado en el interior del edificio.

En un grabado de la época, conservado en la colección privada de Rafael Solaz, se puede apreciar este singular molino de viento que se proyectó sobre el tejado de lo que sin duda es la Casa de la Reina.

En el informe de inspección final encontraremos más datos acerca de ese extraño artilugio que sobresalía por la fachada trasera y que sin duda debió ser muy comentado por el vecindario: en el taller que había construido para realizar allí la maquinaria de su invención existían “diferentes piezas de maquinaria que sirven para tornear, […], hacer roscas, etc., diferentes objetos de hierro forjado y fundido sin que exista ni horno de fundición ni calderas de vapor, pues en la actualidad no hay otro motor que un […] servido de caballerías y dos forjas de las comunes y que por su aislamiento no ofrecen cuidado alguno, para caldear las piezas de hierro que hayan de trabajarse.

Respecto a la chimenea de la que se le exigió su derribo se especifica que en realidad se trataba de una columna de hierro elevada en lo interior y parte céntrica del establecimiento y que se ha juzgado por la generalidad de los que la han visto destinada a servir de chimenea, tiene por objeto apear el aparato y aspas colocado en la parte superior de la misma para utilizar el viento como motor de la maquinaria del taller en lugar del […] que hoy existe. El juego de engranaje combinado de alto a bajo por medio de las correspondientes varillas o palancas se verifica por la parte interior de dicha columna, cuyo vacío interior tiene aproximadamente un diámetro de un metro”.

Esta parte del edificio presenta una planta rectangular de unos 15,20 metros de longitud por 7,50 de profundidad, con dos crujías (Corredor largo de un edificio, que da acceso a piezas situadas a ambos lados) paralelas a la fachada de idéntica anchura interna (3,30 metros).

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Posee dos niveles, planta baja y cambra o piso superior, y la cubierta es a dos aguas vertiendo a la calle y al patio interior respectivamente.

El estado con que llegó a la nuestros días refleja modificaciones en la estructura original por los usos que recibió tras la venta del inmueble a Juan de la Cruz Baya, que a su vez lo arrendó, siendo utilizado en diversos motivos como cuadra para los caballos del tranvía de Pueblo Nuevo del Mar y también como lechería.

El interior era totalmente diáfano, sin la tabiquería, que posteriormente se realizó.

Su estructura adopta una concepción moderna, sustituyendo el muro de carga entre las crujías, tanto en planta baja como en el piso, por un sistema de pilares y columnas de fundición.

En la planta superior, a la que se accedía a través de una escalera actualmente anulada, situada en el extremo noreste del taller; las dos crujías de la nave estaban divididas mediante un original tabique de madera, de estacas emparejadas dos a dos y unidas mediante listones horizontales y cerrado con tablones, en el que se dejaron una serie de vanos (Abertura en un muro, pared u otra construcción, destinada a una ventana o una puerta), unos con paso franco y otros en los que se interponían las columnas de función que sostienen la cubierta.

En el centro de la nave, y cerrado también en origen por tablones, se hallaba una viga de mayor calibre que las que formaban la estructura del tabique, la cual se puede relacionar con el eje o árbol del artefacto perteneciente al motor de viento instalado por Bernabé Dombón, incluso se conserva un rebaje semicircular con signos de rozamiento en esta viga.

El aire fue la fuerza motriz de la maquinaría del taller, trasmitida a través de ese árbol o eje a un embarrado con poleas y correas, artefacto poco habitual en tierras valencianas, en especial en la huerta, donde el agua fue la fuente tradicional de energía, sustituida en el siglo XIX por el vapor y más tarde por el gas y la electricidad.

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La vivienda principal con fachada a la calle de la Reina fue diseñada finalmente por el arquitecto Joaquín Cabrera (hijo del que fue arquitecto mayor del Ayuntamiento de Valencia con el mismo nombre), cuyo proyecto original fue respetado en esencia en la ejecución final salvo diferencias en los motivos decorativos de las enjutas y pilastras.

Se encuadra en uno de los estilos eclécticos del momento, el del neo-renacimiento o clasicismo isabelino.

Es en esta fachada donde se sintetizan las características de esta arquitectura.

El proyecto de fachada principal contempla su división en dos niveles, el primero abarcaba la planta baja y el entresuelo y el segundo el piso principal, divididos ambos por un balcón corrido.

En ambos niveles existía un juego de arcadas con arcos de medio punto (en planta baja el arco central coincide con la puerta de acceso a la vivienda y en el nivel superior con puerta de salida al balcón) con un friso decorado a la altura de las impostas al exterior y un dintel al interior que transforma el vano en adintelado.

De este modo el espacio del arco propiamente dicho forma una serie de tímpanos cegados y decorados con relieves en el nivel superior.

Entre los arcos se dispusieron pilastras adosadas a los estribos.

El edificio se remataba con una cornisa moldurada sobre la que apoyaba un antepecho o pretil macizo.

Finalmente sobre este se situaban 6 jarrones de cerámica o piedra.

La ornamentación que finalmente se ejecutó puede ser calificada como de un mayor eclecticismo respecto a la del diseño original, pues sin abandonar el estilo neo-renacentista (en el diseño original se dibujan en las enjutas motivos vegetales típicamente renacentistas a candelieri con roleos y hojas de acanto, y en las pilastras casetón con ovas enmarcadas por motivos geométricos. En el nivel superior las enjutas están recercadas por una moldura con un tipo de palmeta al interior. Finalmente, el antepecho posee una decoración de guirnaldas florales de gusto neoclásico) se introdujo otros elementos neo-romanos, de sabor más arqueologista, como es el caso de las acróteras (es un ornamento arquitectónico que remataba los tres vértices del frontón del templo clásico. Se trata de pedestales sobre los que se encuentran los adornos, como pudieran ser esculturas. Habitualmente tiene forma de palmeta, pero puede adoptar otras formas o figuras), y otros cercanos a la ornamentación barroca.

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En las jambas de los arcos de nivel superior, en los capiteles de las pilastras, en las arquivoltas, en el friso corrido que cierra el tímpano de los arcos y en este último espacio se instalaron placas cerámicas o terracota bizcochada con relieves, material este que se generalizó durante el periodo isabelino.

En el caso de jambas, friso, arquivoltas y ábaco de los capiteles la decoración es siempre la misma, una faja dividida en dos molduras una en bocel con ovas y otra de cuarto de bocel con hojas de acanto contrapuestas.

En el tímpano la decoración es de hojas de acanto entrelazadas, con una venera central y sobre ella un ave, supuestamente un águila, que se proyecta al exterior como una pieza de bulto redondo.

El tambor de los capiteles presenta un relieve compuesto de pájaros picoteando uvas.

Este es un motivo muy usual en la iconografía de finales del siglo XVII y la primera mitad del siglo XVIII y por tanto de marcado carácter barroco e incluso rococó.

Por último, y frente al proyecto original, las enjutas se encuentran prácticamente desprovistas de decoración a excepción de una serie de plaquetas en forma de palmeta sobre los capiteles de las pilastras; estas placas son de claro gusto clásico mostrando un putti (los putti, son motivos ornamentales consistentes en figuras de niños, frecuentemente desnudos y alados, en forma de Cupido, querubín, angelote o amorcillo. Son también conocidos como erotes) flanqueado por animales fantásticos.

A pesar que en la actualidad no se conservan, sobre el antepecho (sustituyendo a los jarrones del proyecto original) existía una serie de acróteras exentas en forma de palmeta que debían ser muy similares a las de los capiteles de las pilastras del nivel superior.

La vivienda fue finalizada unos meses después que el taller, como reza la fecha de 1.862 situada en la reja del tímpano de la puerta principal.

La estructura general del edificio consiste en una serie de muros de carga transversales a la fachada, definiéndose tres espacios longitudinales.

El espacio central, a doble altura (planta baja y entresuelo), funciona como pasillo distribuidor de las estancias de las alas o manos laterales, registrándose un continuum de paso desde la calle hasta el patio, de manera que el tránsito de lo urbano a lo doméstico queda absolutamente matizado.

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No existe un cambio abrupto de ambientes, lo cual se refuerza por la ubicación a lo largo de los dos muros de carga centrales en planta baja de ventanas enrejadas iguales a las de la fachada.

Se puede calificar, incluso, de escenario la manera en la que se dispone este eje central con los vanos laterales, la colocación de una columnata en la que tan solo las dos columnas de hierro fundido del extremo oeste tienen función portante, pues el resto se adosan a los muros de carga, relegándose a una función meramente decorativa, o el pavimento de losas de piedra con los laterales resaltados que semejan aceras de una calle.

En este espacio donde se concreta buena parte de los elementos suntuarios de la casa, como las figuras de terracota (con varillas interno metálico) de un ave sobre la columna de fundición, siete de las cuales fueron robadas.

Según el sentir general se interpretan como un águila, aunque en opinión de los expertos, más bien puede tratarse de una grulla o garza por su esbelto cuello o largas patas, tratada con una cierta idealización que la convierte casi un animal fantástico. A la altura del forjado toda la estancia está rodeada por un friso neo-renacentista que enlaza con los de la fachada, con los que tiene en común la cenefa de uvas superior de placas de ladrillo cocido con decoración en relieve de tipo floral, formando guirnaldas y parejas de pájaros picoteando frutas.

En el entresuelo se emplazaron las pequeñas habitaciones del servicio y en la planta superior principal todo el espacio fue utilizado para las estancias principales: las dos alas laterales acogen habitaciones privadas y la central los espacios semipúblicos, como son el comedor y el salón, donde encontraremos los elementos de mayor suntuosidad de la planta.

Los pavimentos eran de baldosines de gres de tipo Nolla, una novedad en el panorama valenciano que en esos mismos años comenzó a comercializar los productos de la fábrica de Nolla en Meliana.

Las paredes del salón estaban pintadas con motivos tales como un camafeo central azul, rodeados de motivos florales y sobre un zócalo con casetones marrones.

En el comedor se documentó durante el estudio arqueológico una chimenea, heredera de las neoclásicas, con un frente únicamente moldurado aparentemente de mármol de color y remate metálico calado que recuerda a los motivos neogóticos con arcadas de arcos apuntados.

Por ello se trataba de una pieza que como el resto de la vivienda se encuadra en el romanticismo ecléctico.

La rejería vuelve a ser un elemento singular en la ambientación de esta sala.

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El estudio archivístico y el análisis arqueológico permitieron reconstruir la historia arquitectónica y de la propiedad del edificio de la calle de la Reina 85 en el Cabañal de Valencia, proporcionando de esta manera la información suficiente para valorar en su justa medida la importancia patrimonial del inmueble y de los elementos que lo integraban como paso previo e imprescindible (o al menos así debería ser) a la rehabilitación de este edificios históricos.

La vivienda en cuestión se inscribe en un contexto urbano que tiene su origen en la planificación urbanística realizada por la Bailía General de Valencia y el ayuntamiento de Pueblo Nuevo del Mar entre los años 1.839 y 1.840, la cual da como resultado la parcelación de las manzanas de casas comprendidas entre las actuales calle de Francisco Cubells y la avenida del Mediterráneo con eje en la calle de la Reina.

Las motivaciones de esta planificación explican claramente el porqué de la situación en este punto de la ciudad de una vivienda con las características arquitectónicas que ya conocemos.

Se trata de un barrio que nació como respuesta al deseo de la burguesía del periodo isabelino de poseer una residencia de recreo durante los meses de verano para tomar los apreciados baños de mar.

Comprenderemos así cómo a lo largo de esta calle vamos a encontrar residencias de alto valor arquitectónico y patrimonial, en la que existían además edificios de cierta envergadura como el Teatro de la Marina hoy ya derribado y viviendas como las de los números 61, 63, 66 y 80 de la calle de la Reina, que de nuevo imprimían ese gusto por la ornamentación del clasicismo isabelino en vanos, impostas, frontones, óculos y antepechos.

Edificio a los que se debe sumar otros destinados al ocio de los veraneantes como el anteriormente citado Teatro de la Marina (nacido de las Delicias en 1.856) y derribado tras su incendio de 1.962, concebido como un gran templo neoclásico.

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A la sombra de estos grandes edificios, que copaban las alineaciones más próximas a la playa, se fueron construyendo por los mismo años y en décadas posteriores otras viviendas en las alineaciones traseras a éstas y al norte del límite de la primera urbanización, constituido por la acequia del Gas (actual avenida del Mediterráneo), siguiendo la organización ortogonal primitiva.

Estos edificios, unas veces casas y otras barracas acogieron a las clases más populares, en muchos casos los antiguos pescadores del Cabañal, pero también agricultores de la próxima huerta.

El resultado fue una trama urbana hoy calificada de Bien de Interés Cultural, de la que desde hace ya demasiados años pende una espada de Damocles ante el proyectado derribo parcial para proyectar la avenida de Blasco Ibáñez hasta la misma playa (Plataforma Salvem el Cabanyal).

Una ruptura innecesaria por cuanto el acceso al mar está plenamente asegurado, más si cabe si reconocemos el valor urbano del Cabañal a través de los valores arquitectónicos, que como la Casa del a Reina, lo forman.

Fuentes consultadas:

  • Archivos autores

  • Archivo del Reino de Valencia

  • Archivo Histórico Municipal

  • Archivo Administrativo Municipal

  • Biblioteca valenciana

  • Biblioteca de Etnología

  • Biblioteca valenciana digital

  • Biblioteca Histórica de la Universidad de Valencia

  • Biblioteca Serrano Morales (Ayuntamiento de Valencia)

  • Archivo de la Diputación provincial de Valencia

  • Hemeroteca valenciana

  • Real Academia de la Historia

  • Wikipedia

  • Padrón Municipal de Habitantes

  • Valencia Actúa

  • Jdiezarnal

  • Arquitectos de Valencia

  • Arquitectos italianos en España

  • Amadeo Serra Desfilis

  • Inmaculada Aguilar Civera

  • Victor M. Algarra Pardo

  • Pablo Cisneros Álvarez

  • Carles Sanchis Ibor

  • Victor M. Algarra Pardo

  • Susana Climent Viguer

  • Iván Portugués Mollá

  • Lourdes Boix

  • Pablo Sánchez Izquierdo

  • Virginia García Ortells

  • Ester Medán Sifre

  • Mireia Muñoz Vidal

  • Victoria E. Bonet-Solves

  • Desirée Juliana Colomer

  • Sergi Doménech García

  • Carmen Pinedo Herrero

  • Mª Jesús Piqueras Gómez

  • Pep Martorell

  • Pedro García Pilán

Bibliografía:

Existe mucha y muy variada bibliografía referente a los Poblados Marítimos, tan solo mencionaremos algunos de ellos:

  • Guía urbana de Valencia. Marqués de Cruilles.

  • Autoritarismo monárquico y reacción municipal. Amparo Felipo Orts.

  • Insaculación y élites de poder en la ciudad de Valencia, Amparo Felipo Orts.

  • Manual del viajero y guía de los forasteros  en Valencia. Vicente Boix

  • La Valencia musulmana. Vicente Coscollá

  • Memoria histórico-arqueológica de la vivienda de la c/de la Reina, 85. El Cabanyal. V. M. Algarra Pardo

  • Orígenes del Reino de Valencia. Antonio Ubieto.

  • Antonio Sanchis Pallares. Historia del Cabanyal. Poble Nou de la Mar 1.238-1.897

  • Antonio Sanchis Pallares. Historia del Grau

  • Antonio Sanchis Pallarés. Historia de la Malvarrosa.

  • Albert Ribera Lacomba. Valencia romana, puerto fluvial y marítimo. Instituciones portuarias y vocación comercial.

  • Isidro Planes. Sucessos fatales desta ciudad, y Reyno de Valencia o Puntual Diario de lo sucedido en los Años de 1.705, 1.706 y 1.707

  • Avecindados en la ciudad de Valencia en la época medieval. María de los Desamparados Cabanes Pecourt

  • Los Poblados Marítimos. Inmaculada Aguilar y Amadeo Serra

  • El Grau de València. La construcción d’un espai urbà. Josep Vicent Boira y Amadeo Serra

  • El Cabanyal: permanencia y transformación. Luis Francisco Herrero García. Tesis doctoral. Universidad Politécnica de Valencia. 2.015

  • La Casa de las Atarazanas de Valencia. Federico Iborra Bernad y Matilde Miquel Juan

  • Las Atarazanas del Grao de la Mar. Gemma M. Contreras Zamorano

  • El ornato urbano. La escultura pública en Valencia. Rafael Gil y Carmen Palacios

  • Arquitectura del eclecticismo de Valencia. 1.983. Benito Goerlich

  • Cerámica barroca en Valencia. María Eugenia Vizcaíno

  • Composiciones cerámicas valencianas del siglo XVIII. María Eugenia Vizcaíno Martí

  • Nomenclátor de las puertas, calles y plazas de Valencia: con los nombres que hoy tienen y los que han tenido. 1.873. Manuel Carboneres Quiles

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